miércoles, 29 de marzo de 2023

Vienna Concerto 1. Noche fantasma

Aeropuertos. Si, ya se la cantidad de veces que he despotricado en mis textos al respecto de estos lugares. Que si el gentio, que si los olores, que si el excesivo control... ¿Pero sabeis que pasa? Que al final a todo se acostumbra el ser humano. No solo eso, sino que ahora me doy cuenta de que incluso empieza a gustarme todo este asunto. Lo tomo como parte del viaje, un entretenimiento mas. Que si las colas, que si la espera, que si la cervecita de rigor antes de subir al avion... Y si, como en este caso, estoy medianamente despejado porque no se trata de uno de esos incomodos vuelos de primera hora de la matinal, pues mejor que mejor. Claro que el hecho de despegar ya a media tarde lo que va a provocar es que llegue a mi destino, que al fin y al cabo es lo que interesa, a altas horas de la noche y con el tiempo justo de entrar a mi alojamiento y tumbarme a dormir. O quiza no. Bueno, ya veremos. De momento, lo dicho, pinta de cerveza y en un par de horitas a cruzar los cielos de Europa.

Viena, que ciudad mas monumental y musical. O al menos es lo que se dice de ella. Pronto lo comprobaremos. Pues si, este es el lugar que nos va a acoger durante las cuatro proximas jornadas, la eterna capital austriaca. Parece mentira la cantidad de personajes de relevancia que ha dado esta pequeña (aunque en sus tiempos fue todo un imperio) nacion centroeuropea. Mozart, Niki Lauda, Schwarzenegger, Adolf Hitler... una lista que no acabaria nunca. Lo cierto es que una estancia tan breve no nos va a dar para ver todo lo que es requerido en tan importante capital, pero cuanto menos intentaremos hacer un par de actividades medianamente turisticas y, por supuesto, refrescaremos nuestros gaznates lo mas posible con uno de los productos estrella de esta zona del planeta. Si, muy obvio, cerveza. Pero ademas de la buena. Ah, y no nos olvidemos de las tipicas salchichas que se consumen tambien por estos parajes. Alguna que otra tambien caera.

Aterrizamos sin demasiados problemas, salvo que el piloto por lo visto no calcula bien la distancia al suelo y nos damos un tremebundo golpetazo al tomar tierra, con los consiguientes gritos de espanto por parte de algunos de los pasajeros menos experimentados en estas lides. Para mi que el tren de aterrizaje ha petado, porque los ruidos que el avion va haciendo bajo nuestros pies mientras rueda por la pista intentando perder velocidad no son nada agradables. Pero al fin y al cabo no es mi problema, yo no voy a pagar el destrozo y en cualquier caso al final acabamos estacionados junto a la terminal. A continuacion atravieso un muy liviano y agil control de pasaportes donde nadie me pregunta absolutamente nada y el guarda fronterizo ni me mira a la cara. Debe de ser que como es tarde el tio esta hasta los cojones de ver jetos y solo quiere irse a su cama a dormir. Y bueno, que ya estamos en Austria. Que empiece el festival.

Previamente ya habia contratado un taxi para que me llevara del aeropuerto hasta el alojamiento, en una zona bastante centrica de la ciudad. Mas que nada porque es tarde y no se yo como funcionara aqui el tema del transporte publico. Daniel es un simpatico personaje de cincuenta y pico, pelo totalmente canoso, andares un tanto afeminados y amable hasta la extenuacion. Durante los veinte minutos de conduccion entre las oscutas carreteras y calles vienesas, me da bastante chachara. Es asi como me entero de toda su vida. Rumano de nacimiento, muy joven llego a Austria huyendo del comunismo (lo que hacen todas las personas de bien), y es asi como tiene familia diseminada por toda Europa y hasta en Estados Unidos. Un buen y modesto trabajador que se gana la vida honradamente a los mandos de su taxi. Me deja justo en la puerta de mi apartamento y me da su tarjeta por si requiero de sus servicios al volante en algun otro momento a lo largo de mi estancia. No lo descarto, aunque de momento lo primero es lo primero. Ya estoy en Viena y ahora, pues ya os podeis imaginar, tengo mucha sed.

