lunes, 16 de mayo de 2022

Vacaciones en Jersey 3. La camiseta de The Beatles

Cada dia me despierto mas pronto. A las seis de la matinal ya tengo los ojos como platos. Y el estomago encendiendo todas las luces de alarma, por supuesto, y es que los excesos gastronomicos de ayer tenian que salir por algun lugar. Asi que ya os podeis imaginar cual es mi primera actividad del dia, un par de vaciadas brutales. El lado positivo es que tengo tiempo de sobra para arreglar medianamente el cuerpo antes de bajar a desayunar a las ocho y media. Asi que entre estos paseos a descargar, una larga e intensa ducha y arrastrarme un poco por la habitacion perdiendo el tiempo con una y otra tonteria, al final pasan las horas y llega el momento de llenar el buche otra vez. Menudo circulo vicioso, llenar, vaciar, llenar, vaciar... Supongo que en esto consiste la vida.

Hoy el que se ha levantado con ganas de chachara es el viejo aleman enorme de la mesa de al lado. Si, el que ya os dije que no vuelve a cumplir los noventa. Veterano de la guerra seguro. El tipo capta de refilon la remera de The Beatles que visto hoy y comienza a taladrarme con que el primer disco que se compro en su vida fue Help, en 1965. A ver si el menda no va a ser tan anciano como yo me pensaba. Y luego que si se caso con su mujer a los compases de Sgt. Pepper. Vamos, un beatlemaniaco en toda regla. Aunque a mitad de conversacion comienza a taladrarme con Alain Delon, el actor frances, que no se que cojones pinta en todo esto, asi de repente. Bueno, quiza es que es de su generacion, porque ese tambien anda ya cerca de los noventa.

Intento controlarme con el desayuno para no acabar igual que ayer. La siguiente actividad, por lo tanto, sera echar un ojo a la piscina para ver si me hago unos largos y empezamos a quemar lo recien ingerido. Pero lo cierto es que a estas tempranas horas hay demasiados viejos pegandose su remojon matinal y ademas el sol empieza a quemar otra vez. Dejaremos el asunto para mas tarde. De camino de vuelta a la habitacion, pasando por recepcion, me fijo en un folleto que promociona un tour por unos viñedos al norte de la isla, con degustaciones enologicas incluidas. Pregunto a la recepcionista y me dice que lo puedo reservar en el mismo hotel y que pasan a recogernos con un microbus a las dos. Pues oye, parece interesante, y si ademas nos dan de mamar... Pero hasta las dos aun quedan unas cuantas horas, asi que voy a ver si me entretengo con alguna otra actividad mientras tanto.

Voy a salir de compras. No, no me he vuelto loco ni nada por el estilo. Ya sabeis que siempre me gusta traerme algun souvenir de vuelta a casa. Aunque sea un discreto iman de nevera, que en realidad es, al final, lo unico que compro en mi paseo por las calles de tiendas de la ciudad. Claro, si es que en realidad todo era una excusa para parar en un par de pubs y hacerme las primeras chelitas del dia. Pero tampoco me quiero exceder, porque lo cierto es que el desayuno todavia no me ha bajado y me espera la degustacion de vinos. Vamos a tomarnoslo con calma.

Vuelvo al hotel dispuesto a prepararme para el tour y me encuentro con que el guallon de Liverpool que hacia el quiz anoche esta ahora en la recepcion y me pregunta si me lo pase bien con sus preguntas. Se ve que el tio en realidad curra de recepcionista. Por supuesto, siendo de donde es, tambien se fija en mi camiseta de la banda mas mitica de su patria y parece que va a empezar a taladrarme al respecto. Otro como el viejo aleman. Pues paso de aguantar a mas beatlemaniacos perturbados. Pongo la excusa de que quiero darme un baño en la piscina antes del tour etilico y salgo pitando. Y en realidad lo unico que hago es subir a la habitacion, preparar el gaznate y poner la mejor de mis sonrisas ante lo que esta a punto de acontecer. Nos vamos de vinos.

El microbus cutre me recoge en la misma puerta del hotel. Cuento hasta quince personas, supongo que todos con las mismas aficiones alcoholicas. Cruzamos la isla de sur a norte por autenticas carreteras de mierda por las que apenas si cabemos y es aqui cuando me alegro de no haber alquilado un automovil para tener que manejarlo yo mismo. El paisaje interior de Jersey es realmente hermoso, con frondosisimos bosques y arboles enormes que casi asemejan el lugar a una selva. Finalmente llegamos a la costa norte, donde se encuentra La Mare Wine Estate, una propiedad vinicola que cultiva y elabora sus propios vinos, entre otros brebajes etilicos varios que muy pronto vamos a descubrir. Y por supuesto a catar, que al fin y al cabo para eso hemos venido.

