domingo, 9 de abril de 2017

Al asalto de Manhattan 2. El sur de Manhattan

Jet-lag. Ya sabeis, cuando uno no se consigue adaptar al horario de la nueva zona del planeta a la que se ha desplazado. Pues mi cuerpo se despierta a la hora habitual como si fuera a ir a trabajar, es algo que muchas veces te acontece cuando empiezas las vacaciones, con el agravante de que esa misma hora aqui en New York son las tres y media de la madrugada. Pues eso, que sufro un jet-lag bastante complicado de superar. Como no puedo hacer nada al respecto, me tomo mis primeras actividades del dia con mucha calma, media hora para desperezarme, otra media hora para bostezar, ducha de hora y pico, sentado en la taza durante cuarenta y tantos minutos... De todas formas, ya se sabe, estoy en la ciudad que nunca duerme, asi que por muy pronto que salga a la calle, fijo que me encuentro algun sitio donde mamar y comer. Y es asi que en torno a las siete y pico ya estoy paseando por la Segunda Avenida hacia abajo.

Mi primer objetivo del dia va a ser el que recientemente ha sido considerado por varias revistas especializadas como el mejor hot dog del mundo, el de Katz's, un establecimiento clasico de la ciudad, abierto en 1888, de propietarios judios, y hasta donde Meg Ryan parece ser que tuvo un falso orgasmo. Pues a ver si yo tambien lo tengo, por lo pronto la alegria me la llevo al ver que a las ocho de la mañana me puedo cascar una pinta de Brooklyn con mi hot dog. Y que puedo decir, no voy a llevar la contraria a los expertos, el perro esta cojonudo, y la cerveza mas todavia. Ya he tomado energias, ahora puedo seguir andando por la ciudad vieja, atravesar todo el sur de Manhattan e iniciar la travesia hacia mi objetivo principal del dia.

Pues asi transcurre mi caminar, pasando junto al puente de Brooklyn, encerrado entre rascacielos y rascacielos que me conducen a Wall Street, parando a mear la cerveza de Katz's en un MacDonald's, cruzandome con ejecutivos que ahora mismo entran a currar en algunos de los edificios mas poderosos del planeta, y poco a poco llegando hasta el extremo sur de Manhattan, concretamente hasta el Battery Park, donde sin mas dilacion me encamino a las taquillas a conseguir mi pasaje de ferry. La pregunta de a donde cojones voy en ferry a estas tempranas horas no es ni necesaria. A lo lejos, impasible, mientras las nubes matutinas se empiezan a disipar, se puede ver mi destino, la Estatua de la Libertad.

El clima empieza a resultar caluroso, demasiado soleado para mi persona, que sufre con tanto brillo del astro rey y temperaturas sobre los 15 grados centigrados. Obviamente me tiro un rato visitando el monumento pero la sed empieza a acuciarme de verdad. Para mi desgracia en el cafe para turistas ubicado en la Liberty Island, no sirven alcohol, y yo no estoy para zumitos. El pasaje de ferry incluye tambien una visita a la isla Ellis, con entrada al museo de la inmigracion, pero el tramite ya esta mas que cumplido, asi que mi estancia en el lugar es breve. Ahora no tengo otro pensamiento que una refrescante y espumosa lager discurriendo por mi gaznate abajo. Con la tonteria me he pasado toda la mañana viendo la estatua y demas zarandajas aledañas, y cuando ya por fin desembarco de vuelta en Manhattan, resulta que son mas alla de las doce del mediodia.

Sediento como un cerdo, desesperado, y no encontrando ningun bar en un golpe de vista a mi alrededor, decido comprarme un zumo de no se que mierdas de frutas en un puesto ambulante. Me lo bebo de un trago y me sienta como una patada en los cojones. Ya no tengo la boca seca pero ahora si que necesito una cerveza urgentemente para quitarme el mal sabor que esta puta mierda me ha dejado. Me acerco hasta el World Trade Center donde me congratulo de que los yankees, ante la intolerancia de los putos fanaticos moros, hayan construido una torre mas alta todavia que las dos que habia antes. Hale, jodeos, moros cabrones, para huevos los nuestros. Y sera esto de pensar en joder a los moros, pero cada vez tengo mas sed de bebidas alcoholicas. Y hasta me estan entrando ganas de comer cerdo, mira tu por donde.

Todavia con el WTC de fondo, apenas dos manzanas mas arriba, en la zona de Tribeca, empiezan a aparecen garitos ante mi. Especialmente me llama la atencion un pequeño bareto de aspecto vecinal, la Puffy's Tavern. Entro y una preciosa camarera, que se presenta como Gloriana, me da una mas que cordial bienvenida. Le suelto mi tipico rollo del turista en busca de chelas y me introduce en el mundo de las lagers de Hawaii. Oh, pues estan de pelotas, casi que me voy a tomar un buen y merecido descansito en este lugar y me voy a cascar uno de sus espectaculares y 'fully loaded' sandwiches. Estoy en la gloria, fuera el sol dando por culo, y yo aqui refrescandome con el liquido hawaiiano, jalando como un cabron y de chachara con una preciosa mujer.

