lunes, 31 de julio de 2017

Longyearbyen 6. Pesadilla en Oslo

Dos de la madrugada, el sol ahi arriba, mandando, la misma historia que he sufrido toda esta ultima semana aqui en el Artico. Bueno, es hora de coger el bus, o mejor dicho que el bus te recoja a ti. Si, es un bus especial que pasa dos veces por semana, o sea, solo cuando hay vuelos, y que se dedica a recoger a todos los turistas que hay acechados en las puertas de los diferentes alojamientos del asentamiento. A los dos y media, puntual, nos engancha a siete u ocho mendas, que somos lo que salimos desde el Polarrigg, y para el aerodromo, que ya ni me molesto en llamar aeropuerto, porque seria de mal gusto, y significaria hacer de menos a autenticas moles como el JFK de New York o Heathrow en London.

En el susodicho aerodromo solo hay un puesto de facturacion de maletas, en el arco de los metales te sonrien y te dicen 'pase, pase' y tan solo se puede tomar algo en una cafeteria con un empleado que como te descuides se queda sin cafe en diez minutos. Es hora de despedirse del Polo Norte y de volar a mi aeropuerto de transito antes de pillar el vuelo final a casa. Asi que vuelo de tres horitas hacia Oslo que, teniendo en cuenta que apenas si he dormido una hora antes de iniciar mi viaje, me tiro roncando de principio a fin. Si que se me ha hecho corto, si. Bueno, que ya estoy en Oslo, primer paso por la rutina del control de pasaportes, esto es Noruega, aqui se ha acabado el chollo de Svalbard en que todo dios es libre de circular. Y hale, a sentarme en algun rincon del aeropuerto a esperar al mediodia, cuando mi vuelo me llevara finalmente de vuelta al hogar.

Me quedo traspuesto otras dos horas, sentado en una silla junto a un ventanal desde el cual solo veo putos aviones. Cuando despierto decido dar una vuelta y jalarme una wrap de salmon, que obviamente esta cojonuda, cervecita incluida. Es en este momento cuando veo que mi vuelo se ha retrasado dos horas. Esto va a hacer que mi espera total en el aeropuerto sea de ocho horas y pico, asi que me dirijo a mi puerta de embarque, ya indicada, previo paso por otro control de pasaportes para dejar Noruega (segundo del dia), y alli encuentro otra silla en la que me quedo roncando alrededor de otra hora.

Al despertar leo que el vuelo se retrasa otras tres horas, esto ya me empieza a sonar a cachondeo, busco un puesto de informacion de Norwegian (empresa con la que vuelo) y alli dos mendas muy simpaticos (sobre todo la pava rubia) me dicen que ellos no tienen mas informacion que la que aparece en los tablones electronicos. Me aposento en el primer bar que veo y mientras leo chorradas en internet me casco dos chelas. De cuando en cuando me giro para echar un ojo al tablero de vuelos y ver si hay algun cambio, y en una de estas veo un nuevo retraso en mi vuelo, lo cual, contando asi de buenas a primeras, significa que en total me voy a tener que tirar catorce horas en el puto aeropuerto esperando por el avion a casa.

Ya no me apetece ni chumarme otra cerveza, pero ahora si que ya no se lo que hacer. Un poco en plan de guasa, intento consultar otro tablero, no vaya a ser que los datos sean distintos de uno a otro, y por cotilla me llevo la gran sorpresa del dia. Ahora el vuelo ya esta, directamente, cancelado. Junto a mi una pareja de noruegos cincuentones empiezan a despotricar en un clarisimo noruego, asi que intuyo que tienen el mismo problema que yo. Despues de comprobar con un par de preguntas que efectivamente es asi, les digo que esperen junto a la puerta de embarque a ver si viene alguien de la empresa, que yo voy al mostrador de Norwegian al que fui antes. Lo curioso es que ahora esta vacio, pero vacio no solo de personal, sino que no hay ni un puto papel, ni timbre, ni nada que indique que antes alli habia dos mendas haciendo como que trabajaban. A ver si va a ser que entre tanta cabezada lo he soñado.

Vuelvo a la puerta de embarque y alli me veo a la pareja de antes junto a otros siete u ocho tipos, intuyo que todos esperando por el mismo vuelo, increpando a la policia, a la cual me acerco a preguntar. Ellos me dicen que no son nadie en el aeropuerto como para tomar decisiones, asi que lo unico que hacen es abrirnos un par de puertas de personal y dejarnos de nuevo frente al control de pasaportes. Tercera vez que lo paso hoy, y curiosamente siempre la misma tipa (que mañana me va a volver a tocar). Directamente me dice que pase sin ni mirar el pasaporte y se parte el culo. Bueno, mira que bien, ahora ya soy libre de circular por Noruega. Me corro las tres plantas de aeropuerto buscando a alguien de Norwegian. Pero a los unicos que encuentro es a la pareja cincuentona cabreada (otra vez), que me dicen que apriete un timbre que hay en una columna. Asi lo hago y de una rendija imperceptible sale un ticket con un numero y una localizacion de un puesto. Pues ahi que voy, logo de Norwegian y tres tipas tragandose los insultos de todo el mundo, creo que es el sitio adecuado.

Bueno, una vez interpuesta mi reclamacion y demas, al final consigo que me den un hotel junto al aeropuerto y papeo por la cara hasta que me consigan otro avion. Me lo voy a tomar como un dia extra de vacaciones en Oslo, aunque el dia ya casi ha llegado a su fin con tanta hora de espera en el aeropuerto. Despues de hacer el check-in en el hotel me bajo inmediatamente al bar, que no estamos para tonterias, donde conozco a una camarera serbia que esta como un autentico tren. Que barbaridad de mujer. La mala noticia es que el chumeo no esta incluido en lo que me paga Norwegian, pero bueno, con tal de estar de chachara con la serbia, no me importa cascarme cuatro Ringnes, una chela de la zona que la verdad es que esta cojonuda.

Despues de un paseo por los alrededores del hotel y adecentarme un poco, bajo a cenar, en un excesivamente caluroso dia en Oslo (mas de 30 grados por momentos). Asi pues, me salgo a la terracita del restaurante del hotel y doy cuenta del maravilloso buffet libre que nos tienen preparado. Aunque el pollo agridulce esta realmente bueno, a lo que me tiro como un perturbado es al salmon, con tres platos haciendo montañita que fijo que no me van a sentar nada bien esta noche. De todas formas estoy cansado, asi que de una forma u otra voy a dormir muy facilmente. Eso si, antes de retirarme me siento un rato mas en la barra atentida por la serbia y me casco otra Ringnes. No seran aun ni las once y ya estoy roncando en la habitacion. Todo muy placentero hasta que una inoportuna llamada a las seis me despierta para decirme que ya tengo vuelo. Hijos de puta de Norwegian, ahora ya queria quedarme un par de dias aqui con la serbia y las Ringnes. En fin, que de esta abrupta manera, en un hotel de Oslo, acaba mi maravillosa aventura en el Polo Norte. Pero volvere, ya lo creo que volvere.

jueves, 27 de julio de 2017

Longyearbyen 5. Resacon

Abro un ojo. Oh no. Lo cierro y abro el otro. Uf, joder. Mal asunto. Conozco esta sensacion. Es una resaca de esas. De las que en toda tu vida tienes cuatro o cinco (o unas treinta, si eres un gran alcoholico). No puedo moverme. Son las ocho, me doy media vuelta, no puedo ni levantarme ni dormir, es una sensacion fatal. Asi pasan los minutos y las horas. Ahora son las doce, sigo en la horizontal, pero no me alivia, tampoco voy a estar mejor de pie, ni sentado, no se que hacer. Joder, es una de las peores resacas que he tenido jamas. Y se supone que sigo aqui, en el Polo Norte, va a ser mi ultima jornada en un lugar tan especial, pero no puedo hacer nada. Claro que por suerte hoy no he contratado ninguna actividad para hacer. Y mira que ayer estuve a punto, pero debe de ser que adivino el futuro.

