miércoles, 1 de octubre de 2025

Andorra interrupta. Dia 2

Unos tremendos alaridos provenientes de mi flanco derecho me despiertan sin remision. Tengo los parpados pegados y un dolor de cabeza que no presume nada bueno para esta nueva jornada que recien se inicia. Miro el reloj y son las nueve de la mañana. O sea que, basicamente, y tras la aventurita de anoche, apenas si he dormido dos horas. Y no ha sido un sueño nada reconfortante. Los berridos que escucho provienen del balcon y no podrian corresponder a nadie mas que al jodido destarifado. El tipo esta hablando por el movil a grito pelado con la gente de su compañia de seguros al respecto de su automovil recien averiado. Pero alguien deberia de explicarle a este energumeno que cuando uno utiliza un telefono, por muy lejos que se encuentre el interlocutor, no hay ninguna necesidad de levantar la voz hasta semejante extremo. Precisamente ese cacharro se invento para poder hablar a distancia como si el individuo al otro extremo de la linea estuviera justo a tu lado.

De donde no hay no se puede sacar. Pero lo que si que saco es una buena cantidad de agua de una garrafa que Toni ha dejado muy amablemente cerca de mi catre. Es evidente que el tio sabe que despues de una buena noche de carallada hay que rehidratarse lo mas posible. Me debo de beber mas de dos litros de agua en los siguientes treinta minutos, y aun asi continuo hecho una completa piltrafa. Lo que yo no se es de donde saca tanta puta energia el destarifado, especialmente teniendo en cuenta en que condiciones iba anoche y mas aun sabiendo que ya lleva, al menos, dos noches seguidas al mismo ritmito etilico. Supongo que quien no tiene neuronas no padece resaca, asi de facil.

Toni aparece tambien desde su habitacion con un aspecto relativamente fresco. Aunque imagino que se habra despertado, al igual que yo, al son de los alaridos del jodido destarifado. Despues de cruzar un par de palabras con mi anfitrion, y agradecerle especialmente el asunto de la salvadora garrafa de agua, el chalado del balcon finalmente cesa en su delirante conversacion telefonica y hace tambien acto de aparicion junto a nosotros. Y nos explica cual es la situacion. Al parecer la grua ya se ha llevado el coche a un primer taller para que lo evaluen, pero la cosa parece bastante jodida. Vamos, que no se va a poder utilizar ese vehiculo en un largo tiempo. Y nosotros aqui estamos, tirados en Andorra, con un Toni al que se le empieza a torcer el gesto porque ya se esta viendo que nos quedamos en su apartamento dos semanas, y yo con un dolor de chola tal que no me apetece calibrar ninguna de las posibles opciones para realizar el viaje de regreso.

Pero no nos debemos de preocupar. Por una vez, la conversacion telefonica del destarifado ha conseguido surtir efecto y parece ser que la gente del seguro ya se ha ocupado de todo. De aqui a unas tres horas un taxista vendra a recogernos y nos llevara a donde le indiquemos, por muy lejos que el destino este. Todo por cortesia de la compañia aseguradora, por supuesto. A ver, son buenas noticias, desde luego. Al menos haremos el viaje de vuelta comodos en un coche y, especialmente, me alegra saber que el conductor no va a ser el tarado del desta. Claro que, mirandolo bien, al final nuestro viaje a Andorra ha quedado reducido de las dos jornadas y media inicialmente planeadas, a simplemente una noche de desparrame y una mañana de resaca. Lo dicho, Andorra interrupta. Tendremos que resignarnos.

Toni sugiere que aprovechemos lo poco de mañana que nos queda hasta que llegue el taxista en cuestion a recogernos. Un paseo por el valle, que tiene unas vistas cojonudas, y un par de cafes en algun garito. Lo segundo seguro que me sienta bien, porque los ojos me pesan como rocas de cien kilos, pero lo del paseito no se yo. Veremos como va respondiendo el cuerpo. El caso es que finalmente todos obedecemos a Toni y salimos a la calle a iniciar el paseo con una temperatura muy agradable y un sol que a ratos calienta incluso mas de lo deseable. Especialmente para aquellos que sufrimos de una terrible resaca y un sopor que nos da ganas de tumbarnos en la hierba de las cunetas a cada cincuenta metros recorridos.

Tras algo mas de una hora de paseo, finalmente paramos a hacernos el mas que merecido cafe, el cual acompaño con una botella de agua a pesar de la insistente cantinela del destarifado de que pidamos las primeras cervecitas del dia. "Es que hoy no tengo que conducir", dice el tio con los ojos iluminados ya pensando en una nueva sesion etilica. Claro, hijo de puta, como si el conducir fuera impedimento para ti para ponerte como una cuba. Manda huevos. El caso es que al final, en este primer refrigerio del dia, y muy extrañamente, nadie consume nada de alcohol. Pero ya os podeis imaginar que la calma y la sobriedad no van a durar mucho.

El taxista llama e indica que va a aparecer en aproximadamente una hora, asi que tenemos que marcarle un punto de recogida. Y a Toni no se le ocurre mejor lugar que el restaurant donde anoche comenzo la gran hecatombe, el famoso Manacor. "Es que hay un parking grande y asi el taxista puede aparcar". Ya, pero tambien justo al lado hay una tienda de licores y un par de bares que hacen que el destarifado pierda absolutamente la cabeza y se lance como un loco a por las botellas de single malt que se pueden observar a traves del escaparate. Media puta hora dando vueltas entre botellas y botellas y botellas para que este jodido esperpento con patas haga su obligada compra andorrana. Basicamente mamoneo de alta graduacion.

