miércoles, 29 de junio de 2016

Una semana en Finlandia 5. Helsinki

Con una buena resaca se inicia el dia en Kitee, es lo que pasa cuando uno mezcla demasiados brebajes etilicos la noche anterior. Despues de despedirnos efusivamente de Natalia, y sin perder ni un apice de tiempo, es hora de salir de este entramado de aldeas junto a la frontera rusa y enfilar carretera en direccion suroeste, hacia la gran capital del pais, Helsinki. Aunque con poco mas de medio millon de habitantes y un centro historico no demasiado extenso, no se si eso de "gran capital" se puede aplicar. Bueno, dejemoslo en la capital.

Intentando no atropellar a un grupo de macizas vacas que se planta en mitad de nuestro camino, quiza para despedirnos de la zona, conseguimos finalmente coger la carretera numero 6 en direccion a Helsinki. Por el camino iremos dejando atras poblaciones como Lappeenranta, sede de otro aeropuerto internacional, o Taavetti, donde paramos a poner gasolina junto a un interesante bar con comidas caseras para currantes, o finalmente Elimaki, donde ya se nos ha abierto el apetito de tal manera que no nos importa meternos en la pizzeria de un moro a que nos ponga una aberrante pizza denominada "Finlandia". Supongo que el nombrecito sera porque lleva toda la comida que uno pueda encontrar en Finlandia dentro de la misma puta pizza. Que barbaridad, a ver quien cojones conduce ahora.

Antes de ir a nuestro alojamiento de hoy nos damos un garbeo por las transitadas afueras de la capital. Los poligonos, fabricas y demas, ya se sabe, trafico, movimiento. Pero es que resulta que hay una tienda de uniformes militares de toda indole que uno no puede dejar de visitar si pasa por esta zona. Por supuesto la tienda tiene bar, para alegrarle a uno la estancia. Si bien los uniformes vintage que voy buscando no estan expuestos al publico, lo cual me decepciona un poco. Si, esta claro, yo vengo aqui a ver que material nazi tienen. Este es uno de los pocos paises de Europa donde no se andan con tapujos con esas cosas. Desgraciadamente uno de los dependientes me dice que este tipo de materiales los tienen en el almacen y solo los venden via internet. Aun asi, las mascaras anti-gas y los kits de supervivencia, entre otros varios ropajes curiosos, hacen las delicias de los diversos clientes (bastante macabros por cierto) que se mueven por entre los pasillos del lugar.

Helsinki, la eterna capital, aqui estamos. Con un trafico endiablado, avenidas demasiado estrechas para tanto puto coche. Aparte de que llegamos en hora punta de salir de currar y esas cosas. Y para mas guasa nuestro hotel-apartamento se encuentra casi al final de esta especie de peninsula que forma el nucleo urbano. Vamos, que tenemos que atravesar la ciudad de cabo a rabo. Finalmente llegamos junto a la imponente catedral ortodoxa, uno de los simbolos de la ciudad. Justo detras, en una especie de isla comunicada por puentes al resto de la urbe, Katajanokka, se encuentra nuestro complejo hotelero. Hoy nos toca un apartamento muy aseado y espacioso, que tiene hasta sauna propia dentro del cuarto de baño. Pero la verdad es que esto me interesa poco, ya estoy en Helsinki, acabo de dejar el coche y es hora de mamar como un cosaco.

Hace un puto sol y calor de justicia, la lluvia que nos salpico en los dos dias que fuimos bordeando la frontera rusa ha desaparecido por completo. Vamos, que me aso, lo mismo que las jamonas finlandesas que pasean por la calle, que con esta solana no hacen mas que despojarse de mas y mas ropa y realmente le ponen a uno muy nervioso. Tampoco me voy a parar mucho en describir las tipicas mierdas para turistas, decir simplemente que paseo por el puerto y su mercado, la imprescindible plaza del Senado, y enfilo hacia Kamppi. Si, lo habeis adivinado, la zona de los pubs y el mamoneo.

Resulta que hay un tranvia turistico que recorre toda la ciudad. Y es gratis. Bueno, relativamente gratis. Mejor que gratis, tal vez. Tu no pagas nada por subir al tranvia pero hay consumicion obligatoria. Habeis leido bien, consumicion en el tranvia. Se trata de un tranvia con barra de bar y todo el alcohol que uno pueda desear. La verdad es que soy mas de patear, pero por una vez igual me subo al puto tranvia. Eso si, mientras espero a que pase me voy a meter en un abrevadero a ir calentando motores. Bueno, lo tipico, mama que te mama al final pierdo el tranvia de los cojones. Repito la operacion una parada mas adelante. De nuevo me entretengo haciendome una mientras pasa el cacharro y... lo vuelvo a perder. Pues esta claro, a la mierda el tranvia, me meto en otro garito y sigo mamando.

