domingo, 2 de abril de 2023

Vienna Concerto 3. Hitler en Peru

Abro un ojo y siento que mi cuerpo esta destrozado. Abro el otro y me doy cuenta de que, definitivamente, estoy hecho polvo. El primer pensamiento es que la resaca despues de una buena noche de carallada me esta azotando a base de bien. Pero en cuanto intento mover una extremidad y la cama comienza con sus asquerosos chirridos, me hago cargo de donde estoy y por que me siento tan mal. El camastro es un puto infierno, pero lo peor de todo es la almohada. Tanto me estaba jodiendo que, por lo visto, y sin darme cuenta ya que estaba en mitad de mi profundo sueño, a mitad de noche la lance con violencia al otro lado de la habitacion y empece a agrupar cojines debajo de mi cabeza para ver si podian dar algo de alivio. Ni con esas. Tengo una torticulis criminal y el resto del cuerpo no acompaña en absoluto.

Por lo menos no tengo queja de la ducha, moderna, con presion, espaciosa y facil de regular. Vamos a ver si media hora bajo el agua me repara un poco. Realmente no, pero al menos ya puedo caminar, accion que recien despertado me parecia una autentica quimera. De esta manera, y a pesar de que tengo provisiones en la nevera, decido salir a dar un paseo a ver si encuentro algun sitio interesante donde pegar un bocado. Comienzo a atravesar el centro de la ciudad intentando que la actividad me reactive tanto el cuerpo como el cerebro, pero la cosa va muy lenta y a trompicones. Y asi voy a avanzar por las estrechas callejuelas del corazon de la Viena mas antigua hasta que, como no podia ser de otra manera, se acaba el casco viejo y llego hasta la famosa avenida que delimita esta zona al sur. Pues oye, ahora que pienso, aqui es donde se ubicaba el local aquel del camata saltimbanqui de los chistes. Si, donde me casque ayer la salchicha con mostaza que tan de puta madre estaba. Ahi lo veo, al final de la calle. Huele a desayuno. Que cojones, huele a salchicha.

No lo puedo evitar. Me pido exactamente lo mismo que ayer, por supuesto con dos cervecitas. Ya que desayunamos, hagamoslo con alegria. La unica nota negativa del lugar es que hoy, en lugar del camarero guallon, tenemos a una gorda amargada que apenas si me atiende con dos monosilabos y no me hace ni puto caso. Bueno, al menos disfruto del papeo y el mamoneo. Ah, amigos, pero lo que pasa cuando uno va de resacon, no ha dormido lo suficiente e intenta ingerir mas alimento del que le corresponde, es el consiguiente bajon y sopor despues de la copiosa comida. Mucha alegria momentanea con las dos chelitas, pero acto seguido se me cierran los ojos y, ahora si, voy por la calle directamente arrastrando los pies y apoyandome en todas las farolas que aparecen a mi paso.

Consigo llegar al Palacio Belvedere, que ayer solo visite de refilon. A pesar de mi estado, hoy si que considero impepinable la necesidad de ver sus galerias de arte y ahi que me adentro al museo a ver cuadros y mas cuadros y mas cuadros. Que puta barbaridad, casi dos horas de putos cuadros. Eso si, os recomiendo que ni se os ocurra visitar la seccion avant-garde y post-modernista. Vaya jodida basura. Es como si un tio vomita en un lienzo, lo cuelga en la pared y luego dice que es arte. Y los agilipollados turistas ahi intentando entresacar el significado de una motita de pintura, un tropezon del vomito o la diarrea mental del supuesto pintor. Lamentable. Mejor salgo del palacio, me cruzo la calle y me hago un cafe bien cargado en un garito que hay justo enfrente. Oye, que bien que me ha sentado el cafe. Mira, camarero, ¿me puedes traer una chela de esas de medio litro tambien? Es que el cafe me supo a poco. Oh, ahora si. Adios sopor, adios pseudo-arte para gilipollas, adios resacon. Ya estoy en plena forma. Pues venga, vamos al punto algido del dia.

Siguiendo los jardines del Belvedere hasta el final y cruzando una pequeña avenida, nos damos de bruces con un enorme edificio de ladrillo rojo que en su epoca fue el viejo arsenal de la ciudad y que a dia de hoy alberga el Museo de Historia Militar. En la planta baja se ubica la exposicion mas completa que jamas he visto sobre la Primera Guerra Mundial (y eso que vi una en Budapest que tambien era acojonante), incluyendo el automovil de epoca en que fue asesinado el Archiduque Francisco Fernando, hecho que supuso el inicio de la gran contienda belica. Si subimos a la planta superior, retrocederemos en el tiempo y veremos artilugios y explicaciones sobre todas las guerras en que se Austria se vio envuelta desde tiempos medievales (por supuesto cuando la nacion era un gran imperio que abarcaba media Europa). Y si volvemos de regreso a la planta inferior nos daremos cuenta que ya no hay mas exposiciones y que el museo se ha terminado. Pero vamos a ver, guerras preteritas, Primera Guerra Mundial... a mi me falta algo, ¿a vosotros no?