Las tipicas caguetas criminales que primero son una sucesion de mierda blanda y luego tan solo liquido marron me mantienen en movimiento durante las siguientes dos horas, en intervalos de unos diez minutos. No me siento la cabeza, como decia un viejo colega, es como si te tocaras la cara y estuvieras tocando carton, creo que ya he explicado esta eventualidad en mas de una ocasion. Las extremidades y el torax no van mucho mejor, pero vuelvo a lo mismo, es mi ultima jornada, me apetece dar una vuelta y al menos ver, aunque sea por ultima vez y entre tinieblas, este lugar tan especial que me ha acogido durante los ultimos dias. Asi que intento vestirme. No, no puedo. Pues en chandal, a tomar por culo, y en la parte superior nada mas que la chaqueta, al fin y al cabo la voy a llevar cerrada y nadie va a ver si voy en pelotas o no. Vaya pintas, pero si, asi salgo a dar mi paseo.

Usando la puerta de atras del Polarrigg y a traves de un pedregal (atajo que me mostraron unos abuelos locales hace un par de dias), llego a la zona en que las tuberias que llevan toda el agua del asentamiento cruzan el rio. Ya que estamos os lo explico. Toda la canalizacion de aguas, electricidad y cableado en general del asentamiento, discurren como a casi dos metros del suelo, en una mega-regleta elevada por postes que recorre la ciudad a lo largo y ancho. Pensareis que es poco estetico, cuando en el resto del planeta esto normalmente se mete bajo tierra, pero una vez mas nos tenemos que referir al permafrost, esa capa de congelacion subterranea permanente que no permitiria que este tipo de infraestructuras tuvieran durabilidad en caso de ir enterradas. Y asi discurren, dando al asentamiento una imagen mas cruda y extravagante todavia si cabe.

La cuestion es que a traves de estos atajos macabros, incluyendo un par de pales de obra que sirven como puentes para cruzar un par de riachuelos, acabo llegando al centro del asentamiento. Pensareis que al pub, que es mi ruta habitual, pero en mi estado de hoy dudo mucho que pueda mamar absolutamente nada. No se que hacer ni a donde ir, simplemente necesitaba recobrar la vertical y sentir un poco de viento artico en mi rostro, a ver si me reparaba. Decido intentar comer algo, asi que me meto en el Kroa, el restaurante local, y pido media pizza. El camarero me ve la cara y se percata de inmediato de lo que hay. No me pregunta si quiero beber algo, simplemente me saca una jarra de agua con hielo. Apenas si me puedo beber medio vaso. Con la pizza, cuando voy por la mitad de la mitad, me entran ganas de vomitar, aun asi respiro hondo y consigo acabarmela. Y despues de jalar me siento todavia peor.

Vuelvo a pensar que un paseo refrescante es lo que mejor me puede sentar. Se me habia olvidado que no llevo nada por debajo de la chaqueta, y buscando de forma subconsciente algo de fresco, ya la he desabrochado y voy con el torso al descubierto. Pero tampoco creo que a nadie le importe, total, para la gente con la que me cruzo... Esa es otra, apenas me cruzo con unas diez personas y me saludan todas. Ya soy conocido en el lugar. No me parece raro, llevo aqui ya cinco dias y despues del show etilico de ayer todo el mundo sabe de que palo voy. En mi refrescante paseo me cruzo, entre otros, con el chofer del bus atascado de ayer, el capitan de barco con cara de pedofilo, la camarera sueca de Vitsand y el irani barbudo alcoholico. Esto es una gran familia de la que ya formo parte.

Vuelvo al Polarrigg para adoptar la posicion horizontal durante un rato mas. Tras un par de horas de mirar al techo sin cambiar de posicion ni para tirarme un pedo, se me cruza por la cabeza el pensamiento de que, ya que mi vuelo sale a las cuatro de la madrugada, no estaria de mas ir al supermercado del lugar a pillar algo de provisiones por si me entra hambre una vez que se me pase esta interminable resaca, previsiblemente en pleno vuelo. Este va a ser mi ultimo paseo por el asentamiento. Misma ruta, puerta trasera, pedregal, tuberias... hasta llegar al supermercado. Y alli me doy una vuelta viendo todo lo que hay, a camara lenta porque mis reflejos estan lejos de estar en las mejores condiciones, y tras veinte minutos de pasividad... me piro del lugar sin haber comprado nada. Tipico de un puto vagabundo alcoholico de resaca.

A mi vuelta al Polarrigg me doy una ducha para intentar mejorar mi imagen un poco, y acto seguido me acerco al bar-restaurante, puesto que ya es hora de cenar (o beber). Alli me encuentro al tipo escoces que hace de camata ocasional que, viendome la cara, me lo dice muy claramente, conoce esa sensacion por la que estoy atravesando. De pronto aparece el croata que tambien se percata de mi estado, asi que en lugar de prepararme una mesa me dice que, si quiero, hoy tienen reno para cenar. No tengo mucha hambre, pero me apetece probar el reno artico, a ver si sabe como el que me casque en Finlandia. Me siento en una mesa y el pavo directamente me trae una sidra de pera, me quedo mirandola como con miedo, ya que se que puedo reengancharme rapidamente. El croata me mira como pensando que ha metido la pata, pero finalmente me la echo en el vaso y le doy las gracias. Que cojones, si me entra me entra y si no pues vomitare, punto.

Curiosamente todo me entra bastante bien y el troncho de reno esta de pelotas, aunque mi cuerpo sigue bastante dolorido, por lo que decido que hoy la sesion no se va a extender. Ademas tengo el bus al aeropuerto a las dos de la madrugada, con lo cual no estaria de mas que me retirara e intentara dormir algo. Al salir del restaurante me topo con la propietaria del lugar, Mary Ann, una vieja de cerca de setenta tacos (o mas), pequeñaja y delgaducha. Se me habia olvidado que hoy tenia una prueba o algo asi para currar en el sitio. Ella me dice que solo queria conocerme (creo que se ha dado cuenta del careto que llevo), que en cuanto llegue a casa les envie mis referencias y me diran para cuando me necesitan. Al final acabare viniendo a currar aqui, si es que me empujan los muy cabrones. El caso es que consigo llegar a mi habitacion, son casi las once, asi que como mucho dormire dos o tres horas, posiblemente ni eso, pero con tal de que se pase la resaca, no veo nada mal el tema de situarme en posicion horizontal por enesima vez en la ya casi finalizada jornada de hoy.

miércoles, 26 de julio de 2017

Longyearbyen 4. El dia D

Hay dias en los que te levantas y no te puedes imaginar ni remotamente la locura de jornada que vas a tener. Mi primera actividad de hoy resulta mas que interesante, o al menos asi creo que va a ser, y no me va a defraudar. Toca visitar la mina numero 3, excavada en una montaña junto al aeropuerto, al oeste del asentamiento. Alrededor de Longyearbyen hay siete minas de carbon (mas algunas otras en otros diferentes puntos de la isla), pero a dia de hoy tan solo una continua en funcionamiento. La mayoria cerraron porque ya no eran rentables, a pesar de la cantidad de carbon que todavia quedaba en su interior, bien porque la infraestructura se hacia cara de mantener, bien por poca seguridad o bien porque simplemente a la empresa le salia de los cojones cerrar. Pero algunas otras ven envuelto su cierre en un macabro misterio sin resolver, como casi todo por estos lares, y ese es el caso de esta mas que interesante mina numero 3.

Nuestro guia de hoy es un aleman bastante robusto, que nos viene a recoger al alojamiento, como ya es habitual con casi todas las actividades, en una furgoneta destartalada, algo que tambien empieza a resultar habitual aqui, el destartalamiento de los vehiculos. Nos da un paseo por todo Longyearbyen (una vez mas) y nos cuenta las mil y una historias. Este pavo en particular me cae bien porque, aparte de las historias de las minas y los mineros, pronto se desvia y empieza a hablar como sin venir mucho al caso de la Segunda Guerra Mundial, nazis, Hitler, el Reich y... bueno tio, que estamos en Svalbard, en el Polo Norte. Pero el tio venga a contar la batalla de Minsk, Stalingrado, el norte de Africa... De camino a la mina, y entre todo este recital nacionalsocialista, pasamos a recoger a otras dos personas que van a hacer el tour por la mina. Si, solo seremos tres en total, y ya lo dije ayer, aqui somos tan pocos que siempre vamos a ver las mismas caras. Se trata de la curiosa pareja que encontre ayer en la fabrica de cerveza, el abuelo noruego y la surcoreana. En fin, y a la mina que nos vamos.