Finlandia es el pais del heavy metal por definicion, todos los pubs van de ese rollo, mucha musica violenta en directo, lo cual incita a chumar mas todavia. Empieza a ser tarde, voy pedo y creo que ya es hora de meter algo solido en el estomago. Despues de calibrar varias opciones, acabo con lo que ya me imaginaba que iba a pasar aunque queria evitarlo. El restaurante de comida tipica finlandesa mas caro y famoso de todo Helsinki, el Lappi, ahi voy. Al no tener mesa reservada y entrar como un andrajoso alcoholico, la primera impresion de los camareros no parece la mas positiva, y se resisten a darme mesa. Despues de vacilar un poco y ver como empiezo a menear la cartera llena de euros, viendo que soy una sola persona y que en cualquier momento puedo empezar a cagarme en alguien, se deciden a darme una mesa. Y no creo que se vayan a arrepentir.

Voy a pedir lo mas caro, que cojones. Por supuesto sidra de pera en grandes cantidades. Para abrir boca (o ponerme mas ciego aun), empezamos con la "lagrima de reno", esto es un aguardiente tipico lapon que debe de tener un 60 o 70% de alcohol y que se sirve a -30 grados con un arandano congelado dentro del vaso. A continuacion pasamos a la degustacion de entrantes, que entre otras cosas incluye diversos tipos de caviar, salmon, arenque y un mas que cojonudo carpaccio de reno. El plato fuerte se compondra de otra bandeja de degustacion, con dos o tres tipos de carne de reno y sin duda mi preferida, la carne de alce poco hecha. A pesar de la insistencia del camarero no tomo postre. Si, tio, fijo que esta muy bueno como dices, pero es que creo que voy a reventar, colega.

Ahora deberia de ser la hora de salir de juerga por ahi, pero entre el madrugon con resaca, que ya me he ido poniendo a tono antes de cenar y la cena propiamente dicha, que se me sale por las orejas, creo que voy a ir tranquilamente paseando hacia el hotel para tumbarme y morir. Eso si, la desdicha hace que tenga que atravesar la zona de Kamppi otra vez, con todos sus pubs y tal cantidad de finlandesas pechugonas por todas partes, que no puedo evitar parar a hacerme un par de sidras mas. Ahora si que voy a estallar de verdad. Finalmente, a rastras, consigo llegar al apartamento. Mira que tenia idea de meterme en la sauna, pero le van a dar por el culo. Cama, roncar y mañana sera otro dia.

miércoles, 15 de junio de 2016

Una semana en Finlandia 4. Coqueteando con Rusia

Nos despertamos en Suomussalmi, es hora de visitar el museo de la Guerra de Invierno. En enero de 1940 el comunismo sovietico decidio anexionarse Finlandia intentando emular la guerra relampago que Alemania habia comenzado con Polonia tan solo unos meses antes. Ni los rusos tenian la determinacion alemana, ni los finlandeses eran la perita en dulce que suponian los polacos. Ahora no vamos a entrar en consideraciones historicas, el que quiera saber algo mas de la batalla en cuestion, que se remita a wikipedia, pero el tema es que los bolcheviques salieron trasquilados de una forma mas que espectacular. Siempre pongo el ejemplo del finlandes que reventaba tanques con un palo, para que uno se haga una idea de la desproporcion de un ejercito al otro y el merito que aquellos granjeros suomis tuvieron al detener a la maquinaria belica mas potente de la epoca.

Al lio. Ya que es muy temprano y el museo no abre hasta las diez, nos dedicamos a circular por la carretera de Raate, la ruta historica que los rusos tuvieron que recorrer para entrar en Finlandia, y donde les dieron a base de bien. Alli todavia quedan, algunas restauradas y otras no tanto, las trincheras que los finlandeses cavaron junto a la carretera y el rio, y que fueron una de las grandes claves de su victoria. La susodicha carretera a dia de hoy apenas si une un par de granjas perdidas con Suomussalmi, asi que en su tramo final ya no esta ni asfaltada. Imaginamos la mezcla de barro, hielo y nieve que en enero de 1940 debio de ser esto, y como los finlandeses despedazaron a los rusos a temperaturas de hasta cuarenta grados bajo cero.

Una vez abierto el museo, nos recreamos con la maquinaria belica sovietica de la epoca. Y digo bien, sovietica, porque los finlandeses carecian de este tipo de maquinaria. Asi que todos los tanques, antitanques y piezas de artilleria que aqui encontramos pertenecen al bando comunista. Obviamente hay menciones a los heroes finlandeses por todas partes y algunas recreaciones de lo que fueron la batalla y los campamentos con muñecos a tamaño real, que da una idea bastante buena de lo que aqui sucedio. Fuera del edificio del museo, un memorial a base de piedras, muchas piedras, inmumerables piedras apiladas y colocadas en filas, nos recuerda que el numero total de estas piedras es equivalente al numero total de muertos (tanto rusos como finlandeses) en aquella batalla en apenas una semana. Puedo imaginar que en vez de piedras veo cadaveres apilados. Quiza con esta escena mas de un mequetrefe deberia reflexionar acerca de las "bondades" del comunismo. Aunque de donde no hay ya sabemos que no se puede sacar.

