sábado, 25 de febrero de 2017

Una semana en Delhi 5. La gran chuza

De nuevo abriendo los ojos en mi cuartucho del hotel en Connaught Place, Delhi. El ultimo dia completo que voy a pasar aqui ya que mañana a ultima hora de la tarde emigro de este pais. Zuali, mi guia, ya me comento que tenia planes especiales para la jornada de hoy, asi que intento reservarme para ellos. Hoy va a ser el unico dia que pruebe el desayuno del hotel, tengo que llamar por telefono a la recepcion, que basicamente esta al otro lado de la puerta, encargarlo y me lo trae el botones. Quieren pretender ser algo moderno y occidental, pero no pueden, ya que escucho mejor al tio que me responde por telefono a traves de la puerta que por el auricular. Me pido algo simple, tan solo un cafe con leche que esta asqueroso, unas tostadas y unos huevos revueltos que parecen y saben a vomito. Todo esto, junto con una botellita de agua (hubiese preferido una buena cerveza para empezar el dia con alegria) me lo trae el susodicho botones, un crio de diez años vestido en plan Sacarino.

Mi estomago cada dia esta peor, supongo que por la acumulacion de excesos, aunque ayer la verdad es que me puse fino, y encima el desayuno de los cojones me ha sentado como una patada en los huevos. Me he tenido que levantar varias veces durante la noche a sentarme en la taza, pero ahora toca una sesion de vaciado mas intensa aun si cabe, de esas con sudores frios y todo. Creo que mas o menos ya estoy en condiciones de andar, uf, salir a la calle, el jaleo, el trafico criminal, los caraolivas que te persiguen... pero el caso es que quiero comprar un par de souvenirs antes de quedar con Zuali, para aprovechar un poco lo que queda de matinal. Y de paso probar la mision que me han comentado que es imposible, pero que el recepcionista de la eterna sonrisa me dice que no sera problema, sacar algo de efectivo de algun cajero. En fin, alla que vamos.

Lo hacen adrede para que los turistas (los pocos o ninguno que hay) acaben comprando en los sitios caros, los unicos donde puedes pagar con tarjeta. Bloquean las tarjetas internacionales en los cajeros. Asi que me acerco a un mercadillo que esta petado de educados personajillos que te quieren vender de todo, pero apenas con un poco de calderilla, ya que es imposible adquirir mas efectivo. Quiero comprar algo de ropa tipica pero apenas me da para una camiseta con motivos religiosos y algunos imanes de nevera, que por cierto no veas lo jodido que es encontrarlos en este pais. Seguramente porque no hay neveras donde ponerlos.

En fin, que me doy un paseo para hacer tiempo, ya que esta menda ya esta de camino al centro, visito un interesante centro comercial situado bajo tierra que da autentica claustrofobia, no solo por la cantidad de personal que pulula por los diferentes pasillos sino tambien por el nauseabundo olor que sale de todas partes. No es a mierda, no, es a mierda podrida mezclada con animales en descomposicion, algo realmente asqueroso, y mira que yo mucho olfato no tengo, pero llega hasta el punto en que me esta costando avanzar sin que me entren arcadas. Las tiendas son simples puestos hechos con telas, maderos o lo que sea que han encontrado los tenderos, con lo cual no hay un puto sitio donde refugiarse de esta jodida peste. Lo peor es que me estoy meando y cagando y no hago mas que ver ante mi indicaciones hacia los lavabos publicos. Pero si los pasillos apestan asi no me quiero ni imaginar a que cojones deben de oler los putos retretes.

Al final consigo salir de esa maldita catacumba maloliente, que mira que era grande y laberintica, ya creia que iba a morir alli, y la verdad es que seria un buen sitio para dejar que mi cadaver se pudriese, ya que nadie se hubiera dado cuenta del olor. Bueno, el caso es que Zuali ya esta por aqui, nos encontramos y me dice que esta con las pilas cargadas y con sed. Esto huele a exceso. Para empezar me lleva a jalar a un sitio bastante pijo pero que no es nada caro. Yo ya no se ni lo que pido, otra salsa india con nombre raro, con trozos de pollo y acompañada por arroz y naan. La cuestion es que el camata me dice que hay una oferta de birras a tres por una, y obviamente le digo que me traiga las tres de golpe. El tio se rie, yo no, le miro, cesa su carcajada y me trae las birras.

