jueves, 29 de septiembre de 2022

Una semana en Rumania 7. Religion y enologia

Abro los ojos y me encuentro con que por fin llego, para mi desgracia, la ultima jornada en esta nacion que nos ha acogido durante la ultima semana. Si, amigos, hoy es nuestra despedida de Rumania. Y bueno, que para empezar la cosa no pinta mal, ya que las buenas noticias es que hoy parece que no tengo resaca. Eso si, el estomago ya es otra historia. Los excesos acumulados empiezan a pasar factura. A mitad de noche me ha tocado abandonar mi reconfortante sueño y salir corriendo a realizar un vaciado de emergencia. Y ahora, a primera hora de la matinal, otra cagalera abrasiva me deja completamente pegado a la taza durante unos largos y sufridos minutos. Nos hacemos viejos y la edad ya no perdona, pero a estas alturas ya nada podemos hacer al respecto. Bueno, si, podriamos dejar de excedernos, pero vamos, eso esta claro que no entra dentro de nuestros planes. Que cojones, para lo que nos queda... disfrutemos.

Pero dejemos de quejarnos tanto y comencemos con la actividad. Hoy disponemos de todo el dia y lo cierto es que me apetece pasear por la urbe y visitar unas cuantas cosillas, al menos aquellas que pillan mas cerca del alojamiento. No me planteo grandes caminatas, como las que hace años tuve ocasion de realizar en Tokyo, Buenos Aires o New York, porque a traves de la ventana puedo observar un cielo completamente azul y una bola amarilla que me da la sensacion que debe de calentar mas de lo deseable. El aire acondicionado del apartamento esta muy bien pero ahi la fuera la cosa debe de estar bastante horneada. Y efectivamente lo esta. Horrible.

En cuanto pongo el pie en la calle me doy cuenta de lo que me espera a lo largo de toda la jornada. El ambiente es, simplemente, torrido. Debemos de estar casi a treinta y cinco grados centigrados, y si yo ya sufro con mas de veinte, os podeis imaginar el mal rollo que le acaba de entrar a mi cuerpo. Aprovechando las sombras que proporcionan los edificios, intento avanzar, aunque muy lentamente porque me estoy, literalmente, asando. Pero lo cierto es que no puedo aguantar semejante temperatura durante mas de cinco minutos. De repente, justo ante mi aparece mi salvacion, ofreciendo sus piadosas puertas abiertas a todo aquel peregrino en busca de cobijo y recogimiento. Si, colegas, habra que dar las gracias al de alla arriba porque ha colocado una iglesia en mitad de mi sufrido camino. Pues ahi que me meto, sin pensarmelo ni un segundo. Ya se sabe lo fresquito que se esta dentro de estos templos. Y efectivamente, una vez penetro en la construccion, la temperatura debe de haber bajado por lo menos quince grados. Que alivio.

Rumania es un pais, basicamente, de religion cristiana ortodoxa, asi que la mayoria de sus iglesias son de esta confesion. Y la verdad es que los templos ortodoxos son especialmente hermosos, tanto en su construccion, como en sus ornamentos y decoraciones. Asi que, aparte de pegarme un descanso en mi sufrido y sofocante caminar, tambien disfruto de echar un vistazo al lugar. Y del servicio. Si, asi es, es domingo, mediodia, y hora indefectible del servicio religioso ortodoxo. Bueno, a ver, yo soy hinduista, asi que no me voy a poner a hacer señales de cruces, ni arrodillarme, ni nada por el estilo, pero mientras sea bien recibido y, lo mas importante, pueda disfrutar del fresco durante unos minutos, no pienso molestar a toda esta gente que esta a su rollo y, ademas, pasa olimpicamente de mi sudorosa presencia.

Este encuentro con el Señor me ha dado una brillantisima idea, la cual voy a desarrollar a lo largo de las proximas horas en mi paseo por todo el casco viejo de la ciudad. Lo que voy a hacer es caminar durante cinco o seis minutos, lo que aguanta mi cuerpo bajo esta horripilante temperatura, y entonces refugiarme en una iglesia. Descanso. Cinco o seis minutos mas y otra iglesia. Y asi sucesivamente. Y no va a ser dificil, porque mira que hay putas iglesias ortodoxas de estas en la zona vieja de Bucarest. Dicho y hecho. O tal vez no. Siempre hay un pequeño borron en toda buena estrategia, y es que tras la segunda o tercera parada, lo que aparece ante mi no es una iglesia ortodoxa, sino una sinagoga judia. Y ahi no es que no haya servicio dominical, es que directamente la puerta esta cerrada con unos candados mas gordos que mis puños. Estos judios siempre tan hospitalarios.

Pero en cualquier caso, y con la estrategia eclesiastica, al final si que me doy una buena caminata por toda la parte mas centrica de la ciudad, y ademas me llevo en el zurron la visita a diez o doce templos y el asistir en primera persona a la celebracion de varios bautizos y bodas. Aunque tambien hay que decir que en un momento dado empiezo a cambiar las iglesias por pubs, especialmente por aquellos que tienen aire acondicionado. Y es que en estos lugares de perdicion, ademas del cuerpo, tambien puedo refrescar el gaznate. Y que cojones, que de tanto andar ya me estaba entrando una sed que no podia mas con la lengua. Asi que, poco a poco, y mientras recorro las mas centricas calles de la capital, voy empezando a agarrar un cierto puntillo que ya no voy a soltar hasta que abandone Rumania.

Ya deben de ser como las cuatro de la tarde y, debido a las molestias estomacales que me asolaron al despertar, lo cierto es que aun no he metido nada solido al cuerpo. Y logicamente la gazuza empieza a apretar. Considero que ya es hora de buscar un lugar para menear el bigote y sentarme tranquilamente, porque empiezo a estar hasta el gorro de pasear. De pronto, atravesando un sordido callejon, paso por delante de un pequeño local muy coqueto y bien arreglado, en cuya puerta leo "Abel's Wine Bar". Si, en ingles. Una vineria, sin ninguna duda. Y no se yo si sera por tanta iglesia que he visitado hoy, pero lo cierto es que lo del vino me esta llamando. Me apetece probar algun caldo rumano, ya que he leido que son de excelente calidad pero apenas si se exportan y es dificil conseguirlos fuera del pais.

Un tipo pequeñajo con gafas de culo de vaso, pero educado hasta el extremo y hablando perfecto ingles, me da la bienvenida. Por lo visto es Abel, el menda que da nombre al bar. Logicamente, comenzamos a hablar sobre caldos enologicos y me da a probar un par de ellos, para abrir boca. En primer lugar me enchufo un vaso de Novak, un vino moldavo absolutamente espectacular. Tras la exitosa cata, a punto estoy de pedirme la botella entera, pero entonces Abel me indica que, por si acaso, pruebe el vino de la semana, que esta siendo el favorito de los clientes ultimamente. Se trata de un Denominacion de Origen Dealu Mare, en el sureste de Rumania, de nombre 1000 de Chipuri. Y no exagero si digo que esta jodida maravilla esta en el top 3 de los mejores vinos que jamas probe en mi vida. Sencillamente brutal.

Al final cae la botella del Chipuri de los cojones. Por supuesto, no me olvido del tema solido y pido a Abel un par de tablas de fiambres y quesos, que vienen acompañadas por diversos frutos secos y aceitunas. Me siento en la mini-terraza que tiene el local, junto a la puerta de entrada, donde entre enredaderas y una muy oportuna techumbre que proporciona sombra, disfruto de una fantastica brisa que se levanta justo en este momento, como para acompañar tan excelso final a mi visita a Rumania. Ciertamente, a lo largo de toda esta semana he visitado diversos lugares y visto muchas cosas, pero creo que no me lo he pasado tan de pelotas en ningun lugar como aqui con las tablas de papeo y el excelentisimo vino de Abel.

Vale, si, todo esto esta muy bien, hasta el punto de que me tiro casi tres horas en la vineria, pero la cuestion es que la jornada aun no ha terminado. Pronto comenzara a anochecer y sera cuestion de finalizar mi estancia, tanto en Bucarest en particular como en Rumania en su conjunto, de la forma que a mi mas me gusta. Esta claro, tienda alcoholica, chelas y al apartamento hasta caer. Con el pedal del vino, mi regreso hacia el alojamiento se hace rebotando en todas y cada una de las esquinas por las que paso. Incluso en la tienducha del mamoneo creo que tropiezo con algunas de las neveras. Pero ya me da igual. Arreglo mi equipaje en menos de cinco minutos, dejando todo listo para la salida, a hora muy temprana, hacia el aeropuerto en la jornada de mañana, y me dispongo a dar cuenta de mis ultimas cuatro cervezas sobre suelo rumano.

Al final no puedo ni acabarme las chelas. Voy tan morado que decido dejar un par de ellas en la nevera como ofrenda para nuestro amigo Ciprian (seguro que el proximo huesped dara cuenta de ellas) y opto por pillar la horizontal cuando aun no son ni las diez de la noche. Eso si, con tanta chuza en el cuerpo, la necesidad de un vaciado intestinal me va a despertar a las dos de la madrugada, y la putada es que ya no voy a volver a pillar el sueño. Pues nada, camino al aeropuerto y viaje de vuelta a casa con un resacon de los buenos. Pero, bueno, que cojones, el colofon ideal a una semana tan de puta madre. Rumania, que gran pais, ciertamente no me importaria volver en el futuro. Aunque bueno, ya se que eso lo digo de todos los lugares que visito. Se ve que siempre me lo paso en grande.

miércoles, 28 de septiembre de 2022

Una semana en Rumania 6. Llegada a Bucarest

No falla. Jornada en la que tengo que viajar, jornada en la que me levanto echo una puta mierda y con un resacon tremebundo. Debe de ser que el destino siempre quiere que emprenda los viajes con el cuerpo absolutamente reventado y pasandolo horriblemente mal. O bueno, quiza simplemente es que ayer me pase de la raya y hoy me toca pagar el precio. Sea con fuere, el caso es que la goma es de las duras. Y mi estomago, que me habia medianamente respetado todos estos dias pasados, hoy ha dicho basta y me tiene pegado a la taza de descarga, con unas cagaleras absolutamente horripilantes, durante mas de una hora. Si, ya lo se, bebi mucho y, peor todavia, comi mas de la cuenta. Tanta hambre, tanto comer y ahora... tanto vaciar. Ya se sabe, todo lo que sube, baja, y todo lo que entra, sale.

