viernes, 25 de diciembre de 2015

Experiencias madeirenses 4. Funchal

Amanece el que va a ser nuestro ultimo dia completo en la isla, ya que mañana sera hora de coger el vuelo de vuelta a casa. Cierta resaca (como siempre) en el cuerpo, aunque muy llevadera, y el energetico desayuno ya listo para un dia en que realmente nos va a hacer falta, ya que vamos a usar las piernas mas que nunca. Vamos a ver la ciudad en la que estamos, Funchal, al completo y de dia, por fin y de una puta vez. Y nada de coche, a patear, con dos cojones y una buena dosis de moral, y por supuesto de Coral, ya que poco a poco ira cayendo alguna que otra.

Para abrir boca nos dirigimos a echar un ojo a la Fortaleza do Pico, uno de los viejos fortines de la ciudad, que tampoco tiene nada de espectacular salvo las vistas, aunque en esta ciudad las vistas las tienes en practicamente cualquier sitio. Lo siguiente sera bajar al puerto donde hay un par de cruceros anclados (putos turistas por todas partes) y otro par de fuertes que es lo que realmente nos interesa. En fin, que tampoco os creais que es cuestion de entretenerse con todo esto en demasia. Aunque la posibilidad de bajar hasta el mar en el mismo puerto y tocar el agua del Atlantico siempre tiene su morbo.

Sol y calor de cojones en la jornada de hoy. Al caminar por todo el paseo maritimo se nota el buen clima en la abundancia de personas de toda indole, principalmente turistas, pero tambien madeirenses que, por lo que veo, no es que tengan una vida excesivamente estresada, y en cuanto pueden se relajan al sol como cualquier otro turista mas. En un momento dado, dejamos el paseo para acercarnos al museo militar, situado dentro de un mini-fuerte del ejercito portugues. Acojonantes las medidas de seguridad, ya que entramos como Pedro por su casa y nadie nos dice ni mu. Ah si, los dos euros que vale la entrada, pues menos mal que ha venido un soldado a recordarnos que le paguemos que si no es por la pasta, es que pasan olimpicamente de mi presencia.

Pues mira, el museo es de lo mas interesante, con armas y relatos belicos sobre toda la historia de la isla en particular y de todas las guerras y batallas en las que se ha visto envuelta Portugal. Resaltando en particular a los heroicos batallones madeirenses. Quiza no fueron ni heroicos, pero de alguien tienen que sentirse orgullosas estas gentes, aparte de Cristiano Ronaldo. Bueno, y ya suponeis lo que a estas horas del mediodia que son me esta empezando a pasar por la cabeza. Si, el puto bar del figado. Tengo hambre y a estas horas tiene que haber un numero de tapas importante en el famoso expositor de papeo que hay en el local.

Atravieso todo el centro historico haciendo poco caso a la plaza de Cristobal Colon y la Catedral (lugares petadisimos de turistas) y en un salto, empujado magicamente por mi sed y gazuza, llego al susodicho bar. Empieza la sesion, Corales y tapas unas tras otras. Para mas guasa me enganchan entre un cliente y el propietario y me empiezan a hablar del Celtic de Glasgow. Si, ellos estuvieron en la final de Lisboa, la del 67, la Copa de Europa que ganamos. Me tiro casi dos horas de chachara y papeo en el local y al final me despido muy emotivamente hasta una futura visita a la isla, ya que les comento que hoy sera mi ultimo dia por estos lugares. Gente maja, sin duda, y completamente alejada del mundanal ruido de la zona mas turistica.

Es hora de sufrir. No se por que cojones se me ha metido en la cabeza el tema de subir hasta lo alto de la ciudad con el teleferico. La vista va a ser espectacular, si, y es una travesia muy recomendable pero, joder, yo sufro de un vertigo realmente criminal. Aun asi me embarco en la aventura, eso si, me quedo pegado al puto asiento de la cabina voladora mientras desparramo un terrible sudor frio por todas partes. No estoy disfrutando mucho de las vistas, pero era necesario hacer este viajecito. Ademas, asi me ahorro el coger un taxi para subir al hotel, ahora solamente tengo que bajar paseando unos veinte minutos, casi rodando montaña abajo.

