Después de ver cómo está el país, con ciudadanos incluso al borde de la emigración porque aquí ya no se puede subsistir, con unos índices de empleo que superan lo intolerable, con gente perdiendo sus propiedades y sin un chusco de pan que echarse a la boca, con tipos que no aguantan más su situación económica y se vuelan la cabeza, con compañías aéreas que en mitad de una aberrante crisis estampan aviones y se cargan a 150 personas, con todo eso y aún me sale el hijo de perra del Piolín diciendo que aquí se vive de pelotas. Lo que no me explico yo es cómo todavía no ha ido algún desesperado a La Moncloa a volarle la tapa de los sesos al responsable de todo esto. O quizá me lo tenga que explicar con el adormilamiento y la manipulación aberrante a la que nos vemos sometidos por parte de este desgobierno déspota y fascista, al cual le gusta desviar la atención sobre los asuntos que realmente nos preocupan a gilipolleces de hace setenta años, mariconadas o subnormalidades de toda índole que a nadie le importan un pimiento. Si este país no estuviera lleno de zombies, Zapatero y su pandilla de hijos de puta ya estarían criando malvas hace mucho, mucho tiempo.
Precisamente ayer escuchábamos novedades sobre una de las noticias escabrosas de la semana. El tipo que se llevó por delante a varios turistas en Málaga con su coche. A pesar de que a todas las putas cadenas ultraprogres se les llenó la boca en cuanto descubrieron que era un ex guardia civil (tendrían que ir a un médico a ver qué problema tienen con la autoridad todos estos hijos de puta), resulta que ahora nos enteramos de que el menda había dejado una carta a modo de testamento declarando que su más que delicada situación económica le había llevado al suicidio. Hombre, no es que sea la mejor manera de suicidarse, meterse en una calle peatonal a jugar a los bolos con el coche, pero el caso es que no es el primer ciudadano español que ha tenido que llegar a estos extremos. Pero mientras tanto, ajeno a todo lo que sucede a su alrededor, o tal vez más que consciente y encantado de que los hechos se vayan sucediendo tal y como lo están haciendo, el Piolín insiste en que aquí "se vive mejor que nunca". Pues yo opino que ahora "mejor que nunca" es el momento de que alguien te meta una bala en tu puta cabeza, Piolín de los cojones.