domingo, 30 de diciembre de 2012

Expropiación, comentarios y consecuencias

Ya voy por la tercera pinta del día, empiezo a ir mareado, como no podía ser de otra manera. Lo cierto es que como hace un par de horas ha salido el sol por primera vez desde hace cuatro días. Llevaba lloviendo sin parar todo ese espacio de tiempo. Lo curioso es que la llegada del astro rey ha coincidido con el llenado del primero de mis vasos etílicos del día. He llegado a pensar algo así como "alegría, el sol da la bienvenida a mi borrachera". Ha sido un pensamiento fugaz, obviamente, puesto que en apenas diez minutos nuevos nubarrones cerraban el cielo y dejaban el paisaje incluso mucho más oscuro que antes de la breve aparición de los rayos de luz. Y ahora mismo, pues eso, sigue lloviendo y yo sigo mamando. Falta un día para que se acaba el año pero la verdad es que tampoco me interesa mucho. Tipos borrachos montando juerga por toda la ciudad para al día siguiente tener que ir a currar de resaca. Es un panorama que no me atrae mucho, así que me quedaré en casa viendo Los Mercenarios 2 (menudo peliculón, por cierto) o haciendo alguna otra actividad similar. Sí, he dicho que al día siguiente de Nochevieja se trabaja, ¿qué pasa? Ah, claro, que en España eso no pasa, claro, como son todos unos putos vagos...

Hablando de España, leía hace unas horas que el mono salvaje de las montañas había expropiado Iberdrola en Bolivia. La noticia me la pela, vamos, como casi todo lo que afecte a España. Pero lo que más me ha llamado la atención, aunque no debería, son los comentarios de muchos gilipollas integrales a la susodicha noticia. Así va España, con semejantes burracos idiotizados entre sus habitantes, no me extraña. Alegría en grado sumo porque el simio del jersey rayado haya expropiado a esta empresa a la que se califica como tirano capitalista y demás burradas salidas de cerebros a medio hacer o directamente sin hacer en absoluto. Veamos, no tengo ninguna simpatía por Iberdrola, desde luego, pero estos gilipollas anormales deberían de darse cuenta de que un pérdida de semejante calibre para esta compañía va a repercutir, y de forma muy directa, en el precio de los servicios que suministra la susodicha Iberdrola en España. O sea, nueva subida de la luz, y vosotros os alegráis de ello. Qué cerebros más desarrollados, por Dios bendito.

Claro que, pensándolo bien, a estos imbéciles profundos posiblemente les importe una mierda lo que pase con la electricidad en España. Son los típicos progretas votaPSOE, niñatos de papá pijohippyprogres anti-todo y contra todos. Esto quiere decir que no gastan un duro de su propio bolsillo porque viven del cuento y de su propia cara dura. Entonces, ¿qué cojones importa que suba la luz? La única preocupación que tienen estos desalmados maleducados y estúpidos al respecto del precio de la luz y de otros tantos bienes de consumo absolutamente desorbitados en el país de los idiotas que es España, es echar la culpa de todo a alguien. ¿A quién? Está claro, a los FACHAS. Los fachas tienen la culpa de todo, del precio de la luz, de la gasolina, de las cebollas, del desempleo, de que se haya acabado el whisky en el pub de la esquina o de que a Napoléon se le rajara la casaca en Waterloo. Todo es culpa de los fachas. Seguro que yo, como para ellos soy un facha (como todo aquel que no comulgue con sus perturbadas ideas), también tengo la culpa de que al niñato de mierda en cuestión hoy no le arranque el cochecito de papá. Aunque viva a tres mil kilómetros de él. A ver si en vez de echar gasofa en el depósito te pusiste a vomitar en él en mitad de tu orgía etílico-drogadicta del sábado noche.