Dejamos atras la historica y a la vez macabra carretera de Raate para volver al centro de Suomussalmi y alli tomar carretera direccion sur. Antes de tomar el desvio, nos topamos con un rebaño de renos a los que por poco nos llevamos por delante. Supongo que si por accidente atropellas a un reno no te queda otra que echarlo al maletero y cenartelo a la noche. Mejor no pienso en ello que me esta entrando gazuza. El caso es que al final enfilamos la susodicha carretera hacia el sur, que discurre paralela a la frontera rusa, en direccion a Kajaani, Nurmes, Joensuu y finalmente Kitee, donde se encuentra nuestro alojamiento para acabar la jornada de hoy, un macabro resort en plena naturaleza ubicado a tan solo 500 metros de la frontera rusa.

Como todos estos dias anteriores, la conduccion por estas carreteras nos deja innumerables anecdotas. Volvemos a ver lagos por doquier, estamos nuevamente en la region de los lagos, nos encontramos no muy lejos de Kuopio, y obviamente nos vuelve a asolar la tentacion de visitar esta ciudad, pero seguimos rumbo fijo a nuestro destino final de hoy, esa frontera rusa. En Nurmes hacemos una parada para avituallarnos, comida y sidras para esta noche. Descubrimos con gran regocijo que en este pueblo hay un Alko, la tienda nacional regentada por el Estado donde puedes comprar alcohol de alta graduacion. Y por supuesto no me lo pienso, va siendo hora de tomar algo mas duro, me compro una violenta sidra de pera con un 8% de alcohol, un vodka finlandes bastante raro y un extraño licor de cafe que luego va a resultar ser la version suomi del Tia Maria.

Y finalmente, tras un rato mas de conduccion, llegamos a la villa de Kitee, que tampoco ofrece nada mas que una ultima ocasion de comprar dos o tres chorradas para hacer una barbacoa esta noche en nuestro macabro alojamiento en plena naturaleza. El Riihivalkea, que asi se llama el resort en cuestion, esta ubicado en mitad de ninguna parte, a unos 30 kilometros del centro de Kitee en direccion a Rusia. Las carreteras son bastante sadicas, huele a Rusia por doquier, y la lluvia y el frio que nos llevan acompañando todo el dia hace que esta sensacion de estar en pleno territorio bolchevique sea mas y mas intensa. Incluso con el navegador, nos pasamos de largo dos veces, pero al final, y despues de unas cuantas maniobras bastante inverosimiles, conseguimos llegar a nuestro destino.

Natalia, la propietaria del lugar, nos da la bienvenida. Mujer de 43 primaveras muy bien llevadas, muy simpatica y, como no podia ser de otra manera, rusa, la tipica belleza rusa, de Murmansk, para ser mas concretos. Quiza hemos cruzado la frontera sin darnos cuenta, porque aqui todo dios habla ruso y da la sensacion de que en una de estas alguien va a salir con un gorro de piel de oso y un Kalashnikov. Entre risas, Natalia nos confirma que no, no hemos cruzado la frontera, y que no lo hagamos ni locos, hace una semana unos turistas franceses fueron a hacerse fotos al otro lado de la barrera, entre risas y jolgorio, y cuando fueron a tomar su avion de vuelta a Paris fueron detenidos por las autoridades fronterizas, ya que habian sido identificados y localizados.

Aunque no figura en ningun mapa, ni en google, ni en el navegador, Natalia confirma las sospechas que yo tenia al respecto de este lugar. Efectivamente hay un paso fronterizo a traves de caminos de tierra. Obviamente vigilado, si no que se lo digan a los franchutes. Tal y como me entero de este hecho, casi dejo a la pobre mujer con la palabra en la boca y salgo disparado a ver ese paso fronterizo semi-ilegal. Apenas a 500 metros del resort, un pequeño paseo por una carreterucha sin asfaltar y alli llego, a una misera barrera de color amarillo y rojo y un par de carteles que advierten en varios idiomas y con una palma de una mano dibujada que alto, que ni se me ocurra pasar. A lo lejos, ya en territorio ruso, veo una garita aparentemente vacia. Si, Natalia me ha dicho que hay camaras escondidas por el bosque, que por cierto es bastante espeso a ambos lados del camino. De forma consciente o inconsciente, mientras hago unas cuantas fotos pongo un pie, o quiza los dos, en territorio ruso. Ejem, bueno, ha sido solo por veinte centimetros y apenas por dos segundos. Un accidente lo tiene cualquiera.