Zuali, sabiendo que estoy jodido del estomago, me intenta hacer una ruta mas o menos saludable. Despues de comer visitamos la tienda de dulces mas famosa de la ciudad, y la verdad es que los dulces indios estan de puta madre, aunque las cosas con azucar no son mi pasion. Luego caemos en un extraño local donde solo venden te, pero mucho te, de toda indole y de toda procedencia. Y el sitio esta a parir, se ve que a los indios les va esta mierda de infusion, la cual toman con leche, algo que a mi no me hace mucha gracia, y menos tal y como tengo el estomago. Al final me pido una mezcla de tes de menta, limon, gengibre y alguna mierda mas que no tengo muy claro que es. Y me lo sirven con puta leche. Necesito algo fresco para rebajar toda esta mierda ingerida en las ultimas horas, por ejemplo... una cervecita.

Esta anocheciendo ya y Zuali me pregunta que quiero hacer. Se me ocurren varias cosas, sobre todo teniendo a una hermosa mujer al lado. Pero como soy un tio educado, tiro por la mas obvia, que por otro lado me apetece bastante, todo sea dicho, o sea mamarme unas birras. Le sugiero que vayamos al Hawkers, que en los ultimos dias me ha tratado muy bien y curiosamente ella no conoce. Se van a hacer de oro en el local conmigo a este paso. Es entrar por la puerta y tres camatas a la vez se giran, me sonrien y me saludan de forma mas que efusiva. Hasta me felicitan por mi cumpleaños, que es mañana por cierto. Parece ser que ayer estuvimos charlando mas de lo que me acuerdo. En fin, que hasta tienen una mesa preparada para mi y todo, pues habra que aprovecharla porque el sitio esta abarrotado de gente y en breve no habra ni un solo sitio mas.

Zuali se esta partiendo la caja de ver la cantidad de 'amigos' que he hecho en mis ratos libres, y rapidamente pide una jarra de esas de litro y medio de Bira. Me encanta esta mujer, tampoco le gusta perder el tiempo. Y asi vamos a pasar las proximas tres o cuatro horas, jarra tras jarra, hasta llegar a cinco o seis, con una conversacion de lo mas distendida, recordando el pasado, cuando nos conocimos, lo que hemos hecho desde entonces y hablando de extravagantes planes de futuro que, de una forma u otra, nos son bastante comunes a los dos. Hacen falta pocas cosas para hacerme feliz, una hermosa mujer, una buena charla... bueno, que cojones, lo unico que hace falta es la jarra de cerveza, llamemos a las cosas por su nombre.

Pronto sera medianoche y Zuali tiene que coger su ultimo tren, aunque su estado etilico es tal que ha perdido el concepto del tiempo y quiere seguir mamando. La acompaño hasta la boca del metro para asegurarmente de que no se mete en otro bar antes de irse a casa, pero antes me obliga a parar en un puesto callejero a hacerme una especie de empanadilla que dice que no me puedo ir sin probar. Siguiendo sus indicaciones me meto esa extraña bola de comida entera en la boca y empiezo a masticar. 'Cosa jabonosa', asi es como le describo este macabro tentempie indio, que basicamente es como una empanadilla de toda la vida pero rellena de algun tipo de alimento que tiene la textura y el sabor de una puta pastilla de jabon. Por lo menos tendre un aliento de puta madre, eso si. Muy cariñosamente (cosas del alcohol) despido a Zuali y la emplazo para comer mañana, aunque no se por que me huele que la resaca que va a tener va a ser de las que hacen historia.

En mi ultimo paseo nocturno por las calles de Delhi, lo que son unas pocas manzanas hasta llegar al hotel, reflexiono sobre todo lo acontecido en los ultimos dias. El trafico a estas horas es bastante menor que de costumbre y casi hasta puedo cruzar sin miedo a que me atropellen. Aunque voy tropezando con practicamente todo, y es que ahora mismo me estan subiendo todas las putas jarras de cerveza que me he cascado en el Hawkers. Creo que es el dia que voy en peores condiciones, desde que he dejado a Zuali me ha empezado a subir el pedo de una forma tremebunda y los ultimos diez escalones de acceso al hotel me cuestan como dos minutos, rebotando de pared a pared y agarrandome a una barandilla imaginaria. El recepcionista de la eterna sonrisa me dice algo pero yo voy tan flipado que ni me paro. Busco la cama y fallezco.
 
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