La profesora miró a la niña con sorpresa y le preguntó:
- Martita, ¿por qué no has levantado la mano?
- Porque yo no soy de Batasuna.
La profesora extrañada preguntó de nuevo:
- Vaya, y si no eres de Batasuna, ¿entonces con quién simpatizas?
- Con los españoles. - Respondió orgullosa la niña.
La maestra, cuyos fanáticos oídos no podían dar crédito a algo así, exclamó:
- Martita, hija mía, ¿qué pecado has cometido para ser españolista?
La niña, muy tranquila, le respondió:
- Mi madre es españolista, mi padre es españolista y mi hermano también
es españolista, ¡por eso yo también soy españolista!, - remató orgullosa y convencida la pequeña.
es españolista, ¡por eso yo también soy españolista!, - remató orgullosa y convencida la pequeña.
- Bueno, - replicó irritada la profesora, - pero eso no es motivo para ser españolista. Tú, no tienes por qué ser lo que sean tus padres. Por ejemplo, si tu madre fuera prostituta y drogadicta, tu padre vago, alcohólico y traficante y tu hermano atracador y homosexual, entonces, ¿tú qué serías?
- Seguramente de BATASUNA. - Respondió la niña.