Oye, la sauna con posterior rio de anoche me dejo como nuevo. Hasta he dormido mejor y todo, y eso que me levanto bien temprano porque hoy espera una ruta de aupa. Estamos apenas a dos horitas de conduccion de Rovaniemi, nuestro punto culminante en cuanto a latitud se refiere en este viaje. Y es que alli mismo, nada mas salir de la ciudad propiamente dicha, comienza el Circulo Polar Artico, el cual por supuesto vamos a visitar. Asi que subimos al coche a toda prisa y comenzamos a circular por las carreteras que transitan entre Yli-Li y Rovaniemi, que dicho sea de paso no son de gran categoria, pero que ofrecen una conduccion solvente y rapida. Si, la red vial aqui en Finlandia es realmente buena, no tenemos ninguna queja en absoluto.
No son aun las diez cuando comenzamos a circular por la impecable, pulcra y tranquila Rovaniemi. Ayer nos comentaban en el alojamiento que se esperaban temperaturas de record para esta zona de Laponia, casi veinte grados, lo nunca visto, y lo cierto es que, aunque todavia es temprano, las nubes que aun permanecian desde ayer empiezan a desaparecer y el sol comienza a picar. En manga corta y pasando calor en Rovaniemi. A quien se lo cuentes pensaras que estas chiflado, pero asi estan las cosas hoy. Lentamente, y sin perder detalle, atravieso esta ciudad totalmente reconstruida tras la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis decidieron arrasarla en su retirada. La nueva construccion se supone que se hizo en forma de cuernos de reno, el animal mas representativo de Laponia, aunque obviamente cuando uno va conduciendo no se percata mucho de ello.
Unas pocas millas mas al norte del centro urbano de Rovaniemi llegamos a la Villa de Santa Claus, si, el lugar donde oficialmente reside tan entrañable, rojo y barbudo personaje. Y es aqui mismo donde la linea del Circulo Polar Artico, muy bien indicada, nos da la mas cordial bienvenida a las regiones mas septentrionales del planeta. Esto de Santa Claus es un gran negocio, parque de atracciones, restaurantes, tiendas de souvenirs por doquier... listos los finlandeses. Entre todas las construcciones y edificios varios, uno reza en su puerta "Santa esta aqui". Asi que entramos a comprobar si es verdad.
Unos macabros elfos nos dan la bienvenida. En realidad son finlandesas que estan lo siguiente a buenas, maquilladas y vestidas de enanos del bosque. Despues de ver chorradas varias como el reloj que lleva el tiempo universal y el unico acceso subterraneo del planeta al Circulo Polar, una de las elfas me pregunta si quiero ver a Santa Claus. Hombre, ya puestos... a ver si se paga unas sidras o algo. Me abren la puerta de una mazmorra muy extraña y alli, al fondo, enfocado por una luz celestial (producida por un potente led), aparece sentado y lanzando su tipico ho ho ho, el mitico Santa Claus. Una entrevista interesante de unos diez minutos la que tuve con el menda, sobre todo cuando empezamos a hablar de vino y comida. El tipo no hacia mas que acariciarse la barriga y relamerse. Eso si, un poco tocon y sobon, menos mal que ya no soy precisamente un niño, si no igual empezaria a pensar que el personajillo en un tanto pederasta. Aunque... eso de llevar regalos a los crios sin esperar nada a cambio... mal huele el tema.
Dejamos los 66 grados y 32 minutos de latitud norte. Entre pitos, flautas y Santas, se nos ha hecho la hora de comer. El propio Santa me ha recomendado un buffet libre en Rovaniemi (no se anda con tonterias el tipo), asi que alla que voy a mitigar un poco el hambre. Un paseo por el centro de la ciudad y a seguir ruta, que aun tenemos mucha carretera por delante. Justamente ahora que el sol esta pegando de lo lindo y nos acercamos a esos historicos veinte grados de los que nos hablaban ayer. El proximo objetivo es Suomussalmi, bajando direccion sureste, casi hasta llegar a la frontera rusa. Por supuesto antes de llegar tendremos que hacer nuestra tipica paradita en algun supermercado con que nos topemos por la carretera para comprar mas sidras, que estan cayendo como pipas.
A lo largo de estas cuatro horitas de ruta nos vamos a encontrar con varias pirulas curiosas, es lo que tiene circular por estos lares. Fantastica una indicacion en una señal en la carretera con un retrete pintado. Cogemos el desvio y nos encontramos, junto con un merendero y un laguito, una caseta con sus correspondientes cagaderos. Al principio me pregunto para que cojones quieren esto si puedes cagar en cualquier punto de la naturaleza que aqui rebosa, pero caigo en la cuenta de que, en pleno invierno, a treinta o cuarenta bajo cero, no creo que a uno le apetezca mucho ponerse a cagar al descubierto. O se te congela el culo o el zorullo,y ninguna de las dos cosas debe de ser agradable.
Despues de un par de paraditas mas a disfrutar de la salvaje naturaleza y algunos sorpresivos encuentros con renos en mitad de la carretera que casi son atropellados, finalmente llegamos a Suomussalmi, donde tenemos el alojamiento para esta noche. Para darle un poco de vidilla al tema, resulta la propietaria del establecimiento solo habla finlandes, y ya os digo yo que a pesar de tirarme dos meses estudiando este idioma, de poco me ha servido. Finalmente recuerdo mis nociones de ruso, que la mujer habla a duras penas, y de mala manera nos acabamos entendiendo. Aunque no hacia mucha falta, obviamente la primera pregunta era para que hora queria tener la sauna preparada, estos finlandeses no cambian. Como aun no he hecho acopio de sidras para la noche, dejo la sauna para las nueve o las diez. Primero toca comprar, ver lo poco que tiene que ver el centro de la ciudad y empezar a ponerse a tono.
Suomussalmi fue escenario de una de las batallas mas crudas y brutales de la Segunda Guerra Mundial, la llamada Guerra de Invierno, en enero de 1940. Los rusos, con hombres, recursos y maquinaria para invadir veinte Finlandias, no pudieron apenas pasar de la frontera debido a la fortaleza, estrategia, inteligencia y gran capacidad de adaptarse al terreno de los aguerridos finlandeses. Mañana, por cierto, visitaremos el museo de la carretera de Raate, lugar donde mas encarnizada fue la lucha, a pocos kilometros de donde ahora mismo estamos. De momento nos conformamos con ver una ciudad totalmente nueva y sin ningun encanto mas que la historia, ya que tambien fue una de esas villas completamente arrasadas a lo largo de la guerra y reconstruida decadas mas tarde.
Sauna, si, es la hora, esta vez con sidras dentro de la propia sauna, por recomendacion de la señora propietaria que con gestos nos indicaba que su mayor placer era ponerse tibia mamando mientras se daba su sesion de ochenta y tantos graditos. Aqui no hay rio, asi que toca sauna y ducha fria. De nuevo me quedo como nuevo y eso que ahora mismo en Suomussalmi empieza a hacer frio de verdad (estaremos a tres o cuatro grados) y la lluvia se hace cada vez mas persistente. Pero despues de la sauna como si nada, pantalon corto y chanclas, ah, y sidras. Para cenar, dado que en esta especie de motel tenemos cocina dentro de la habitacion, una especie de jamon cocido de reno y varias cosillas mas que gentilmente me caliento. Aunque entre la sesion de sauna y el pedo que estoy empezando a agarrar, creo que en breve voy a caer frito. Mañana sera otro dia.