Claro que también hay quien va a trabajar en autobús, y evidentemente si eres mujer, es mejor dejar el bolso en casa, aunque de lo que no te libras es de un moro o un sudaka metiéndote mano descaradamente entre apretones, y ojo con decirle algo que te la juegas en ese nido de avispas. También hay quien utiliza su utilitario para ir al trabajo, eso sí, tú te gastas todos tus ahorros en tu necesario automóvil para que al salir del trabajo te veas a un inmigrante tumbado en el capó. Y claro, si le dices algo, navajas fuera y a ver qué pasa, que él tiene más derechos que tú. El día que tienes suerte no tienes a nadie sobre tu coche, pero es más que factible que te encuentres las lunas rotas, la puerta forzada y el interior completamente vacío... o que simplemente no haya coche.
Una vez que estás en tu hogar, descubres que con esto de la inmigración ya no existe aquello de "dulce hogar". Y es que quizá te encuentres a uno de tus vecinos pegándole a los timbres con un martillo porque... pues no le entiendes porque habla en árabe... O simplemente ves que el sudaka del octavo te ha meado en el ascensor, y si además tienes la bendición de tener un locutorio bajo de casa, tienes fiesta hasta las 4 de la madrugada, aunque con un poco de suerte se van a dormir antes, eso sí, quizá te encuentres a un negro con una manta tumbado en tu rellano, y es que a la hora de abrir puertas son unos maestros. Vamos, que como te vayas de vacaciones, los rumanos y sus colegas se amueblan una casa con tu salón.
¿Y tú, el español de toda la vida, currante como un cabrón que sufres todo esto? Tú, te jodes, porque los inmigrantes tienen más derechos que tú, los políticos quieren sus votos, para los progres está "guay" por la "mezcla de culturas", y para los gilipollas que defienden la inmigración sin razón aparente, mientras a ellos no les toque, TÚ te sigues jodiendo.