Una guia rubia en torno a los cuarenta que esta de muy buen ver nos hace el tour por toda la propiedad. Y por supuesto nos ofrece las catas. Que van a ser incluso mas intensas de lo que yo estaba esperando. Tres tipos de vino diferentes, champagne, sidra, brandy, crema de brandy, vodka... Algunos de los otros integrantes del tour ya incluso declinan los ultimos caldos, pero yo no paro hasta que no me dejan de ofrecer. La melopea empieza a afectarme seriamente. Para mas inri, el asunto termina en el bar que tienen dentro de la misma vineria. Supongo que para que, ahora si, hagamos gasto pidiendo mas mamoneo. Obviamente ya a estas alturas todo el mundo se ha plantado, salvo alguien que esta muy sediento y no puede parar, o sea, yo. Me enchufo dos sidras mas (que es de lo que mas me ha gustado) y me recreo tanto con el placer etilico que casi pierdo el microbus de vuelta. En un momento dado me hago cargo de que me he quedado solo en el bar y, tras beberme la ultima sidra casi de un trago, salgo corriendo hacia nuestro vehiculo, que ya esta arrancando motores.

De vuelta al hotel con un mareo considerable, me doy cuenta de que la piscina esta completamente vacia. Hora de nadar un poco, o de ahogarme, porque con la chuza que llevo todo es posible. Lo cierto es que aqui no hay nadie porque ahora mismo el cielo esta nublado y se ha levantado un viento bastante frio. Pero yo soy escoces y a mi me la suda. El agua, de hecho, esta de pelotas, o al menos asi me lo parece a mi. Lo peor es cuando, intentando hacer un largo a toda velocidad, noto un pinchazo en el muslo de mi pierna derecha. Ya la hemos jodido. La tipica lesion del que nada una vez cada lustro y cuando lo hace, borracho como una cuba, se exhacerba y se cree que es Mark Spitz. Salgo rapidamente del agua y parece que puedo caminar sin demasiada dificultad. Bueno, solo ha sido un pequeño tiron, pero mejor dejar la natacion tras este aviso. Volvamos a otros asuntos que se nos dan mejor. Porque a todo esto ya es hora de cenar y no he metido nada solido al cuerpo desde la hora del desayuno.

Hoy me apetecia probar alguno de los restaurants italianos de la zona, de los cuales me habian hablado bastante bien, pero todos por los que paso estan cerrados a cal y canto. La opcion de retornar al Funchal Paradise, el madeirense del primer dia, siempre esta ahi. Pero no se que cojones pasa que tambien esta cerrado. Esto se complica. Al final acabo en La Bastille, que como su nombre indica se dedica a la cocina francesa. Y yo odio la cocina francesa. Amariconamiento total, muchas salsitas y tonterias, y al final te quedas con hambre porque las porciones son de risa. Y encima te clavan. Pues pleno a todas esas putadas e incluso alguna mas. Este jodido sitio es todo eso al cien por cien, con el agravante de que la camarera, aunque esta realmente de muy buen ver, es seca, antipatica y muy poco profesional. Incluso se equivoca con el vino frances que le pido y me trae uno sudafricano. Desastre total estos gabachos hijos de puta. Se me ha bajado hasta el pedal que traia de la vineria.

Totalmente deprimido, me vuelvo al hotel para acabar en el bar a chelazo limpio y echar un ojo al entretenimiento nocturno que tienen hoy. Musica en directo, en principio no pinta mal. Pero en cuanto el vejete que hay sobre el escenario (este tampoco vuelve a cumplir los sesenta) pilla la guitarra y empieza a tocar como el culo y cantar mas desafinado que un coro de grillos afonicos, se me cae el mundo al suelo. Ya directamente me pido un vodka, hasta la cerveza se me esta agriando en la garganta. Como colofon, y para rematar la jornada, el "musico" se fija nuevamente en mi camisola beatle y, tras una muy inquietante sonrisa, comienza a interpretar uno tras otro hasta diez temas de la famosa banda de Liverpool. Eso si, con letras y acordes inventados y cantando realmente como el culo. Ni me espero al final del lamentable recital. Me subo a dormir la mona y a reflexionar en como una camiseta de The Beatles me ha podido agriar tanto el dia.

 
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