De vuelta a ver las curvas de Natalia, la bien plantada rusa me enseña la zona donde puedo hacer mi barbacoa. Me tiro un buen rato hablando con ella sobre veinte mil asuntos, parece que esta tan agobiada de no ver gente, que esta mas contenta que un clavel de poder charlar con alguien. Entre otras cosas me comenta que soy el primer turista no finlandes ni ruso que aparece por este lugar en dos años. Je, que honor. De paso me ofrece trabajo. Pues me lo pensaria, pero ahora mismo no estoy necesitado, la verdad, pero quien sabe en un futuro. Y entre unas cosas y otras me dice que se le ha olvidado ofrecerme la sauna, como se nota que no es finlandesa, si no habria sido el primer tema a mencionar nada mas verme. No, amablemente declino la sauna por hoy, prefiero bajarme los licores que he comprado en el Alko de Nurmes junto a la barbacoa, que por cierto va a incluir una latita de caviar ruso que, estando donde estoy, no he podido dejar de comprar.

El frio me ha acompañado en estas dos jornadas bordeando la frontera rusa. Es como una invitacion a no pasar al otro lado, supongo. Hoy no es tan intenso como en Suomussalmi, pero debemos de estar a siete u ocho grados y a ratos se pone a llover. Continuo con mi barbacoa junto al rio, me pongo tibio de comida y bebida, me doy un garbeo por este resort junto a la naturaleza. Justo antes de subir a dormir, ya en buenas condiciones etilicas, me encuentro por ultima vez a Natalia, que sonrie al verme observando una maceta que no es una maceta, que es un obus reconvertido en maceta. Si, aqui hay muchos recuerdos sovieticos. Y para cerrar el dia me cuenta la historia mas curiosa de todas. Justo en el sitio donde estoy, estaba ubicada hasta hace apenas diez o quince años la frontera. Por alguna extraña razon los finlandeses decidieron ganar 500 metros y la trasladaron hasta su ubicacion actual, eliminando gran parte de la llamada "tierra de nadie". Natalia me enseña, dentro del propio resort, los antiguos postes fronterizos. No se si sera el alcohol o tanta historia rara sobre rusos, pero algo me dice que estoy en el sitio adecuado. Adecuado no se para que, pero adecuado. Me voy a dormir.

martes, 14 de junio de 2016

Una semana en Finlandia 3. Rovaniemi y Suomussalmi

Oye, la sauna con posterior rio de anoche me dejo como nuevo. Hasta he dormido mejor y todo, y eso que me levanto bien temprano porque hoy espera una ruta de aupa. Estamos apenas a dos horitas de conduccion de Rovaniemi, nuestro punto culminante en cuanto a latitud se refiere en este viaje. Y es que alli mismo, nada mas salir de la ciudad propiamente dicha, comienza el Circulo Polar Artico, el cual por supuesto vamos a visitar. Asi que subimos al coche a toda prisa y comenzamos a circular por las carreteras que transitan entre Yli-Li y Rovaniemi, que dicho sea de paso no son de gran categoria, pero que ofrecen una conduccion solvente y rapida. Si, la red vial aqui en Finlandia es realmente buena, no tenemos ninguna queja en absoluto.

No son aun las diez cuando comenzamos a circular por la impecable, pulcra y tranquila Rovaniemi. Ayer nos comentaban en el alojamiento que se esperaban temperaturas de record para esta zona de Laponia, casi veinte grados, lo nunca visto, y lo cierto es que, aunque todavia es temprano, las nubes que aun permanecian desde ayer empiezan a desaparecer y el sol comienza a picar. En manga corta y pasando calor en Rovaniemi. A quien se lo cuentes pensaras que estas chiflado, pero asi estan las cosas hoy. Lentamente, y sin perder detalle, atravieso esta ciudad totalmente reconstruida tras la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis decidieron arrasarla en su retirada. La nueva construccion se supone que se hizo en forma de cuernos de reno, el animal mas representativo de Laponia, aunque obviamente cuando uno va conduciendo no se percata mucho de ello.

Unas pocas millas mas al norte del centro urbano de Rovaniemi llegamos a la Villa de Santa Claus, si, el lugar donde oficialmente reside tan entrañable, rojo y barbudo personaje. Y es aqui mismo donde la linea del Circulo Polar Artico, muy bien indicada, nos da la mas cordial bienvenida a las regiones mas septentrionales del planeta. Esto de Santa Claus es un gran negocio, parque de atracciones, restaurantes, tiendas de souvenirs por doquier... listos los finlandeses. Entre todas las construcciones y edificios varios, uno reza en su puerta "Santa esta aqui". Asi que entramos a comprobar si es verdad.