La ruta por la que bajo al hotel es la que utiliza un curioso negocio para timar a los turistas. Se trata de una especie de cestas en las que se mete a la pareja turista en cuestion y dos tios la hacen deslizarse calle abajo, durante unos cinco minutos. Se supone que era un medio de transporte tipico en la ciudad antiguamente, pero ahora no es mas que una chorrada para guiris. Yo paso olimpicamente del tema y aun me paro en un par de bares a cascarme alguna que otra cervecita mas mientras veo a los tontos estos pasar pegando alaridos dentro de las cestas de los cojones.

Ya en el hotel me preparo para la cena, ya que me quiero ir a dormir pronto para estar descansado para el ultimo dia y el viaje de vuelta. Me acerco a un restaurante en la misma zona del hotel, que me han recomendado en recepcion. Es un salon bastante grande, obviamente montado para turistas, ya que sirven la comida mas tipica y ofrecen espectaculos de musica y baile en directo. Todo muy bonito pero el bacalao esta bastante asqueroso. En cuanto a la bebida, me hago un par de copas de vino y poco mas, no estoy muy entonado, la verdad, debe de ser que se que me voy a ir en breve y ya no quiero desfasar mucho. Me acabo la cena tan rapido que cuando pido la cuenta el camarero me dice que me espere que aun queda mas espectaculo por ver. Por no hacer un feo me quedo unos minutos mas, pero estos bailes regionales no me acaban. El fado que han tocado al principio estaba mejor, pero cuatro monos bailando con trajes raros... como que no.

Es mi ultima noche en Madeira, asi que disfruto del paseo entre la oscuridad de las calles de este barrio mientras vuelto al hotel. Una vez alli, como no, me hago una ultima Coral antes de irme a dormir. Ha sido un dia que parece que ha ido de mas a menos. O quiza ha sido el puto teleferico que me ha trastocado el cerebro. Sea como sea me voy a dormir y mañana, todavia con tiempo para alguna ultima excursion, intentare despejarme un poco la cabeza conduciendo hacia algun lugar perdido en mitad de la isla. Buenas noches.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Experiencias madeirenses 3. El este de la isla

Hoy la resaca es menos intensa, pero el cansancio se va acumulando. De nuevo el consistente desayuno del hotel ayuda a reponer fuerzas. Nuestra primera excursion del dia va a ser montaña arriba, tal cual suena, puesto que vamos a visitar el pico Arieiro, el mas alto de toda la isla, con sus 1818 metros y que es perfectamente visitable ya que una interesante y sinuosa carretera de montaña lleva hasta su cumbre. Pues ahi vamos.

Como ya he mencionado, la ciudad de Funchal se encuentra en una ladera de monte que cae hacia el mar, y mira tu por donde que lo que hay en lo mas alto de ese monte es nuestro destino, el susodicho pico Arieiro, asi que tan solo veinte minutos de ininterrumpida subida en coche nos van a dejar en tan elevado punto geografico. Eso si, aunque una vez fuera de la ciudad todo es bosque, maleza y naturaleza en general, siempre tenemos la suerte de encontrar algun bar o abrevadero de carretera donde hacernos una Coral para empezar el dia con la entonacion debida. 

Despues de cruzarnos con varios rebaños de ovejas que nos invitan a meterlas al maletero para hacernos una buena barbacoa (cosa que al final por alguna razon no hacemos), llegamos hasta la bola, que marca el punto mas alto de la isla y de paso la minuscula base militar que alli se ubica. Militares no se ve ni uno, deben de estar hasta los huevos de tanto turista, y es que de estos si que hay muchos pululando por la zona. Y eso a pesar del fresco que corre por aqui arriba. A algunos pobres les pilla por sorpresa el repentino cambio de los 23 graditos de hace un rato en Funchal a los apenas 8 que hay aqui en el pico, y con un viento que te deja pajarito, sin ninguna duda.