No voy a entrar en muchos detalles del tour, te meten por varios pasillos de la mina y te enseñan como se trabajaba y eso, pero vamos, que si tienes claustrofobia o miedo a la oscuridad, no hagas el puto tour, ya te lo digo. Misterios de la mina, bueno, todo esta tal y como lo dejaron el dia que la cerraron alla por 1996. Libros de cuentas, herramientas, vestimentas, efectos particulares... echaron el cerrojo y nadie jamas volvio, salvo los curiosos turistas cuando se empezo a hacer este macabro tour. Vamos, que salieron de alli como alma que lleva el diablo. Al final de un oscuro pasillo nos encontramos una doble puerta metalica que nuestro guia dice que no se puede abrir, que es top secret. Una pequeña placa metalica indica que alli se guardan los archivos secretos del Artico, junto con los archivos nacionales de Mexico y Brasil (esto ultimo no lo entiendo mucho). Que cada cual piense lo que quiera, pero con tanto puto misterio misterioso ya me empiezo hasta a creer aquella teoria perturbada de que en el Polo Norte hay un agujero que lleva a unas bases secretas alienigenas en el centro del planeta. Manda huevos.

Ya de vuelta al asentamiento y tras toda la matinal mineando, a uno es normal que le entren gazuza y sed, asi que me acerco al Svalbar a cascarme la primera pinta del dia y hacerme el bacalao artico a la plancha, que es el especial del dia. Mi proxima actividad es a las siete de la tarde asi que tras la comida me relajo con otra cervecita y empiezo a considerar la idea de volver al Polarrigg a echar una cabezada de un par de horitas. Pero aqui es cuando alguien, sin que tu te des cuenta, cambia la via por la que tu tren discurre tranquilamente y sin comerlo ni beberlo acabas de narices en el infierno. Estoy en la barra, dandole el primer sorbo a mi nueva chela, y de pronto dos tipos bastante curiosos se dirigen a mi. Me preguntan si quiero otra, cuando aun ni he empezado con la que tengo en la mano, pero bueno, no voy a decir que no. Y cuando ya tengo una en cada mano, entonces empiezan la conversacion, lo primero presentandose.

Son Thomas y Stevie (este ultimo apodado Caponata), treintañero delgado pero fuerte y cincuenton gordo y barbudo. Ambos son obreros (aunque no me dejan claro si hacen soldaduras o fontaneria), vienen de Newcastle y estan trabajando en el proyecto secreto de la NASA en las antenas de la montaña. Al parecer no pueden decir nada sobre lo que hacen porque firmaron un contrato de confidencialidad, pero yo veo que van tan doblados que en breve van a empezar a largar. Al parecer hoy les han dicho que no tenian faena para ellos, asi que se han quedado en el asentamiento mamando todo el dia, y lo bueno es que les pagan igual. Son las 3 o 4 de la tarde y ya van finos, asi que me creo su version. Despues de unas pachangas al billar y un par de rondas mas, me dicen que me vaya con ellos al Huset, que es un restaurante-alojamiento que hay donde se acaba la carretera en direccion sur, una especie de complejo solamente para trabajadores. Dicen que alli podemos jalar por la cara en el buffet de los curreles, aunque yo no trabaje alli, simplemente porque no te preguntan ni te piden ninguna credencial.

Caponata Stevie nos sube en su furgoneta destartalada (una mas, pero esta la peor que he visto hasta el momento) y llena de mierda hasta los topes. En un par de minutos ya estamos jalando roast beef con salsa por el jeto, aunque yo acabo de comer, pero a caballo regalado... Despues de ponernos mas tibios y finos todavia, Caponata dice que es hora de tocar el piano. Si, no va de coña, en mitad de un pasillo hay un piano, al cual me siento a interpretar Let It Be y Hey Jude, mientras los dos borrachines intentan hacer unos coros que creo que estan despertando a todos los pobres obreros del turno de noche, a los osos polares de toda la isla y hasta a los muertos incorruptos del cementerio de Longyearbyen. Bueno, aqui reclamo mi derecho a aparecer en el Libro Guinness de los records por ser el unico tipo que ha tocado dos canciones de The Beatles mas alla del paralelo 78 norte.

Sinceramente voy muy doblado. No se que ha pasado con Thomas pero ha desaparecido, posiblemente se haya ido a dormir la mona. Caponata me dice que nos volvemos al centro de Longyearbyen, por supuesto a seguir mamando, asi que nos dirigimos al Karlsberger, que acaba de abrir. Alli conozco a una camarera sueca, de Vitsand, casualidades de la vida una minuscula aldea que fue el primer sitio en que me aloje en mi visita a Suecia. El mundo es un pañuelo, me repite ella, que no habia conocido jamas a nadie que hubiera hecho noche en su aldeilla, y se lo tiene que encontrar aqui en el Polo Norte. Ya sabeis que yo soy un cerdo, y camarera que veo, ahi que me lanzo y ya no me puedo despegar de la barra, pero esta vez va a ser diferente, puesto que un nuevo personaje que llama aun mucho mas mi atencion acaba de entrar por la puerta. 

Se trata de un tipo rubio, casi con el pelo blanco, en sus 50, y unos rasgos muy tipicos que a primera vista ya me indican cual es su pais de origen. Finlandes, no falla. El menda anda medio encorvado, con los ojos casi cerrados, y sus movimientos son extremadamente lentos, pero eso no impide que, aunque apenas si lleva un minuto en el pub, ya tenga una pinta en la mano. Al parecer es el taxista del lugar. Logicamente todo dios le conoce y le saluda, a mi me da una tarjeta por si requiero de sus 'servicios', lo cual viniendo de un tio con una pinta tan tetrica no me da nada de buen rollo. Su inicial timidez va desapareciendo cuando su grave voz (de puta ultratumba) empieza a largar una serie de chistes de lo mas politicamente incorrecto uno detras de otro. Negros, maricones, judios, putas... el menda no deja titere con cabeza. El tio ya se ha convertido en el protagonista del pub. Cuando mejor me lo estoy pasando resulta que se hace casi la hora de mi proxima actividad, asi que tengo que volver al Polarrigg. Caponata me mira tristemente, como pensando que su colega de chumeo se desvanece por la puerta, pero no me queda otra, a pesar de que en muy buenas condiciones para realizar una actividad no voy, porque no he parado de chumar desde hace seis horas.

El Arctic Tapas Bus es un autobus bastante tocho que te da un paseo por el asentamiento y alrededores (una vez mas) al tiempo que te ofrece de comer y beber. Obviamente se trata de una desgustacion de comida tipica artica, asi que creo que me lo voy a pasar bien, especialmente porque aun no se ha puesto en marcha el bus y ya tengo otra chela en la mano. Reno ahumado, salazon de bacalao, salmon, arenque, queso artico... en fin, que el papeo esta completito. Al cabo de un rato ya no se ni donde estamos, el chofer-guia ha metido el autobus por un camino que discurre junto al mar y se ha quedado atascado en mitad de la nada. Buen rollito. Nos toca salir a todos del vehiculo, entre la cantidad de papeo que llevamos y que estamos en mitad de ninguna parte, fijo que empiezan a aparecer osos hambrientos que nos rodean. El chofer tiene cara de acojono (obviamente el bus no es suyo y le va a caer un buen marron), la camarera que nos iba sirviendo, una rusa llamada Galina que tampoco esta de mal ver, esta sentada en el suelo, palida, sin saber que hacer, y los turistas... bueno, los turistas nos dedicamos a hacer fotos, y yo en mi caso a cascarme otra chela mas.