Unos macabros elfos nos dan la bienvenida. En realidad son finlandesas que estan lo siguiente a buenas, maquilladas y vestidas de enanos del bosque. Despues de ver chorradas varias como el reloj que lleva el tiempo universal y el unico acceso subterraneo del planeta al Circulo Polar, una de las elfas me pregunta si quiero ver a Santa Claus. Hombre, ya puestos... a ver si se paga unas sidras o algo. Me abren la puerta de una mazmorra muy extraña y alli, al fondo, enfocado por una luz celestial (producida por un potente led), aparece sentado y lanzando su tipico ho ho ho, el mitico Santa Claus. Una entrevista interesante de unos diez minutos la que tuve con el menda, sobre todo cuando empezamos a hablar de vino y comida. El tipo no hacia mas que acariciarse la barriga y relamerse. Eso si, un poco tocon y sobon, menos mal que ya no soy precisamente un niño, si no igual empezaria a pensar que el personajillo en un tanto pederasta. Aunque... eso de llevar regalos a los crios sin esperar nada a cambio... mal huele el tema.

Dejamos los 66 grados y 32 minutos de latitud norte. Entre pitos, flautas y Santas, se nos ha hecho la hora de comer. El propio Santa me ha recomendado un buffet libre en Rovaniemi (no se anda con tonterias el tipo), asi que alla que voy a mitigar un poco el hambre. Un paseo por el centro de la ciudad y a seguir ruta, que aun tenemos mucha carretera por delante. Justamente ahora que el sol esta pegando de lo lindo y nos acercamos a esos historicos veinte grados de los que nos hablaban ayer. El proximo objetivo es Suomussalmi, bajando direccion sureste, casi hasta llegar a la frontera rusa. Por supuesto antes de llegar tendremos que hacer nuestra tipica paradita en algun supermercado con que nos topemos por la carretera para comprar mas sidras, que estan cayendo como pipas.

A lo largo de estas cuatro horitas de ruta nos vamos a encontrar con varias pirulas curiosas, es lo que tiene circular por estos lares. Fantastica una indicacion en una señal en la carretera con un retrete pintado. Cogemos el desvio y nos encontramos, junto con un merendero y un laguito, una caseta con sus correspondientes cagaderos. Al principio me pregunto para que cojones quieren esto si puedes cagar en cualquier punto de la naturaleza que aqui rebosa, pero caigo en la cuenta de que, en pleno invierno, a treinta o cuarenta bajo cero, no creo que a uno le apetezca mucho ponerse a cagar al descubierto. O se te congela el culo o el zorullo,y ninguna de las dos cosas debe de ser agradable.

Despues de un par de paraditas mas a disfrutar de la salvaje naturaleza y algunos sorpresivos encuentros con renos en mitad de la carretera que casi son atropellados, finalmente llegamos a Suomussalmi, donde tenemos el alojamiento para esta noche. Para darle un poco de vidilla al tema, resulta la propietaria del establecimiento solo habla finlandes, y ya os digo yo que a pesar de tirarme dos meses estudiando este idioma, de poco me ha servido. Finalmente recuerdo mis nociones de ruso, que la mujer habla a duras penas, y de mala manera nos acabamos entendiendo. Aunque no hacia mucha falta, obviamente la primera pregunta era para que hora queria tener la sauna preparada, estos finlandeses no cambian. Como aun no he hecho acopio de sidras para la noche, dejo la sauna para las nueve o las diez. Primero toca comprar, ver lo poco que tiene que ver el centro de la ciudad y empezar a ponerse a tono.

Suomussalmi fue escenario de una de las batallas mas crudas y brutales de la Segunda Guerra Mundial, la llamada Guerra de Invierno, en enero de 1940. Los rusos, con hombres, recursos y maquinaria para invadir veinte Finlandias, no pudieron apenas pasar de la frontera debido a la fortaleza, estrategia, inteligencia y gran capacidad de adaptarse al terreno de los aguerridos finlandeses. Mañana, por cierto, visitaremos el museo de la carretera de Raate, lugar donde mas encarnizada fue la lucha, a pocos kilometros de donde ahora mismo estamos. De momento nos conformamos con ver una ciudad totalmente nueva y sin ningun encanto mas que la historia, ya que tambien fue una de esas villas completamente arrasadas a lo largo de la guerra y reconstruida decadas mas tarde.