A mi el fresco me estimula la sed. Bueno, a decir verdad me la estimula cualquier temperatura y situacion, asi que bajando ya del pico por la otra ladera (que da a la parte norte de la isla), es hora de hacer una parada en Ribeiro Frio, un pequeño pueblo que no tiene mucho de peculiar salvo que tiene varios abrevaderos para humanos. Y obviamente, cae otra Coral. Mientras refresco el gaznate veo en el mapa que bajando por esta ladera acabamos en la localidad de Santana, me imagino que otro punto turistico. Pero de pronto se me ocurre que, para evitar el contacto con mis tan odiados turistas, mejor me meto monte arriba por la carretera vieja que entra por un lateral de la poblacion en lugar de coger los tuneles que nos llevan al centro. Y vaya si va a ser una buena idea.

Tengo hambre y me apetece al menos una tapita para que el pedo no sea un exceso. De pronto, cuando apenas empiezan a aparecer las primeras casas de Santana, veo un bar misteriosamente llamado O Barril. Suena bien, vamos a ver si dan de comer. El menda de la barra, un tipo de veintilargos, me dice que si quiero comer me hace una espetada casera, que alli no tienen nada mas. No tengo tanta hambre, pero viendo lo cutre del sitio intuyo que esto va a estar de puta madre. El tipo me dice que me acomode en la terracita y me pone por la cara un vino de degustacion, tipico de la localidad. Empezamos bien.

De pronto ante mi me veo un cuarto de vaca muerta, el tipo me la muestra para que vea lo fresco que es el producto, y comienza a hacerla trocitos delante de mis narices. Obviamente ya le he pedido otra botella de vino, esta vez un Douro portugues, tinto que esta cojonudo y que me recuerda a los mejores Ribera de Duero españoles, por razones obvias. No dire mucho mas salvo que es la mejor espetada que podia comer. Mas aun cuando el tipo me dice que no me va a sacar cubiertos, que lo tipico es comerla con la mano y chuscos de pan. Pan casero que esta mas que cojonudo, por cierto. Bueno, y lo del precio ya es para cagarse de la risa, yo creo que me cobra porque le sabe mal regalarme tanto papeo. Creo que he estado mas de dos horas aqui dandome el festin y casi hasta me da pena dejar Santana, pero hay que seguir carretera adelante hacia el extremo este de la isla.

Pasamos varias poblaciones no tan turisticas como me pensaba (el norte de la isla parece mucho menos turistico que el sur), como Porto da Cruz y Machico, hasta llegar a una lengua de tierra que se mete en el oceano hasta acabar en dos islotes que representan el punto mas oriental de la isla. Muy bonitas vistas, pero poco mas. Y la verdad es que, como siempre, empiezo a tener sed otra vez, pero esta vez de verdad, asi que, como ya va cayendo la tarde, quiza sea hora de recorrer esa media horita que me va a llevar de vuelta a Funchal. Lo mas reseñable de este recorrido es que paso por debajo de la imponentes columnas que sostienen el aeropuerto sobre el mar, que a decir verdad es algo que causa bastante impresion.

Funchal, hotel, todavia una horita y pico hasta que se ponga el sol. Me voy al bar, me abro una Coral y me sumerjo en la piscina, que cojones, me estaba llamando. Me salgo, me tumbo en una hamaca, me abro otra cervecita y dejo que el sol caiga definitivamente. Hora de bajar hasta el centro a enchufarse alguna que otra tapita en el bar del figado. Hoy esta concurrido el sitio, un vejete me empieza a taladrar con el Celtic de Glasgow y la copa de Europa que gano en Lisboa. Por lo visto el estaba en el campo aquel dia. Si, era 1967, ya os dicho que se trataba de un vejete. Entablo conversacion y les digo a los habituales que no saben lo de puta madre que esta este bareto. Vaya si lo saben, por eso no hay quien los saque de aqui. De paso me entero que el sitio se llama Bar Expresso. Bueno, para mi seguira siendo el bar del figado.