El chofer dice que ya ha pedido un helicoptero de rescate, yo me acerco y le espeto que si hace un par de maniobras puede salir, que le puedo guiar. Un poco inutil es el hombre, si no se habia dado cuenta de ello, pero parece que mi consejo le alivia y lo intenta. Al final, y con la ayuda de un par de suecos que me ayudan a empujar el bus, conseguimos encarrilar el vehiculo de nuevo caminucho abajo hacia la civilizacion. Ya me pueden estar agradecidos. Oh, y si que lo estan, hasta el punto de que la rusa me dice que mis cervezas extra (solo daban una con el papeo) ya estan pagadas. Somos todos de facil entendimiento. De vuelta hacia el asentamiento me quedo mirando unas cabañas con la bandera tailandesa que aparecen en mitad de la nada. Esto no puede ser otra cosa, tailandeses tarados que, como para vivir en Svalbard no te hace falta ni visa, ni pasaporte, ni nada, aqui se han afincado, construido su propia caseta y hale, a disfrutar del Polo Norte. Digo yo que algunos que tanto se quejan de los paises en donde viven, bien podrian hacer lo mismo y ser felices aqui. Pero claro, a lo mejor no tienen lo principal que se necesita para ello, cojones.

Ya de vuelta en Longyearbyen le digo al chofer que me deje directamente en el pub. Hoy paso de ir al hotel. Realmente voy muy mamado, y si me meto en el Svalbar la cosa no va a ir a mejor, y obviamente no lo va. En la barra unos viejos conocidos, la camarerita de Montana y su novio el barbudo cabron, que hoy por lo visto tienen el dia libre y se estan poniendo tibios a vinos. Me tiro varias horas mamando y conversando con ellos aunque ya con tal pedo que no me acuerdo ni de lo que hablamos. Bueno, recuerdo perfectamente una frase que me solto el tipo, 'a mi me mola Tom Petty porque tiene que ser muy bueno para, con lo feo que es, haber tenido exito en el negocio de la musica'. Y no le falta razon. Llegamos a la medianoche y salgo a la puerta del pub, a trompicones, buscando el sol de medianoche, pero no hay mas que nubes. Ya no puedo ni hablar, solo balbuceo (hay un video demostrativo), pero aun asi me vuelvo para la barra y sigo tajandome.

Los mendas de Montana han desaparecido, no se como ni cuando, pero ahora de repente han entrado en el pub como unos cincuenta marineros locos cantando canciones y pidiendo priva como autenticos energumenos. Se da la casualidad de que el capitan del barco, un noruego calvo y sin cejas, con cara de pedofilo perturbado, se me sienta al lado. Conversamos (si es que podemos en las condiciones que estamos) y me invita a varios chupos de vodka con lima que me acaban de rematar. El tipo me dice que estan faenando en el Artico y han atracado aqui dos dias para cargar combustible y no se que cojones mas. Y ya se sabe, marineros de permiso, peligro seguro. Han perdido a su chef en las ultimas semanas (no me dice como), asi que me invita a irme con ellos en el barco en dos dias, vamos que me ofrece curro. No recuerdo mucho mas, supongo que no acepte, o si, pero obviamente al dia siguiente nadie se iba a acordar de mi respuesta. Mi ultima imagen es la de un camarero diciendome que me largue del pub, que estan cerrando. Deben de ser por lo tanto las dos, vete a saber, porque fuera hace puto sol. Asi que me pongo las gafas oscuras y me voy dando tumbos hacia mi alojamiento. Y supongo que de alguna manera consegui llegar.

martes, 25 de julio de 2017

Longyearbyen 3. Cultura y cerveza

Abro los ojos, sigo vivo, en Longyearbyen, aqui arriba, en el Polo Norte, en lo mas alto. Quiere decir esto varias cosas, lo primero que haber llegado aqui no ha sido un sueño, y lo segundo, dado que me puedo mover con relativa facilidad, que la resaca no va a ser extremadamente dura. Hoy he dormido algo mas, entre el alcohol y que ya me empiezo a habituar a la eterna claridad, mi cuerpo poco a poco se adapta a este lugar. Ademas, como hoy no tengo ninguna actividad programada para la matinal, pues me he dejado llevar un poquito mas de lo normal por la siempre confortable estancia en posicion horizontal. Pero venga, movamos el culo, que aun hay muchas cosas que ver y hacer por estos lares.

Para abrir boca me dirijo a la universidad. Si, majos, aqui en este asentamiento casi en el Polo Norte tenemos una universidad. Obviamente la situada mas al norte de todo el planeta, como todo lo que encontramos en Longyearbyen, ya os habreis dado cuenta. Cuatro carreras a elegir y unos pocos estudiantes que rotan cada seis meses provenientes de todos los rincones del planeta. Pero yo no vengo hoy aqui a estudiar, sino a ver el museo, ubicado dentro del edificio con forma de platillo volante amorfo que es la universidad en si. Otra curiosidad sobre los edificios aqui es que todos ellos se levantan metro y pico sobre el suelo y se asientan sobre postes, quedando siempre bajo ellos un importante hueco. Alguien se dio cuenta en algun momento que si se construia directamente sobre el suelo, el permafrost que dijimos ayer, con el deshielo tras el invierno, el edificio se iria por ahi flotando. Fijo que a algun listo ya le paso en su dia.

En el museo de Svalbard me tiro dos horas, me lo leo todo, cultivado que es uno. Y mira que tampoco es que sea muy grande, pero no pierdo detalle de nada. Mucha explicacion sobre la evolucion de los modos de vida de los habitantes del lugar, la flora, la fauna (con osos y morsas disecados), alguna recreacion de las primeras cabinas de los mineros, muchos utensilios reales y bueno, pues lo tipico de los museos, tampoco me voy a extender mucho. De todas formas lo que me interesa esta en la calle de al lado (bueno, camino de al lado), otro museo, algo mas pequeño, pero con mucho mas atractivo para mi, el que detalla las expediciones al Polo Norte.

Pero antes es hora de comer. Ayer me recomendaron el Kroa, un restaurante situado al lado de los pubs que parece ser es el mas popular entre los residentes del asentamiento. Ellos lo conocen como la 'braseria', simplemente. El menu de mediodia no ofrece nada especialmente exotico, asi que me pido una 'pizza artica', que basicamente es una pizza de toda la vida con carne y cebolla. Eso si, esta realmente cojonuda y el tamaño es para alimentar a cinco personas, hasta el punto de que no puedo acabarmela. Por supuesto para que no este muy seca me hago un par de cervecitas locales, la Svalbard de trigo, otra vez.

Es curioso, aun no he hablado de mujeres hoy, sera que con esto de los museos uno se vuelve mas culto y menos cerdo. Claro, el problema es cuando finalmente entro al museo de las expediciones polares y alli me atiende la checa. Si, una rubia espectacular de la Republica Checa, ademas simpatica y locuaz. Muy pronto conectamos con nuestra pasion comun, el Polo Norte, hablamos sobre todo el contenido del museo, debatimos sobre las falsas expediciones americanas, ponemos a Amundsen en un altar y con la tonteria me tiro mas de tres horas en un museo que es basicamente una caseta de dos plantas. Eso si, como suele pasar siempre, todo se tuerce cuando me empieza a relatar su vida y como ha acabado aqui. Pues eso, que su 'novio'... ya la hemos cagado, ya hemos soltado la palabrita de mierda. Hale maja, quedate aqui con tu puto Polo Norte y los cojones checos de tu jodido novio.

Por suerte para esta tarde tengo una actividad que me va a devolver el animo sin duda ninguna. En apenas unos minutos comienza mi tour por la fabrica de cerveza local. A unos quince minutos a pie del centro del asentamiento, junto al puerto, en mitad de una zona de fabricas y almacenes que parecen abandonados o devastados tras una guerra nuclear, se encuentra tan interesante lugar. Me acerco hasta alli andando, pasando ya olimpicamente del peligro de los osos, aunque aqui al no haber ya poblacion el riesgo se supone que es algo mayor. Cada dia me la sudan mas los osos, sera que el pedo que agarre la primera noche aun no me ha bajado. En fin, que tras unas cuantas vueltas y buscar el sitio que no acabo de encontrar, un coche con el logo de la cerveza, aparcado junto a una puerta cutre de metal, es como una señal caida del cielo. Si, debe de ser aqui. Junto a la puerta veo una plaquita con letras minusculas que pone Svalbard. Empujo la puerta de marras y se abre. Ante mi aparecen latas y latas y latas de cerveza y, entre ellas, un pasillito con flechas pintadas en el suelo que me dirigen hacia una escalera metalica que no ofrece mucha fiabilidad al caminar sobre ella.

