viernes, 30 de noviembre de 2007

Reflexiones: la lámpara


La lámpara es alargada, fina, podría pasar por una persona, tal vez. En realidad no, sería demasiado cabezona, y ¿quién ha visto una persona con la cabeza tan cuadrada? Se trata de una pequeña lámpara de mesa, aunque a veces, por no decir siempre, está fuera de su sitio, pero eso a nadie le importa. Es pequeña, sí, no diminuta, pero en realidad a nadie le interesa cuánto mide una simple lámpara. A veces parece no interesar ni siquiera si la iluminación es suficiente. No es necesario describir mucho más la lámpara, casi es mejor que cada cual la imagine como quiera en su mente, una mente que seguramente se vería turbada por la aparición de esta lámpara a traición, como dotada de vida. ¿Tienen vida las lámparas? Realmente es mejor que pensemos que no, porque ya hay demasiada vida sobre el planeta como para que creemos más todavía. Esto me hace pensar que ciertas razas tienden a reproducirse más de lo que deberían. Pero no las lámparas.

Y todo empezó con la incompatibilidad del ser humano y la noche. ¿Incompatibilidad? Es lo más absurdo que he escuchado jamás. Si el ser humano puebla este planeta y en este planeta hay día y noche, no creo que exista dicha incompatibilidad. Pero ya sabemos que en ciertos momentos algunos determinados prejuicios y la excesiva manipulación hacia las masas acaban por crear leyendas urbanas. Aunque no sea el caso, porque ¿el hombre y la noche forman una de esas leyendas urbanas? Tal vez el hombre lobo, pero este sólo aparece con la luna llena. Lo cual me lleva a pensar ¿el hombre lobo sólo aparece de noche? Yo creo que no, todos hemos visto la luna en plena claridad a primera hora de la mañana o última de la tarde. Incluso, si vamos más allá podríamos hasta hablar de eclipses. Sí, los eclipses, un fenómeno bello pero inútil, bueno, en realidad útil, demasiado útil. Indispensable para llenar noticiarios y desviar la atención de las masas hacia el hecho. Especialmente necesario para las empresas que hacen su agosto vendiendo esas "gafas protectoras" cuando en realidad de lo que hay que protegerse es de las empresas y no del eclipse. Nadie se queda ciego por ver el eclipse.

Ciegos hay muchos en este planeta, y no todos de vista. De hecho los más numerosos son los ciegos voluntarios. Es una frase hecha, seguramente, pero cierto es que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Entre los que no quieren, a los que no les dejan, y los que son ciegos de nacimiento (por una u otra razón), tenemos un mundo ciego, sin visión, sin claridad y sin opinión. Y entonces ¿para qué queremos los colores? ¿Para que queremos que existan gallinas, hipopótamos, jirafas, cerdos o antílopes? En realidad, el 99'9% de los habitantes del planeta no ha visto jamás con sus propios ojos a todos estos animales. ¿Los queremos entonces solamente para llenar un papel que diga "especie protegida"? Creo que ya hay demasiados humanos que ocupan esa catalogación y no deberían hacerlo. Pero todo queda bonito, sobre todo ante el "qué dirán". La cuestión es que esa maldita expresión sale una vez más de los ciegos, la manipulación, los prejuicios y la lámpara. Todo conecta con la lámpara, pobre señor Edison.

Siempre hay alguien a quien echar la culpa, desde Adán y Eva hasta George Bush, pasando por Atila, Erik el rojo, Jesucristo, John Lennon, Kennedy o Emilio Aragón. Son muchos los personajes "culpables" dentro de un mundo de vicio y locura. No, no es el capitalismo el responsable del vicio y la locura. No, tampoco el comunismo, ni el anarquismo, ni el fascismo, ni la ilustración, ni siquiera los testículos de San Andrés de Teixido. El problema es, una vez más, el propio ser humano. Inventemos una máquina del tiempo, vayamos hacia atrás, eliminemos a Saddam, a Hitler, a Stalin, a Poncio Pilato, a Tarzán de los monos, eliminemos a todo el que nos moleste, venga. Acabemos incluso eliminando al primer humano sobre la faz de la Tierra, todo para cambiar nuestro extraño y desquiciado mundo. Seguramente a nuestra vuelta al presente todo seguiría igual, aunque Hitler sería Conan, Saddam sería Mahoma, Stalin tal vez Fox Mulder y Pilato pues posiblemente Elvis Presley. No importan los nombres, el ser humano sigue siendo el mismo.