Recorro las calles de Funchal (un dia mas y eso que no me queda mucho que ver), y en una sombria esquina lejos de casi todo me encuentro O Nosso Bar, otro sitio cutre lleno de viejos con interesante tapeo. La camarera es una brasileña que se parece a Ronaldinho, vaya dentadura, colegas. Por lo demas, mas cervezas y tapitas variadas. Entre la espetada de O Barril y tanto tapeo en baretos hoy estoy realmente comiendo de puta madre. Y si, lo siguiente es acercarme a cascarme unas ultimas rondas de chumeo en el Venda Velha.

No me habia fijado en las anteriores noches, pero de camino al pub en cuestion, paso por la puerta de un Strip Tease Club. Hombre, pues habra que entrar a ver que se cuece. Por lo pronto el portero ruso que me dice que la entrada es gratuita me cae bien, se le ve simpatico y en busca de clientes, obviamente. Una vez dentro el local esta muerto. Ni striptease ni leches, tan solo una camarera gorda medio en pelotas. La Coral me cuesta 5 pavos, malo, me la voy a acabar y a salir de aqui pitando. Poco a poco empiezan a aparecer putas, alguna se me acerca para pedirme que le invite a una botella de campagne. Anda si, que estoy yo como para historias. Las dos ultimas ya directamente me dicen que suba a cardar con ellas al privado. 150 pavos cada una. Esto... me acabo la birra de un trago y salgo disparado de alli. Ni me despido del ruso, que por cierto esta cobrando la entrada a otros dos clientes. Pringaos.

Pues si, vaya perdida de tiempo y de dinero. Mejor me casco un par de Corales en el Venda Velha, me subo a un taxi para volver al hotel, como ya viene siendo habitual, y una vez alli me abro una o dos mas en el bar. Y lo de siempre, me voy a la cama tan contento. Mañana seguro que me espera otro intenso dia, y supongo que tambien esta extraña resaca sostenida de la que no acabo de deshacerme del todo.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Experiencias madeirenses 2. El oeste de la isla

Buenos dias. Buenas resacas. Es lo que tiene levantarse temprano despues de tanta carallada. Pero hay que estar activo, tenemos un interesante dia de carretera por delante para visitar toda la parte oeste de la isla de Madeira, asi que vamos a desayunar y coger fuerzas. El desayuno en si no esta mal, no es mi habitual desayuno escoces pero me puedo conformar, sobre todo porque con la resaca tampoco me entra la comida demasiado bien. Claros y nubes sobre Funchal, aunque parece ser que alla a donde vamos la cosa va a estar algo mas nublada, nos adaptaremos a lo que sea.

Salimos de Funchal en direccion oeste por la autopista que atraviesa toda la parte sur de la isla. Esto es una sucesion de localidades turisticas concatenadas sobre las diferentes laderas de las montañas. Quinta Grande, Ribeira Brava, Punta Do Sol y muchas otras poblaciones van quedando atras entre fantasticos paisajes que combinan montaña con mar de una forma casi perfecta. La autopista es una sucesion de tuneles, menuda pasta se han dejado aqui en infraestructuras, es evidente que en una isla que es un pedazo de roca es muy complicado hacer una carretera en linea recta salvo que atraveses la roca propiamente dicha. Y eso han hecho, perforar, y aun asi no os creais que la cosa es muy recta del todo.

Tenemos llovizna a ratos y la cosa parece que va a ir empeorando, a pesar de que los 20 grados no los mueve nadie. En un momento dado se nos acaba la autopista y comienzan las carreteras guapas de montaña, parece ser que estan acabando de construir mas tuneles nuevos y mientras tanto nos toca disfrutar de la carretera vieja. Oye, pues esto me da una buena idea, quiza podria parar en alguno de estos pueblecillos que ahora voy atravesando y que ya tienen bastante poco de turistico. Una cervecita en una de estas aldeas no me vendria mal, pues alla voy.