Pero dejemos las lamentaciones para otro momento, que nosotros tenemos que continuar con nuestro viajecito por Rumania y no podemos perder el tiempo. El final de esta maravillosa semana de ocio cada vez esta mas cerca y nuestra obligacion es seguir disfrutando. Hoy toca iniciar una nueva etapa en esta aventura rumana, y es que por fin dejamos nuestro tan estimado resort junto al Mar Negro para tomar direccion hacia la gran capital. Asi es, finalizaremos nuestro periplo por el pais en Bucarest. No es que seamos de los que marcan con una cruz la capital de una nacion cuando la visitamos y sentimos que es imperativo el hospedarnos en ella y recorrer sus calles (en muchos viajes anteriores ni hemos pisado las capitales), pero la cuestion es que nuestro vuelo de vuelta sale de aqui y es mucho mas comodo estar ya, en las ultimas jornadas, cerca del lugar desde el cual vamos a partir. Asi que, venga, no nos enrollemos mucho mas y tomemos carretera hacia Bucarest.

Cumpliendo los tramites clasicos de un check-out hotelero, dejamos nuestro lugar de reposo y recreo durante los ultimos tres dias, decimos adios a Mangalia, y enfilamos el camino que ya hicimos jornadas atras (cuando llegamos hasta aqui), pero esta vez en direccion contraria. Si, la autopista de puta madre que une la costa con la gran capital. Esta vez el paisaje me parece incluso mas monotono y cansino que cuando vine. Extensiones de amarillentos campos que se pierden en el horizonte, sin pueblos, localidades, ni nada mas que no sean mas campos y mas autopista. Pesado de cojones. Y con la resaca, que no hay manera de que se vaya de mi cuerpo, es peor todavia. Tan solo el momento en que cruzamos el Danubio, como cuando hicimos el viaje de ida, rompe ligeramente la monotonia, con algo mas de verdor y unos puentes bastante espectaculares, aunque el rio en si, desde la autopista, apenas si se ve.

Y tras unas horas de manejo de vehiculo por mitad de la nada mas absoluta, pues ya estamos aqui, trafico por todas partes, rumanos conduciendo como locos... o sea, las calles de Bucarest. Nuestro alojamiento se encuentra en una zona bastante centrica pero, como ya nos habian advertido, es bastante facil llegar hasta el lugar a traves de grandes vias y avenidas, y el aparcamiento en plena calle nos resulta tambien muy sencillo. De momento no hay queja. Hemos alquilado un apartamento para dos dias en la zona centro, a apenas cinco minutos a pie de lo que es el casco viejo propiamente dicho. Localizacion ideal, ciertamente. Llegamos al edificio que concuerda con la direccion que tenemos (realmente aparcamos en la misma puerta) y alli nos encontramos con un tipo cuarenton bastante simpatico, de nombre Ciprian, que al parecer es el propietario del inmueble.

Trato excelente. No solo por la gran alegria que me llevo al ver que el tipo habla un perfecto ingles, sino porque la atencion para que no me falte de nada es absolutamente perfecta. El apartamento esta impoluto y tiene mas comodidades de las que tengo en mi propia casa. Por si fuera poco, el amigo Ciprian me dice que ha dejado un par de cervezas en la nevera, por si no quiero esperar a que se enfrien las que voy a comprar en breve y asi poder empezar a mamar ya mismo. Este tio y yo nos entendemos, sin duda. Muy cordialmente me despido de el, aunque en las sucesivas jornadas va a continuar enviandome mensajes cada cuatro o cinco horas para ver si todo va bien y necesito algo mas. Le diria que mas cervezas, pero como eso lo puedo conseguir por mi mismo, tampoco voy a insistir demasiado. Buena gente, este Ciprian.

He hablado de lo comodo y fantastico que es el apartamento en si, pero no del edificio. Esta es otra historia. Se trata de un bloque antiestetico de esos que se construyeron en pleno comunismo para el proletariado. Cientos de pequeños apartamentos divididos con orden casi milimetrico en diferentes bloques, absolutamente todos iguales. Con, por ejemplo, un sistema comunal de basuras que se lanzan desde la altura de tu planta por una canalizacion. El elevador no es cutre, es lo siguiente, aunque por lo menos llega a todos los niveles. El problema es que, de tan vetusto que es, a veces le da por no abrir bien las puertas. Si, un par de veces me quede encerrado, pero ya me dijo el propietario que si eso pasaba solo tenia que marcar el numero de otra planta e intentar salir por alli. En fin, que mejor lo dejamos estar y vamos a lo que interesa, abrirnos la primera chela del dia.

Es salir el tal Ciprian por la puerta y yo ya me he tirado como un loco babeante sobre la nevera. Me abro una Heineken (que es la unica marca que el hombre ha tenido en bien dejarme) y comienzo a disfrutar de la ambrosia de los dioses mientras, casi instantaneamente, siento el alivio que llevaba todo el dia esperando. Parece como si, magicamente, toda la resaca ya hubiera desaparecido con el primer trago, que por cierto ha sido bastante contundente. Bien, ahora mi mente ya se encuentra mas clara y puedo comenzar a elaborar un plan de accion para lo que queda de dia que, todo hay que decirlo, tampoco es mucho, y es que ya estamos a media tarde.

Mi primera idea es comprar mamoneo para la noche, lo de siempre, acabar la jornada en el apartamento a chelazo limpio. No tengo que ir muy lejos, y es que junto a la misma puerta de entrada al bloque de apartamentos hay una tienda tipo ultramarinos con una buena coleccion de brebajes etilicos. Estos comunistas sabian construir las cosas bien, casa, comida y mamoneo todo junto. Sin embargo, decido dejar las compras para mas tarde, puesto que veo que la tienda no cierra hasta las once. De esta manera, puedo ir a recorrer las calles de la ciudad durante unas horas, hacerme unas cuantas por ahi en los pubs y bares que me encuentre, y luego, en funcion de la curcia que lleve encima, comprar mas o menos chelas.

Mientras camino en direccion al casco viejo, haciendo alguna que otra foto de los mas vetustos edificios de la sordida epoca comunista con los que me voy cruzando, indago en Google al respecto de los mejores restaurantes que hay por esta zona. Y es que aun no meti nada al estomago en todo el dia, aunque tampoco tengo mucha hambre, la sobredosis de ayer parece que me alimento para toda una semana. De esta manera, acabo en el Casa Oprea Soare, que es, por lo que leo, uno de los mejores lugares para comer en todo Bucarest, y que tiene unos jardines enormes con cientos de mesas completamente abarrotadas de gente. El puto restaurant es gigantesco y esta a parir, pero por suerte una camarera que habla ingles, aunque es seca y antipatica hasta el extremo, me lleva a una mesa y me sienta. Y en breve otro camarero, este algo mas guallon y chistoso, aunque con un ingles algo mas tosco, viene a tomarme nota. El sitio esta hasta los topes pero al menos han sido rapidos y efectivos. No hay queja.

Y del conejo que me zampo tampoco va a haber queja. Que barbaridad. Y aqui es donde vamos a hablar del tema del tamaño de las cervezas en Bucarest, y es que por lo que voy a ver en los sucesivos dias, parece ser que es la tonica habitual en toda la ciudad. La jarra pequeña, la convencional, la que suele pedir todo el mundo es la de 400 mililitros. Que en realidad es una jarra de medio litro, aunque nunca la llenan hasta arriba. Hasta ahi todo claro. El tamaño medio, segun me dice el camarero guallon, es la jarra de un litro. Si, para mi solo. Curioso que soy yo, y dado que el tio insiste en que ese es el tamaño medio, pues pregunto por el grande. Efectivamente hay un tamaño mas, que es la jarra de cuatro litros. Si, otra vez, para mi solo. Y mi mente se perturba. A mi no se me pueden decir estas cosas. Claro que el camata, muy prudente el, me recomienda la de un litro. Me dice que no es que no crea que me la puedo mamar, porque realmente tengo pinta de autentico experto cervecero. El problema es que con el calor que hace los cuatro litros se me pueden calentar muy rapido y entonces no los voy a disfrutar. Si eso, lo que puedo hacer es pedir cuatro jarras de esas medianas de litro.

Buen consejo. La verdad es que al final solo me pido dos de esas jarras, pero porque tambien quiero probar otras dos chelas que solo sirven en botella, tambien de la tierra y que hasta hoy aun no habia catado. Me gusta la variedad, que le vamos a hacer. Y oye, que bien he comido y bebido en el Casa Oprea Soare. Eso si, el camata guallon tiene razon, incluso ahora que ya esta empezando a anochecer, hace un calor de mil demonios. Pero entre la resaca, la sed que llevaba y la ansiedad por patearme lo mas posible de Bucarest, tampoco habia reparado mucho en ello hasta ahora. Pues nada, a grandes males, grandes remedios. Me voy tranquilamente paseando para el apartamento, que tiene aire acondicionado, y alli termino la noche a chelazo limpio, que la tienducha de al lado sigue abierta y esperandome.

Tendre como unos diez o quince minutos de ameno paseo nocturno. Con esto de que es sabado noche (o quiza por alguna otra razon que yo no se) todo el mundo esta en la calle y hay un ambientillo tremendo. Al pasar junto a los jardines y las fuentes que hay frente al Parlamento, hay un espectaculo de luces y musica que al parecer atrae a miles y miles de turistas. Esta sonando el Danubio Azul y los chorros de las Fuentes de Bucarest (que luego asi me entere que se llamaban, tampoco se complicaron mucho con el nombre), van al ritmo de la musica, junto con un efecto de luminotecnia que parece que salga desde dentro del agua. Muy turistico todo, tipos grabando videos o tomando fotos, parejitas bailando, gente con sus ooohs y aaaahs de asombro... y yo que empiezo a tener unas ganas de mear realmente criminales. Menos mal que al final no me tome la jarra de cuatro litros, que si no habria acabado meando en la misma fuente, eso si, al ritmo de Highway To Hell. Y mira que yo queria hacer unas fotitos tambien pero es que no me aguanto.

