jueves, 30 de marzo de 2023

Vienna Concerto 2. Mozart era alcoholico

Joder, ¿que pasa aqui? Cuanta claridad, cuanta luz, que barbaridad. ¿Pero que cojones? Si aun son las siete de la mañana. ¿Tan pronto y el sol ya ahi arriba dando por culo? Bueno, vale, pues habra que levantarse, porque con el astro rey pegandome en la cara no creo que pueda dormir mas. A ver que tal estoy... Bueno, algo de dolor de espalda, cosas de la edad y de la cama de mierda donde me he tumbado, pero mira, no hay resaca. Claro que tampoco me dio tiempo a mamar lo suficiente. Yo creo que con una buena ducha y un cafe bien cargado todo esto se soluciona. Pero veremos si puedo salir de la cama, joder, es que estoy hundido en el colchon y esto no para de hacer ñiqui ñiqui. Vaya mierda de camastro, con razon me despierto tan hecho polvo. Bueno, venga, menos quejas y a mover el culo. Buenos dias, Viena.

Me tomo el susodicho y potente cafe en la pequeña cocina del apartamento, que queda en el nivel superior. Si, creo que ya comente que estoy en un duplex. Arriba tengo la cocina y una especie de salon cutre con un sofa y una mesa, y abajo se localiza el dormitorio, el baño y mi lugar preferido siempre que estoy de vacaciones, el balcon. Ya iremos desarrollando todas y cada una de las estancias a medida que sea necesario. De momento intento leer las noticias del dia en mi celular mientras me enchufo el cafe, pero pronto me doy cuenta de que no dispongo de conexion a internet. El puto wifi gratuito no funciona. Contacto con la empresa propietaria del alojamiento y me dicen que lo sienten mucho pero que ellos no pueden hacer nada, que es cosa de la compañia que suministra el servicio y blablabla. Lo de siempre, disculpas y excusas, todo menos arreglarlo. Aun asi, tengo paciencia y les digo que voy a estar todo el dia fuera, asi que me la suda, con tal de que a la noche o mañana a primera hora ya este funcionando.

Despues de una muy agradable ducha, decido comenzar mi aventura por las calles vienesas, esperando que tengan algo mas de movimiento que anoche. Veo alguna que otra persona y unos pocos vehiculos, pero la quietud y el silencio siguen siendo la nota imperante. Me da a mi que estos austriacos son de lo mas tranquilo y disciplinado, lo cual no me disgusta, ya que las culturas gritonas y simiescas provocan bastante rechazo en mi persona. De todas formas esta tranquilidad comienza a resultar excesiva, asi que, tras un buen rato paseando por la zona, decido buscar algo mas de accion enfrascandome de lleno en las viejas callejuelas del centro de la ciudad, algunas de las cuales incluso se remontan a tiempos medievales.

Como por casualidad, y tras visitar algunas localizaciones interesantes como el Hoher Markt, donde durante setecientos años se estuvieron acometiendo ejecuciones publicas, acabo dandome de bruces con el que fue el apartamento de Mozart durante su estancia en Viena. Por supuesto el lugar a dia de hoy se ha convertido en un museo. Y logicamente yo, gran fan del bueno de Wolfgang Amadeus, me apresuro a visitarlo. Tres plantas. La superior dedicada al modo de vida vienes de la epoca, nada interesante. La segunda planta explicando la obra compositiva del genio de Salzburgo, incluyendo algunas partituras originales con las cuales babeo bastante, especialmente Las Bodas de Figaro y el Requiem. Y en la primera planta se ubica el apartamento propiamente dicho en que Mozart residia, que ha sido recreado lo maximo posible acercandose al original. Mi primera actividad cultural en Viena no me ha defraudado en absoluto, pero lo cierto es que a estas horas, con el mediodia ya ampliamente superado, la sed y la gazuza comienzan a asolarme, asi que... vamos a refrescar el gaznate, cojones.