El tipico puto misterio de todo aqui en este macabro asentamiento. Al final de la escalera un grupo de ocho personas y una chica gorda que parece la guia me saludan todos meneando las manos. Me piden que me siente, que llego el ultimo y me estaban esperando. Nos tenemos que presentar todos, asi que os relato el cumulo de personajes. Una pareja noruega cincuentona, otra pareja mas joven de Belgica (buenos cerveceros), una curiosisima pareja compuesta por un abuelo (mas de 65) de Oslo y una surcoreana de treinta y pico, y para el final, oh si, la camarerita de Montana de ayer, eso si, con su puto maromo, un barbudo que parece recien salido de los ZZ Top y que me empieza a caer bien cuando veo que aun no ha empezado el tour y ya se esta mamando una cerveza.

En el tour obviamente se explica toda la historia que llevo a un tarado a montar una fabrica de chelas en el Polo (tan solo hace dos años, corta historia), y como se tuvo que cambiar la ley adrede para el, puesto que era ilegal fabricar ningun tipo de alcohol por estos parajes. Hay un problema con el asunto alcoholico en Longyearbyen, y pronto nuestra guia, que por cierto se llama Ida (muy apropiado para vivir aqui), nos lo va a explicar mas a fondo. Los residentes del asentamiento tienen una cartilla de racionamiento de chumeo. Tal cual. En la tienda alcoholica solo pueden comprar 24 litros de cerveza y dos botellas de alcohol duro a la semana. Pensareis que eso es mucho pero en realidad son siete pintas al dia y unos cuanto chupos. Para mi no es bastante. Eso si, hecha la ley, hecha la trampa, porque si tu quieres ir al pub y mamar, ahi no hay restriccion de ningun tipo. Un poco absurdo, pero en el fondo casi todas las prohibiciones y restricciones lo son, jodidamente absurdas.

Obviamente tenemos incluida una cata que a mas de uno se nos va de las manos, porque nos dan a probar los cinco diferentes tipos de chela que aqui se fabrican, pero no un chupito no, en buena cantidad. La surcoreana se deja todos los vasos tras un sorbo y el cabron del barbudo de Montana se esta cascando los suyos, los de la novia y aun encima le pide a la asiatica los suyos si no se los va a beber. Tremendo el menda. Yo miro de reojo a la pareja noruega, que mayores ellos, ya se empiezan a plantar en la tercera. Obviamente, y tras una educada peticion, saco provecho de ello y me casco unas extras. La cata ha terminado y en la mesa aun quedan algunos vasos que no se sabe de quien son, pero una cosa es segura, ni son mios ni del puto barbas. Cuando salgo de la fabrica voy haciendo eses, de pronto el barbudo de los cojones se para y dice que tiene que volver a mear. A mear, si, este hijoputa lo que quiere es subir a acabarse las chelas que se han quedado sobre la mesa ahora que ya no hay nadie en la fabrica. Y ojo no se meta dentro de una cuba.

Tengo bastante hambre asi que me vuelvo al Polarrigg a ver que tienen hoy en el menu. Sobredosis de pescado, me vendra bien para rebajar el pedo. Empiezo con bacalao artico rebozado y para el plato principal me pido un filete de fletan a la plancha que esta mas que de pelotas. Obviamente caen dos cervezas de Tromso, la famosa Mack. Aun es pronto asi que me acerco al Karlsberger a hacerme un par. Alli entablo conversacion con un tipo gordo barbudo que es de Iran, y que no para de decir cuanto odia a los musulmanes (mientras se baja las pintas de un trago, el cabron) y lo mal que se lo han hecho pasar al pueblo persa. Pronto se unen a la conversacion dos viejos locales, tienen pinta de noruegos del norte, aguerridos y talanquines como pocos.

Los tipos me dicen algo de ir a una cabaña que tienen con alcohol clandestino a ponernos tibios. Yo soy un facilon, y encima segun sus indicaciones veo que el lugar esta cerca del Polarrigg, asi que casi hasta pilla de paso. No tengo nada que perder aparte de acabar muy mal, pero eso no seria la primera ni la segunda vez. El irani ya se ha quedado sin habla y sin capacidad del movimiento mas que subir y bajar el vaso hacia su boca, con los ojos vidriosos y la mirada perdida en las botellas de las estanterias, asi que no hace ni ademan de acompañarnos. Los viejos me muestran un atajo para llegar al Polarrigg, cruzado un par de arrollos y siguiendo las tuberias de agua que pasan sobre el rio. Uno de ellos al cruzar un riachuelo se cae rodando y acaba empapado retozandose entre agua, barro y piedras. El otro, que me doy cuenta viste con sandalias en pleno Polo Norte, va pateando piedras con los dedos descubiertos. Cuando llego a la altura del Polarrigg los mendas han desaparecido, y eso que los iba siguiendo. No me extrañaria que se hubieran caido al rio.

Pero no es mi problema, y la solucion la tengo a tiro de abrir una puerta. Me meto pues en el bar de mi alojamiento, por enesima vez. Es medianoche y alli concurren los pajaros habituales, el croata, la pareja escocesa, los islandeses alcoholicos... Desde una mesa me saluda una pareja de cierta edad. Son los suecos que vinieron conmigo ayer al tour de la furgo. Coincidimos en que en un asentamiento de esta indole siempre vamos a ver las mismas caras, asi que no nos sorprendemos de vernos y me invitan a sentarme con ellos a esperar la llegada del sol de medianoche, que hoy mas bien son nubes de medianoche. Y con toda la gentucilla habitual, entre alcohol, risas, anecdotas y comentarios de diversa indole, es como acaba esta mi tercera jornada al lado del Polo Norte.

lunes, 24 de julio de 2017

Longyearbyen 2. Conociendo el lugar

A pesar del constante sol artico, al final he podido dormir unas pocas horas, suficientes para reponer fuerzas de cara a las actividades de hoy. Para abrir boca me espera un tour por el asentamiento y alrededores, hasta donde las carreteras llegan, que apenas son tres o cuatro kilometros en direccion este y oeste desde el centro de Longyearbyen. Me da a mi que esto va a ser interesante y genuino, sobre todo cuando veo el bus que nos va a llevar de tour. Una furgoneta Mercedes destartalada y llena de mierda conducida por un viejo noruego, tipico vikingo ya sesenton con una barriga cervecera que le pasa por encima del volante. Lo bueno es que, como casi todas las actividades que se realizan por aqui, y ante el ya comentado peligro de los osos, te vienen a recoger a la misma puerta de tu alojamiento.

Una vez recogidos todos los participantes del tour en cuestion, enumero a siete personas, incluyendome a mi, una pareja de autenticos vejestorios italianos (mas de setenta tacos) que apenas si pueden subir y bajar de la furgo, una pareja de suecos ya en los sesenta pero con mejor pinta, y la tipica pareja de novios de veintipocos, alemanes, que da toda la sensacion de que no saben muy bien que cojones hacen en el puto extremo norte del mundo. Y ahi vamos, primero paseo en furgo por el asentamiento, basicamente una calle arriba y abajo. El vikingo de la pancha cervecera nos cuenta que ha trabajado aqui toda la vida como minero, ganando una puta barbaridad, y ahora que la mayoria de las minas han cerrado, se dedica a pasear turistas. Porque no se puede retirar, y es que aqui no existe el retiro. Otra peculiaridad de Svalbard, recordad que no hay tasas ni retenciones de tu sueldo, con lo cual no hay pension. Cuando quieres retirarte, voluntario porque no hay edad de jubilacion, lo haces y, o bien te quedas aqui subsistiendo con lo que tengas, o bien te piras a otro sitio y ya te las apañaras.