Paro en un sitio que parece el tipico bar de aldea, pero al entrar pronto me doy cuenta de que tambien es una tienda de ultramarinos, papeleria, correos, venta de tabaco, de souvenirs, de casi todo lo que quieras, y al final, si, la barra, la minibarra, eso si, con gran variedad de botellas y por supuesto Coral, que desde ayer ya empieza a ser nuestra cerveza preferida. El hecho de que no hablen ingles me confirma que por estos lares turismo hay poco, logicamente el precio por la birrita es irrisorio, creo que ha sido una gran idea lo de parar en este lugar. No se ni como se llama la aldeucha, pero ya estamos muy cerca de nuestra proxima parada, Ponta Do Fargo, la poblacion en el extremo suroeste de la isla. En un espectacular mirador y rodeado de vacas, tomo unas fotos acojonantes de los macabros acantilados y de un faro perdido que nos indica que efectivamente estamos en la misma punta. Alla a tomar por culo, y mas alla del oceano, America.

Rumbo norte y montaña arriba atravesamos una cerrada niebla que coincide con una mas cerrada todavia vegetacion selvatica que cae sobre la carretera desde todas partes. El viento y la lluvia tambien se nos echan encima y, a pesar de que la temperatura es muy agradable, el clima es bastante inhospito ahora mismo. A no mucho tardar llegamos al extremo noroeste de la isla donde, bajando un acantilado y junto a la costa, se encuentra otra bonita poblacion llamada Porto Moniz, conocida por sus piscinas naturales formadas por el mar entre las rocas. Vuelven a aparecer los turistas. Unas fotitos y salgamos rapido de aqui.

Ahora vamos bordeando la costa norte de la isla en direccion este y la verdad es que ya hay gazuza. Paramos como por inercia en una poblacion llamada Seixal. Los huevos por inercia, aun me acuerdo que el vino que me casque anoche para cenar se llamaba Seixal. Vemos un restaurante donde no parece que haya presencia turistica, vamos a ver que nos ofrece. Para mi decepcion no tienen ningun vino autoctono, asi que decido que lo mejor es continuar a Corales. Hoy probaremos el pulpo, otro clasico de la gastronomia de la isla, y que esta realmente cojonudo, y un arroz de pescado y marisco que me defrauda un poco porque tiene mas ingredientes congelados que frescos. No muy lejos de aqui queda un parque eolico en lo alto de las montañas que tiene pinta de ofrecer espectaculares vistas. Quiza sea nuestra proxima parada.

Seguimos conduciendo tras haber llenado el estomago y refrescado el gaznate. La lluvia ya es incesante, la niebla va a ratos segun subimos y bajamos las montañas. Cogemos los desvios adecuados para el susodicho parque eolico pero a unos 1200 metros de altitud la carretera esta cortada, no podemos llegar hasta arriba. Parece ser que la pista no esta en muy buen estado por ahi arriba debido a la inesperada mala climatologia de hoy. Pues una pena perderselo, pero tampoco vamos a sufrir mucho, Funchal no esta muy lejos de aqui y a mi me esta empezando a entrar sed de verdad. Empiezo a pensar en el bar del figado y el pub de anoche y me empiezo a emocionar. Hale a Funchal, cojones.

Imprudentemente, de pronto se me ocurre meterme con el coche en pleno Funchal y visitar varios puntos interesantes conduciendo por las estrechas, macabras y peligrosas calles. Realmente no quiero recordar esto porque casi sufro un puto infarto. Montaña abajo por una estrechisima calle se me bloquean los frenos y tengo que hacer un autentico rally que casi acaba con el coche, mi persona y algun que otro peaton despistado, despeñados y a trocitos en el fondo de algun barranco. Tras haber salvado la vida a base de derrapes y un autentico desafio automovilistico, agradezco a la providencia el haber aprendido a conducir tan bien cuando era joven. Que le den por culo al coche y a las putas calles de Funchal, yo me voy al hotel y me casco unas cuantas Corales. Para olvidar el mal rato pasado, ya se sabe.