Me siento en una terraza ubicada en una placita llena de turistas donde hay hasta un tio tocando el acordeon. Todo muy bonito y romantico, pero resulta que esto es una especie de restaurante italiano pijo donde la camarera es bastante seca y maleducada, y para mas inri el menu, el cual curioseo, es una puta mierda. Sin pedir nada, y bajo la atenta mirada de la camata con el gesto torcido, me levanto y continuo con mi paseo. No me vais a sacar la pasta, asaltaturistas de las pelotas. Sigo caminando direccion sur y llega un momento en que el centro de la ciudad se acaba. Una amplia avenida parece delimitarlo. Mucha menos gente y algo de trafico, pero ante mi aparece un local bastante cutre y diminuto con apenas tres mesas en la terraza. Aqui me siento. Y va a resultar todo un acierto.

El menu, ahora si, es todo comida tradicional austriaca. Un camata muy cachondo, ya en sus cincuenta, aparece dando brincos y haciendo extraños chistes en aleman. Intuyo que son chistes porque el tio se parte la caja el solo, aunque igual me esta llamando hijo de puta. Pronto me doy cuenta de que tambien maneja bastante bien el ingles y entonces le pido una cerveza (iba siendo hora) y una salchicha con mostaza, de esas que son tan habituales por estos lares. El tio sigue con sus chistes raros (ahora en ingles) y acto seguido me saca la chela. Asi me gusta, lo primero es lo primero. Se trata de una Thalheim, que segun indica el camarero saltimbamqui es una cerveza de mantequilla. No se a que se refiere, porque en la botella pone que es tipo pils y a mi me sabe a pils. Quiza sea otro de sus putos chistes. Y a todo esto la salchicha esta de pelotas, pero lo de la mostaza es inenarrable. Que puto placer. Hasta el punto de que pido mostaza extra para jalarmela sola con una cuchara. Que barbaridad. Y por supuesto otra Thalheim.

Entre el camata raro, el papeo cojonudo y las dos chelas, he pasado el mejor rato del dia hasta ahora. Mirando el mapa, me doy cuenta de que estoy junto al Palacio Belvedere, que tiene unas exposiciones de arte brutales en su interior, aparte de unos espectaculares e inmensos jardines que realmente quitan el hipo. Me doy un paseo por ellos y hago unas cuantas fotos al edificio del palacio propiamente dicho, pero lo cierto es que hoy ya visite un museo y no me apetece entrar a ver cuadros a estas horas, sobre todo despues de haberme metido ya dos cervecitas. Es como si el cuerpo me dijera que despues de las dos primeras lo mejor es no parar ya. Ademas, comienza a avanzar la tarde y no se si me dara tiempo a ver todo lo que da de si el palacio, porque creo que cierra en un par de horas. Asi que decido dejarlo para mañana. De esta manera tengo una buena excusa para volver a parar en el sitio del camata saltarin y meterme otra buena salchicha con mostaza.

Casi una hora de paseo me devuelve al apartamento. Lo suyo seria directamente irme de garitos, pero lo cierto es que necesito entrar a mear y dejar unos cuantos folletos que he ido agarrando por aqui y por alla. Eso si, lo siguiente es recorrer cuatro manzanas para encontrarme de bruces con el pub irlandes del barrio, el Charlie P's. Alli lo primero que me encuentro es a un joven camata con una camiseta del Celtic, ya sabeis, mi equipo. Empezamos bien. El tipo es bastante simpatico y me confiesa que no es del Celtic ni nada parecido, el es austriaco, y de hecho ni le gusta el futbol. Pero como curra aqui, pues mira, va a juego con el pub. Y de paso me sirve una pinta de Ottakringer, otra buena chela del terreno, que esta realmente cojonuda. Aunque ya me empieza a tocar las pelotas el hecho de que la costumbre del pais sea servir la cerveza sin espuma. Hombre, que no es lo mismo, cojones.