Casi corriendo llego a mi alojamiento y paso olimpicamente de la tienda de las cervezas. Subo y descargo, lo primero, y entonces, ya si, considero lo de pillarme alguna chelita para terminar la noche. Por supuesto, utilizando el elevador comunista me quedo encerrado, y entonces pienso en la suerte que he tenido. Si, suerte. Porque me quedo encerrado bajando a comprar cervezas despues de mear. Me llega a pasar cuando estaba con la meada en la punta de la pilila y habria descargado todo en el mismo elevador. Bueno, al final no tenemos que lamentar ningun maloliente incidente de esas caracteristicas. Me hago con cuatro o cinco chelas variadas que, curiosamente, aun no habia probado ni durante la estancia en Transilvania ni junto al Mar Negro y me vuelvo a la quietud del apartamento y el placer del aire acondicionado. Y asi termino esta mi primera noche en Bucarest, fresquito por fuera y por dentro. La nota negativa de estas postreras horas de la jornada es la cata de una cerveza bulgara de nombre Grussberg, que es de las peores mierdas que he probado en mi vida. Pero bueno, seamos positivos, mañana sera otro dia, seguiremos en Bucarest y aun nos quedan muchas chelas buenas por beber. Hasta entonces, buenas noches.

domingo, 25 de septiembre de 2022

Una semana en Rumania 5. Un hambre insaciable

A decir verdad no he dormido nada bien. Cada ciertos minutos me despertaba con la paranoia de que daba una vuelta no debida en el colchon y acababa cayendome cinco pisos. Es lo que tiene esto de dormir en el balcon. Y no ayudaba en absoluto el hecho de abrir los ojos de vez en cuando y ver, lo primero, el jodido abismo frente a mi. Porque a quien cojones se le ocurre hacer toda la puta barandilla de cristal. Muy transparente, muy bonito y todo lo que tu quieras, pero nada ideal para pegarse una buena cabezada tumbado en el balcon. Y esperate, que cuando parece que, ya por puro agotamiento, finalmente agarro un par de buenas horas de sueño, ahi aparecen los putos pajaros chillones. Cientos de miles de putos pajaritos invisibles que no paran de canturrear, berrear y producir un asqueroso y penetrante sonido agudo con el cual no hay forma de pegar ojo. Ya me lo veia venir, ya. Menuda puta nochecita.

Pero ya se sabe, a grandes males, grandes remedios. Menos quejarnos y mas comenzar la actividad diaria. Una buena ducha que nos despeje, un intenso vaciado de cuerpo (o dos, o los que sean necesarios) y ponernos algo de ropa limpia para bajar al restaurant del resort a cargar las baterias lo mas posible. El desayuno buffet libre nos espera. Y tengo que decir que hoy, aun sin demasiada hambre, es el dia que mas me excedo. No se si por mi afan cavernicola de intentar probarlo todo, porque realmente el cuerpo sabe que va a necesitar energia o simplemente porque soy un puto cerdo. Y me da que esta ultima opcion es la correcta, porque hoy no voy a parar de menear el bigote ni un minuto. Sera que la brisa marina me abre el apetito.

Obviamente, despues del copioso desayuno me siento extremadamente lleno. Considero que el mejor remedio para esta hinchazon es darme un buen paseo, asi que voy a calcar la actividad que realice en la jornada anterior. Supongo que lo recordareis, paseo por la playa. El problema es que no todos los dias son iguales y, ni mi cuerpo responde de la misma manera, ni las condiciones climatologicas son exactamente las mismas. Vamos, que empiezo a sentir una cierta resaca de todo el mamoneo que me meti ayer y, para mas inri, hoy hace un calor de mil demonios. A pesar de mi sempiterno gorrito de turista, que me protege medianamente del impacto directo de la maldita bola amarilla, comienzo a sudar como un autentico puerco. Y llega un momento en que no puedo mas. Entre la calentura y el sudor, que supongo que conlleva la correspondiente deshidratacion y falta de fuerzas, no puedo caminar mas. Por suerte no he llegado muy lejos, estoy en la zona de la playa privada de mi alojamiento. Asi que rapidamente busco una hamaca, junto dos sombrillas (porque una no me da suficiente sombra) y me tumbo a apenas diez metros del agua intentando recobrar el aliento durante unos minutos.

Largos minutos que no se yo si no se convertiran en horas. Porque me siento agotado y ardiendo. Pero lo cierto es que poco a poco, gracias a la brisa marina y la conveniente sombra que me proporcionan los parasoles, me voy recuperando. Lo unico malo son los niños y las viejas. No es que ni unos ni otros molesten demasiado, ya que los infantes rumanos parecen bastante mas educados que en otras naciones y simplemente se dedican a sus juegos tontos con la arena sin ni siquiera alzar la voz, y las viejas, pues eso, a su rollo de pasear lentamente, cual zombies arrastrando los pies en direccion al ataud. Pero cojones, si uno se tumba en la playa es para ver a las tipicas jovencitas o maduritas de buen ver mostrando carne medio camuflada por sus irrisorios bikinis (que siempre son varias tallas menos de lo que les corresponderia). Pues no, joder, me he debido de venir a la unica playa de todo el planeta donde no hay ni una de estas hembras. Solo viejas con colgajos y niños medio alelados.

Ya me he cansado. Ademas, que cojones, que he sudado mas de la cuenta y hay que reponer liquidos. Vamos a por la primera cervecita del dia. Por no complicarme la vida, porque todavia ando algo bajo de energia, me cuelo en el mismo local en que ayer comence la sesion y me hice la mejillonada. Me pido un par de chelas y, magicamente, me recupero por completo. Me siento al cien por cien. Menudo subidon. Incluso, de repente, me surge un hambre atroz. Y, a pesar de encontrarme junto al mar, se me despierta un incomprensible capricho de carne. Sera la que no pude ver de las jovencitas en la playa, que aun la tengo en el subconsciente. En realidad quiero cerdo. Pues toma filete espectacular de cerdo que me pido, acompañado por una montaña de pure y varias salsas. Y por supuesto mas chelas. Menudo festival me estoy pegando como quien no quiere la cosa. Y por supuesto la cosa acaba como tiene que acabar, lleno otra vez.

Pues sera cuestion de darme otro paseo. Vaya dia llevo, comer, bajar la comida, comer, bajar la comida... En esta ocasion, ya hasta las pelotas de playa y brisa marina, pillo las calles aledañas al hotel y me doy varias vueltas sin direccion. Aunque por un azar del destino, o quiza porque el subconsciente siempre me llama, acabo frente a las puertas de las tiendas donde ayer compre el mamoneo para subirmelo a la habitacion. Y mira, lo cierto es que ando bajo de reservas, asi que no estaria de mas reponer. Ni corto ni perezoso hago un buen aprovisionamiento de cervezas variadas y me dirijo de nuevo al resort para ponerlas a refrescar de cara a lo que queda de dia. La anecdota se da cuando, sin darme demasiada cuenta, pago las viandas recien adquiridas con dinero en efectivo y me quedo sin una misera moneda en el bolsillo. No es que sea algo que me deba de preocupar, ya que en cualquier lugar puedo utilizar la tarjeta, pero yo soy muy clasico y siempre me gusta llevar algo de papel moneda para poder usar en uno u otro lugar.

De esta forma, decido comenzar una mision que no deberia de resultar muy dificil. Me refiero a encontrar un cajero automatico para extraer algo de divisa. Google Maps, ahi te indica donde estan los ATM mas cercanos. Y efectivamente encuentro un par a menos de cinco minutos de paseo. Pero la cosa no va a resultar tan sencilla. El primero, directamente, no existe, y su localizacion esta en mitad de una zona donde no hay nada salvo arboles. Siguiendo indicaciones para el segundo, me cuelo en una propiedad privada, por lo visto de alguien bastante pudiente porque el sitio es enorme. Cajero no hay, pero un tipo de seguridad que mide tres por tres si. En un clarisimo rumano que basicamente entiendo por los malos modos y la cara de asesino que me pone, el segurata en cuestion me dice que me largue que esto en una zona privada. Vale, tio, yo soy un turista borracho y paso de malos rollos. Pero el caso es que sigo sin encontrar un puto cajero.

Google Maps me indica que hay otros dos cajeros a mas de tres millas de donde me encuentro. Hasta las pelotas de pasear estoy. Vuelvo al resort, me subo al automovil, que pensaba no tocar en todos estos dias, y me dirijo a los malditos cajeros. Vale, tras manejar mi vehiculo unos pocos minutos, por fin encuentro el primero. Meto mi tarjeta y... mensaje en pantalla: no hay efectivo disponible. Me cago en la puta, esto es una jodida broma de mal gusto. Coche otra vez y al siguiente cajero que me indica Google Maps. En mitad de una avenida. Dejo el auto mal aparcado, porque ya llevo un calenton de cojones con los putos cajeritos y salto sobre el puto ATM. Bien, relajemonos, este funciona y me da unos cuantos billetes. Ha sido toda una puta odisea, si, pero al final hemos conseguido el objetivo. Hora de volver al hotel y seguir mamando.

Como ando un poco alterado despues de esta ultima aventura, decido tumbarme en una hamaca junto a la piscina (a la sombra por supuesto) y pedirme una de las chelas cutres que venden en el bar. Que ya sabeis que no va a ser solo una. Y despues me hago un par de cocktails. Y supongo que ya estoy mas relajado, o cuanto menos borracho. El caso es que hoy obvio la opcion de pegarme un chapuzon, quiza porque ya voy mas doblado de lo que deberia, aunque esto normalmente me exhacerba mas todavia la idea de darme un baño, pero no se, hay algo que me dice que mejor me quede tranquilito. Debe de ser una de esas luces ocasionales que de vez en cuando se encienden en la mente de un borracho y te dicen "como te tires al agua te ahogas, colega". Vale, pues dejemoslo estar, si eso.