Apenas acaba de anochecer cuando ya llevo dos o tres cervecitas en la terracita del hotel. Aqui en la capital el clima es bastante mejor que lo vivido hoy en el resto de la isla. Asi que me decido a bajar al bar del figado, donde me hago varias tapitas para cenar, obviamente acompañadas por Corales. Despues me doy un interesante y cansino paseo por todo el centro, a un lado y a otro, sin parar, no me quiero perder nada, aunque estoy realmente cansado. Despues de unas tres horas me doy cuenta de que ya no puedo ni andar, pero estoy al lado del Venda Velha, el pub donde acabe anoche. Pues el plan va a ser el mismo, cervezas hasta aburrirme. Total, al lado tengo mi parada de taxis preferida. A eso de la medianoche pillo uno de vuelta al hotel y una vez alli me hago dos cervecitas mas y a la cama. Necesito descansar. Mañana sera otro dia.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Experiencias madeirenses 1. Tarde noche en Funchal

Madeira, esa isla en mitad del Atlantico, no muy lejos de las costas de Marruecos, perteneciente a un archipielago de cinco islas (solo dos de ellas habitadas) y bajo dominio de Portugal. Pues hacia ahi es a donde el vikingo macabro esta vez ha decidido dirigir sus pasos. Veamos que se cuece por estas tierras insulares, conocidas por su espectacular flora, exquisitos vinos y gran transito turistico. Pero, como os podeis imaginar, esto de los turistas a mi me la va a soplar bastante. De hecho, por eso vamos a realizar este viajecito casi rozando el invierno, para no encontrarnos con muchos. Eso si, las temperaturas entre 20 y 25 grados no nos las va a quitar ni Cristo.

Aterrizamos en el acojonante (porque realmente da un poco de mal rollo) aeropuerto construido sobre el mar a base de imponentes columnas que sostienen la pista de aterrizaje. Esta puta isla es una montaña gigantesca, con lo que no hay ningun sitio plano donde poder aterrizar, de ahi esta barbarie de la ingenieria. Pero lo importante es que ya estamos aqui, dispuestos a recoger un coche de alquiler que, teniendo en cuenta las carreteras que nos vamos a encontrar, va a ser como ir en una montaña rusa, y en un ratito ya poniendo rumbo a la capital, Funchal, localidad de origen de Cristiano Ronaldo, donde tenemos ubicado nuestro hotel.

Funchal es una ciudad construida en una inclinadisima ladera. Mejor dicho, los primeros pobladores se asentaron en la costa, y como no habia mas sitio para que la ciudad creciera, alguien decidio abrirse paso cuesta arriba a traves del monte para construir mas y mas y mas casas. Una autentica locura. Nuestro hotel, A Casa Do Caseiro, esta en una inclinadisima calle (como todas) por la que apenas cabe un coche y gracias. Por supuesto es de doble sentido, para que haya mas diversion para los conductores. Pero no hemos elegido mal, es que toda la puta ciudad es asi.

Despues de acomodarnos en una habitacion decorada como la de mi bisabuela y con un apestoso olor a incienso, nos hacemos cargo de que en este hotel, casa o lo que sea, solo se habla portugues. La empleada es una señora de cuarenta y largos que tiene forma de mesa camilla, redonda como una pelota. Por fortuna mis origenes me permiten dominar bastante bien el portugues, aunque el acento de esta isla me resulta mas que extraño. Este dominio idiomatico, por cierto, me va a venir muy bien en lo sucesivo, sobre todo en mi afan por evitar turistas y sitios donde te pueden sacar los dos ojos y un riñon por tomar un simple refrigerio.

Veinte minutos en picado. Ese es el camino desde el hotel hacia el centro. Cuesta abajo hasta el punto que al final te duele el dedo gordo del pie de tanto chocar con la punta del zapato. Hubiera sido mas rapido lanzarse rodando. Tengo sed, lo de siempre, que si no me hago con una cerveza rapidita me da un chungo. Como me suele pasar, ya entrando al centro de la ciudad, me topo de morros con un bar de viejos. Nadie habla nada que no sea portugues, fantastico, aqui turistas pocos. Degusto la cerveza local, tipica de la isla, se llama Coral, y esta sencillamente cojonuda, una lager con mucho cuerpo, sabor intenso pero a la vez facil para el paladar. Me doy cuenta que hay un mostrador con tapitas y alla voy, me pido una sande de figado, o sea, un pequeño bocatita de higado en tomate. Impresionante. No se como se llama el bar, pero a partir de ahora va a ser el bar del Figado.