Antes de que oscurezca, un pensamiento que casi tenia olvidado viene a mi cabeza. Joder, si tengo un balcon en el apartamento. Deberia de comprarme unas chelas en alguna tienda para hacer una buena cata en mis momentos de asueto. Dicho y hecho. A unos pocos minutos del pub irlandes encuentro un Billa, la cadena de supermercados por excelencia en Austria. Y alli me vuelvo loco. Esto es el puto paraiso de la cerveza. Hay tantas marcas que intento hacerme con todas y no puedo. Al final, entre el jugo de cebada y alguna que otra vianda mas para picar, no puedo con el peso de la cesta que he pillado para cargar, la cual tengo que ir casi arrastrando. Estos austriacos son tan rigidos y estrictos, que no paran de mirar con la maxima extrañeza a un tio que va por el medio del pasillo encorbado empujando una cesta llena de chelas. Y digo bien, pasillo, solo uno. Lo del Billa este tambien es de lo mas curioso. Se trata de un supermercado con un unico corredor que va rodeando todo el establecimiento. Todos los clientes van en perfecto orden, en fila india, uno tras otro, agarrando de un lado y otro los alimentos que necesiten. Claro, imaginaos al que venia detras de mi y ha tenido que esperar diez minutos a que cargara con todas mis chelas. Se estaria cagando en mi puta madre. Pero me la suda. Yo ya tengo lo mio.

En la caja me atiende un tipo de piel oscura que es un puto maleducado. Me dice dos o tres cosas en aleman que, obviamente, no entiendo. Intuyendo que me pregunta si quiero bolsas o pagar con tarjeta (no se que mas me puede preguntar), le indico por señas que si a ambas cosas. El tipo me da un manotazo y me tira la tarjeta al suelo, sin saber muy bien a que viene semejante comportamiento. Tras recoger el plastico del piso, me encaro con el casi nariz con nariz y le espeto un "¿que te pasa, gilipollas?" que intuyo que, aunque no hable ingles, ha entendido perfectamente. Con malos modos me da dos bolsas y al final pago y me voy. No estoy para grescas y la verdad es que con tanto mamoneo recien adquirido lo unico que quiero es volver al apartamento y empezar a beber como un loco. Y al tipo de la caja que le jodan. Debe de estar molesto por la cara que le dio Dios al nacer, porque mira que era feo. Pero ese no es mi problema, desde luego.

Ya en el apartamento, ubico todas las chelas y el papeo en la nevera, y entonces me doy cuenta de que tengo un autentico arsenal. Pues empecemos la fiesta, joder, que son las siete y me da que si salgo a la calle ya empieza a ser la hora de los fantasmas. Y no estoy ahora como para darme otro paseo mortuorio como el de ayer. Landgraf, Wieselburger, Puntigamer (mi preferida), Zipfer, Gosser... son solo algunas de las fantasticas cervezas que comienzan a caer por mi gaznate hasta altas horas. Acompañadas por supuesto por un estupendo jamon de la selva negra y varios tipos de pescados marinados. Salgo al balcon, donde, a medida que oscurece, cada vez hace mas frio. Durante el dia la temperatura llego a ser, en algunos momentos, incluso algo excesiva para mi. Pero lo cierto es que ahora, entre el fresquito y el chumeo, estoy en la gloria. Eso si, el puto balcon no tiene vistas a ninguna parte. Tan solo veo el edificio de enfrente, ya que estoy en las ultimas plantas y una enorme cornisa me impide ver la calle. Aunque en verdad, para lo que hay que ver... ya sabeis, oscuridad y silencio. Pues si, amigos, Viena me inspira. Supongo que todo esto es porque por la mañana visite la casa de Mozart. Y no, no es que vaya a componer una sinfonia o una opera. En realidad prefiero dedicarme al hobby preferido del amigo Wolfgang Amadeus. Ya sabeis, beber.

miércoles, 29 de marzo de 2023

Vienna Concerto 1. Noche fantasma

Aeropuertos. Si, ya se la cantidad de veces que he despotricado en mis textos al respecto de estos lugares. Que si el gentio, que si los olores, que si el excesivo control... ¿Pero sabeis que pasa? Que al final a todo se acostumbra el ser humano. No solo eso, sino que ahora me doy cuenta de que incluso empieza a gustarme todo este asunto. Lo tomo como parte del viaje, un entretenimiento mas. Que si las colas, que si la espera, que si la cervecita de rigor antes de subir al avion... Y si, como en este caso, estoy medianamente despejado porque no se trata de uno de esos incomodos vuelos de primera hora de la matinal, pues mejor que mejor. Claro que el hecho de despegar ya a media tarde lo que va a provocar es que llegue a mi destino, que al fin y al cabo es lo que interesa, a altas horas de la noche y con el tiempo justo de entrar a mi alojamiento y tumbarme a dormir. O quiza no. Bueno, ya veremos. De momento, lo dicho, pinta de cerveza y en un par de horitas a cruzar los cielos de Europa.

