Me preocupo más de mi vida, de mi puesto de trabajo, de cosas que en España se me negaban y desde que vivo en otro país es lo más normal del mundo, como para cualquier otro de mis nuevos conciudadanos que, por fortuna, no son los imbéciles votapsoes que anidan en España. Por ejemplo esta semana me ha tocado hacer más horas que un cabrón. Sam el enano, un compañero de trabajo, ha decidido marcharse de la empresa porque no estaba de acuerdo con una observación que le hizo uno de los jefes. Está en su derecho, por supuesto, él consideró que no merecía regañina ninguna por cierto comportamiento y que le estaban menospreciando. Pues se ha ido a trabajar a otro sitio. Es lo que pasa cuando en un país sobra el trabajo, que no hay ninguna necesidad de estar explotado en tu empleo, si no te gusta algo, te piras y te buscas otro. Pero claro, en países con un 40% de paro real, ya casi que tienes que chuparle la polla al jefe porque te deja continuar en su empresa. Eso hasta que quiebra la empresa, claro, que entonces lo que te toca es chuparle la polla a cualquiera en el asiento de atrás de un coche por veinte euros. Y si no, no comes. Viva España y viva Zetaparo.
Pero sí, lo cierto es que me ha tocado hacer unas cuantas horas de más. O más bien, he elegido hacer las horas, porque me lo han preguntado y obviamente he dicho que sí. Si no, otro las hubiera hecho por mí. Es lo que tiene esta gente, no es que sean idiotas y trabajen por gusto, es que saben que trabajando más horas, se gana más dinero. Qué diferencia con el españolito tocacojones que como tenga que hacer media hora más a la semana se queja con amargura, y ya no te digo si le toca trabajar un sábado o un domingo. Aquí se trabaja todos los días, si quieres hacer una jornada de once horas diarias, pues la haces, y si te quieres ceñir a tu jornada laboral, pues te ciñes. Eso sí, no quieras cobrar 2000 libras trabajando treinta horitas y quedándote los domingos en casa. Bueno, básicamente si haces eso lo más fácil es que todos te señalen con el dedo y te identifiquen. Sí, ése, el vago, el español, el burro, el que le ha votado a Zetaparo y gracias a él se ha arruinado el país. Aunque bueno, los progretas y votapsoes, jajaja, qué cojones, ¿30 horas? Mejor vivir del cuento, ser liberado sindical, militante del PSOE, soplagaitas, perroflauta o estudiante con cuarenta años. Los progretas no trabajan, lo único que hacen es joder las vidas de los demás.