Finalmente, ya menos sediento, llego hasta el paseo maritimo, ya ha caido el sol y esta oscuro, hay algo de trafico pero poco a poco se va disipando. Los funchalenses desaparecen de la calle a partir de las 6 o 7, tan solo queda por ahi algun turista perdido, gente que sale de currar tarde y va casi corriendo por la calle y pordioseros durmiendo entre cartones. De estos hay muchos, mas de los que pudiera imaginar en un lugar tan turistico como este. Tambien es cierto que con un clima benigno todo el año, eso de dormir al aire libre es hasta placentero, ademas, con eso de que van pidiendo cigarritos y dinero a los turistas, pues parece que hasta se sacan un sueldo y colman sus vicios.

Paseando por las calles veo, todo entre sombras y a la luz de las farolas, la catedral, varios jardines y una de las muchas zonas de restaurantes para turistas, donde decido parar porque, a pesar del figado, tengo hambre, y al fin y al cabo hay que experimentarlo todo, a ver que tal tratan aqui a los turistas. Elijo un restaurante al azar porque la camarera que hay en la puerta esta de buen ver, obviamente es un reclamo, la que me sienta en la mesa y me sirve es un puto ñu. Cambio de tercio y decido hablar en escoces, ya que estamos en un sitio de turistas. Obviamente no me entienden, mejor lo intento en un ingles algo mas correcto. Ahora si, me sientan en una terracita entre palmeras y todo tipo de vegetacion tropical y me sirven un vino tinto de la isla, un Seixal, que no esta mal pero tampoco es nada del otro mundo. Y para cenar el plato mas tipico de la gastronomia de Madeira, la espetada, un palo de laurel con trozos de vaca clavados y cocinados sobre brasas. Para acompañar, bolo de caco, el pan tradicional de por aqui, con su contundente sabor a ajo y perejil.

Me he puesto hasta el culo, asi que para bajar la cena lo mejor es otro intenso paseo de lado a lado de la ciudad por su parte costera. Despues de pasar unas cuantas zonas de restaurantes muy pijos, de esos que hay cabrones tocando el violin y camatas con palos de escoba incrustados en el culo, llego a una especie de pub que me da buenas vibraciones. Hay unos mendas haciendo ponchas, un brebaje tipico de la isla, que obviamente no me voy a resistir a probar. Me parece una puta mierda dulce con ron y frutas. Me pido un vodka con naranja, tampoco esta muy alla, acabo a cervezas, Coral, por supuesto.

Lo cierto es que relajandome en el pub de los cojones, que por cierto se llama Venda Velha, me estoy poniendo tremendamente ciego. Cuando me levanto en direccion a la puerta casi me caigo dos o tres veces, y ahora resulta que tengo que subir otra vez mas de media hora en direccion al hotel. Coño, lo tienen todo pensado, justo en la puerta trasera del pub hay una parada de taxis. Me subo a un Mercedes amarillo (aqui todos los taxis son Mercedes y amarillos) conducido por un tipo que parece un moro, pero que en realidad es un autoctono un poco mas oscuro de lo normal, y eso que ya de por si muy claros no son. El tipo solo habla portugues, lo cual me reconforta, se que no es el tipico atracaturistas. Pero esta loco, se mete por callejones de mierda a todo lo que da el taxi, casi nos vamos a tomar por culo varias veces montaña abajo, aunque me da igual, llevo un pedo considerable.

Una vez de vuelta en el hotel veo a otra tipa cuarentona con pelo setentero de seta. Otra que solo habla portugues, debe de ser la recepcionista de noche o algo asi. Le pregunto si esta abierto el bar, no, pero me lo abre y me deja alli solo para que me sirva a discreccion. Tranquila, tranquila, que no me lo vas a tener que repetir. Me casco dos cervezas (Coral) y un ron con cola. Me voy a dormir mas contento que un tiburon en una carniceria.
 
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