viernes, 25 de diciembre de 2015

Experiencias madeirenses 4. Funchal

Amanece el que va a ser nuestro ultimo dia completo en la isla, ya que mañana sera hora de coger el vuelo de vuelta a casa. Cierta resaca (como siempre) en el cuerpo, aunque muy llevadera, y el energetico desayuno ya listo para un dia en que realmente nos va a hacer falta, ya que vamos a usar las piernas mas que nunca. Vamos a ver la ciudad en la que estamos, Funchal, al completo y de dia, por fin y de una puta vez. Y nada de coche, a patear, con dos cojones y una buena dosis de moral, y por supuesto de Coral, ya que poco a poco ira cayendo alguna que otra.

Para abrir boca nos dirigimos a echar un ojo a la Fortaleza do Pico, uno de los viejos fortines de la ciudad, que tampoco tiene nada de espectacular salvo las vistas, aunque en esta ciudad las vistas las tienes en practicamente cualquier sitio. Lo siguiente sera bajar al puerto donde hay un par de cruceros anclados (putos turistas por todas partes) y otro par de fuertes que es lo que realmente nos interesa. En fin, que tampoco os creais que es cuestion de entretenerse con todo esto en demasia. Aunque la posibilidad de bajar hasta el mar en el mismo puerto y tocar el agua del Atlantico siempre tiene su morbo.

Sol y calor de cojones en la jornada de hoy. Al caminar por todo el paseo maritimo se nota el buen clima en la abundancia de personas de toda indole, principalmente turistas, pero tambien madeirenses que, por lo que veo, no es que tengan una vida excesivamente estresada, y en cuanto pueden se relajan al sol como cualquier otro turista mas. En un momento dado, dejamos el paseo para acercarnos al museo militar, situado dentro de un mini-fuerte del ejercito portugues. Acojonantes las medidas de seguridad, ya que entramos como Pedro por su casa y nadie nos dice ni mu. Ah si, los dos euros que vale la entrada, pues menos mal que ha venido un soldado a recordarnos que le paguemos que si no es por la pasta, es que pasan olimpicamente de mi presencia.

Pues mira, el museo es de lo mas interesante, con armas y relatos belicos sobre toda la historia de la isla en particular y de todas las guerras y batallas en las que se ha visto envuelta Portugal. Resaltando en particular a los heroicos batallones madeirenses. Quiza no fueron ni heroicos, pero de alguien tienen que sentirse orgullosas estas gentes, aparte de Cristiano Ronaldo. Bueno, y ya suponeis lo que a estas horas del mediodia que son me esta empezando a pasar por la cabeza. Si, el puto bar del figado. Tengo hambre y a estas horas tiene que haber un numero de tapas importante en el famoso expositor de papeo que hay en el local.

Atravieso todo el centro historico haciendo poco caso a la plaza de Cristobal Colon y la Catedral (lugares petadisimos de turistas) y en un salto, empujado magicamente por mi sed y gazuza, llego al susodicho bar. Empieza la sesion, Corales y tapas unas tras otras. Para mas guasa me enganchan entre un cliente y el propietario y me empiezan a hablar del Celtic de Glasgow. Si, ellos estuvieron en la final de Lisboa, la del 67, la Copa de Europa que ganamos. Me tiro casi dos horas de chachara y papeo en el local y al final me despido muy emotivamente hasta una futura visita a la isla, ya que les comento que hoy sera mi ultimo dia por estos lugares. Gente maja, sin duda, y completamente alejada del mundanal ruido de la zona mas turistica.

Es hora de sufrir. No se por que cojones se me ha metido en la cabeza el tema de subir hasta lo alto de la ciudad con el teleferico. La vista va a ser espectacular, si, y es una travesia muy recomendable pero, joder, yo sufro de un vertigo realmente criminal. Aun asi me embarco en la aventura, eso si, me quedo pegado al puto asiento de la cabina voladora mientras desparramo un terrible sudor frio por todas partes. No estoy disfrutando mucho de las vistas, pero era necesario hacer este viajecito. Ademas, asi me ahorro el coger un taxi para subir al hotel, ahora solamente tengo que bajar paseando unos veinte minutos, casi rodando montaña abajo.

La ruta por la que bajo al hotel es la que utiliza un curioso negocio para timar a los turistas. Se trata de una especie de cestas en las que se mete a la pareja turista en cuestion y dos tios la hacen deslizarse calle abajo, durante unos cinco minutos. Se supone que era un medio de transporte tipico en la ciudad antiguamente, pero ahora no es mas que una chorrada para guiris. Yo paso olimpicamente del tema y aun me paro en un par de bares a cascarme alguna que otra cervecita mas mientras veo a los tontos estos pasar pegando alaridos dentro de las cestas de los cojones.

Ya en el hotel me preparo para la cena, ya que me quiero ir a dormir pronto para estar descansado para el ultimo dia y el viaje de vuelta. Me acerco a un restaurante en la misma zona del hotel, que me han recomendado en recepcion. Es un salon bastante grande, obviamente montado para turistas, ya que sirven la comida mas tipica y ofrecen espectaculos de musica y baile en directo. Todo muy bonito pero el bacalao esta bastante asqueroso. En cuanto a la bebida, me hago un par de copas de vino y poco mas, no estoy muy entonado, la verdad, debe de ser que se que me voy a ir en breve y ya no quiero desfasar mucho. Me acabo la cena tan rapido que cuando pido la cuenta el camarero me dice que me espere que aun queda mas espectaculo por ver. Por no hacer un feo me quedo unos minutos mas, pero estos bailes regionales no me acaban. El fado que han tocado al principio estaba mejor, pero cuatro monos bailando con trajes raros... como que no.

Es mi ultima noche en Madeira, asi que disfruto del paseo entre la oscuridad de las calles de este barrio mientras vuelto al hotel. Una vez alli, como no, me hago una ultima Coral antes de irme a dormir. Ha sido un dia que parece que ha ido de mas a menos. O quiza ha sido el puto teleferico que me ha trastocado el cerebro. Sea como sea me voy a dormir y mañana, todavia con tiempo para alguna ultima excursion, intentare despejarme un poco la cabeza conduciendo hacia algun lugar perdido en mitad de la isla. Buenas noches.
 
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