Bueno, ya he dicho todo lo que tenía que decir sobre el mono salvaje de las montañas e Iberdrola. A mí me importa una mierda, pero el que se alegre de ello es, básicamente, gilipollas. Claro que los cerebros españoles tampoco dan para mucho más últimamente. Tantos años de psoísmo joden mucho las neuronas. Y los que somos medianamente capaces o hemos emigrado o nos hemos pegado un tiro. Es curioso pero siempre que hablo de los putos pijohippyprogres de mierda y voy medio cocido, se me pasa de repente el maravilloso estado de semi-embriaguez recién adquirido y vuelvo a la puta realidad de cómo puede haber tanto ser humano mierdoso a lo largo y ancho del planeta. Bueno, tampoco tan a lo largo y ancho, la verdad es que el mayor número de excrementos infrahumanos existentes se acumulan en España. Realmente es una vergüenza representar en cualquier ámbito a semejante país lleno de burros, zopencos y escoria progreta. Me estoy faltando mucho, lo sé. Y cada día voy a ir a más. Me están entrando ganas de vomitar sólo de pensar en toda esta gentuza. Aj, me voy a tomar otra cerveza a ver si se me pasa. Que os jodan.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Consumismo navideño

Pues sí, amigos, estamos en Navidad, le pese a quien le pese. A quien más pesa es a los progretas anti-religiosos, me consta, pero que se jodan. El caso es que la Navidad, en un país normal, aparte de significar el pasar un buen puñado de momentos familiares con reuniones de toda índole, es también un acelerón brutal al consumismo. He dicho en un país normal. En España obviamente no. Porque en primer lugar existen los gilipollas anti-consumismo, anti-capitalismo y prácticamente anti-todo, porque, como he dicho, son gilipollas y no tienen ninguna razón de ser más que su propia gilipollez. En segundo lugar, y quizá lo más importante, el país ha sido expoliado y arruinado por una pandilla de bandidos perturbados mentales desde una poltrona que han ocupado durante casi ocho años, así que al ciudadano de a pie no le queda ni para comprar una bolsa de pipas. Y para rematar, por alguna estúpida razón de mercado, los precios suben durante esta época del año. Supongo que poca gente me creería si dijera que en otros países no demasiado lejos lo que se hace es bajar los precios cuando se acerca la Navidad, e incluso en plena Navidad. ¿Y por qué? Para estimular el consumo y vender más todavía, borricos. Y vaya si lo consiguen. Ah, pero seguro que esto es mentira, claro, como yo soy un facha...

Las calles de tiendas de esta ciudad en la que resido actualmente son una auténtica locura en los últimos días. No puedes dar ni dos pasos sin tropezar con alguien que vaya cargado hasta las cejas de bolsas. Hay algunos que no sé cómo coño pueden cargar con tanto. Cuatro bolsas en una mano, cuatro en la otra, dos bajo los sobacos y hasta bolsas colgando de las orejas. Qué locura. Y eso que en España se sigue defendiendo la extraña teoría de la crisis a nivel mundial, vaya, vaya... Hasta yo, que soy bastante moderado dentro de esta espiral consumista aunque no me opongo en absoluto a ella, caí en la tentación y me compré un nuevo televisor. 300 nabos que salieron directos de mi cuenta a la de la tienda en cuestión. Eso sí, me cago en la leche, menudo tocho de televisor. No estoy para tirar cohetes pero tampoco me arrepiento lo más mínimo. Sobre todo teniendo en cuenta que el mismo cacharro seguramente en España está rondando los 1000 pavos. Pero claro, yo estoy loco y todo esto será mentira. ¿La razón? Ya la sabéis, pues porque soy un facha. Claro, claro...

Pero los españoles son gilipollas, porque están como están y en el fondo les gusta. Se recrean en su propia mierda, son unos vagos compulsivos, unos sinvergüenzas integrales, unos delincuentes en potencia, unos timadores y estafadores en la teoría y en la práctica, les gusta ser todo eso y hasta se permiten el lujo de insultar y menospreciar al resto de países, algunos de ellos con desempleo prácticamente nulo, porque son así de chulos y capullos. Bueno, hago mal en meter a todo el mundo en el mismo saco, así que no digamos todos, digamos sólo el 99% de los españoles. Afortunadamente conozco a alguno con cierta lógica dentro de sus neuronas y que sabe razonar y se da cuenta de lo que hay y de lo que tiene a su alrededor. Evidentemente estas honrosas excepciones no se prestan a entregar su voto al PSOE, ni lo han hecho, ni lo harán. Sí, ya lo sé, soy un... faaaaaacha. Venga, borregos, que quiero oír vuestros balidos borreguiles desde la distancia. Faaaaachaaaaa... se ve que en vuestros progre-colegios la educación era tan lamentable que no os pudieron enseñar ninguna otra palabra. Joder, me cansáis. Lo mejor, me abro una cerveza y disfruto un poquito de las fiestas navideñas, yo que puedo. Hale, que os jodan. FELIZ NAVIDAD CATÓLICA Y CONSUMISTA.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Bob Dylan, cinco años y el fin del mundo