El caso es que el menda esta orgulloso de este lugar que considera su casa. Nos comenta las mil y una historias y peculiaridades del asentamiento. Por ejemplo, que nadie es de aqui, pero a la vez todos lo son. Aqui no se puede nacer, no hay infraestructuras, asi que a las mujeres embarazadas se las manda a sus respectivos paises a parir (cuando aun pueden volar) y luego si quieren ya volveran. Tambien, y esto es mejor aun, esta prohibido morirse aqui. Bueno, si te ataca un oso, te jodes, pero tranquilo que no te enterraran aqui. De hecho a los viejos que empiezan a estar pachuchos, el gobernador les obliga a salir de la isla e ir a morir a otro sitio. Y todo esto debido a que, basicamente, aqui no se puede enterrar a nadie.

El vikingo cervecero nos explica esta eventualidad mientras nos muestra un vetusto cementerio con apenas veinte cruces blancas. Debido al permafrost, una capa permanentemente congelada a unos dos metros bajo tierra, los cadaveres no se descomponen. Estos del cementerio pertenecen a unos mineros fallecidos en 1917, despues en los 50 alguien desenterro algun cuerpo y se dio cuenta de que estaba aun intacto, conservado en el hielo. La curiosidad hizo que se estudiara el fiambre bien a fondo y pronto de descubrio que habia fallecido por el virus de la gripe española que, para mas morbo, se habia tambien conservado en perfecto estado y estaba en condiciones de volver a infectar y extenderse. Este hecho tan macabro inspiro la serie de television Fortitude, un policiaco artico basado precisamente en este asentamiento y todas sus peculiaridades, la cual os recomiendo de verdad. Y bueno, he aqui la explicacion del tema este de los fiambres que no se pueden enterrar. Por cierto, los de los mineros ahi siguen, y nadie se atreve ni a tocarlos.

Saliendo hacia el este del asentamiento se ubican unas antenas de la NASA, en lo alto de una montaña que ofrece unas espectaculares vistas de los glaciares. Todo tan privado y misterioso que ni nuestro guia nos sabe decir de que cojones va el asunto. No menos misterioso que el deposito de semillas internacional que se encuentra en plena ascension a la tambien misteriosa mina numero 3 (que visitaremos en unos dias), todo esto al oeste de Longyearbyen y muy cerca del aeropuerto. Aqui se supone que hay un pasillo excavado en plena montaña donde se guarda una muestra de todas las semillas del planeta, por si hay una catastrofe y esas cosas. Tambien es tan secreto y misterioso que nuestro guia nos dice que tan solo podemos hacer un par de fotos desde unos setenta metros de distancia. Todo muy propio de este macabro lugar que poco a poco vamos conociendo mejor.

A peticion propia, nuestro entrañable chofer nos deja en el centro del asentamiento. Vamos, al lado del pub. El paseito en furgo ha estado muy bien pero ahora me apetece comer algo y mamarme la primera del dia. El Karlsbergen esta cerrado porque es muy pronto, asi que me encamino al otro pub del lugar, el cual aun no conozco. El Svalbar, bonito juego de palabras. Alli me casco una cerveza de trigo de la fabrica local, la Svalbard, y me pido una hamburguesa porque en este sitio no tienen nada demasiado tipico. Eso si, la hamburguesa esta mas que cojonuda, de las mejores que he probado nunca, perfectamente cocinada a un punto medio. Y, como soy un cerdo, no puedo dejar escapar la oportunidad de echar los trastos a la camarerita del dia de hoy. Se trata de una rubia de Montana, USA, que esta para mojar pan. Hasta el punto que me dice su nombre dos o tres veces y a dia de hoy sigo sin acordarme. No estaba precisamente muy pendiente de lo que me decia, no.

Con tan interesante perspectiva, decido quedarme en el Svalbar cascandome tres o cuatro chelas mas. Ademas mi proxima actividad, un paseo por todo el asentamiento con guia armado (por si los osos, ya se sabe), comienza justo delante de este pub, asi que puedo empalmar una cosa con otra. Para mas guasa, Miss Montana me dice que su turno acaba justo a la hora que yo empiezo mi actividad. Asi que ahi me quedo dando la brasa a ver si cae algo. Aunque lo unico que consigo es que me cuente toda su puta vida, que acaba de llegar aqui a currar, que ha tenido que pillar tres vuelos diferentes desde Seattle y que le ha acompañado un 'amigo'. Y esto ultimo es lo que peor me suena de todo.

El guia armado de mi proxima actividad es una señora suiza de cincuenta y largos, que aparece, obviamente, rifle en mano. Esta bastante tarada aunque, como ella bien dice, es logico, si no no estaria aqui. Todo el que reside en Longyearbyen es porque tiene algo en su chola que no funciona muy bien. Me quedo con esta frase dicha por la pajara para darme cuenta de lo peculiar que es aqui todo dios. El recorrido no esta mal. Entre otras cosas subimos hasta la iglesia (logicamente con el record de ser la mas al norte de todo el planeta), que esta abierta las 24 horas todos los dias del año. Ofrece cafe, te y galletas a todo el que entre. Que pena que no ofrezcan tambien la sangre de Cristo, ya puestos. Vemos la casa del gobernador, subimos a la montaña desde donde hay grandes vistas al asentamiento, y vemos los restos de las primeras casas construidas en Longyearbyen, a finales del siglo XIX, que basicamente son cuatro palos podridos. Al parecer los nazis, que llegaron a hacer varias incursiones en la isla, arrasaron con todas estas construcciones alla por 1942.

Y hablando de los nazis, ahi va una anecdota buena de la Segunda Guerra Mundial acontecida en Svalbard. La posicion estrategica de la isla hizo que los nazis establecieran aqui una estacion meteorologica para recoger informes sobre todo el Atlantico Norte. Aquella guarnicion se mantuvo alli varios años, y a medida que el Reich iba perdiendo fuerza y se hacia evidente una derrota alemana en la guerra, cada vez su aislamiento era mayor, ya que, a pesar de que ellos seguian enviando sus informes periodicos, ya rara vez se les respondia desde Alemania. Y paso lo que tenia que pasar, la guerra termino y ellos siguieron alli, haciendo su trabajo y olvidados del resto del planeta. Asi pues, el asentamiento meteorologico de Svalbard supuso el ultimo contingente nazi en rendirse, a finales de 1945, cuando un barco de pesca noruego se los encontro de casualidad y les dijo como estaba el tema.

Bueno, al final el paseo cultural me ha servido para aprender unas cuantas curiosidades mas. La señora suiza me ofrece un cafe en el centro cultural (o algo asi) del asentamiento, pero amablemente declino la invitacion, le digo que soy un alcoholico y que me quiero ir al pub, y es asi como acabo rebotando primero en el Svalbar y despues en el Karlsbergen. Me hago un par en cada sitio, pero como ni Miss Montana ni Miss Russia estan detras de las barras, decido irme al Polarrigg, mi alojamiento, porque ya es hora de cenar y ayer el camata croata me dijo que hoy iban a tener ballena.

Y la puta ballena esta cojonuda, muy parecida a la foca de ayer aunque quiza con algo mas de nervios y grasa. No hay queja, en cualquier caso. Hoy para acompañar le meto a la sidra esa de citricos articos. Esta tan cojonuda que me acabo todas las que tienen. Bueno, pues me paso a un clasico de mi cosecha, la sidra de pera, Somersby, danesa, que curiosamente probe por primera vez en mi visita a Islandia y me parecio un gran descubrimiento. Entre el papeo, el mamoneo y lo bien que me trata el croata calvo de los cojones, me lo estoy pasando en grande, asi que decido que esta noche me quedare tajandome en el bar del alojamiento, basicamente porque cierra a las dos.

