Para estrenar este blog de "escriboloquemesaledeloscojonesyalquelemolestequesejoda", me gustaría hablar sobre un nuevo héroe de cómic, el degollaperros de Bolivia. Y es que cuando uno llega un poco tocado a casa a altas horas y se pone a ver el noticiario de la madrugada, se puede sorprender casi de cualquier cosa que ve. Pero más todavía cuando la primera imagen que aparece en pantalla es la de ese simiesco personaje llamado Evo Morales, subpresidente de un país llamado Bolivia, el cual no para de lanzar alaridos descontrolados junto a una carretera bordeada por una selva como si de un orangután en celo se tratara.
"Así van a agonizar esos perros denominados cívicos de Santa Cruz", y un personaje con cara de mono y cerebro de algo incluso inferior, ni corto ni perezoso, engancha un chucho por las orejas, lo levanta del suelo, y le hace un corte de pelo a la altura de la nuez, mientras una extraña pandilla de siniestros seres aclama, berrea y se regocija entre la chorreante sangre del pobre bicho. Yo ya no sé qué puñetas dirán ahora los progres a los que tan bien les cae el pajarraco este del poncho, pero es complicado poner excusas o buscar salidas a este tipo de actuaciones (que por cierto no son flor de un día). Vamos, me parece a mí, eh majos...
Quizá lo que debería de hacer es dejar de ojear el televisor a estas horas (o más bien a todas). Cuando me encuentre con más ganas de escribir y de recrearme en chorradas supinas ideadas por cerebros llenos de estiércol, hablaré del curioso especial de Bruce Springsteen que vi en TVE, donde una ¿periodista? enviada por el régimen, más que preocuparse por su música, incluía en el guión de la entrevista preguntas sobre la Guerra Civil Española, el 23F o la época de Franco. La cara del Boss era para enmarcar, de verdad. Eso le pasa por pasarse de buena persona y dejar entrar a cualquiera en el camerino. Hay que andarse con cuidado con las ratas...
"Así van a agonizar esos perros denominados cívicos de Santa Cruz", y un personaje con cara de mono y cerebro de algo incluso inferior, ni corto ni perezoso, engancha un chucho por las orejas, lo levanta del suelo, y le hace un corte de pelo a la altura de la nuez, mientras una extraña pandilla de siniestros seres aclama, berrea y se regocija entre la chorreante sangre del pobre bicho. Yo ya no sé qué puñetas dirán ahora los progres a los que tan bien les cae el pajarraco este del poncho, pero es complicado poner excusas o buscar salidas a este tipo de actuaciones (que por cierto no son flor de un día). Vamos, me parece a mí, eh majos...
Quizá lo que debería de hacer es dejar de ojear el televisor a estas horas (o más bien a todas). Cuando me encuentre con más ganas de escribir y de recrearme en chorradas supinas ideadas por cerebros llenos de estiércol, hablaré del curioso especial de Bruce Springsteen que vi en TVE, donde una ¿periodista? enviada por el régimen, más que preocuparse por su música, incluía en el guión de la entrevista preguntas sobre la Guerra Civil Española, el 23F o la época de Franco. La cara del Boss era para enmarcar, de verdad. Eso le pasa por pasarse de buena persona y dejar entrar a cualquiera en el camerino. Hay que andarse con cuidado con las ratas...