Bien cierto es que el presente no existe. Suponemos que un buen físico conseguiría razonar mediante unas cuantas ecuaciones y operaciones que lo tenemos ante nuestras narices aunque no dure ni la millonésima parte de un segundo. ¿Qué es el presente? ¿El día de hoy, el minuto actual, este mes, o la nada? Al final todo es pasado y futuro, más o menos lejano, o puede que ni eso. Lo que no me creo es que sea relativo, incluso aunque la comunicación vía satélite me llegue con un segundo de retraso. Todos vivimos el mismo momento al mismo tiempo, aunque resulte confusa semejante aseveración. Retomemos el asunto del físico, sí, con una bata blanca resolviendo ochenta y nueve ecuaciones a la vez, todo para llegar a la misma conclusión que un literato medianamente avispado puede alcanzar en apenas dos minutos... o menos.

Tiene gracia que el minuto sea una unidad de tiempo casi universal. Y cuando se dice lo de universal a mí me hace más gracia todavía. Es evidente que los neptunianos utilizan también el minuto, hasta puede que la milésima de segundo. Perdón, universal, ah sí, en ese caso, nos vamos a la otra punta del Universo, que por cierto alguno de estos avispados científicos que todo lo saben, podría decirme dónde está y cómo llegar. Tampoco es que tenga interés en ello, pero al final siempre es preferible tomarse unas vacaciones en Orión o en Sagitario que hacerlo en Cuba, más que nada por si se nos lleva por delante un huracán. Vale, hoy no toca huracán, pues igual Fidel Castro me encierra de por vida o me fusila por ser un "pensador" contrario a la Revolución. Tampoco creo que estemos mucho mejor veraneando en Marsella, Niza, Tokyo, Berlín, Bruselas, Ciudad del Cabo, Sydney, Buenos Aires o La Paz. No, no, por favor, olviden cualquier ciudad de las nombradas. Es más, ni miren el atlas, mejor miren el firmamento.

Esos enamorados que se dicen cosas sin aparente sentido mientras tumbados en la playa, pradera, campo o azotea, observan las estrellas. Justo antes de que les hayan robado la cartera, si es que uno no se puede poner a mirar las estrellas, que luego pasa lo que pasa. No sé de qué hablo, la verdad, como escena de película pseudo-romántica irreal está muy bien, pero como acción habitual de una pareja, caramba, me rasco la cabeza, me sale humo, pero no consigo ubicar esto. Al fin y al cabo hoy por hoy el sexo es más romántico, eso sí, sexo por las buenas, sin demasiado mirar quién es el personaje con el que comparto el asunto. Puede que levante la cabeza y vea que me cae como el culo, aunque a estas alturas, el culo ya lo estaré usando para otras cosas. Sí, digo bien, el culo, porque las modas son las modas, y en lo sexual, las cosas cambian más rápido que en cualquier otro ámbito de nuestra vida. ¿Vida? Aquí si que he dado en el blanco. ¿Acaso tenemos vida? O es simplemente otra manipulación más de... la lámpara.

Hay palabras en el diccionario que deberían ser cambiadas, o cuanto menos, reformadas. Eso de la vida para algunos es una especia de "cosa" que se moldea según lo visto en la pantalla de televisión. Sin ninguna duda uno de los más grandes inventos y a la vez de los peor utilizados. ¿Realmente con qué fines de creó la televisión? Me imagino que como dice su propio nombre debe ser algo así como "visión a distancia". Si nos ceñimos a la definición, pues sí, vemos a distancia las bragas de Jane Fonda, los genitales de Peter North, o los granos en la cara de algún adolescente medio alelado (si no entero) que entre sonrisas babosas habla de las gilipolleces más grandes que uno pueda llegar a imaginar. No, tal vez no se puedan imaginar, sobre todo teniendo en cuenta que la gente que recibe el mensaje suelta más gilipolleces y más grandes todavía a lo largo de todo el día. No vamos a hablar de la televisión porque acabaríamos de muy mala gaita y seguramente utilizando algún tipo de arma medieval para ir destrozando pantallas de casa en casa. Y eso que este invento funciona a través de unas pequeñas lámparas en su interior.

El concepto de hogar, vivienda, casa, morada, o ya puestos cueva, se puede atribuir a muchas razones y/o personajes. Una vez más tenemos al culpable sobre la mesa. Hagamos el juicio del siglo, al inventor de todos y cada uno de estos términos. Como ya hemos dicho, aquí hay culpables y responsables para todo, hasta para las lluvias monzónicas, y no, no es Dios, ni Buda, ni Krishna, es un ser humano de carne y hueso. Eso sí, cada uno tendrá su propio retrato de culpable. En realidad de todas estas acepciones que hemos enumerado más arriba, la que más me atrae es la de cueva. ¿Primitivo? Pues sí, cualquier día saldré a la calle con un taparrabos y un palo, aunque no sería nuevo, todos los veranos la playa está a parir de tipos en taparrabos y con palos y otro tipo de artilugios. Es más, por haber, hay quien ya directamente obvia el taparrabos y nos obsequia con la tremebunda en muchos casos visión de sus partes más íntimas, que lógicamente ya han perdido la calificación de íntimas.