Lo que no dejamos estar es el subir a la habitacion y hacerme un par de chelas de las que habia puesto a enfriar. Balconcito, unos pocos pistachos y... joder, que tengo hambre otra vez. Lo de hoy no tiene nombre, parece que no haya comido en meses. Hasta incluso se me retuercen las tripas y no puedo aguantar mas. Pues venga, otro paseito por el barrio y a ver que encuentro. Hoy, sin pensarlo demasiado porque a cada paso que doy mi hambre se multiplica por mil, acabo en una especie de comedor de la epoca comunista (visite un sitio similar en mi viaje a Chequia), donde vas con tu bandeja seleccionando los platos que quieres con el dedo y te los ponen. Al final eliges la bebida (cerveza en mi caso, por supuesto) y pagas. Te sientas y a comer. Y eso hago, dar cuenta de los pescaditos y un troncho de pechuga de pollo mutante, que es casi mas grande que mi cabeza.

La noche ya ha caido y yo ya deberia de estar saciado de una puta vez, y lo cierto es que me encuentro tan lleno que casi me cuesta hasta terminar la cerveza. Lentamente, arrastro mis pies hacia fuera del comedor comunista y salgo de nuevo a la calle con intencion de regresar de nuevo al resort y subir a mi habitacion a descansar. Pero la necesidad de bajar este nuevo banquete que me atiborra hasta el esofago, hace que me pegue otra nueva caminata, dando varios rodeos, hasta completar una media hora larga de paseo. Me encuentro mucho mejor, ciertamente. Y ahora ya estoy de vuelta en el hotel y me siento nuevamente activo. Pues vamonos al bar, joder, a hacernos cervezas o cocktails o lo que me entre en gana, que el dia todavia no ha terminado.

Una noche mas, el espectaculo de las dos rumanas ligeras de ropa cantando de forma horripilante ameniza a los huespedes que se toman su ultimo refrigerio junto a la piscina. Mientras me preparan un extraño combinado con vodka, ron, cointreau y alguna cosa mas, me quedo mirando el show y una de las cantantes se percata de que les estoy prestando atencion (debo de ser el unico). La tia, ni corta ni perezosa, para de cantar y comienza a relamerse los labios de forma libidinosa mientras me mira fijamente. Y acto seguido se baja la cremallera de su top para que sus protuberancias femeninas casi se le salgan apuntando en direccion al bar, donde yo me encuentro. Conclusion: estas dos son putas. Si, mucho show y tal, pero en cuanto pueden intentan engatusar a algun turista inocente para sacarle unos cuantos billetes.

En otras circunstancias, que quereis que os diga, seguramente yo, que soy debil, habria sucumbido. Pero lo cierto es que me acaban de traer el cocktail y tengo mucha sed. Y si, esta mañana queria ver carne, pero ahora mismo, despues de todo lo que he comido, pues como que estoy bastante saturado. Ademas tia, que es que cantas fatal, y solamente eso ya me tira para atras bastante. Que no me lias, golfa, que yo me acabo mi combinado, me subo a la habitacion, me hago tres o cuatro chelitas mas y a dormir la mona. Y mira tu por donde hoy si que funciona el aire acondicionado. O quiza es que voy tan morado que he sido yo mismo quien por fin ha averiguado como ponerlo en marcha. En fin, que caigo redondo y borracho como una cuba en el catre. Mañana por fin toda abandonar el resort y marchar hacia la capital, pero esa ya sera otra historia. Ahora toca roncar como un bendito.

viernes, 16 de septiembre de 2022

Una semana en Rumania 4. Playa y piscina

No se que cojones ha pasado pero el caso es que a mitad de noche el puto aire acondicionado ha dejado de funcionar. Entre tinieblas, y sudando como un cerdo, me he levantado varias veces a apretar botones del cacharro pero no ha habido manera. Asi que con tantos sudores no me ha sido nada facil pegar ojo. Y luego, cuando parecia que podia enganchar un par de horas seguidas de sueño, ha comenzado el jodido recital de los pajaros. Aqui no hay perros locos ladrando sin parar como en Transilvania y las gaviotas, si las hay, son bastante silenciosas. Pero los putos pajaritos son un puto infierno. Deben de ser como trescientos mil de esos cabrones piando sin parar desde el momento en que se ha comenzado a atisbar la primera claridad del dia. Al final, otra nochecita en vela.

Lo unico positivo es que, como ayer no me pase mucho con la chuza, no tengo resaca a consecuencia del alcohol. Aunque el dolor de tarro por no dormir es bastante considerable. Y los pajaros de los cojones, que no paran con su puto piar escandaloso, no ayudan lo mas minimo. En fin, bajemos a desayunar, que en este resort lo tenemos incluido y quiza con un par de pozales de cafe la cabeza se me pueda despejar un poco. Aunque mucha hambre tampoco tengo, y es que la mariscada de anoche aun me anda repitiendo por el estomago, el esofago y el gaznate. Mira, casi que voy a vaciar primero y a ver si haciendo hueco me entra algo mejor el alimento. Total, ya que es gratis hay que aprovechar.

Pues el buffet del desayuno esta muy bien y muy completo. Para todos los gustos. Los manjares de mi habitual desayuno escoces estan mas o menos bien imitados con bacon, huevos, salchichas y unas alubias caseras que estan de pelotas. Como siempre, hecho de menos el haggis y el black pudding, pero asi de mal nos tratan a los escoceses fuera de nuestra tierra, nunca podemos disfrutar de nuestros productos autoctonos. Por supuesto, para los mas flojos, tambien hay varios tipos de fiambres y quesos, ensalada, cereales, yogur e incluso un arroz dulce que parece que quiera asemejar a nuestro tradicional rice pudding. Y cafe y jugo hasta la saciedad. Y lo cierto es que el liquido es ahora mismo lo que mejor me sienta. Un poco de hidratacion fruticola y un par de cubos de cafe, que esta fuerte de cojones, hasta el punto de que yo, que no soy muy amante del dulce, tengo que echar tres azucares para hacerlo medianamente bebible.

Restablecido a medias, decido salir a dar un paseo matinal por la playa, a ver si la brisa marina termina de despejarme y de paso me da algo de sed, porque la verdad es que ahora mismo no me apetece en absoluto una cerveza y eso no es nada normal en mi. Si que debo de estar estropeado. Saliendo del hotel, cruzando la calle y atravesando un par de dunas, me doy de bruces con la arena y el Mar Negro, que por mucho que diga el nombre es tan azul como todos los demas mares que he visto hasta ahora en mi vida, y ya os puedo asegurar que son unos cuantos. Se supone que esta zona de playa es privada para los residentes del hotel, y asi lo indica en un cartelon a la entrada, pero lo cierto es que aqui nadie te pide nada ni hay ningun tipo de control y, como no esta delimitada, por aqui pasa absolutamente todo el mundo. Tampoco me importa lo mas minimo, yo solo vengo a pasear, paso completamente de tumbarme al sol o meterme en el agua. Dejo eso para los turistas mas juguetones.

Como quien no quiere la cosa, comienzo a caminar por la arena en direccion norte siguiendo indefectiblemente toda la linea de costa. Creo que ya hice algo parecido cuando estuve en Lituania y al cabo de unos cuantos kilometros casi llegue hasta Letonia. Esta vez el pais fronterizo al norte, Ucrania, me pilla algo mas lejos. Pero tu dame unas cuantas horas y veras... O quiza no tantas horas, porque en un momento dado, en lugar de las banderas de Rumania que cada ciertos metros ondean sobre mastiles clavados en la arena de la playa, de pronto me encuentro una bandera de Ucrania. Y a continuacion otra. Joder, si que he caminado. Y el asunto se complica cuando de repente me veo venir de frente a un tipo en bañador que es clavado a Vladimir Putin. Me cago en la puta que de tanto caminar me he salido de Rumania, he pasado Ucrania y ya estoy en Rusia. Joder, casi que me doy media vuelta y enfilo direccion sur, no vaya a ser que el ruso me meta un misil por el culo. Aunque quiza me invite a una botella de vodka, quien sabe.

Ya de vuelta en Rumania (al menos en mi imaginacion), me planteo ponerme a caminar ahora en direccion sur. Pero aqui si que la puedo liar de verdad, porque la frontera con Bulgaria apenas queda a cinco millas y lo siguiente es Turquia, y despues Oriente Medio, y despues... Mejor lo dejamos. Ademas, empiezo a ver tipos gordos cincuentones apostados en barras de bar en mitad de la arena metiendose sus primeras y muy refrescantes chelas del dia gaznate abajo. Y logicamente me dan envidia. Asi que voy a buscar un abrevadero y empezar yo tambien con mi propio recital. Un enorme pub de playa, de estos que tienen varias barras y terrazas, me da la bienvenida mas cordial y, al ritmo de mi habitual "o bere, va rog", me casco las dos primeras de la jornada. Y que bien que me sientan. A todo esto, ya es mas de mediodia. Joder, si que ha sido largo el paseo.

No me quiero encantar porque aun tengo una faena pendiente desde ayer. Asi que me despido del camarero como buenamente puedo (cada dia aprendo cosas nuevas en rumano y ya me voy defendiendo) y acto seguido voy en busca de las tiendas de avituallamiento alcoholico que anoche encontre cerradas a cal y canto. Por suerte aquello no fue mas que un cierre horario, porque hoy los comercios estan abiertos. Y tienen buena variedad los muy cabrones. Asi que me pillo unas cuantas chelas variadas, que ademas estan fresquitas porque las tienen en refrigeradores, y regreso a la habitacion del hotel para guardar mi tan preciado manjar, ya que tambien alli tengo una nevera. Ya tendre ocasion de pegarle al vicio mas adelante, que el dia es muy largo. Ahora lo que toca es menear el bigote, que ya hay gazuza.