Viena, que ciudad mas monumental y musical. O al menos es lo que se dice de ella. Pronto lo comprobaremos. Pues si, este es el lugar que nos va a acoger durante las cuatro proximas jornadas, la eterna capital austriaca. Parece mentira la cantidad de personajes de relevancia que ha dado esta pequeña (aunque en sus tiempos fue todo un imperio) nacion centroeuropea. Mozart, Niki Lauda, Schwarzenegger, Adolf Hitler... una lista que no acabaria nunca. Lo cierto es que una estancia tan breve no nos va a dar para ver todo lo que es requerido en tan importante capital, pero cuanto menos intentaremos hacer un par de actividades medianamente turisticas y, por supuesto, refrescaremos nuestros gaznates lo mas posible con uno de los productos estrella de esta zona del planeta. Si, muy obvio, cerveza. Pero ademas de la buena. Ah, y no nos olvidemos de las tipicas salchichas que se consumen tambien por estos parajes. Alguna que otra tambien caera.

Aterrizamos sin demasiados problemas, salvo que el piloto por lo visto no calcula bien la distancia al suelo y nos damos un tremebundo golpetazo al tomar tierra, con los consiguientes gritos de espanto por parte de algunos de los pasajeros menos experimentados en estas lides. Para mi que el tren de aterrizaje ha petado, porque los ruidos que el avion va haciendo bajo nuestros pies mientras rueda por la pista intentando perder velocidad no son nada agradables. Pero al fin y al cabo no es mi problema, yo no voy a pagar el destrozo y en cualquier caso al final acabamos estacionados junto a la terminal. A continuacion atravieso un muy liviano y agil control de pasaportes donde nadie me pregunta absolutamente nada y el guarda fronterizo ni me mira a la cara. Debe de ser que como es tarde el tio esta hasta los cojones de ver jetos y solo quiere irse a su cama a dormir. Y bueno, que ya estamos en Austria. Que empiece el festival.

Previamente ya habia contratado un taxi para que me llevara del aeropuerto hasta el alojamiento, en una zona bastante centrica de la ciudad. Mas que nada porque es tarde y no se yo como funcionara aqui el tema del transporte publico. Daniel es un simpatico personaje de cincuenta y pico, pelo totalmente canoso, andares un tanto afeminados y amable hasta la extenuacion. Durante los veinte minutos de conduccion entre las oscutas carreteras y calles vienesas, me da bastante chachara. Es asi como me entero de toda su vida. Rumano de nacimiento, muy joven llego a Austria huyendo del comunismo (lo que hacen todas las personas de bien), y es asi como tiene familia diseminada por toda Europa y hasta en Estados Unidos. Un buen y modesto trabajador que se gana la vida honradamente a los mandos de su taxi. Me deja justo en la puerta de mi apartamento y me da su tarjeta por si requiero de sus servicios al volante en algun otro momento a lo largo de mi estancia. No lo descarto, aunque de momento lo primero es lo primero. Ya estoy en Viena y ahora, pues ya os podeis imaginar, tengo mucha sed.

Rapidamente procedo a analizar el apartamento duplex que me ha tocado en gracia. Todo parece medianamente en orden y realmente limpio y moderno. Como tengo bastante prisa, no me detengo a inspeccionar nada, salvo un rapido vistazo a un balconcito con vistas a ninguna parte que supongo que me dara juego a la hora de hacerme mis tipicas cervecitas caseras. Son ya mas alla de las diez de la noche y me hago cargo de que a estas horas no me va a quedar otra que mamar en algun pub, porque los supermercados para conseguir metralla ya han debido pasar a mejor vida. Pues venga, a poner los pies en la calle y a buscar un abrevadero. Aunque tras caminar mis primeros pasos por esta urbe, me doy cuenta de que esta tarea puede resultar mucho mas dificil de lo esperado a priori.

