martes, 4 de septiembre de 2012

Curaciones estomacales milagrosas

Estoy hasta los cojones de otra de las cantinelas habituales del españolito alelado que no tiene ni puta idea de nada y se cree Séneca, "como en España no se come en ninguna parte". Afirmación que me provoca náuseas por la tremenda falacia que resulta ser y porque no puede ser enunciada más que por cerebros absolutamente ignorantes, que seguramente no han ido más allá de la plaza de su pueblo y que, probablemente, para más inri y desastre mental, han sufrido el lavado de cerebro impuesto a lo largo de los últimos años por el nazisociatismo progreta dedicado a hacer sufrir a la gente en todos los aspectos de su vida cotidiana, incluyendo por supuesto la alimentación, con todos los problemas que ello puede conllevar en la salud de las personas. Pero no nos extrañemos de nada, ya sabemos que los progretas disfrutan con el mal ajeno, y ver cómo alguien se retuerce de dolor por un insufrible dolor estomacal puede ser una de las cosas que más felices les pueda hacer.

No es una ni dos, sino muchas ya las personas que, en este nuevo lugar donde vivo lejos de la idiotez congénita del españolito agilipollado que recita peroratas absurdas sin saber ni lo que significan, milagrosamente han sanado de forma repentina de sus terribles males del sistema digestivo. Personas que se hinchaban a medicamentos recetados por doctores sumamente incompetentes, que habían llegado al punto de apenas poder probar alimento, que sufrían un mal eterno que les afectaba incluso en su vida laboral (si es que aún tenían, claro) y personal, y había minado su salud hasta extremos cercanos a la muerte, de repente sanan sin saber muy bien por qué y empiezan a comer absolutamente de todo, incluyendo picantes, grasas, comidas sumamente pesadas, e ingieren bebidas alcohólicas sin ningún tipo de problema más allá de la cogorza que se puedan pillar. ¿Milagrito, milagrito? No creo en los milagros, aunque si fueran una o dos personas de entre mil, igual me lo planteaba. Pero cuando son novecientas noventa y nueve de cada mil, habrá que empezar a pensar que en España alguien está interesado en envenenar a la ciudadanía. Quizá así no se dedique a pensar en otra cosa más que en sus propios dolores. Aunque para distraer la atención ya está el fútbol, ciertamente.

Pero lo más triste es que mientras se suministran alimentos de calidad ínfima o incluso nula, se intente lavar el cerebro del españolito tonto que comulga con ruedas de molino ya desde hace muchos años con la mentira absoluta de que la comida española es la mejor de todo el planeta. Y encima, basándose en semejante falacia, los precios son sumamente aberrantes. Veinte pavos por unos filetes de ternera que son suelas de zapato, te joden el estómago, te hacen cagar cuando no vomitar, para encontrar que en otros sitios, unos filetes de calidad más allá de lo creíble, pueden costar hasta siete veces menos. Por no hablar de lácteos, frutas, arroces y pastas, vegetales, pescados y todos lo que uno pueda llegar a pensar dentro del ramo de la alimentación. O sea, mira qué guay España, comes mierda que te enferma, te roban literalmente por ello y encima te convencen de que es el mejor producto del planeta. Eso ya es directamente de ser MUY HIJO DE PUTA. No me extraña que nadie que sale de ese país de mierda no quiera volver para nada, ahí se pudra con todos los progres, malnacidos y gilipollas integrales que pululan por sus tierras. Y a ser posible que todos sus habitantes se mueran por problemas en el sistema digestivo, por idiotas.
 
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