Y no me voy a arrepentir de mi decision. A eso de las diez y algo empiezan a aparecer tipos tarados por el bar, se ve que son gente que curra en el sitio y han acabado su turno. La pareja escocesa me llama la atencion, una es recepcionista por la mañana (yo solo habia visto a la rusa) y el otro camata ocasional. Ella gorda como una foca y el delgado como un sidoso. Pero los mejores son los dos curreles islandeses. Uno con perilla en plan rockero y todo el rato birra en mano y partiendose la caja, que es el 'manitas' que lo arregla todo, y el otro con melena morena llena de mierda, delgaducho y de piel tan oscura que parece un gitano, que es el electricista. El tipo mucha pinta de islandes no tiene, pero de que esta perturbado no me cabe la menor duda cuando le veo intentar arreglar un reproductor de DVD con un embudo y una lata de cerveza.

Y asi, entre risas, anecdotas y mas de una referencia a lo perjudicial que es el comunismo (en lo que todos estamos de acuerdo) va pasando la noche, hasta que a eso de la una y algo decido que es hora de intentar dormir algo, si el puto eterno sol me deja. Antes de retirarme el camata croata me comenta si me puede interesar un curro aqui, que estan buscando a alguien y les parezco un buen tipo y 'adecuado' para trabajar aqui arriba, en el puto Polo Norte. Intuyo que cuando dice 'adecuado' se refiere a que han detectado en mi la tipica tara mental de todo el que reside en Svalbard. Obviamente acepto la oferta y me emplaza a una entrevista con la propietaria, que viene el viernes desde Noruega. En fin, asi de faciles son las cosas cuando un sitio te viene como anillo al dedo. Si, ya lo se, al igual que ellos, ahora tambien soy un tarado.

domingo, 23 de julio de 2017

Longyearbyen 1. Llegada a Svalbard

Esta vez el vikingo macabro ha querido superarse a si mismo y hasta a los vikingos mas macabros que jamas hayan existido. Os puede parecer mentira (o verdad) pero ningun expedicionario clasico vikingo llego tan al norte como esta vez voy a llegar yo. Y es que ya estoy un poco hasta los cojones de tanto ir al norte buscando mi propio record septentrional. Que si Suecia, que si Noruega, que si Islandia, que si Laponia... venga todos a tomar por culo, si quiero batir el record y dejarlo ahi para siempre solo puedo ir a un sitio. Al asentamiento poblado mas al norte de todo el planeta. Os invito a buscarlo en google maps, asi paso de largas explicaciones. Hablo de Longyearbyen, asentamiento (que no llega ni a ciudad creo yo) de apenas dos mil habitantes, ubicado en un fiordo del archipielago de Svalbard, mas alla del paralelo 78 norte. Vamos, casi en el puto Polo Norte. Y ahora que lo menciono, si, ahi esta, aun puedo batir mi propio record... yendo al Polo Norte. Pero eso lo dejaremos para otra ocasion.

Sobre este salvaje, agreste y extremo territorio que estoy a punto de visitar se pueden contar muchas particularidades. Pero no las soltare todas de golpe, a medida que vayan pasando los dias en este lugar os ire acercando mas y mas a todas las curiosidades que se dan aqui y en ninguna otra parte del planeta. Empezare por un par de cosas basicas como que, aunque oficialmente el territorio pertenece a Noruega, Svalbard tiene su propia ley, que es casi la ley sin ley. Es un territorio de libre acceso a todo el que lo desee, no se necesita ni visa ni pasaporte ni permiso de trabajo. Todo el que quiera puede currar aqui si encuentra en que y puede mantenerse, alojarse y, como dice su gobernador, sobrevivir. Tambien es libre de tasas e impuestos por lo que el pleno de tu sueldo va a tu bolsillo, y obviamente articulos muy gravados como tabaco, alcohol, gasolina o vehiculos aqui son mucho mas baratos. Dos ejemplos, una cerveza te cuesta la mitad que en Noruega, y un coche hasta cuatro veces menos. En palabras de un viejo amigo, y como pronto observareis, se trata de un lugar donde todo es 'marciano'.

Pero vamos al grano, esta vez he conseguido romper mi ritual de cagar en el aeropuerto justo antes de salir. Como no hay vuelos a Svalbard mas que desde las ciudades noruegas de Oslo y Tromso, me toca volar hasta la primera para coger el avion a mi destino final. Apenas hora y media, se me hace ameno, acostumbrado a vuelos intercontinentales, vamos, que ni siquiera me hago mi cervecita de rigor en el avion. Claro que, como tengo que esperar tres horas en el aeropuerto de Gardermoen, pues alli, como quien no quiere la cosa, me hago dos Hansa, una rubia noruega que me deja el paladar preparado para la siguiente sorpresa agradable. Y es que Norwegian, la empresa con la que vuelo, nos ha cambiado el avion que va hacia Svalbard y vamos a usar el enorme Dreamliner, de nueva adquisicion, y el cual solo se usa para viajes entre continentes. Segun nos comentan va a ser un gran evento en el asentamiento tambien, ya que es la primera vez que un avion tan grande va a aterrizar en la isla. Joder, vamos a ser recibidos como heroes.

Es el mismo avion con el que fui a la India, nada mas entrar en el aparato lo recuerdo. Con la ventaja de que en esta ocasion seran solo tres horas de vuelo y como vamos al culo del mundo esta medio vacio. Tengo cinco asientos para mi solo, pero dormir no es opcion, asi que decido continuar mi show con otra cervecita. Despues me pongo a jugar con los juegos que la maquinita de entretenimiento ofrece a los pasajeros, el eterno solitario y el trivial. Me entretengo tambien mirando el mapa y viendo que cada vez estamos mas lejos de todo y casi sin darme cuenta ya esta ahi, a traves de las ventanillas hace acto de aparicion una tierra desolada mezcla de montañas aridas con glaciares y nieve. Diviso el aeropuerto, que basicamente es una pista de aterrizaje y un edificio. Me da a mi que este cacharro no va a caber ahi y vamos a acabar nadando entre focas y morsas en el Oceano Glacial Artico.

Me gustaria felicitar al piloto porque lo que parecia imposible se ha conseguido, aterrizar. Pero estoy demasiado ocupado en salir disparado a hacer fotos, y casi soy el ultimo. Todo dios esta ya en mitad de la pista admirando los inusitados paisajes que pocos seres humanos han tenido este inmenso placer de contemplar. Mas de uno va a tener un orgasmo real, lo digo en serio, sobre todo los asiaticos que no paran de oooohs y aaaahs, hasta el punto de que esto parece una puta orgia japonesa. A mi la excitacion se me ha pasado de repente, en cuanto he sentido la necesidad de quitarme la chaqueta y quedarme en vaqueros y camiseta. A ver, que cojones pasa aqui, estamos en el Polo Norte y hacen 15 grados. Para mas decepcion miro el termometro internacional y veo que en mi ciudad ahora mismo estan a 13. Esto es una puta broma de mal gusto. Diria que salgo del aeropuerto pero en realidad lo que hago es pasar de la pista a una carretera cutre donde hay varios coches aparcados y un bus que parece que nos va a llevar a los que quepamos al asentamiento. Mientras los chinos siguen con sus fotos y sus gritos de placer, yo pillo sitio en el bus y me pongo a hablar con el chofer, un simpatico noruego que me dice que si he venido a pasar frio me he equivocado de sitio, pero que en su casa tiene un congelador y me puedo meter dentro. Y fijo que lo dice en serio, porque pronto descubrire que todos los habitantes de este lugar estan igual de zumbados.

El bus nos va desperdigando por los diferentes alojamientos para turistas que hay en el asentamiento. A mi me toca la primera parada, en mitad de un embarrado camino de tierra junto al rio Longyear, rodeado de piedras y montañas. Se trata de las antiguas cabinas que usaban los mineros para alojarse, ahora reconvertidas en sitio para que los turistas descansen. Obviamente conserva toda la infraestructura de entonces, incluyendo bar y restaurante, que me da que va a ser lo primero que voy a probar. En la recepcion, antes de pasar al tema etilico, me atiende Natalia, una rusa de veintipocos que esta tremenda y a la que le digo a la cara que los rusos no me gustan. Ella capta mi broma, ya que en realidad lo que quiero decir es que esta muy buena y me la quiero follar, asi que me dice que me vaya acostumbrando que este lugar esta lleno de subditos del amigo Putin.

