domingo, 16 de febrero de 2020

Paseo por Chipre 4. Happy birthday

Me levanto con una resaca bastante dura. De esas que te hacen abrir los ojos a las 7am sin ninguna razon aparente y ya no te dejan dormir mas. No es que sea la peor que jamas haya tenido, pero el caso es que estoy jodido. Por suerte la ducha a primera hora me sienta bastante bien y el desayuno me entra con relativa facilidad, hasta el punto de que me casco dos platos hasta arriba en el buffet. Parece que mi cuerpo empieza a arreglarse, cosa que no sucede en absoluto con el clima ahi fuera. Vaya puto dia asqueroso. La temperatura ha subido un poco con respecto a las jornadas anteriores y ahora estamos en unos ocho grados centigrados. Pero el cielo completamente oscuro amenazando lluvia tormentosa no es un buen presagio en absoluto.

Mi idea para el dia de hoy era quedarme en la ciudad donde me hospedo, Paphos, y pasear por ella visitando sus puntos mas interesantes. Pero en los dias anteriores ya me di cuenta de que aqui no hay mucho que ver. Asi que camino erratico hasta el mar y vuelvo a mi alojamiento dos o tres veces. No se lo que hacer. De pronto una bombilla se ilumina en mi maltrecho cerebro y me doy cuenta de que hoy es mi cumpleaños. Joder, si es que no se ni en que dia vivo. Bueno, pues habra que celebrarlo si eso. Aunque a mi este tipo de celebraciones no se que pasa que siempre se me acaban yendo de las manos. Bueno, el caso es que aqui encerrado en el alojamiento no me voy a quedar. A pesar del mal tiempo decido tomar el paseo que bordea toda la playa en direccion noroeste y asi, poco a poco y dando un pequeño rodeo, llegar hasta el centro de la ciudad a ver que se cuece por alli.

De pronto empieza a llover a cantaros. Se veia venir. Y yo en mitad de la playa sin ningun tipo de edificacion o refugio en que guarecerme. Un momento, ¿que es eso? Es como una especie de chiringo veraniego en mitad de la arena que ha surgido como de la nada. Ahi voy. Anda, si es un bar. Menuda aparicion por entre la cortina de agua. Definitivamente los dioses aman a los borrachos. Bueno, pues si acaso me enchufo las dos primeras chelas de la jornada mientras espero a que se disperse el chaparron. Y me sientan de pelotas, todo hay que decirlo.

Finalmente llego al centro, cuesta arriba ya que esta en lo alto de una colina, entre una molesta llovizna intermitente. Justamente ahora es mediodia, hora perfecta para otra cervecita. Por desgracia por esta zona no veo muchos abrevaderos, asi que no puedo elegir. Me meto en el primero que veo, que resulta ser una especie de restaurante pijo donde no me ponen buena cara cuando digo que solo quiero tomar una pinta. Al final me la ponen y me da que me cobran mas de lo normal. Hijos de puta. Lo positivo es que mientras estoy deleitando mi gaznate a cubierto, vuelve a caer otro tormenton de lluvia. Lo de siempre, me espero a que descargue y, una vez acabado el preciado licor de cebada, vuelvo a salir a la aventura.

Aventura que a estas alturas ya no es ni mucho menos improvisada. Uno de los calificados como diez mejores restaurantes de Chipre esta por esta zona, el Laona. Un camarero pequeñajo y delgaducho y una rubiaza monumental me dan la bienvenida a un sitio que esta bastante concurrido para las fechas tan poco turisticas que son. No hay menu, es todo cocina casera del dia, esto pinta bien. Tras varias jornadas en este pais, en que se dice que hay una cultura vinicola fantastica, aun no he probado ninguno de sus caldos, asi que va siendo hora. Me pido el tinto de la casa, que no esta nada mal, aunque me lo sirven frio. Hago esta observacion a la rubia, que me dice que es costumbre en el pais. Intuyo que porque en verano, a mas de cuarenta grados, no habria otra jodida manera de beberselo. Nunca se acuesta uno sin saber una cosa mas.

Como aun me colea la resaca, tiro por un menu simple, una sopa de verduras que esta mas que cojonuda y el filete de bacalao sobre una cama de espinacas, que esta bien pero no es de diez. A mi lado se sientan dos viejos ingleses que estan debatiendo sobre sus problemas de pasaporte despues del Brexit. En un momento dado, y supongo que habiendo captado mi acento escoces al hablar con los camatas, quieren meterme en la conversacion. La cual concluye rapidamente cuando les digo que me cago en los putos ingleses racistas e imperialistas que votaron, de forma absolutamente irracional y sin pensar en las funestas consecuencias, por el puto Brexit. Lo cierto es que no replican en absoluto. Supongo que me dan la razon.

La vuelta hacia el alojamiento la hago por amplias avenidas, evitando dar el voltio de antes, y esta vez cuesta abajo. Vamos, que casi voy rodando, porque con la botellita de vino ya he pillado el tipico chispazo de sobremesa. Paso acelerado, sonrisilla etilica en la cara y el sol que ahora de repente ha salido e ilumina las inundadas calles de Paphos. Y es que con la chuza voy metiendo los pies en todos y cada uno de los putos charcos que me encuentro en mi caminar. Es llegar al apartamento y el cielo se vuelve a cerrar y la lluvia reaparece. Pero a mi a estas alturas me da igual. Caigo cinco minutos dormido sobre un sofa y cuando abro los ojos de nuevo me quedo vegetando en la misma posicion durante cerca de tres horas. Joder con el vinito.

Ya cayendo la noche inicio mi enesimo paseo hasta el mar y alli, en una especie de club ultra-pijo, en la misma orilla, me enchufo dos cocktails. Y una cerveza. Y un plato de pulpo que esta cojonudo. Y anda que me da que me estoy poniendo pedo otra vez y estoy empezando a perder el control. Y esto me da que puede afectar sustancialmente a mi cartera. Mil ideas inconexas cruzan ahora por mi alcoholizado cerebro, las cuales, no se muy bien por que, llevan mis pasos de vuelta al complejo de apartamentos donde me hospedo, pero en este caso directo al bar. Alli hay un camarero cuarenton bastante cachondo, con pinta andrajosa y desastrada y que parece que pasa de todo, al que le pido otros dos cocktails. Estos me cuestan la mitad de precio que uno de los del garito pijo. Eso si, saben a rayos. Pero bueno, la cuestion es que suban.

Ya bien entonado, decido acabar la noche de mi cumpleaños en un lugar de confianza, por si acaso la monto, que no me extrañaria. Asi que simplemente cruzo la calle para entrar, una vez mas y va a ser la ultima, en el maravilloso mundo de Nina. Y ahi ya pierdo los papeles totalmente. Chelas, cocktails, chupos... y un viejo muy raro que se me acerca y me pregunta que musica me gusta. Cuando le hablo de George Harrison, me encuentro con que el resto de la noche, la musica que va a sonar en el pub va a ser la del guitarrista de Liverpool. Joder, al final esta resultando un cumpleaños de puta madre y todo. Aunque a partir de aqui no me acuerde de mucho mas. Solo dire que un poco despues de la medianoche falleci de bruces sobre la cama de mi apartamento. Ya soy un año mas viejo.
 
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