lunes, 9 de enero de 2017

Tres dias en Roma 2. Del cielo al infierno

Amanece en Roma con un frio de cojones. La temperatura ahi fuera sigue al borde de la congelacion. Yo por suerte he dormido bien y no tengo una resaca demasiado intensa, asi que hoy me puedo chuzar de nuevo. Pero me da que no lo voy a hacer hasta la hora de la comida, como ayer. En primer lugar porque el desayuno del hotel vuelve a ser excesivo, creo que incluso mas que el de la pasada jornada, cada dia como mas a lo cerdo. En segundo lugar porque las primeras visitas del dia no invitan al chumeo sino mas bien al recogimiento y a la oracion. Ya os podeis imaginar, estando en Roma la visita al Vaticano es obligada.

Despues de tres contundentes trabajos en la taza del retrete (esto cada dia va a peor), decido ponerme en camino direccion norte para cruzar el rio Tiber y hacer frente a la primera visita del dia, fugaz pero intensa, el Castillo de San Angelo y los preciosos jardines a su alrededor. O no tan preciosos, porque, bien sea por la temprana hora o por el puto frio que hace, estan desiertos y llenos de residuos en forma de botellas, bolsas de plastico, paquetes de tabaco y demas. Alguien se debio de pegar aqui una buena farra anoche. Aparte de mi mismo, la unica presencia humana en la zona es la de dos hermosas jovenes calabresas (otra vez hermosas y calabresas, como la camata de ayer, habra que visitar la zona en un futuro) que me piden que les haga una foto.

Se acabo la tonteria. Via de la Conciliacion direccion oeste, al fondo ya veo mi objetivo, cual peregrino obsesivo. Empiezan a aparecer turistas no se sabe ni de donde. Masificacion humana, me acerco, empiezo a sudar, ah cojones, que ha salido el sol. Y casi sin querer darme cuenta aqui estoy, en mitad de esta plaza en forma de cerradura que representa la llave para el cielo, la Plaza de San Pedro, el VATICANO. Y ya esta, tampoco era para tanto. Fotos por doquier y la angustiosa sensacion de que me voy a tener que poner en la cola que da la vuelta a toda la plaza para poder entrar a la basilica. Una hora de cola y controles de seguridad de metales, me cago en los putos moros. Aunque me da a mi que las maquinas estan desenchufadas, porque ni veo seguratas, ni policias, ni Guardia Suiza, ni nada de nada. Venga, vamos a ver la basilica de una vez, que por cierto es impresionante.

Siempre es interesante visitar un pais nuevo, aunque se trate de la nacion mas diminuta del planeta. Pero ya esta, ya hemos cumplido, ya hemos estado en el cielo. Atravieso la columnata de la plaza y vuelvo a estar en Roma. Empiezo a tener gazuza y sed, como se nota que las fuerzas del mal empiezan a actuar una vez que has dejado tan sacro lugar. Pues vamos a mitigar nuestros instintos mas crudos y basicos en el mejor sitio posible, el infierno. O bueno, ya que estamos en Roma, iremos al Trastevere, que mas o menos viene a ser lo mismo, barrio de perdicion con papeo, alcohol y putas. Ah, y alguna que otra iglesia tambien, por si a uno le apetece rezar en pleno barrio de Satanas.

El Margherita, en la parte norte del Trastevere, es, como su nombre indica, un restaurante especializado en pizzas. Pero no os vayais a creer, nada carero, bastante rustico y tradicional. Es hora de enchufarse un par de pizzas, y eso que son de buen diametro, pero tanto rezar me ha dado hambre, y las birras que me he cascado nada mas entrar al local tambien me han abierto la gazuza, que cojones. La de pulpo esta realmente buena, bastante genuina, pero la de salmon es algo espectacular. Para cerrar el festival, mas cervecitas y un par de licores. De todas formas aun no voy demasiado doblado.

Me recorro todo el Trastevere pero para mi desolacion no hay putas. Obviamente las tres de la tarde no es la mejor hora para encontrarlas. Sin embargo aun hago alguna que otra paradita en diversos baretos de lo mas cutre (y barato), entre ellos uno llamado simplemente 'Cantina', tan miserable y oscuro que no puedo ni ver con claridad la etiqueta de la chela que me estoy cascando. O quiza sea que empiezo a entonarme. De vuelta al hotel tengo un buen paseo, atravesando nuevamente la isla Tiberina y parando a hacer unas fotos en el Palacio de Venecia, concretamente al balcon desde donde Benito Mussolini hacia sus discursos. Si, amigos, el Duce.

Pues al final he llegado al hotel en unas condiciones bastante mejores que las de ayer. Hay que remediarlo. Inmediatamente vuelvo a bajar a la calle y me topo de bruces con un cartel que pone 'Bar'. Simplemente. Me aposento en este local que no tiene nada de especial, salvo que detras de la barra hay dos chinos y la bebida, para estar en pleno centro, no es cara en absoluto. Uno de los chinos habla ingles, asi que mantenemos cierta chachara. Tambien hacen pizzas, pero por desgracia cierra antes de la hora de cenar. Entre una conversacion bastante anodina y echar un ojo a las ultimas noticias del dia en mi movil, me casco tres o cuatro o cinco birras. No lo tengo muy claro, lo unico que se es que son de 660cl. Buena medida.

Salgo del bareto de los chinos, ahora si, realmente doblado. En un callejon junto al Pantheon, por donde voy rebotando casi de pared a pared, me encuentro La Sacristia y El Seminario, uno enfrente de otro. No, no es hora de rezar otra vez, se trata de dos restaurantes de bastante poco lujo, de estos que no tienen ningun tipo de promocion y son solo para la gente local. Vamos, lo que andaba buscando para acabar el dia. Al final me decanto por el Seminario porque veo que las camareras son dos viejas gordas. No es que tenga un gusto enrevesado, pero esta gente te suele tratar mejor que las tipicas barbies. Por desgracia, aunque era de imaginar, no hablan ingles. Asi que meto la nariz en mi plato de pasta y como y bebo vino hasta que me empiezan a doler todos los organos de mi cuerpo.

El puto Seminario me ha reventado, pero aun tengo los santos cojones de acercarme hasta la plaza, donde estan todos los turistas en las terracitas (a uno o dos grados de temperatura por cierto) y cascarme un coctel que no tengo ni puta idea de lo que lleva pero que me acaba de rematar. No voy a contar nada mas porque esto es lo ultimo que recuerdo de la jornada. Supongo que a continuacion llegaria a rastras al hotel y me echaria a dormir. Roma me esta matando.
 
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