miércoles, 21 de marzo de 2012

Días de parque y cervezas

Dicen que en Escocia cuando mejor tiempo hace es cuando llega la primavera. Corroboro el sentir popular, días soleados, temperaturas que suelen ser similares o incluso superiores a las del verano y, supongo que todo tiene un poco de sugestión personal, la gente sale del invierno con muchas ganas de empezar a quitarse prendas e irse de barbacoa al parque más cercano. Tampoco es que el invierno escocés sea especialmente duro, especialmente en las ciudades. Sin ir más lejos, este invierno tan sólo hemos tenido un día de nieve, y tan sólo unos cuantos días por la noche la temperatura ha descendido por debajo de cero. Hay mucha leyenda e ignorancia, sobre todo desde la manipulación impuesta por la imbecilidad (hablo de España, cómo no), que hacen creer que aquí estamos todo el año bajo dos metros de nieve y que en invierno poco menos que vivimos en iglús. Bastante más frío he pasado yo durante muchos años en los macabros inviernos españolitos que en la tranquilidad del clima más que benigno de las tierras escocesas.

En los últimos días ya amenazaba el sol. El domingo, incluso, tuvimos el típico día de picnic en el parque o en cualquier zona de verdes prados en las afueras de la ciudad. Yo aproveché para darme un garbeo por el Kelvingrove Park. En este tipo de situaciones vemos la diferencia entre un país normal y la aberración española, y es entonces cuando siento alivio y alegría por haberme deshecho de esa jodida locura para siempre. Gentes alegres paseando bajo el sol, niños correteando a sus anchas sin ningún peligro de que algún moro o sudaka los rapte o viole, barbacoas sin que ningún madero chuleta venga a meterte el multazo del siglo, jóvenes y no tan jóvenes practicando sus deportes preferidos sin que ningún sudaka delictivo quiera cobrarte por usar el parque público del que su banda de matones se ha adueñado. En fin, normalidad, lo que no existe en España por la diarrea mental de un puñado de hijos de puta empeñados en que el progretismo y la multiculturalidad es dejar que la delincuencia campe a sus anchas por las ciudades de la península ibérica. Y los que vivan en las urbes más populosas de España y no estén idiotizados profundos saben perfectamente a lo que me refiero.

No soy muy de parques, pero lo cierto es que ver toda esta escena en el Kelvingrove me animó a darme un garbeo por el lugar. Eso sí, de vez en cuando salía de entre el gentío para cruzar a la taberna más cercana de las muchas que rodean el parque en cuestión y cascarme una buena pinta de Tennent's. Bueno, también había gentío en la taberna, lógicamente, es lo que toca. Todo un placer para el gaznate. De entre estos antros de bebercio continuado, siempre me suelo quedar con los más cutres y pequeños. Quizá por ser los más típicos, quizá porque así me aseguro de no encontrarme a ningún turista, sobre todo español, de los que hay que huir no vaya a ser que te contagien algún tipo de enfermedad progreta o zetaparista, o quizá porque es la mejor forma de conocer a los personajes clásicos del barrio. Gentes como Johnny, un tipo calvo de unos 50 años que parece que directamente resida en la taberna que tengo al lado de casa, porque siempre está en la puerta, sean las 12 del mediodía o las 10 de la noche. Pero siempre es positivo y agradable hablar con esta gente, te obsequian con una eterna sonrisa, amabilidad y hasta invitación a rondas, muy difíciles de encontrar en otros países en los que los idiotas ciudadanos viven amargados y poco o nada hacen para remediarlo.

Pues bien, el caso es que hoy tenemos otro día que se presenta como cojonudo. No hace tanto sol como el domingo, hay bastantes nubes, pero de vez en cuando asoma el astro rey y la forma en que proyecta su luz es realmente hermosa. Además la temperatura acompaña, muy agradable, primaveral, como invitando a dar otro paseo por el parque. Bueno, hoy tengo otros planes, creo que me acercaré al centro a hacer unas compras que tengo pendientes (sí, yo tengo dinero y puedo hacer compras porque vivo en un país normal donde tengo un trabajo y los precios de los productos son normales y asequibles, no como en la puta borricolandia de España) y posiblemente después, tras comer algo por ahí e hincarme más de una Tennent's, me acerque a alguna taberna con algún viejo amigo a ver el fútbol y debatir sobre él mientras continúo dando cuenta de una pinta tras otra. Sí, colegas, debatir sobre el fútbol, no insultar, pegarse, ni acuchillarse. Debatir tranquilamente mientras se ve o no se ve (porque después de tanto mamar no sé yo) el partido. Aquí ni el fútbol ni la política inquietan tanto como para pegar a nadie por ello. Bueno, qué voy a decir, esto no es España. Qué maravilla.
 
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