Como el pub de las chelas de antes me gusto bastante, decido ir a comer algo al mismo sitio. Y de paso continuar con unas cuantas cervecitas mas. Me pillo un platazo de mejillones del Mar Negro (casi un kilo) y me tiro un buen rato disfrutando de este exceso culinario. A todo esto, yo debo de tener algo con los putos mejillones porque pais al que voy, pais donde los pruebo. Y normalmente intento catarlos en cada uno de los mares u oceanos del planeta que me pillan cerca en ese momento. Os puede parecer una gilipollez, pero estos bichos son totalmente diferentes dependiendo de las aguas en donde residan. Asi, hay una enorme diferencia entre los del Atlantico norte, Atlantico sur, Mar Mediterraneo, Mar Negro, Indico, Pacifico, Oceano Glacial... e incluso en una misma masa acuosa, dependiendo de las corrientes que los bañen, tambien son completamente distintos. Bueno, y a vosotros que os importa esto de los mejillones. Sigamos con las chelas.

Lo cierto es que ahora ya llevo un puntillo bastante bueno, por supuesto acrecentado por este asqueroso sol simiesco que no para de brillar en lo mas alto del cielo y por una temperatura que, si no fuera por las cervezas bien frias, seria absolutamente insoportable. Por suerte hoy me ocupe de salir bien protegido por mi sempiterno sombrerito de turista que desde hace unos años me ha salvado de muchas quemazones y otros tantos dolores de cabeza. Los tres pavos mejores invertidos de mi vida, sin duda. Bueno, y a todo esto, yo creo que a estas alturas ya estoy en condiciones de darme un pequeño chapuzon en la piscina del resort. Es lo que tiene el ir medianamente tajado, que en seguida me dan ganas de lanzarme al agua y hacerme unos largos intentando emular a Mark Spitz. Hasta que me lesiono o me ahogo o me pasa alguna otra chaladura.

Por suerte, en esta ocasion salgo indemne de la sesion de natacion. Que con semejante solana y sin la proteccion del sombrerito intento que sea lo mas breve posible. Hora de tumbarme en una hamaca, a la sombra, por supuesto, y pedirme un par de chelas en el bar de la piscina. Mierda, habia olvidado que aqui solo tienen una marca y esta asquerosa. Bueno, cumplimentare el tramite lo mas rapidamente posible. Mientras lo hago, calculo cuidadosamente los que van a ser mis movimientos para lo que resta de dia, y es que poco a poco las horas han ido pasando y en breve se va a poner el sol y, al final, resulta que no he hecho nada demasiado productivo en lo que llevamos hasta ahora de jornada. Pues que siga asi, porque aqui no hay mucho mas que hacer.

El desayuno y los mejillones ya me han saciado para todo lo que queda de dia, asi que el tema de alimento solido queda ya zanjado por hoy. Paso de la cena. Ademas, ya he pillado velocidad de crucero con las chelas y ahora no voy a parar. Pues sera hora de terminar el dia como quise hacer ayer y no pude, tranquilamente en el balconcito de mi habitacion, con vistas al mar, y disfrutando de las chelas que, hoy si, tengo esperandome en mi neverita privada. Dicho y hecho. Me apalanco en una comoda silla, situando mis piernas sobre la barandilla del balcon, me abro la primera y comienza el recital. Y mira tu que no queria nada solido, pero tras la tercera me empieza a entrar una cierta ansiedad en las mandibulas. Pero tranquilos, todo esta previsto. Yo ya sabia que necesitaria algo de picar para acompañar las cervecitas y, cuando estuve en la tienda del mamoneo, tuve la precaucion de adquirir un par de bolsas de pistachos. Ahora si que estoy en la gloria.

Aunque, aun estando en el paraiso, a veces tu alcoholica mente te juega malas pasadas. Tengo todavia unas cuantas cervezas para terminar la noche totalmente morado, sin embargo ahora se me esta antojando un cocktail. Manda cojones. Uno siempre quiere lo que no tiene, aunque sea el tio mas millonario del planeta. Por fortuna, este tampoco es un capricho tan dificil de saciar. Me bajo nuevamente al bar de la piscina, donde las mismas tipas cutres de anoche estan otra vez entreteniendo al personal con sus horripilantes voces y los mismos tostones de canciones. Me pido una piña colada. Y luego me pido otra. Y luego me pido el cocktail especial de la casa. Joder, y yo que solo queria uno. Al final me casco cinco cocktails y subo de nuevo a la habitacion dando tumbos y rebotando de una pared a otra. Bueno, lo positivo es que con esta chuza voy a dormir de puta madre y me va a dar igual la temperatura, los pajaritos o la pajolera madre que pario al Conde Dracula, del cual ya parece que me he olvidado completamente desde que estoy en la costa del Mar Negro.

Los cojones voy a dormir. Me tumbo y al cabo de diez minutos empiezo a sudar como un poseso. Entre el calor y todo el mamoneo que llevo encima, esto es un puto infierno. El aire acondicionado sigue sin funcionar y me dan ganas de reventar el cacharro a martillazos. De repente una bombilla se enciende en mi alcoholizada mente. Una rapida comprobacion visual me confirma que el balcon tiene exactamente la medida perfecta para albergar un colchon. Adelante pues. Saco el colchon al balcon, lo cual me cuesta un mundo debido a mi estado de embriaguez, y me tumbo a dormir bajo una corriente de aire refrescantemente aliviadora. Pues aqui me quedo, mientras no se rompa la barandilla y me despierte cinco pisos mas abajo en el jardin del hotel, todo ira bien. Uf, espera. Los pajaros a primera hora. Joder, que despertar mas duro me espera.

jueves, 15 de septiembre de 2022

Una semana en Rumania 3. Siete horas al volante

Abro los ojos y me encuentro medio tirado en un sofa. En un hall de la planta superior de mi alojamiento. Ya sabeis, la cabaña de tres pisos en mitad de una montaña de Transilvania. Supongo que durante mi festival etilico de anoche acabe por derrumbarme aqui y ya no me pude mover hasta que volvio a salir el sol. Logicamente en este estado nada me ha inquietado durante la noche. Ni los perros vagabundos locos, ni sedientos y tenebrosos vampiros, ni el mismisimo Dracula pegandose un vuelo nocturno desde su cercano castillo. Aunque tambien hay que decir que como a alguno de estos chupasangres se les ocurriera pegarme un mordisco en el cuello, iban a pillar una cogorza instantanea bastante poco deseable. Es lo que tiene ser un alcoholico, hasta los vampiros te huyen.

Con esta tesitura, logicamente, nada mas intentar incorporarme a la posicion vertical me hago cargo de que absolutamente todo me da vueltas. Menudo resacon. Y encima, despues de haber pasado toda la noche en este incomodo y chirriante sofa, mis articulaciones tampoco es que esten en las mejores condiciones. Pues es una putada, porque hoy me toca una jornada de conduccion bastante agotadora. Despues de dos dias en Transilvania, es hora de abandonar las montañas en direccion a la costa. Y lo peor es que, como este pais es bastante grande, la susodicha queda bastante lejos. Siete horas manejando mi vehiculo para llegar a mi destino final de hoy, el cual me va a acoger durante las proximas tres jornadas. Nos vamos hasta la costa del Mar Negro, y concretamente a una localidad muy cerca de la frontera con Bulgaria (a apenas cinco millas), llamada Mangalia.

Despues de una ducha reparadora (o no tanto, porque a estas alturas ya nada me repara) y un par de vaciados de intestino, empaqueto todas mis pertenencias, desciendo la montaña y comienzo el largo y tortuoso camino hacia el mar. Para despedirme de esta fantastica localidad de Bran, aun paro en el pueblo y me hago uno de esos fantasticos pozales de cafe que preparan por aqui y un jugo natural de naranja. Ambas cosas me sientan como una patada en los cojones y me van a estar repitiendo durante las sucesivas horas. Pero al menos voy despierto. Eso si, lo de meterme algo solido en el cuerpo mejor lo dejo estar. Ya sabeis lo desagradable que es ir al volante con retortijones y constantes ganas de cagar. Ya parare cuando me encuentre algo mejor, si es que eso llega a acontecer en algun momento a lo largo del dia.

Aun no he hablado de la temperatura que me ha acompañado en estos primeros dias. Lo cierto es que en Transilvania, y en particular en plena montaña, que es por donde me he movido, el termometro me ha respetado bastante con unos casi constantes veinte grados que, por asi decirlo, es el limite hasta el que mi nordica persona puede llegar a aguantar. Cuando el mercurio se eleva mas alla de esos guarismos, comienzo a pasarlo realmente mal. Ademas, estas jornadas hemos estado continuamente a base de claros y nubes, incluso con algo de lluvia por momentos. Ideal para mi, porque en el momento que la bola amarilla hace acto de presencia alla arriba, en lo mas alto, mi piel comienza a sonrojarse y quemarse de una forma muy asquerosa. Y bueno, que ya os podeis imaginar que si comento todo esto acerca del clima es porque las cosas, al dejar Transilvania, van a cambiar bastante, y para peor.

Menos mal que el Renault Megane tiene un aire acondicionado que funciona cojonudamente bien, porque deespues de dos horas de conduccion y ya circunvalando la gran capital, Bucarest, el ambiente es, simplemente, torrido. Lo peor es que en un momento dado de este bypass alrededor de la gran urbe hay unas obras o no se que cojones, lo que conlleva un tremendo atasco que me deja practicamente parado durante mas de media hora, rodeado de camiones, polvareda... y unas terribles ganas de mear. Siempre pasan estas cosas cuando menos tienen que acontecer. Asi que no me quedan mas huevos que parar en una gasolinera donde me doy cuenta de que, o hago rapido la faena, o en cinco minutos me derrito. Si, ya sabeis, al mas puro estilo del Conde Dracula cuando le pegan los rayos del sol. Algo me tenia que traer de Transilvania.

A pesar de que el calor es totalmente abrasador, tengo la suerte de encontrar unas mesitas en la parte posterior de la gasolinera que estan a la sombra y en una zona donde corre una cierta brisa, aunque no demasiado refrescante. Como ya llevo mucho rato al volante y merezco un descanso, me compro un sandwich de pollo y una botella de agua para llenar un poco el buche y rehidratarme, esta ultima accion mas que necesaria en estas circunstancias. No, de momento no hay chela, que aun me quedan muchas horas de conduccion por delante y no se lo que me puedo encontrar, aunque pronto de dare cuenta de que lo peor ya ha pasado. En fin, sigamos, que ya hemos superado el mediodia y mi resort playero en Mangalia me esta esperando. Claro, como si me importara mucho la playa... Lo que quiero es llegar cuanto antes para, de una puta vez, degustar una buena cerveza, que la lengua se me esta cayendo al suelo de sed.