Estoy escuchando a Bob Dylan. Mississippi, un gran tema, del álbum Love And Theft. Para mí uno de sus tres mejores álbumes, y mira que tiene el colega. Y no para, porque en 2012 aún tuvo los santos cojones de sacar uno más, Tempest, que no está mal del todo, aunque le faltan cosillas. Si tuviera que elegir tres discos, siempre digo que me quedaría con uno de cada época, Highway 61 de los años 60, Slow Train de finales de los 70 y el mencionado Love And Theft de los 2000. Pero claro, esto es algo muy personal, y seguro que los más fans me dicen que estoy loco y que esto que digo es una barbaridad. Oigan, sobre gustos colores. Y a todo esto, ¿qué cojones hago yo hablando sobre Bob Dylan? Ah, sí, que lo estaba escuchando. Claro, como ya se ha acabado la canción con tanta puta perorata.

Hace mogollón que no escribo en el blog, casi ni me acordaba de que existía. ¿Y sabéis qué? Resulta que hemos cumplido cinco años de existencia. Otros años me dedico a hacer balance cuando llega esta fecha, pero esta vez no me apetece. Quizá por la misma razón por la que cada vez me apetece menos escribir cosas, porque los progretas y la gentuza que me jodió la vida entera y sobre la que muchas veces, casi monotemáticamente, escribía, me la sudan. Sí, el estar lejos de ellos produce que cada día me la soplen más. Pero cuidado, que no se piensen que he olvidado todo el mal que me han hecho y han provocado en mi existencia vital. Mi cerebro tiene demasiados rincones inexplorados donde el odio hacia toda esa pandilla de malnacidos congénitos o con el cerebros carcomido por el estiércol progre permanece escondido aguardando el momento de saltar sobre sus yugulares. No os perdono, hijos de la gran puta, y cualquier día os asesinaré a todos, uno por uno, con el mayor de los dolores posibles, para que sufráis como la plaga de alimañas desalmadas que sois.

Por cierto, que dentro de nada se acaba el mundo. Es curioso que hace un año todo dios estaba obsesionado con el tema ese del calendario maya y ahora que se acerca la fecha nadie dice ni mu. Personalmente no creo que pase absolutamente nada, aunque yo estoy preparado para lo que venga, sea lo que sea. Ya he estado tan cerca de la muerte que tampoco me voy a poner a llorar como una niña cuando me llegue la hora. No como vosotros, progretas cobardicas de mierda. Ellos están aterrados, vamos, lo tengo por más que seguro. Siempre han sido unos cobardes y lo van a ser hasta el último momento. Pero tranquilos, hijos de perra malparidos, que, por desgracia, aún no ha llegado vuestra hora. Y sinceramente, casi que mejor, así podré llegar a tiempo de exterminaros yo mismo con mis propias manos. Otra vez, ya me desvío del tema, si es que me pueden. A ver, centrémonos, fin del mundo, mayas, diciembre de 2012.

Hace unos días leí un artículo que afirmaba que el planeta Tierra iba a pasar por una zona del Sistema Solar que iba a provocar no sé qué mierdas magnéticas que iban a hacer que nos quedáramos a oscuras durante cuatro o cinco días, y que eso era a lo que se referían los mayas en su calendario. Pues tampoco estaría mal, sinceramente, ver a todos los capullos que no pueden vivir sin internet, móvil, tele o demás vicios tontos, jodidos durante unos cuantos días. Aunque me parece una locura descabellada, me apunto a eso más que a lo del fin del mundo. Por cierto, y sin que tenga nada que ver, he leído que en mi antiguo país, España, ahora hay que pagar 40 euros por conseguir unas muletas o algo así. Es una putada, pero la verdad, yo pagaría esos 40 pavos si me dan un par de muletas y me dejan pegarle en la cabeza al hijo de puta de Zetaparo hasta romper o bien semejante colodrillo de babosa lunática o bien las pobres muletas. Y con esto me despido, que tengo hambre. Hasta otra, colegas.
 
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