Sauna, si, es la hora, esta vez con sidras dentro de la propia sauna, por recomendacion de la señora propietaria que con gestos nos indicaba que su mayor placer era ponerse tibia mamando mientras se daba su sesion de ochenta y tantos graditos. Aqui no hay rio, asi que toca sauna y ducha fria. De nuevo me quedo como nuevo y eso que ahora mismo en Suomussalmi empieza a hacer frio de verdad (estaremos a tres o cuatro grados) y la lluvia se hace cada vez mas persistente. Pero despues de la sauna como si nada, pantalon corto y chanclas, ah, y sidras. Para cenar, dado que en esta especie de motel tenemos cocina dentro de la habitacion, una especie de jamon cocido de reno y varias cosillas mas que gentilmente me caliento. Aunque entre la sesion de sauna y el pedo que estoy empezando a agarrar, creo que en breve voy a caer frito. Mañana sera otro dia.

miércoles, 8 de junio de 2016

Una semana en Finlandia 2. De Joutsa a Yli-Li

Hora de despertarse en Joutsa, de buena mañanita, como esta mandado. Un desayuno continental cortesia del alojamiento en que nos encontramos nos espera, y despues millas y millas de carretera en direccion norte. Y es que nos dirigimos al Circulo Polar Artico. Hasta alli queremos llegar, aunque no sera hoy, donde nos quedaremos muy cerca, sino mañana, cuando alcancemos la villa de Rovaniemi. Pero no adelantemos acontecimientos, de momento, y tras desayunar, nos damos un paseito por los rurales alrededores de nuestro hotelucho, intentando tomar fuerzas para subir al coche y enfilar carretera direccion norte.

Estamos entrando en la denominada region de los lagos, una extensa zona en la parte mas central de Finlandia, dominada por la ciudad de Kuopio, la cual entraba en nuestros planes de visita hasta ayer mismo, pero esta mañana, y tras revisar la ruta en el navegador, decidimos no dar el pequeño rodeo que nos asomaria a tan hermosa villa (al menos eso nos han comentado). Y es que ya de por si tenemos muchas horas de coche por delante, y el visitar Kuopio nos retrasaria algunas horas mas. Pues si, es una pena, pero tendremos que obviarla. Asi que ponemos direccion a Oulu, en la costa noroeste, y tambien una ciudad de considerable tamaño para lo que son las urbes finlandesas.

Apenas hemos recorrido una hora de camino y de morros nos encontramos con una señal que nos indica un cercano museo de la aviacion, junto a la carretera. Son estas las cosas que uno espera encontrarse en estos paises, sorpresitas en mitad de la ruta que te hacen entretenerte. Al final hemos hecho bien en coger la ruta rapida. Cazas del ejercito finlandes (y algun ruso perdido), helicopteros, radares, arcaicas baterias antiaereas... la verdad es que el museo merece la pena, aunque tampoco nos podemos encantar, sigue quedando mucho camino por delante.

Conduccion en plena region de los lagos, los paisajes son bellos por momentos, aunque me sigue sorprendiendo la cantidad de trafico que nos encontramos. Nada comparado con la locura de otros paises del centro y sur de Europa, pero aun recuerdo las carreteras desiertas de la vecina Suecia o el sentirse como el unico habitante del planeta en Islandia. Eso si, ahora que menciono a Suecia, la estampa cada vez se va acercando mas a la del eterno vecino. Carretera y arboles, carretera y arboles, carretera y arboles... y cuanto mas al norte circulamos, mas carretera y mas arboles... Al final del dia te tumbas en la cama y sigues viendo carretera y arboles...

En Finlandia es muy complicado encontrar restaurantes de carretera o incluso en los pocos pueblos que uno pasa en su trayecto. Y es que la distribucion de la poblacion en este pais rara vez se establece en pueblos. No hay zonas deshabitadas en absoluto, pero es mas comun ver casas desperdigadas, en plan granjas americanas. No se produce la tipica reunion de viviendas en torno a un pueblo, con plazas, calles, servicios y demas, no, son casas diseminadas a lo largo de cientos y cientos de kilometros. De esta forma, encontrar abrevaderos y sitios donde poder menear el bigote es muy complicado. Tan solo, y muy de vez en cuando, cuando llegas a una confluencia de casas mas o menos numerosa, te encuentras una pizzeria.

Como no he venido aqui a comer pizzas, decido parar junto a un laguito y ver que llevo en el maletero. Ayer hice un buen aprovisionamiento de camino a Joutsa, asi que en un idilico paraje junto a unas asquerosas aguas estancadas, improviso un hornillo y me cocino cuatro o cinco chorradas para mitigar el hambre. Echo de menos una buena sidra de pera, pero como aun queda bastante por conducir, habra que moderarse. De aqui a no mucho pasare por Oulu, y alli posiblemente pare en un supermercado a comprar algo para cenar esta noche y un buen surtido de mamoneo. Joder, solo de pensarlo me esta entrando una sed criminal. Venga, recojamos la paraeta y para Oulu.