Despues del infierno de rodear Bucarest, por fin tomo direccion este hacia la costa del Mar Negro. Hora de relajarse, puesto que durante las proximas dos horas largas voy a utilizar la unica y espectacular autopista de todo el pais. Y es que para unir la capital con la segunda ciudad mas importante, Constanza, ubicada en la costa, tenemos esta fantastica via, una de las mejor construidas y mas comodas por las que he tenido el placer de manejar un vehiculo. Y ademas practicamente no hay trafico. El unico pero son los inexistentes paisajes de los que uno puede disfrutar. Todo este recorrido es una llanura infinita y completamente desolada, en la cual no se atisba ni un misero pueblo o ciudad. Tan solo campos y campos y campos (o quiza es siempre el mismo puto campo) de trigo, de los cuales no se ve el final por mucho que uno alargue el cuello y quiera ver mas alla. Tan solo, en un momento dado, el paisaje se torna algo mas verde y un imponente puente que cruzamos nos avisa de que estamos atravesando el rio Danubio. Y luego, mas campos y campos y campos de trigo. Hasta el fin del mundo.

Una vez finalizada la autopista, la tension y el stress vuelven a aparecer al cincunvalar Constanza. Estos rumanos conducen como putos locos, especialmente en las grandes capitales. Intento apretar los dientes y sobrellevar la presion porque ya me queda muy poco, menos de una hora, para llegar a mi destino. Y una vez alli meterme el tan preciado manjar de cebada gaznate abajo. Venga, que ya casi estamos. Los ultimos minutos de conduccion, dejando ya la carretera que une Constanza con la frontera de Bulgaria, los realizo por una muy cuidada zona arbolada que es el preludio del lugar megaturistico en que me voy a hospedar. Todo lo que hay en torno a esta localidad de Mangalia son hoteles y resorts junto a playas, concatenados y sin solucion de continuidad. Se dice que es el destino turistico preferido de los propios rumanos, con lo cual, obviamente, todo lo que voy a encontrar aqui va a ser turismo interior, algo de lo que me voy a dar cuenta en breve y que no me va a ayudar mucho en mi estancia en el lugar.

En la recepcion del complejo hotelero nadie habla otra cosa que no sea rumano. Empezamos bien. Con una rapidez mas propia de una centella que de un ser humano, dejo todos mis bartulos en la habitacion y me planto en la barra del bar que hay junto a la piscina. Y alli, como no podia ser de otra manera, todos los camareros hablan solamente rumano. Vamos a peor. Menos mal que se decir "o bere, va rog" (aunque con los dias voy aprendiendo mas cosas) y gracias a ello consigo, por fin, la sagrada ambrosia de los dioses. Con el puto calor que hace, me casco la primera cerveza de un trago, sin ni siquiera abandonar la barra. Los camareros me miran asustados. Ahora ya ni hablo, simplemente dejo el vaso sobre la barra y con el dedo indico que me lo rellenen de nuevo. Vale, ahora ya estoy mas tranquilito e hidratado y ya puedo moverme hacia una mesita junto a la piscina. Eso si, que este a la sombra, por favor.

Con la historia esta de tener que cruzar medio pais y estar al volante durante tantas horas, lo cierto es que el sol ya se esta poniendo. Lo cual agradezco para no achicharrarme, aunque la temperatura tampoco baja mucho y se queda estancada en unos 25 grados, algo que me resulta realmente horrible. Como no queda mucho de dia, planifico mis proximos movimientos con extrema cautela para no desaprovechar ni un segundo. Como tengo una habitacion con un balconcito con vistas al Mar Negro, quiza la mejor opcion seria buscar una tienda y avituallarme a base de cervecitas para terminar la jornada relajado y tranquilo. Mañana ya podre nadar en la piscina, visitar las playas o lo que haga falta. Pero antes de eso, un crujido de mi estomago me intenta hacer ver que apenas si he comido un sandwich en todo el dia y necesito mas metralla solida para que mi cuerpo siga funcionando. Como no quiero perder el tiempo teniendo que buscar un sitio para menear al bigote junto a la playa, me meto directo al restaurant del resort y echo un ojo a la carta, que obviamente esta en rumano, pero bueno, para eso tenemos Google Translator. Lo primero es pedir una cerveza, por supuesto. Y acto seguido me casco una mariscada brutal para dos personas porque los precios son realmente baratos (es lo que tiene esto de que todo sea turismo interior) y otras dos chelas mas para acompañar. Joder, realmente tenia hambre.

Pero lo cierto es que el marisco tampoco te llena demasiado y con esto de que esta saladito porque es un producto del mar, pues da sed. Asi que el plan de salir a comprar cervezas sigue activo. Son casi las nueve de la noche y aun no he explorado nada fuera del hotel, asi que va siendo hora. A unos cinco minutos de paseo encuentro varias tiendas de viveres etilicos pero para mi desgracia no hay ni una sola que este abierta. Esto debe de ser una broma, porque los letreros a la puerta de los comercios dicen que cierran a las diez. No se si es porque estamos fuera de temporada, porque se pasan los horarios por el forro o porque las tiendas estas cerradas definitivamente. Esta ultima opcion no la quiero ni considerar, porque el hecho pasarme tres dias en la playa sin poder echarme una cerveza gaznate abajo me causa autenticas pesadillas. Peor que las que tenia con Dracula en Transilvania.

Resignado, acabo de vuelta en el bar de la piscina del hotel, que supuestamente no cierra hasta la medianoche, aunque yo ya no me fio ni de mi madre. Alli me hago dos cervezas mas mientras, tristemente, veo una especie de entretenimiento nocturno que consiste en dos rumanas vestidas de noche (aunque demasiado ligeras de ropa, sera por el calor) haciendo una especie de karaoke cutre en un escenario, agarrando los microfonos de tal forma que parece que se los vayan a comer como pollas. Entre la minima calidad musical y que en este bar solo tienen una marca de cerveza danesa bastante mala, me estoy empezando a deprimir, y lo cierto es que la calina nocturna tampoco ayuda mucho. Dispuesto a irme a dormir, subo a mi habitacion, donde el aire acondicionado es una bendicion para mi sudoroso cuerpo. Justo antes de meterme en la cama, buscando algo de ropa para cambiarme, meto la mano en uno de mis macutos y, oh sorpresa, encuentro una chela. Supongo que es de las que compre en Bran y se quedo perdida en el fondo de la bolsa y por eso nunca me la pude beber. Si, ya se que solo es una, pero que alegria poder hacermela tranquilito en mi habitacion justo antes de caer en posicion horizontal. Mañana ya sera otro dia.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Una semana en Rumania 2. El castillo de Dracula

Me cago en los putos perros. Es evidente que aqui, en mitad de los Carpatos, a tomar por culo de cualquier indicio de mar u oceano, no hay gaviotas. Que ya sabeis como tocan los cojones cuando uno se encuentra en una localidad costera e intenta dormir por la noche. Graznidos, ruidos sobre los techos y las ventanas... vamos que uno no pega ojo. Y yo me las prometia felices porque aqui, logicamente no hay gaviotas. Pero hay putos perros. Yo no se que narices les pasa a los jodidos perros transilvanos que empiezan a ladrar como locos cuando se pone el sol y no paran hasta que amanece. Y ademas, con el eco del valle y las montañas, se les escucha a kilometros. Se ve que hablan entre ellos en la distancia. Una maldita sinfonia de ladridos escandalosos toda la noche. Todos los putos perros en veinte kilometros a la redonde aullando y ladrando sin parar. Joder, que nochecita.

El lado positivo es que los perros de los cojones deben de espantar hasta a los vampiros y fantasmas, porque lo cierto es que no he recibido ninguna presencia inquietante a lo largo de toda la noche. Ni el tipico siniestro personaje flotante dando golpecitos a la ventana, ni la tetrica sombra de Nosferatu reflejada por las tenues bombillas, ni el mas minimo sospechoso ruidito o crujido en la cabaña... nada de nada. Claro que con tanto puto chucho ladrando cualquiera escucha algo que no sea a esos hijos de perra, y bien perra. Y ahora que lo pienso, a lo mejor los perros eran en realidad hombres lobo acechando a sus presas. Pues si que les ha llevado tiempo la caceria, si. Toda la puta noche dando por culo.

En fin, que muy fresco no me encuentro porque no he dormido demasiado, asi que voy a darme una buena ducha matutina a ver si empiezo a espabilar. Por suerte mi estomago no me juega ninguna mala pasada y no tengo que tirarme tres o cuatro horas sentado en la taza, como en ocasiones si que me sucede (y me sucedera). Lo malo de la matinal es que no tengo nada para menear el bigote en mi alojamiento, ya que ayer solamente me acorde de comprar chelas. Lo tipico, tenia demasiada sed como para pensar en el desayuno. Pues nada, tendremos que agilizar las piernas y bajarnos al pueblo a desayunar algo. Y como una vez abajo ya no pienso volver a subir montaña arriba hasta ultima hora del dia, pues acto seguido vamos a realizar el cometido que fundamentalmente tenia pensado para hoy: la visita al castillo del Conde Dracula.

Bueno, a ver, oficialmente es el Castillo de Bran, ya que recibe el nombre de la localidad en la que se encuentra. Si queremos relacionar la fortaleza con algun personaje, quiza lo podemos hacer con Vlad Dracul, el famoso principe empalador. Asi que lo de llamarlo castillo del Conde Dracula es, obviamente, bastante desacertado. Porque aqui nunca hubo ningun conde ni ningun vampiro. Pero vamos, que el negocio ya sabemos todos cual es. De todas formas, vayamos por partes y primero tomemos nuestro sandwich de jamon y queso con un jugo natural de naranja (recien exprimido) y un cafe expreso triple que parece que te sirvan en un pozal. Con esto voy a ir todo el dia con los ojos mas abiertos que Christopher Lee cuando esta a punto de morder algun cuello femenino.

