martes, 8 de agosto de 2017

El tocha y el patejo

Me voy a dormir y no tengo sueño. Es algo habitual, aunque creo que esta mierda del insomnio le pasa a mucha gente. A veces es incluso peor, caigo redondo en apenas diez minutos pero luego abro los ojos a las cuatro de la madrugada y asi me quedo toda la noche. Precisamente ayer me acontecio esto ultimo, vaya usted a saber por que, y claro, uno intenta distraer la mente, en la mayoria de ocasiones con ideas y pensamientos de lo mas absurdos, extravagantes y disparatados. En uno de esos macabros momentos de perturbado funcionamiento cerebral es cuando aparecio ante mi el recuerdo de dos personajes de mi juventud, el tocha y el patejo.

He conocido a mucha gente a lo largo de mi vida, pero mira tu por donde que han tenido que ser estos dos, sin ninguna razon aparente, los que hoy me han venido a la cabeza. Conoci al tocha y al patejo en el instituto, creo que ya cuando estaba en el ultimo curso, y mi relacion con ellos apenas paso de unos meses, ya que empezamos a entablar conversacion a mediados de temporada y en cuanto acabamos ese año no nos volvimos a ver jamas. Si os digo la verdad, jamas tuve los telefonos de estos dos individuos y tan solo recuerdo el apellido de uno y el nombre del otro, posiblemente nunca supe sus nombres completos. Vamos, que es complicado aplicarles una denominacion que vaya mas alla que la de conocidos. Es por eso que me sorprende que mas de cuatro lustros despues hayan vuelto a mi memoria.

Empecemos por el principio. El tocha y el patejo eran los tipicos colegas de colegas. En los veinte minutos de recreo entre clases en el instituto, siempre me daba un paseo junto a otros dos amigos, el gabacho y el pistolas (de estos no hablare hoy), basicamente circunvalando el edificio donde estudiabamos, o haciamos como que tal. Fueron varios los dias que dando esta vuelta absurda, nos encontramos en una esquina, parados, teniendo sus propias conversaciones, al tocha y al patejo. Estos tios ni siquiera iban a nuestra clase, aunque si al mismo curso, pero mis dos colegas les conocian, asi que mas de un dia nos parabamos a hablar con ellos. Y al final esta historia se convirtio en una costumbre.

Eran una pareja singular. Se odiaban el uno al otro pero a la vez eran inseparables. Normalmente era el tocha el que se faltaba constantemente con el patejo, tanto a sus espaldas como a la cara. Una vez a la semana, habitualmente los viernes, el patejo estallaba y se revolvia a insultos contra el tocha, a veces poniendose frente con frente y muy cerca de darse de leches. Al final nunca pasaba nada, se dejaban de hablar el fin de semana y el lunes volvian a su rutina conversacional.

El tocha era de estatura media, corpulento, pero no gordo, con cara de gamberro y, como su apodo decia, con una protuberante nariz que era lo que mas destacaba en su cara. Adoraba la cerveza y las bravas, y muy habitualmente lo que hacia era pelarse las clases para acudir a una bodega cercana y dar rienda suelta a sus dos comentados placeres. El tio era un autentico maleducado, su coletilla mas habitual, que soltaba como respuesta a casi todo, era 'aaaah, me corro en tu boca', a grito pelado y en plan muy escandaloso, asegurandose de que todo dios le oia. Esto le ocasiono algun que otro problema cuando no solo usaba la coletilla con sus amigos y conocidos, sino tambien con alguna alumna desconocida que le iba a preguntar algo sobre clases, profesores y examenes. El menda no podia evitar lo de 'me corro en tu boca' a todas horas y sin ningun tipo de razon. Y ahora que lo menciono, creo que tambien se lo solto a algun profesor en mitad de alguna clase.

El patejo era un tio muy alto, casi dos metros, pero bastante deforme, porque era muy delgaducho, tenia el cuerpo pequeño y las patas muy largas, de ahi su apodo. Era feo, digamoslo con claridad, gafas de pasta blanca, cara llena de granos y el pelo casi siempre grasiento en exceso. Aparte de ser un gorron que jamas pagaba nada, se caracterizaba por sus aberrantes mentiras. De cada diez cosas que contaba, diez eran mentira. Y siempre eran anecdotas o logros que le envolvian a el. Eran falsedades tan flagrantes que absolutamente nadie se las podia creer por un momento, pero el tipo las contaba completamente serio y convencido, y si se las ponias en duda te empezaba a insultar. Recuerdo algunas, como la de estar follando sin parar 24 horas, la de su moto de tres mil centimetros cubicos o el dia que se encontro un platillo volante con aliens y todo en la playa.

Lo dicho, acabo el curso y nunca mas volvi a saber ni del tocha ni del patejo. Es que ni siquiera me los volvi a cruzar por la calle jamas. Quiza fue una ilusion de mi cerebro y semejantes personajes nunca fueron reales, aunque teniendo en cuenta la maxima de que la realidad siempre supera a la ficcion, intuyo que si que existieron y que seguramente aun siguen por ahi, ya cuarentones, haciendo de las suyas. O sea, el tocha corriendose en bocas (o mas bien gritandolo) y el patejo aumentando y aumentando el tamaño de sus mentiras. Lo mejor de cada casa.
 
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