Me lo temia, esto es lo mismo que cuando visite Alemania. Eliminan cualquier rastro de la Segunda Guerra Mundial. Como si nunca hubiera existido. Y lo poco que hay, lo tienen oculto y no lo publicitan. Es lamentable. No se si llamar a esto pseudo-correcion politica, ignorancia supina o autentico agilipollamiento humano. En fin, que pillo un cabreo bastante grande, porque a mi es realmente lo que mas me interesaba ver, aunque tampoco me sorprende. Antes de salir del museo, decido acercarme a la cafeteria, tambien ubicada en la planta baja, y alli me doy cuenta de que tienen chelas. Pues me siento un ratito y me hago una, asi se me pasara el enfado. Y claro, tanto liquido, pues al final pasa lo que pasa, que me estoy meando. Buscando los servicios desciendo hacia una zona del subsuelo por un estrecho pasillo y al final de este los encuentro. Espera, espera, que me parece que he encontrado algo mas... ¿que es esto?

Al final de este tetrico corredor veo un poster con la cara de Adolf Hitler. ¿En serio? ¿Que broma rara es esta? Curioso que soy, me acerco a ver este extraño retrato del Fuhrer y ante mi, completamente por sorpresa y sin ningun tipo de cartelon que lo indique ni advertencia en ningun otro punto del museo, aparece un enorme salon con una espectacular exposicion sobre la Segunda Guerra Mundial. Banderas, uniformes de las SS, vehiculos pesados, un avion aleman colgando del techo y hasta un busto del maximo mandatario nacionalsocialista esculpido en bronce. Que delirio. Y aqui lo tienen todo, escondido en un semisotano y sin ninguna indicacion o publicitacion al respecto en todo el resto del edificio. Lo dicho, intentando ocultar la historia. Me tiro casi una hora solamente en esta sala disfrutando como un enano. Fijaos que moraleja mas curiosa, quien decide pedirse una cerveza y luego mearla, acaba encontrando exposiciones de puta madre. Menuda ironia del destino.

Al final se me han hecho casi las cinco de la tarde y tengo una hora de paseo de vuelta hasta el alojamiento. Como tengo bastante gazuza ya que lo unico que comi en todo el dia fue la salchicha del desayuno, me subo a un taxi que conduce un tipo muy raro con piel oscura, greñas en plan gitano y que maneja el vehiculo en plena hora punta como un jodido suicida. Bueno, por lo menos llegamos rapido. El taxista kamikaze me deja en la esquina de la calle donde esta mi apartamento y alli me doy cuenta de que hay un restaurante llamado Acapulco, que curiosamente se especializa en comida peruana, o al menos eso indica en la puerta. Y digo lo de curiosamente porque, que yo sepa, Acapulco esta en Mexico. Pero vamos, que si me decis que haceis comida peruana me lo creo.

Entro al susodicho restaurant con la idea de cenar pero al segundo me doy cuenta de que he llegado tan rapido de vuelta que apenas si son las cinco y diez. Una sonriense señora con aspecto andino me da la mas cordial bienvenida a un local que esta completamente vacio, pero en lugar de sentarme, le pregunto si me puede reservar una mesa para de aqui a dos horas, que tengo algo que hacer. "Por supuesto, señor, si, señor", me encanta lo educada que es esta gente del otro lado del charco, no como otros que hablan su mismo idioma pero se ubican en Europa. Ya sabeis a lo que me refiero. Pero volviendo al tema del Acapulco, lo cierto es que no he mentido a la señora. En estas proximas dos horas tengo algo muy importante que hacer. Caminar un par de cuadras hasta llegar al pub irlandes que tambien visite ayer y alli enchufarme unas cuantas chelas. Para ir calentando motores de cara al final de la noche, mas que nada. Hoy no esta el camata de la camiseta del Celtic, pero en su lugar hay dos jovencitas, rubia y morena, que me amenizan la vista mientras me meto varias Ottakringer gaznate abajo. Bueno, ya estoy en condiciones de llenar el buche. Vamos a ver a los peruanos.

Como ha cambiado la cosa en estas dos horas. Y menos mal que reserve una mesa. El sitio esta absolutamente a parir e incluso hay unos tipos preparados para tocar musica en directo. La señora andina me vuelve a atender con su amabilisima sonrisa y me recomienda el aji de gallina, una especie de estofado peruano que esta realmente de cojones. Pero lo que me rompe todos los esquemas es la Cusqueña. Ya habia oido hablar de esta cerveza, la mas popular de todo Peru, pero nunca habia tenido ocasion de probarla hasta hoy. Pues sin ninguna duda se cuela entre las cinco mejores cervezas que jamas probe (y os puedo asegurar que he probado muchas). Al final no se cuantas pido, pero me lo estoy pasando tan bien que me tiro tres horas en el jodido Acapulco, que ha resultado ser el sitio mas interesante de toda Viena. Al menos para jalar y mamar como un cosaco.

El ambiente es tan de puta madre que antes de pedir la cuenta reservo otra mesa para el dia siguiente. Que le den por culo al balcon, a los pubs y al apartamento, yo me vengo de juerga aqui todas las noches. Y esperate que la sorpresa esta cuando tengo que pagar. Es, con diferencia, el sitio mas barato de todos los que he visitado en esta ciudad. ¿Que mas se puede pedir? Hombre, vale, si en vez de una señora andina de sesenta años, la camarera fuera una peruanita de veinte... Pero no pongamos pegas, que el final de noche ha sido cojonudo. Vamos, hasta el punto de que los veinte metros que tengo desde la puerta del Acapulco hasta el alojamiento me deben de costar de recorrer unos diez minutos, porque voy rebotando de lado a lado de la acera. Aun me quedan chelas en la nevera pero voy tan pedo y estoy tan cansado que, mientras me pienso si hacerme una ultima, caigo redondo sobre la cama y empiezo a roncar. Y me la suda si el catre es incomodo o hace ruidos. He muerto.

 
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