Una vez la barriga esta llena y las neuronas activadas, es momento para sacar la entrada y acceder al castillo. Por supuesto hay que pagar, aunque la cantidad sea bastante misera, todo sea dicho. Por un pequeño extra, ademas, puedes visitar una exposicion de aparatos de tortura medievales que, por alguna macabra razon, despierta gran interes en mi persona. Y ahi que vamos, colina arriba, rodeado de cientos y cientos de turistas (cuanta pasta mueve toda esta falacia vampirica), hasta llegar a la escalinata de  entrada al imponente castillo de Bran, de Vlad, del Conde o de la pajolera madre que los pario a todos. Entremos y a ver que nos ofrece.

La construccion del castillo en si es bastante laberintica y enrevesada, todo hay que decirlo, lo cual le da un cierto toque tenebroso. En ocasiones hay que subir por estrechas escaleras y mazmorras para acceder a ciertas habitaciones, como si de pasadizos secretos se tratara. La conservacion del lugar es absolutamente impecable. Obviamente han habido varias restauraciones, pero en todo momento respetando el aspecto original. Supongo que, ademas, habran reforzado muchas de las zonas, porque en algunas estancias no demasiado grandes se agolpan decenas y decenas de turistas, hasta el punto de que, por momentos, me siento como si estuviera de vuelta en el metro de Tokyo, en la que fue una de las experiencias mas asfixiantes de mi vida.

La exposicion de cacharros medievales de tortura es, como ya me temia, mi parte preferida. Hachas y sierras varias se juntan con algunos clasicos como La Doncella de Hierro, el Potro, la Rueda, la Pera de la Angustia o el Desgarrador de Senos. No me extendere mas en todos artilugios, el que quiera mas informacion al respecto ya sabe que a dia de hoy todo esta en Internet. Eso si, algunos nombres ya son bastante descriptivos por si solos. La cuestion es que al final recorro todas las estancias visitables del castillo con extrema minuciosidad, pero aun asi no me lleva mas de dos horas, de lo cual podeis colegir que tampoco hay tanto que ver. En cualquier caso la visita ha sido mas que interesante, aunque de vampiros y chupasangres nada de nada. Resulta que hay mucho mas rigor historico del que yo pensaba y la fantasia draculiana queda bastante en segundo plano, por no decir reducida practicamente a la nada.

La siguiente parada son las tiendas de souvenirs, justo al lado del castillo y en un numero realmente escandaloso. Toda una plaza y un par de calles aledañas son tenderetes uno tras otro en los que, aqui si, te venden todo tipo de recuerdos relacionados con el Conde, sus dientes y sus victimas. Y de todo el tema historico y real que acabas de ver en el castillo, olvidate. Al final sucumbo y me compro un par de chorradas, aunque no pierdo demasiado tiempo en ello porque, ya con el mediodia pasado, mi gaznate comienza a encender la luz de alerta. Y no es precisamente de sangre de lo que estoy sediento. Por suerte, con esto de atraer a todos los turistas de la zona, los abrevaderos estan tambien junto al castillo y a los tenderetes de souvenirs. Asi que apenas tengo que caminar cincuenta metros para caerme de bruces delante de la que va a ser mi primera cerveza del dia.

En realidad no solo va a ser la primera, sino que tambien me hago una segunda, y ya que estoy sentado y a la sombra, me casco tambien algo solido. No tengo demasiada hambre, pero veo que hay unos higaditos de pollo con tomate y verduras (al estilo rumano me dice la camarera) que son una porcion pequeña y seguramente estan muy sabrosos. No tengo queja. Por cierto que el bar-restaurant este en el que me he metido es de lo mas peculiar. Para ir al servicio tengo que subir al piso de arriba, donde hay una especie de tenebroso bosque artificial, el cual hay que cruzar hasta llegar al lugar donde uno puede vaciar la vejiga. Supongo que mas chorradas relacionadas con perderse en una oscura montaña de Transilvania y ser atacado por algun chupasangre en mitad de la noche.

Una vez finalizado este refrigerio etilico-gastronomico, me doy cuenta de que aqui, en Bran, ya no hay nada mas que hacer. Y mi plan para el dia, que era visitar el castillo, ya esta mas que realizado. Como aun es pronto para empezar a mamar hasta caer, se me ocurre pillar mi vehiculo y darme una vuelta por las montañas y pueblos aledaños, a ver si encuentro algo de interes fuera de tanta mierda turistica. Pero aparte de un par de iglesias en mitad de ninguna parte y una incesante lluvia que ha comenzado en el momento que he subido al coche, no hay absolutamente nada que llame mi atencion. Bueno, hay perros. Mientras voy manejando no hago mas que ver perros vagabundos paseando junto a la carretera. Pero muchisimos y por todas partes. Ya esta claro quienes eran los cabrones que me han jodido durante toda la noche a base de ladridos incesantes. Se ve que por esta zona es costumbre dejar a los perros por ahi tirados y que se busquen la vida. Pero mira que calladitos que estan ahora, paseando y vagando sin rumbo. No podeis ladrar durante el dia, no, hijos de puta, teneis que hacerlo durante la noche.

En uno de los pueblos por los que paso me topo, casi de frente, con un supermercado Lidl. Y claro, las malas ideas retornan a mi cabeza. Supermercado es igual a cervezas. Y lo cierto es que ya me estoy cansando de dar vueltas con el automovil, que ya llevo asi, vagando sin rumbo, como los perros, casi dos horas. Me hago con un buen surtido variado de chelas, buscando especialmente aquellas que son originarias de la zona o que no conozco. Tambien adquiero un par de tonterias solidas para picar, un queso transilvano y una especie de lonchas de cerdo curado que tienen muy buena pinta. Por cierto que a punto estoy de pillar una botella muy macabra de un licor que no es mas que alcohol etilico refinado de 96 grados. Y que te venden en la seccion alcoholica del supermercado tal cual. Supongo que para aquellos que ya no tienen bastante con un buen vodka ruso o una absenta. Al final me contengo, pero bueno, con toda esta metralla en el maletero del coche, lo que esta claro es que ya no puedo mas que pensar en volver a mi alojamiento y empezar el festival, cascandome una cerveza tras otra hasta que acabe el dia completamente mamado. Pues vamos alla.

Como tengo toda la cabaña para mi, empiezo en una terracita, despues me traslado a otra, despues a la habitacion... y asi voy recorriendo estancias una tras otra, casi mamando una chela en cada una. En un momento dado me viene a la mente que hay partido europeo del Celtic, asi que me bajo al estupendo salon-comedor donde empiezo a trastear con el televisor hasta que encuentro un canal en el que ver el evento futbolistico. Que ciertamente empiezo a ver pero no termino. O quiza si, pero la cuestion es que no me acuerdo. Es evidente que el nivel etilico en mi sangre se ha puesto finalmente en el lugar adecuado y ya llevo una melopea de cojones. Esta noche si que voy a dormir tranquilo y relajado, sin pensar ni en vampiros, ni en fantasmas, ni en nada que no sea una buena cerveza. Y me da que, ademas, ya pueden ladrarme en la oreja cuatrocientos perros a la vez que no me voy a enterar. Buenas noches, Transilvania.

martes, 13 de septiembre de 2022

Una semana en Rumania 1. Transilvania

Tener un vuelo a las cinco de la mañana no es nada deseable. Especialmente si tienes que manejar tu vehiculo durante una hora para llegar al aeropuerto. Y menos todavia sabiendo la asquerosa maxima de que siempre tienes que arribar al lugar con antelacion para cumplimentar los mas que engorrosos tramites aeroportuarios, por si tienes alguna incidencia, para mear y cagar antes de subir al avion... y para hacerte una cervecita, ya puestos. Aunque en el caso de hoy esta ultima circunstancia no se va a dar. Primeramente, porque con todo este tema del vuelo tempranero me he tenido que levantar a las dos de la madrugada. Y yo soy de esos que cuando sabe que se tiene que levantar a una hora, no pego ojo. Hasta la medianoche no pille el sueño, asi que cualquiera con un minimo conocimiento de matematicas basicas ya sabe cuanto he dormido. Despues, tener que conducir de noche, yo que no me veo tres en un burro, y con el stress de no tener ninguna incidencia y llegar a tiempo, me ha dejado bastante mal cuerpo. Y finalmente, cuando llegue a mi destino voy a tener que recoger mi automovil de alquiler y continuar la marcha durante unas cuantas horas. Asi que no es como para ir beodo. Vamos, que no, que hoy no hay chelita para empezar la aventura.

A pesar de todas estas vicisitudes de primera hora del dia, la cuestion es que llego bien al aeropuerto, aunque no con demasiado tiempo sobrante, y embarco en el clasico Boeing cutre de Ryanair sin mayores contratiempos. Y ahora, tres horas y media de jugar a Candy Crush, escuchar un par de podcasts de misterio y dar una minima cabezada de cinco minutos. Todo esto en el aire, mientras cruzo los amanecientes cielos de practicamente toda Europa, hasta llegar al que va a ser mi primer destino del dia, el Aeropuerto Internacional de Otopeni, en Bucarest. Asi es, amigos, llegamos a Rumania, la patria de gente tan interesante como Gheorghe Hagi, Nadia Comaneci o, por supuesto, el Conde Dracula. Y ya que he mencinado a este ultimo, vamos a empezar por ahi, por Draculas, vampiros y la zona mas mitica de toda esta nacion, Transilvania.

Sin querer perder mucho tiempo, puesto que entre la duracion del vuelo y el cambio horario ya es mediodia, salgo como una centella del aeropuerto y cumplimento el tramite de hacerme con el vehiculo que me va a llevar de un sitio a otro a lo largo de toda esta semana. Se trata de un fantastico Renault Megane de inmaculado color blanco que lo cierto es que cuando le pisas tira bastante. El navegador me dice que tengo dos horas largas hasta mi lugar de reposo (espero que no eterno) para la jornada de hoy. Me voy a alojar en plena Transilvania, concretamente en la pequeña, montañosa y muy turistica localidad de Bran. Y es que aunque voy a recorrer diversas partes del pais a lo largo de estos dias, quiero empezar por lo mas interesante. Si, ya os podeis imaginar que en Bran es donde se ubica el famoso castillo del Conde Dracula. No me lo podia perder. Asi que, con la emocion del que va a ser mordido en el cuello a no mucho tardar, pillo la carretera que une Bucarest con Brasov y poco a poco me voy acercando a la cordillera de los Carpatos para, finalmente, llegar a la misteriosa y tenebrosa Transilvania.