Pero aun quedan unos cuantos minutos para que aparezca el taxista. Y junto a la tienda etilica hay dos bares. Malo. El desta dice que no esta aqui para perder el tiempo e ignora las indicaciones que le hacemos Toni y yo al respecto de que nuestra taxi ya esta a punto de aparecer y deberiamos esperarlo en el parking. El tio no nos oye. Ya esta dentro. Y de pronto su cabeza vuelve a aparecer por la puerta gritando que entremos de una puta vez, que ya ha pedido tres cervezas y no se van a quedar en la barra. Y yo cuando entro me veo ante mi una jarra de medio litro que me veo que se me va a salir por las orejas. Y apenas si nos quedan unos pocos minutos para que llegue nuestro transporte. Toni y yo ni nos sentamos, a pesar de que el desta si que se repantiga en un sofa a cascarse su preciado jugo de cebada. Agarro mi jarra y tras darle un sorbo me doy cuenta de que efectivamente no me entra ni por asomo. Y de pronto suena el telefono. El taxista. Y las cervezas enteras. Pues ahi se van a quedar.

Bueno, no todas. Yo directamente dejo la jarra tal cual sobre la mesa, pero Toni aun se bebe media en un par de tragos rapidos. Y obviamente el destarifado no quiere perder ni un centimo de su dinero invertido. De un violentisimo trago se mete su medio litro esofago abajo y tras reiterar un par de veces su habitual cantinela sobre lo flojos y maricones que somos, sale finalmente al encuentro del taxista. Que alli esta, impasible, esperandonos de pie junto a un inmaculado Mercedes de color azul, ya abriendo las puertas para que sus clientes se acomoden e inicien este fantastico viaje de retorno ofrecido por cortesia de la compañia aseguradora.

Pero oye, ¿que puta clase de taxista es este? A medida que me acerco me doy cuenta de que el tipo apenas si puede andar, va medio encorvado y debe de tener casi ochenta tacos. Joder, es que no podiamos tener ni siquiera un final de viaje normal. Nos despedimos de Toni, el cual tambien muestra en su rostro un cierto espanto al examinar a fondo a nuestro conductor, y nos emplazamos hasta una nueva ocasion en la cual, ojala, no acontezcan tantos percances como en esta. El desta se sienta en la parte delantera junto al anciano y, con la media borrachera que ya esta pillando, comienza a darle chachara. Yo, por mi parte, hasta los cojones de todas las sorpresitas que esta aventura andorrana nos esta deparando, directamente me lanzo en el asiento de atras y clavo las narices en mi celular para no ver nada de lo que pueda acontecer en las proximas cinco horas.

Como el viejo y el desta no parar de charrar en todo el trayecto, nos enteramos de que el tipo efectivamente tiene ochenta años, se jubilo hace ya tres lustros, pero aun asi sigue haciendo estos trayectos de larga distancia para sacarse un dinerillo extra. Entre 300 y 500 euros por viaje. Joder, pues como se haga uno a diario... Eso si, el hijo de puta resulta que conduce como un suicida, no baja de 160km/h ni por las carreteras de montaña mas cutres, y encima no para de insultar al resto de conductores por ir mas lentos que el, llamandoles "viejos" y "abuelos" a cada dos por tres. Absolutamente surrealista.

Para rematar la faena, a mitad de camino el viejo pregunta si no tenemos sed para hacer una paradita. "Nos podemos tomar una cervecita para refrescarnos", suelta el menda. Y al destarifado, como no podria ser de otra manera, se le abren los ojos como a un aguila en busca de su presa. No me jodas, ¿mas cerveza? Si yo no puedo ni con el peso de mi cabeza. Pues si, al final paramos y el viejo y el destarifado se hacen su jodida cerveza. Yo me pido un refresco de cola y no puedo ni acabarmelo de lo hecho polvo que estoy. Y cuando me creo que por fin vamos a reemprender la marcha porque estos dos ya han acabado con su bebercio, ocurre lo que tenia que ocurrir. "Tengo hambre". El puto destarifado. Y hale, a aguantar que se meta su bocadillo de tortilla. Eso si, menos mal que esta vez no ha pedido "mesa y mantel".

A las seis y pico de la tarde llegamos a nuestro destino y yo simplemente le digo al viejo-taxista que me deje a un par de calles de mi actual residencia. Necesito caminar un poco para aclarar las ideas y que me de el aire en la cara tras semejante experiencia. Y para mi sorpresa el destarifado no hace ni ademan de bajarse del automovil. Ahi estoy yo fuera del Mercedes esperando a que baje, pero el tio simplemente baja la ventanilla y me dice que ya nos veremos mañana, que ahora se va con el anciano a tomar algo antes de que nuestro conductor inicie el camino de regreso a casa. ¿Pues sabeis que? Por mi como si os volveis a Andorra y vais de aqui alli parando en todos los bares que veais. Yo estoy hasta los cojones y me voy a mi cama a dormir. Vaya viajecito.

 
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