Trafico tanto al entrar como al salir de esta ciudad costera del Baltico. Trescientos mil habitantes, se nota, aqui huele a civilizacion. Buen momento para detenerse a hacer unas compras para esta noche. Si, vale, hay mucha comida tipica, pero lo bueno esta en las neveras. Esto es el paraiso de la sidra, no me cansare de decirlo. La Somersby danesa, que probe por primera vez en Islandia, y que aqui se manifiesta con todos sus macabros y exoticos sabores, por supuesto pera, pero tambien, arandanos, frambuesa, fresa... Y un clasico finlandes, la Upcider, tambien con diferentes sabores, entre los que me llama la atencion la de frutas silvestres.

El alojamiento de esta noche se encuentra a unos cuantos kilometros al noreste de Oulu, concretamente en un paraje rural, junto a un rio, perteneciente a Yli-Li, curioso nombre de poblacion que mas me recuerda a la China profunda que a la Laponia donde ya practicamente estamos entrando. La promocion de productos organicos que vi en internet sobre este hotel (o lo que sea) me da en la nariz que debe de ser una especie de comuna hippy o similar. Estoy preparado para todo, llevo sidras. La lluvia hace acto de aparicion una vez pasado Oulu y ahora que ya nos encontramos en carreteras algo mas secundarias. Al final el navegador me dice que gire por un camino de tierra medio embarrado y tras atravesar la maleza como si fuese a introducirme en un poblado zombie, aparece ante mi un tetrico edificio que me parece que va a dar mucho juego.

La propietaria del hotel, muy simpatica, pero algo hippiesca (ya me lo veia venir), me da la bienvenida y me pregunta para que hora quiero la sauna. En los proximos dias me voy a dar cuenta de que esta es una costumbre finlandesa. La gente te dice hola y lo primero que hace es invitarte a la sauna. En otros paises te llevan a la habitacion o te preguntan por la cena o el desayuno, aqui por la sauna. Para mi regocijo, veo que se trata de una sauna tipica, de las que cada vez quedan menos, y solo en perdidas zonas rurales. La tipica caseta junto a un rio, te metes en pelotas para sufrir los ochenta grados de temperatura y luego sales corriendo a zambullirte en el rio. Si, todo eso esta muy bien, pero primero me voy a cascar una sidra.

Tras una hora de paseo por los alrededores, un par de sidras y algo mas de chachara con la propietaria (que me pregunta si quiero acudir a sus clases particulares de yoga, algo que amablemente declino), es el momento de la sauna. El marido de la tipa esta poniendola a punto, vamos, subiendo la temperatura a base de un curioso sistema de brasas y agua que produce un vapor irrespirable. Un finlandes muy simpatico, pero con una sonrisa que supera el limite del mariconeo. Me despeloto para meterme en la sauna, pero por si acaso me aseguro de que el maromo no anda cerca, que no me ha dado muy buena espina. Y por supuesto cumplo con todo el ritual, sauna y baño en pelotas en el rio. Eso si, la corriente fluvial lleva tal cantidad de mierda que no me retozo por sus aguas mas de lo imprescindible. Oye, pues esto funciona, la temperatura ha bajado bastante esta noche, debemos de estar a nueve o diez grados, y yo no tengo nada de frio yendo en bañador y camiseta. Bueno, quiza las sidras tambien tengan algo que ver en ello.

A pesar de la invitacion de la dueña para usar su cocina, decido usar la barbacoa que tiene en una especie de cobertizo, con vistas a la sauna y al rio, y en compañia de unas cuantas sidras. Mientras me pongo morado veo pasar a varios tipos en pelotas que me saludan. Si, lo tipico, ritual de sauna y rio. Aqui en Finlandia es bastante tipico eso de que la gente pase en pelotas por delante de ti como si nada, no hay pudor de ninguna indole, al fin y al cabo todos tenemos polla y cojones, no hay mucho de lo que asustarse. Curiosamente solo veo pasar maromos, pero ninguna tipa. O es mi habitual mala suerte o es que esto esta lleno de julandrones. Pero no vamos a pensar mal. Despues de mi sesion etilico-gastronomica, toca dormir hasta mañana, donde voy a tener la jornada de visitas y conduccion mas extensa de todo este viaje. Para rematar veo que mi habitacion no tiene puerta. Ninguna tiene puerta. Libertad absoluta. Mientras no entre ninguno de los tipos esos de la sauna y el rio a darme una sorpresita nocturna, dormire tranquilo.

jueves, 2 de junio de 2016

Una semana en Finlandia 1. Aeropuerto y Joutsa

Cuando uno va a realizar un viaje en avion temprano al dia siguiente, lo mejor que puede hacer es vigilar su alimentacion. Lo digo por experiencia. Mi vuelo en direccion a Helsinki salia a las nueve y media, pero algo mas de un par de horas antes, ya estaba yo deambulando por los diferentes retretes del aeropuerto de salida. No comi mucho el dia de antes, pero al parecer fue suficiente, que si las alubias, que si el huevo... se pueden buscar muchos culpables, pero al final la realidad es la que es. Por suerte consegui vaciarlo todo a tiempo y durante el vuelo no tuve ningun percance estomacal. Os aseguro que es bastante desagradable ir de caguetas en un avion. Y si, por si lo quereis saber, ya me ha pasado.