El sistema de carreteras de Rumania tampoco es que sea una maravilla, pero quiza porque es un lunes a una hora extraña, el trafico no es excesivo, asi que la conduccion se hace bastante facil. Ya rondando los primeros (y muy espectaculares a la vista) valles de Transilvania, me hago cargo de que me desperte hace casi doce horas y aun no comi ni bebi nada en todo el dia. Y aunque hasta el momento tampoco habia reparado en ello, lo cierto es que el cuerpo me empieza a dar ciertas señales de advertencia. Falta una hora para llegar a Bran y llevo adelanto sobre mi horario previsto, asi que decido parar en un pueblo de carretera al azar. Lo cierto es que en toda la ruta hasta aqui aun no he visto ningun pub o bar en los diferentes pueblos por los que he pasado. Al parecer no se estilan. En un momento dado veo unas sombrillas y unas mesitas en una especie de bocacalle que da a la carretera principal, asi que me voy a aventurar. Pero simplemente se trata de una especie de horno-cafeteria con dos viejos sentados tomando cafe. Poca excitacion o emocion va a haber aqui.

La cuestion es que tambien me estoy meando, asi que en algun sitio tendre que parar. Me introduzco en la lugubre tienducha y una señora amplia tras el mostrador me da la bienvenida con una cordial sonrisa. Pero claro, esto yo ya me lo temia, no habla otra cosa que no sea rumano. Y yo lo unico que se decir en este idioma es "o bere, va rog". Que ya os podeis imaginar que significa "una cerveza, por favor". A ver, en realidad a mi es lo unico que me hace falta para ir a cualquier pais, de hecho se decir esta expresion en mas de treinta lenguas diferentes. El problema es que no quiero una chela porque aun estoy a los mandos de mi vehiculo y sigo siendo una persona medianamente responsable. El fin, el caso es que al final, como no se que decir, suelto un potentisimo "o bere, va rog", y vaya si lo capta la señora, porque en menos de dos segundos ya tendo una lata de cerveza de medio litro delante de mis narices. Pues que cojones, el desayuno de los campeones. Y si eso, señora, me pone tambien un pastelito de esos cuadrados que tiene detras del mostrador, que tienen buena pinta y meter algo solido en el cuerpo quiza no sea mala idea.

Supongo que es porque he parado en un pueblo de mierda en mitad de ninguna parte, pero todo me resulta extremadamente barato. Despues comprobare que, efectivamente, en las zonas de turistas la cosa cambia. Pero bueno, de momento disfrutemos de nuestro primer contacto con las gentes de estas tierras. Al poco de abandonar este pueblo, dejo finalmente la carretera a Brasov y me meto en la montaña propiamente dicha. Esta pista es mas zigzagueante pero todavia de bastante buena calidad y con menos trafico todavia. Eso si, el fenomeno que ya venia aconteciendo desde hacia unos kilometros, de puestos de viejas junto a la carretera vendiendo patatas y melones, comienza a multiplicarse en progresion geometrica. Y ahora comienza otro show que parece tambien bastante tipico de esta zona, tipos que circulan por la carretera montados en carretas de mierda tiradas por caballos reventadisimos que parece que se vayan a quedar en el sitio de lo viejos y agotados que estan.

Ya muy cerca de Bran paso un pueblo que no es cutre, es lo siguiente. En mitad de una llanura desolada aparecen las casetas, chabolas o lo que sean de Rasnov. Es una especie de poblado gitano, donde lo de vender mierda en puestos junto a la carretera y los carros tirados por todo tipo de animales llegan a su maxima expresion. Eso si, detras de las chabolas atisbo varios Mercedes, Audis y BMW. Tampoco parece que se lo monta mal esta gente. Una de las carretas, tirada por un asno, esta parada en mitad de la puta carretera en contradireccion. El menda que maneja las riendas esta a carcajada limpia mirando una tablet y obvia totalmente el trafico. Pues casi me llevo por delante al burro. O mejor dicho a los dos burros, tanto al que tira como al que es tirado. A ver si llego pronto a Bran, que esta zona del pais se me esta empezando a atragantar.

Por fin, Bran. Preciosa localidad de montaña cuyo centro neuralgico esta en torno a la carretera, que parece construida a proposito para llevarte al castillo de Dracula. En torno a este, que se alza sobre una pequeña elevacion en toda su magnificencia, restaurants, tiendas, bares, alojamientos... Vamos, que ya sabemos de que vive esta gente. Otro timo masificado sacacuartos basado en cuentos de hadas, como el Loch Ness. Continuo a los mandos de mi automovil, ya que mi alojamiento queda al final de la poblacion, alejado de la carretera y del bullicio, en plena ladera de una de las montañas que dan forma al valle. Y lo cierto es que me he querido buscar algo tan genuino que casi ni encuentro el sitio. Acabo metido en un camino de barro (ahora el Renault Megane ya no esta tan inmaculado) y teniendo que detener el vehiculo en mitad de ninguna parte porque el navegador dice que ya he llegado a mi destino y aqui no hay nada.

Pregunto a una señora con pinta de granjera que pasa por alli por casualidad y, no solo no me responde, sino que sale corriendo como si hubiera visto al mismisimo Conde Dracula en persona. Yo no hago mas que repetir "Neba, Neba...", que es el nombre del alojamiento, pero vete a saber, igual "neba" en rumano significa "muerdo tu cuello" (luego me enterare de que "neba" simplemente significa "no"). Estoy montando tanto escandalo con los gritos de "Neba, Neba" que al final, al cabo de dos minutos, aparece otra mujer, la cual habla un ingles muy primitivo, que me indica con una cierta sonrisa forzada que el lugar que busco esta mas arriba en la montaña, subiendo por un autentico camino de cabras y atravesando una pradera. Yo le señalo hacia el coche embarrado y ella me dice que nada de coche para subir hasta alla. No, bueno, de eso ya me he dado cuenta, solo queria saber que hago con el puto Megane. Como a nadie parece importarle lo mas minimo, dejo el automovil medianamente apartado en mitad del bosque y para arriba que me voy con mis dos bultos de equipaje, que por suerte no pesan demasiado.

Me he dejado el alma en la puta ascension pero ha merecido la pena. El alojamiento es una cabaña de montaña al mas puro estilo Heidi, pero enorme, con tres pisos y unas diez habitaciones y cuatro o cinco baños, un salon comedor inmenso y varias terrazas con vistas a todas las montañas y el valle. Y, por supuesto, desde aqui arriba, vista privilegiada al famoso castillo del Conde. Y lo mejor es que no hay nadie alojado en el lugar. Todo el edificio para mi solo. Aunque tambien hay que decir que tanta soledad me produce un cierto escalofrio en el cuerpo. Transilvania, y precisamente a 500 metros del castillo de Dracula, no es el mejor sitio para pasar un par de noches solo en una cabaña en mitad de la montaña. Pero bueno, haremos de tripas corazon, o mejor llenaremos el gaznate de cerveza, porque la cuestion es que ya he llegado al destino final del dia y ahora lo que tengo es mucha sed.

Me bajo al pueblo (lo jodido es tener que volver a subir luego) y me meto de lleno en el meollo draculario. Hoy ya es tarde para visitar el castillo, lo dejare para mañana. Pero la hora es ideal para empezar a mamar hasta caer. Vaya, aqui todo dios habla ingles, que pillos. Turismo, sacar pasta, que negocio. Pues venga, ponme una chela y sacame unos cuantos leis (que es la moneda de Rumania). Comienzo por la tipica tonteria para turistas, la cerveza Dracula, que no es mas que la lager mas barata que tienen con un colorante rojo para que parezca sangre. Asquerosa. Mejor me tiro a las cervezas rumanas que ya conozco (me ocupe de probarlas antes de venir), y de esta manera me hago unas cuantas Ursus, Ciucas, Timisoreana... Y a todo esto tengo un hambre atroz porque sigo sin probar bocado en todo el dia, mas que el pastelito cutre de la vieja en aquel pueblo. Asi que me pido una bandeja de carne para dos personas, que es como una pala llena de comida, incluyendo salchichas, cerdo, pollo, patatas... todo en grandes cantidades.

Con lo cansado que estoy del viaje y no dormir, y tras semejante festival, decido retirarme de vuelta al alojamiento muy pronto, practicamente con la puesta de sol. Lo de pirular por los bosques de Transilvania en plena noche no me parece una idea demasiado atractiva o, cuanto menos, segura. Me refiero a mi cuello. Ademas aun tengo que subir montaña arriba. Claro que esto seguro que me va a dar sed. Si eso paso por el supermercado mas cercano y me pillo provisiones. Liquidas, por supuesto. De esta manera, me apalanco en una de las terrazas de la cabaña, con vistas directas al castillo (siempre esta bien controlar por donde te puede atacar el enemigo en plena oscuridad) y comienzo a bajarme una cerveza tras otra sin solucion de continuidad, practicamente hasta caer rendido de agotamiento.

Justo antes de dirigir mis pasos en direccion al catre, por accidente, aprieto un interruptor de la planta baja que me revela una inquietante luz que parece provenir de un sotano. Curioso que es uno, me acerco a ver que hay bajo esa especie de trampilla luminosa en el suelo. Ante mi aparecen unas escaleras que se pierden en direccion descendente y, justo cuando las voy a tomar, me topo de bruces con el retrato, colgado en una lugubre pared, de un individuo de hace varios siglos, con rostro serio, duro e incluso vampirico. Cierro la puta trampilla, apago la luz y salgo disparado hacia la ultima planta. Atranco la puerta de la habitacion, le doy dos vueltas de llave y me meto debajo de la manta asegurandome de que especialmente mi cuello queda bien cubierto. Menos mal que llevo una buena chuza y me duermo enseguida, que si no... menuda nochecita habria pasado.

 
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