Rapidamente procedo a analizar el apartamento duplex que me ha tocado en gracia. Todo parece medianamente en orden y realmente limpio y moderno. Como tengo bastante prisa, no me detengo a inspeccionar nada, salvo un rapido vistazo a un balconcito con vistas a ninguna parte que supongo que me dara juego a la hora de hacerme mis tipicas cervecitas caseras. Son ya mas alla de las diez de la noche y me hago cargo de que a estas horas no me va a quedar otra que mamar en algun pub, porque los supermercados para conseguir metralla ya han debido pasar a mejor vida. Pues venga, a poner los pies en la calle y a buscar un abrevadero. Aunque tras caminar mis primeros pasos por esta urbe, me doy cuenta de que esta tarea puede resultar mucho mas dificil de lo esperado a priori.

Me cago en la puta, estoy en una ciudad fantasma. Tras recorrer varias calles durante unos cinco minutos, me hago cargo de que no me he cruzado con absolutamente nadie. Hasta las farolas estan medio apagadas y todo es oscuridad y quietud. Pero una quietud que asusta, en serio. Detengo mi caminar y miro a mi alrededor. Nada. Y lo que es aun mas inquietante, ni un solo ruido. El silencio mas absoluto. Joder, estoy en mitad de una calle de doble direccion en Viena y parece que haya entrado en una camara anecoica, esas habitaciones que estan tan aisladas que no dejan entrar ni el mas minimo sonido. La puta noche fantasma es jodidamente aterradora. A ver, si al menos pudiera hacerme una chelita, aunque fuera en silencio, pues vale, lo aceptaria. Pero es que no hay ni un puto garito abierto. Los cojones de la jodida Viena.

Totalmente desolado decido volver al alojamiento, cabizbajo y con los hombros caidos en señal de resignacion. Aun asi, como soy un hombre de fe, decido tomar una ruta distinta por ver si suena la flauta y me encuentro una cerveza colgando de un arbol o algun milagro de esa indole. Y ya se sabe que todo peregrino penitente, al final, obtiene su recompensa. A lo lejos escucho a tres o cuatro personas cantando "happy birthday", lo cual ya incluso me hace pensar que, en mi ansiedad, me estoy volviendo majara y tengo ilusiones auditivas. Pero no, ahora ya incluso diviso una tenue luz al final de la calle. Y parece que sale de un edificio, y parece un local comercial, y... espera, espera, que resulta que es un pub. Y esta abierto. Y hay gente dentro bebiendo. Sin darme cuenta mis piernas han comenzado a correr. Ya estoy frente a la barra. No es un sueño, es real. Empecemos.

Un camarero melenudo con la tipica camiseta de banda de heavy metal me pone una cerveza de medio litro que yo creo que ni le he pedido. Asi, por las buenas. O igual es que ha visto mi gesto desesperado y ya sabia lo que hacer. Este si que es un puto profesional. Al final van a caer hasta cuatro jarras de Stiegl, que es una de las chelas austriacas mas famosas, bastante correcta aunque no de las mejores. Como el peludo, que esta solo en todo el bar, que por otro lado es inmenso, tambien esta haciendo algo parecido a pizzas para otras mesas, yo le pido algo para menear al bigote. Y me responde que solo hace flammkuchen, que por lo visto es una especie de pizza al estilo austriaco, cargadisima de queso de cabra y que esta seriamente cojonuda. O quiza es por las horas que son y las chelas que llevo, pero lo cierto es que me sabe a gloria.

Lamentablemente, el sitio no tarda mucho en cerrar. Por lo poco que puedo hablar con el jevuta, que habla un ingles mas que correcto, parece ser que estos no son horarios para tener nada abierto en Viena. Y menos un miercoles como hoy. De ahi que no haya ni un solo pub funcionando y por las calles se respire la muerte. Pero el tio me dice que este es un local independiente y el se pasa las reglas bastante por el forro. La decoracion del garito, que por cierto me entero que se llama Luxor, es de lo mas peculiar y variada. Ambientacion musical y cinematografica mezclada, un cuadro enorme de varios cientificos posando e incluso una reproduccion a tamaño natural del reloj de la pelicula clasica Metropolis. Que bareto mas cojonudo. Y lo cierto, y mas importante, es que ya he saciado mi sed de jugo de cebada. Al menos hasta que el sol vuelva a salir. Ahora toca dormir, aunque ya os anticipo que la cama no va a ser nada comoda. Veremos como despierto.

 
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