En fin, que a las dos o las tres de la tarde aterrizo en Vantaa, el aeropuerto internacional de Helsinki, y comienzo lo que va a ser mi andadura a lo largo de la proxima semana por el maravilloso pais suomi. Mientras espero a que me den el coche de alquiler, se me ocurre que me puedo tomar una cervecita, para ir aprendiendo algo sobre las tipicas rubias del pais. Pero siempre me pasa lo mismo con estas cosas, se me va la mano. Supongo que la simpatica camarera finlandesa tambien tuvo algo que ver. Al final, despues de dos Karhu (la lager finesa por excelencia) y un par de sidras locales variadas, empiezo a pensar que es hora de ir moviendo el culo o si no me quedo en el aeropuerto para siempre.

Entre la espera, el mamoneo y que me lo he tomado con tranquilidad, se han pasado las horas volando. Por suerte el primer hotel (por asi llamarlo) que he reservado a lo largo de todo mi recorrido por el pais durante estos siete dias, tan solo queda a unas tres horitas de conduccion de Vantaa. Por supuesto en direccion norte, y es que a lo largo de los dos proximos dias el objetivo va a ser llegar conduciendo hasta el Circulo Polar Artico. Pero ya nos ocuparemos de eso, que aun quedan muchas aventuras por disfrutar hasta entonces.

Obligada parada en un supermercado ya que, despues de telefonear al alojamiento donde hoy me voy a hospedar, me han comentado (en un ingles bastante tosco) que, aunque tienen restaurante, esta cerrado, puesto que no hay mucha ocupacion. Pero sin ningun problema me puedo hacer una barbacoa, asi que me aprovisiono de carnaza y un poco de picoteo tipico del lugar. A pesar de haber estado dos meses estudiando finlandes antes de venir aqui, mi conocimiento del idioma es bastante limitado, asi que me las veo putas para colegir lo que pone en cada etiqueta. Creo que al final me he comprado unos filetones de ternera marinada, y varios paquetitos de fiambre de reno y arenques y boquerones en bote.

Pero la mejor sorpresa que me da el supermercado de carretera esta en su seccion alcoholica. Si, sorpreson. Pensaba yo que Finlandia tenia una normativa alcoholica tan restrictiva como la sueca, donde solo se venden este tipo de bebidas en las tiendas gubernamentales, y escasean bastante, todo sea dicho. No, en Finlandia, por mucho que se quejen los finlandeses, te venden sidras y cervezas hasta en las gasolineras y los badulaques mas cutres. Para el alcohol mas duro si que tienes que ir a tiendas especializadas, los Alko, pero abundan. Y ademas, yo no quiero nada mas que birras y sidras. Y que delirio, menudo paraiso sidristico. Para mi, un amante de la sidra de pera, esto es espectacular. Cinco o seis marcas diferentes, sabores rarisimos como el arandano azul o la frambuesa... Menudo orgasmo estoy teniendo con esto de las sidras del supermercado. Vamos, que me aprovisiono, que me da que la noche va a ser larga.

Mi alojamiento, que es como una consecucion de apartamentos adosados (ni siquiera se parece a un motel), queda un poco mas al norte de la ciudad de Joutsa. Zona absolutamente rural junto a un lago, aunque con la cantidad de lagos que hay en Finlandia, lo raro seria que no hubiera uno cerca. El simpatico propietario del lugar me pregunta unas trescientas veces si necesito algo mas, pero como ya es tarde y no quiero dar por culo, simplemente le digo que se vaya a dormir, que yo me quedare con mi barbacoa y mi alcohol. Con una gran sonrisa me despide, emplazandome para el desayuno del dia siguiente, y yo voy a lo mio.

Las dos piezas de "takuumurea naudan ulkofileepihvi marinoitu" (solomillaco de ternera marinada), estan cojonudas. De lo mejor que he probado nunca. Y todas las demas mariconadas para picar tambien. Y la sidra y las birras que me he pillado para degustar ya ni te digo. En fin, que entre el cansancio y el pedo, el dia no da para mas. Pronto me tumbo en la cama y mientras intento acabarme una ultima sidra me quedo totalmente frito. Ya se sabe que el primer dia de viaje no da para mucho, pero lo que mas importa es que ya estoy en Finlandia.
 
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