Y venga, cojones, al bar. Como ya son las 10pm y la cocina va a cerrar, antes que nada me pido el plato del dia, porque no puedo dejar escapar el filete de foca. De lo mejor que he probado en la vida, mezclando la textura de la ternera y el sabor del higado, aunque con muchos matices realmente dificiles de describir. Para amenizar la cena, una Mack, cerveza lager de Tromso. Ya llevo unas cuantas hoy y aun no voy doblado, asi que vamos a apretar. Tras la cena me siento en la barra del bar y el mismo camata del restaurante me atiende, un croata llamado Mano que no tiene un pelo de tonto ni por dentro ni por fuera de su brillante, al sol de medianoche, calva. El tio esta teniendo una bronca de campeonato con su novia, que esta tambien sentada en la barra, pero me sigue atendiendo como si nada. Todo un profesional. Lo siguiente es una sidra artica de citricos, tambien de la empresa Mack de Tromso. No me pregunteis de donde sacan los citricos en el Artico.

No he venido aqui a quedarme en el hotel y a este paso voy a acabar yendo del bar a la habitacion a cuatro patas. Asi que me decido a dar un primer voltio por el asentamiento. Preguntando antes, eso si, si es seguro salir a la calle. Y no, aqui no hay delincuencia, como me va a decir un lugareño en la jornada de mañana, no hay delincuentes porque despues de delinquir no tendrian donde esconderse ni a donde ir. No, cuando hablo de seguridad me refiero a los osos. Si, en Svalbard hay mas osos polares que personas, y no hay estacion vacacional en que no se zampen a un turista descuidado. Mano me dice que lleva aqui tres años y jamas ha visto uno rondando por el asentamiento. Aun asi me advierte que no me despiste, pero que puedo salir tranquilo en direccion al pub. Que hijo de puta, el tio ya sabe a donde voy.

Por las calles (si podemos llamar calles a unos caminos rodeados de tierra y piedras) no hay nadie. Es casi medianoche y el sol de justicia sigue ahi arriba. Como lo va a seguir estando durante otros tres meses mas a todas horas del dia y de la noche. Este vacio de humanidad provoca que cualquier ruido que escuche sea un puto oso. Voy totalmente paranoico. De hecho aprieto el paso en direccion al pub. Voy tan acojonado que Mano me ha dicho que llegaria en quince minutos y he llegado en cinco. El Karlsbergen, aqui estamos, el pub mas al norte de todo el planeta y curiosamente entre los cinco con mas variedad de marcas de todo el mundo. La entrada es una puerta mas cutre que la que tengo en casa para ir al cagadero, ubicada de medio lado en un edificio donde no pone nada. Pero en cuanto entro y veo la cantidad de botellas que reposan en esta minuscula habitacion cuadrada, me hago cargo de que si, de que aqui tienen mucho alcohol.

Tras la barra esta Natalia, la recepcionista de mi alojamiento. Me lo explica rapido. Aqui hay tan poca gente que la mayoria tienen que hacer dos o tres cosas para poder cubrir todas las necesidades del asentamiento. Dejemonos de tontear con rusas, a lo nuestro, para abrir boca una cerveza negra hecha en la fabrica de cerveza local, que hasta de eso tienen. Una Svalbard, no se podia llamar de otra manera. Me noto cansado ya y prefiero ir a dormir y estar fresco para las actividades de mañana. Pero antes pruebo un licor tradicional noruego, el Aquavit, mezcla entre anis y vodka, y luego un vodka de Groenlandia. Un par de chupos antes de ir a roncar me vendran bien.

Salgo bastante entonado del pub y me hago el camino de vuelta al hotel sin preocuparme ya ni una mierda por los osos. Buena manera de combatir el miedo, a lingotazo limpio. Capto un par de fotos del sol de medianoche, el de la una y el de las dos, que basicamente es el mismo que habia a las ocho o a las nueve, y que sera el mismo que el de mañana a todas horas. Llego al Polarrigg, que asi se llama mi alojamiento, y me dirijo hacia mi cabina dando los primeros tumbos del dia (joder con el vodka de Groenlandia). Y alli, tras meterme en la cama y desearme buenas noches, me doy cuenta de lo que va a ser mi peor pesadilla a lo largo de estos dias. Con este sol no hay quien duerma. Insomnio.

miércoles, 12 de julio de 2017

Masturbacion espiritual

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viernes, 7 de julio de 2017

Resaca de una mariscada etilica

Hoy tengo una resaca criminal. De esas que no te permiten hacer nada en todo el dia salvo estar tumbado en la cama. Y lo peor es que ni siquiera puedes dormir porque sientes como si la chola se te fuera a desencajar del resto del cuerpo y a salir despedida contra el techo o caer rodando por el suelo en cualquier momento. Te tocas la cara y no la sientes como propia. Como decia un colega mio hace bastante tiempo, es como si fuera carton y no una parte mas de tu propio cuerpo sobre la que deberias de sentir algo. Si, vamos, que tengo una puta resaca de cojones.

Es lo que tiene el hecho de haber estado ayer mamando como un poseso durante practicamente todo el dia. Me levante y me casque un par de sidras. Despues mi colega el chulo vino a recogerme. Bueno, explicar quien es el chulo es demasiado complejo. El personaje en si es excesivamente complejo, me llevaria una buena serie de posts y nunca acabariais de haceros una idea de que tipo de individuo es. Asi que no voy a explicar nada sobre el, estoy de resaca, insisto, y no me apetece escribir mas de lo justo. Pero bueno, el caso es que el chulo vino a recogerme, seria mediodia y yo ya llevaba unas cuantas sidras encima. Fuimos a comprar mas chuza y una buena dosis de marisco y nos acercamos a su casa. Obviamente para hacer una mariscada etilica.

Como suele pasar en estos casos, y especialmente cuando no tienes hora limite y al dia siguiente absolutamente nada que hacer, pues la cosa se nos fue de las manos. Yo recuerdo cascarme tres botellas de vino, un Douro, un Albariño y un Rueda. Fijo que mame mas cosas, cervezas, sidras y puede que hasta algun licor, pero de eso ya no me acuerdo. Apenas recuerdo entre tinieblas comerme los longueiros irlandeses que hice a la plancha. Lo peor es que del pulpo no me acuerdo, y eso si que es una putada porque seguramente estaba cojonudo. Lo dicho, el tema se nos fue de las manos.

Supongo que me iria a dormir muy tarde de madrugada. Luego lo tipico, te despiertas medio babeando en una cama que no conoces y ves que es insultantemente pronto, porque para una mona asi deberias dormir hasta mas alla del mediodia. Pero ahi aparecio esa resaca que aun llevo encima, de esas que no te deja dormir, que de pronto llega y te golpea con un martillo en la chola y te dice que te despiertes y que estes puteado todo el dia. Y en ello estoy. Aunque tambien os digo una cosa, me esta empezando a entrar sed etilica otra vez. Deberia de controlarme puesto que al dia siguiente trabajo, jornada criminal de diez a diez, yo no soy un vago comunista. Pero se que en cuanto acabe de escribir este post voy a bajar a la nevera, me voy a sacar una sidra y me la voy a cascar. Y fijo que no sera la unica.

Con este pensamiento, y a pesar de que os podais estar entreteniendo con la lectura de este post, ya me han entrado las prisas. Asi que voy a empezar a despedirme. Lo cierto es que el esfuerzo de levantarme de la cama hasta el ordenador y empezar a escribir estas lineas ha merecido la pena. Basicamente porque me ha entrado sed y me he recordado a mi mismo que tengo sidras en la nevera. Esto promete. En realidad mi idea era hablar de la interesante espera de tan solo diez dias para mis proximas vacaciones, en las cuales visitare el Polo Norte. Pero si eso ya hablaremos del tema en otra ocasion, ahora voy a tajarme nuevamente durante un rato.
 
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