De pronto la calma se turba. Entra en la taberna un tipo de sesenta y pico tacos, despeinado y roñoso, vestido con un antiguo uniforme del ejercito estadounidense. Asi de buenas a primeras me recuerda a Murdock, del Equipo A, pero mucho mas reventado. Sin venir a cuento el menda empieza a gritar consignas en contra del Vietcong y en favor de la guerra (de Vietnam). Se pide un chupo de whisky pero Gloriana, sospechando del individuo, le pide el dinero primero. Obviamente no tiene un clavo, asi que, entre tumbos y alaridos se saca un pase de autobus medio roto del bolsillo y me lo intenta vender. Yo, perplejo, me doy cuenta, ya que me lo mete delante de las narices, que lleva caducado desde 2005. Pero apenas me da tiempo a responder nada cuando de repente un chino que ha salido de no se sabe donde empieza a dar empujones al personaje mientras Gloriana le dice que se largue del bar, que esta molestando a los clientes y aqui no es bienvenido. Yo ya me veo que el tipo va a confundir al chino con un vietcong y se va a liar a tiros o algo asi. Para mi decepcion, ya que estoy disfrutando de este show gratuito, el tipo se va sin oponer mucha resistencia, tan solo soltando un escupitajo al cristal de la puerta una vez que ya esta fuera.

Me ha gustado el 'ambientillo' del local. Despues de cascarme el sandwich regado por cuatro de esas cervezas hawaiianas, me despido de Gloriana, la cual me implora que por favor no la deje 'solita'. Joder, me dan ganas de quedarme, pero no precisamente a beber y comer. Asi que para evitar malos entendidos decido marcharme pero asegurando que volvere en los sucesivos dias. Un paseillo de una media hora larga, ya contentillo y con el estomago lleno, me va a llevar a mi proximo objetivo. Desde que sali de casa llevo pensando con este lugar, del cual me entere gracias a una revista especializada. Especializada en chumar, por supuesto. Se trata de una de las tiendas (que es a su vez bar) con mas diferentes tipos de cerveza de todo el mundo, mas de setecientas. Ubicada en Orchard Street, en la parte sureste de Manhattan, su nombre es Top Hops, y ahi que voy.

Esto es el puto paraiso. Para abrir boca pido al dependiente-barman que me aconseje sobre lo que tienen en los grifos, que me explica que cambian cada semana. Empiezo con un par de lagers neoyorkinas, una de ellas jodidamente fuerte, y tanto, el menda me informa que con un 10% de alcohol. Me meto en el pasillo de los horrores, donde estan ubicadas todas las neveras, rollo pelicula de Alien, una detras de otra, pero en vez de expecimenes raros de alienigenas o humanos criogenizados, lo que hay son cervezas y sidras, y mas y mas y mas. Ya he dejado la tarjeta de credito al camata, el tipo me va sumando, yo pruebo una tras otra hasta que encuentro la mierda mas sabrosa que he probado en mi puta vida.

Sidra de piña, procedente de California. Esta espectacular. Hasta el punto de que me casco todas las que hay en la nevera. A estas alturas ya le he dicho al tipo de la barra donde esta mi hotel por si acaso no sobrevivo. Y entre risas, pero no de broma, el tipo me dice que todas las semanas ha de llamar a la ambulancia porque alguien se le queda medio muerto en el local. Pero por lo visto es lo normal en New York, asi que me dice que no me preocupe. De pelotas. Sigamos mamando. Obviamente las horas pasan y pasan y cuando tiro a salir del local, despues de que una clienta me describa como a 'un escoces de un pueblo perdido' a causa de mi extraño acento, resulta que ya ha caido el sol. Joder, doblado como una cuba y hale, Primera Avenida para arriba y a ver si llego rapidito al hotel que con tanto brebaje me estoy meando encima.

Despues de una horita de merecido descanso, tumbado sobre la cama mientras todo me da vueltas, decido bajarme a dar una vuelta por el barrio, como anoche, a ver si ceno algo y por supuesto me enchufo algo mas gaznate abajo. Como no quiero arriesgar ni pasear demasiado me acerco al Triona, mi primer local de anoche, a ver que me cuenta hoy mi colega escoces. El local esta a reventar, no hay mesas disponibles ni hueco en la barra. Que cojones pasa, resulta que hay partido de hockey y, ya se sabe, en este pais la gente se pone como loca con este deporte. Por suerte, y mientras me casco la primera Brooklyn entre apretujones de enfurecidos hooligans, el partido acaba en menos de cinco minutos y el local casi de forma automatica se desaloja. 

Paz al fin. A ver si puedo disfrutar de ella llenando el estomago y refrescando el gaznate. Me siento en una mesa y me viene a servir un chino. Entre el pedo que he agarrado en el Top Hops y los alaridos del hockey, la verdad es que estoy bastante cansado y mareado, asi que me pido unos sliders de cordero (que son como pequeñas hamburguesas) y obviamente otra Brooklyn. Medio desencajado y cayendome sobre mi rincon de este oscuro pub de la Tercera Avenida, paso la siguiente hora comiendo y bebiendo muy lentamente mientras observo a los extravagantes clientes, como una pareja que no acabo de entender, una especie de camboyano enano con una morenaza con lupas rollo secretaria de grandes melones e impresionantes caderas. Cada dia entiendo menos este mundo. Lo mejor es que me vaya al hotel a dormir.
 
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