La intimidad es más que sugestiva, incluso la podemos relacionar con el lado positivo de la soledad. Vamos, por relacionar, podemos hasta relacionarla con la masturbación. Un acto que por definición es darse placer a uno mismo, de ahí que no entendamos eso de "yo prefiero que me masturbe otra persona". Obviamente por definición eso es bastante complicado. Pero aparte de un mayor autoconocimiento sexual, uno en la intimidad puede desarrollar otras muchas actividades. Entre ellas, escribir sandeces y reflexiones como éstas que ahora mismo se están leyendo, incluso leerlas también supone un acto de intimidad, qué cosas. Cuando uno comparte su intimidad con un objeto ya empieza a ser más discutible el propio término en sí. Y es que a veces nadie te hace más compañía que una botella de vino, whisky o ginebra. Una vez más, en medio de toda esta intimidad, aparece la lámpara. Nos ponemos a mirarla y observamos que su color es tenue, pero no por falta de luz o potencia iluminadora, sino porque es fea, muy fea, sin querer herir sus sentimientos claro. Pero es evidente que podrían haberla hecho algo más llamativa. SIempre hay algo o alguien que tiene que pasar desapercibido. Parece que esta vez le ha tocado a la lámpara.

No debería ser difícil pasar desapercibido. Con la cantidad de habitantes que tiene el planeta lo lógico es que así sea. Entonces es cuando surge la figura del bocas, bocazas, payaso, pesado o figura notoria, para no ser tan drástico e insultante. Es evidente que odio a las personas que se hacen de notar, incluso aunque yo mismo pueda ser una de ellas. Pero tampoco es tan raro odiarse a uno mismo, hay una buena cantidad de suicidas a lo largo y ancho del planeta. No es el caso, obviamente, ni del suicida, y del autoodio, lo que estamos exponiendo. Realmente no es interesante ninguno de los casos que iba a exponer, como tampoco lo es describir la lámpara, como tampoco lo es mirar dentro de uno mismo. Esto último no es nada interesante, pero no sabemos por qué, al final siempre es necesario, o aunque no lo sea acabamos por hacerlo. No todos, obviamente, siempre está aquél que no se conoce ni a sí mismo. En fin, el que acaba siendo una mala persona, porque además ni lo intenta, prefiere lo que viene dado desde el prejuicio, la manipulación, la televisión o la lámpara.

Hay quien habla de introspecciones como quien escucha la radio 24 horas al día. Hay quien miente más que habla, quien llora más que ríe y quien bebe whisky más que agua. Al final todo se reduce en una sola cosa, aburrimiento. Aunque se le puede añadir, para hacerlo más gordo, dramático e incluso tétrico, algún término más como cansancio. Y también se puede encontrar un culpable, sí, claro, siempre el famoso culpable. Esta vez le habrá tocado a alguien cercano a uno mismo, pero para el problemilla de mañana puede ser un nombre inventado, incluso sería bonito poder consultar el listín telefónico para encontrar al culpable en él. Página 365, busquemos, ya tenemos al culpable del día. Sólo falta ahora llamarle por teléfono y desahogarse un poco con él. Se le puede insultar, agraviar, poner por los suelos, y finalmente pedirle la dirección e ir con una escopeta a pegarle un tiro. Al fin y al cabo es el culpable del día, bonito premio. Claro que si tú mismo figuras en la lista de culpables de otro humano, seguramente no puedas ni salir de casa porque caerás abatido por un vengativo francotirador.

En las guerras se les utilizaba para cubrir a las primeras líneas y conseguir un avance más eficaz. También son usados como comandos especiales e incluso por cuenta propia para ejecutar trabajitos que resultan desagradables si se realizan cara a cara. Son los francotiradores, personajes que parece que vivan todo el día encerrados en una polvorienta casa, con las persianas bajadas y en la más absoluta penumbra. Para nosotros son seres raros que se esconden en sus pensamientos de muerte sin piedad y que practican el tiro con frecuencia para adquirir más y más práctica. Al final va a resultar que el hombre no es nada incompatible con la oscuridad, porque estos pájaros viven sin luz. Y lo mejor es que no están ciegos, porque bien que atinan en el blanco. Lo que no nos cabe ninguna duda es que en su casa han sustituido el televisor por una lámpara.
 
Clicky Web Analytics