Me cago en la puta, estoy en una ciudad fantasma. Tras recorrer varias calles durante unos cinco minutos, me hago cargo de que no me he cruzado con absolutamente nadie. Hasta las farolas estan medio apagadas y todo es oscuridad y quietud. Pero una quietud que asusta, en serio. Detengo mi caminar y miro a mi alrededor. Nada. Y lo que es aun mas inquietante, ni un solo ruido. El silencio mas absoluto. Joder, estoy en mitad de una calle de doble direccion en Viena y parece que haya entrado en una camara anecoica, esas habitaciones que estan tan aisladas que no dejan entrar ni el mas minimo sonido. La puta noche fantasma es jodidamente aterradora. A ver, si al menos pudiera hacerme una chelita, aunque fuera en silencio, pues vale, lo aceptaria. Pero es que no hay ni un puto garito abierto. Los cojones de la jodida Viena.

Totalmente desolado decido volver al alojamiento, cabizbajo y con los hombros caidos en señal de resignacion. Aun asi, como soy un hombre de fe, decido tomar una ruta distinta por ver si suena la flauta y me encuentro una cerveza colgando de un arbol o algun milagro de esa indole. Y ya se sabe que todo peregrino penitente, al final, obtiene su recompensa. A lo lejos escucho a tres o cuatro personas cantando "happy birthday", lo cual ya incluso me hace pensar que, en mi ansiedad, me estoy volviendo majara y tengo ilusiones auditivas. Pero no, ahora ya incluso diviso una tenue luz al final de la calle. Y parece que sale de un edificio, y parece un local comercial, y... espera, espera, que resulta que es un pub. Y esta abierto. Y hay gente dentro bebiendo. Sin darme cuenta mis piernas han comenzado a correr. Ya estoy frente a la barra. No es un sueño, es real. Empecemos.

Un camarero melenudo con la tipica camiseta de banda de heavy metal me pone una cerveza de medio litro que yo creo que ni le he pedido. Asi, por las buenas. O igual es que ha visto mi gesto desesperado y ya sabia lo que hacer. Este si que es un puto profesional. Al final van a caer hasta cuatro jarras de Stiegl, que es una de las chelas austriacas mas famosas, bastante correcta aunque no de las mejores. Como el peludo, que esta solo en todo el bar, que por otro lado es inmenso, tambien esta haciendo algo parecido a pizzas para otras mesas, yo le pido algo para menear al bigote. Y me responde que solo hace flammkuchen, que por lo visto es una especie de pizza al estilo austriaco, cargadisima de queso de cabra y que esta seriamente cojonuda. O quiza es por las horas que son y las chelas que llevo, pero lo cierto es que me sabe a gloria.

Lamentablemente, el sitio no tarda mucho en cerrar. Por lo poco que puedo hablar con el jevuta, que habla un ingles mas que correcto, parece ser que estos no son horarios para tener nada abierto en Viena. Y menos un miercoles como hoy. De ahi que no haya ni un solo pub funcionando y por las calles se respire la muerte. Pero el tio me dice que este es un local independiente y el se pasa las reglas bastante por el forro. La decoracion del garito, que por cierto me entero que se llama Luxor, es de lo mas peculiar y variada. Ambientacion musical y cinematografica mezclada, un cuadro enorme de varios cientificos posando e incluso una reproduccion a tamaño natural del reloj de la pelicula clasica Metropolis. Que bareto mas cojonudo. Y lo cierto, y mas importante, es que ya he saciado mi sed de jugo de cebada. Al menos hasta que el sol vuelva a salir. Ahora toca dormir, aunque ya os anticipo que la cama no va a ser nada comoda. Veremos como despierto.

 
Clicky Web Analytics