martes, 15 de febrero de 2011

Reflexiones de un martes de febrero

Vaya un día de mierda que ha salido hoy. No porque esté nublado, haga un frío del carajo y esté a punto de caer una buena, al fin y al cabo ese tipo de clima me atrae más que un asqueroso y abrasador sol caribeño. Pero no sé, creo que ando algo destemplado, será la chuza que agarré ayer desde la hora de comer y que no pude soltar hasta bien entrada la madrugada. Total, para lo que hay que ver en este país de mierda, mejor ir todo el día borracho, como el vagabundo de mi banco preferido. Claro que también el tipo tiene sus razones, antes tenía una vida y ahora, gracias a Zetahijodemalamadre y los cachondos psoístas malnacidos que disfrutan jodiendo las vidas de las personas hasta ese extremo, resulta que no es más que un miserable indigente cuya única pertenencia es el cartón de vino que se casca todos los días. Voy a desperezarme un poco, que me da que me he levantado con ganas de reflexionar y eso, en esta extraña nación de botarates en que nos encontramos, creo que ya no es ni bueno. A ver si me van a meter en el talego simplemente por pensar. Casi que mejor me aborrego, o me pego un tiro.

Hace unos días celebraba mi llegada al mundo, un curioso aniversario, que a decir verdad a medida que uno va cumpliendo años cada vez tiene menos interés. Coño, a nadie le gusta ver cómo uno se hace viejo, aunque sí, ya sé que otros muchos me llevan bastante ventaja, pero no es consuelo. Lo cierto es que lo primero que me vino a la mente es pensar (otra vez, demasiado pensante estoy yo) en lo bien que se debía de vivir en aquellos años en que mis ojos vieron el mundo por primera vez. No, no tengo ni puta idea, solamente tengo referencias por lo que me han contado o por lo que haya podido leer de plumas no manipuladas ni interesadas. Pero el caso es que seguro que se vivía mejor, por una sencilla razón, y es que el imbécil y anormal de Zetaparo el lunático no regía nuestros destino por aquel entonces. Simplemente por eso, aquella lejana y pasada época ya debía de ser mucho mejor que la actual. Y seguro que hasta los españoles de por aquel entonces eran bastante más inteligentes que los de hoy en día, porque superar esta imbecilidad profunda de tíos muertos de hambre que aún así le siguen votando al puto PSOE es realmente muy complicado.

Hablemos de Zetamierdoso, ya que hemos entrado en materia. Aún he tenido que ver a este hijo de la grandísima puta por enésima vez aparecer en la pequeña pantalla. Creía que ya había decidido esconderse detrás de las faldas de papá Rugalcabrón para siempre, pero parece que aún tiene la santa chulería de salir por ahí a decir las típicas sandeces de siempre. La recuperación ha comenzado, ésta es su nueva seña de identidad. Bueno, tanto como nueva... La lleva diciendo desde el mismo momento en que empezó a reconocer que España se había ido al carajo. Y lo peor es que aquí no se recupera ni el abuelo asmático del quinto derecha. Estamos hundidos hasta la coronilla, cada vez con más parados, más miseria, más hambre, más mierda nazisociata por doquier, y este hijo de perra nos vuelve a hablar de recuperación. Que se recupere su puta madre del shock que le debió de producir haber parido a semejante engendro, que seguro que todavía no se ha arrepentido bastante de ello. Me cago en tu santa estampa, Zetamierdoso de los cojones, átate una piedra al cuello y tírate a lo más profundo de la bahía de Cádiz. Lo siento, gaditanos, ya sé que igual os contamina el agua, pero coño, en algún sitio tenemos que hacerlo desaparecer.

Uno de los temas de conversación del día de hoy es la politización, manipulación y manejo asqueroso de los premios Goya hacia las posturas cejudas. Progretas de mierda, en definitiva. Lo cierto es que ni vi semejante rastrero evento ni me importa una mierda. Lo que hagan los amigos de joder las vidas a las personas normales me la repantinfla muy mucho. Sí, ya sé que se ríen de nosotros y nos roban nuestro dinero para hacer todas esas mierdas, pero merecido nos lo tenemos por no salir todos en masa a la calle y comenzar a quemar sedes del PSOE y apedrear a simpatizantes de tan funesto partido o lo que sea. Miserables hijos de puta, ellos y toda la caterva de anormales y subnormales que siguen a día de hoy votándoles y dándoles apoyo. Apoyando a unos soberanos hijos de la gran puta que se ríen de cerrar bares y restaurantes en nombre de su lunática cruzada represora mientras envían a la calle a cientos de miles de trabajadores porque les parece guay, moderno, divertido y progre. Más progre me parecería a mí empalar a todos los jodidos asquerosos nazisociatas, y cualquier día de estos, como me siga calentando de tal manera, lo voy a empezar a hacer. Joder, ya se me ha pasado el frío, me voy a cascar un vinito a ver si me pongo a tono. Buenos días.
 
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