lunes, 17 de febrero de 2020

Paseo por Chipre 5. Resaca bajo un arbol

Despierto por ultima vez en suelo chipriota. Esta tarde, a ultima hora, dejare finalmente el pais. Por supuesto, y despues del exceso acontecido ayer, me asalta el mega-resacon. La tipica historia, no me levanto, basicamente me caigo de la cama y voy a rastras hasta el baño. Alli me intento dar una reparadora ducha pero me encuentro con que el agua caliente no funciona. Algunos pensareis que en mi estado lo mejor es una buena ducha fria, pero ciertamente no me sienta nada bien. Por momentos incluso creo que voy a desmayarme o a vomitar o quiza todo al mismo tiempo. Pero el caso es que sobrevivo, debo de ser un tio jodidamente duro, y aun puedo deslizarme hasta el comedor a tomar mi desayuno buffet, que hoy, entre tembleques de mis manos, es bastante limitado. No me cabe nada en el cuerpo.

No tengo absolutamente nada que hacer, asi que intento vegetar un rato en el apartamento. Pero claro, debo desalojarlo a las doce. Bueno, pues lo apuraremos, mas que nada porque aunque me echen a patadas no me voy a poder mover. A esa hora, y ya con todo recogido, hago el check-out, dejo la llave en la recepcion y me meto en el coche. Y ahi me quedo como una hora, catatonico, con las puertas y las ventanillas cerradas, sin musica ni ningun otro entretenimiento, simplemente con la mirada perdida en la nada, dejando pasar los minutos a ver si mi cuerpo encuentra solucion a semejante malestar. Pero la cosa no mejora.

Finalmente arranco el motor y decido conducir sin rumbo establecido. O cuanto menos buscando un lugar donde reposar que tenga una vista un tanto mas agradable que el parking del alojamiento. En una rotonda ya casi llegando al aeropuerto, al que aun no tengo ninguna necesidad de ir, encuentro un cartel indicador de una playa por lo visto bastante espectacular. Por una carreterucha llego hasta el lugar, que realmente es bastante hermoso, pero a la vez ofrece una imagen post-nuclear que da muy mal rollo. Y es que no hay absolutamente un alma en todo lo que mi vista abarca hacia un lado y otro. Mar adentro, la imagen de un par de grandes barcos oxidados que parece que hayan encallado redondea la tetrica escena.

Decido que este va a ser mi sitio de reposo durante las proximas tres horas. Enchufo el coche casi en la arena, bajo un arbol, y alli me quedo con la ventanilla bajada y las piernas medio colgando hacia fuera, simplemente disfrutando de la vista. Hasta que empiezo a mearme. No podia fallar, todo el puto viajecito igual. Por suerte, justo al lado de donde he aparcado parece que hay una especie de edificacion que sirve como duchas y vestuarios a los bañistas (en temporada alta, imagino), y donde seguro que encuentro una taza donde vaciar la vejiga. Para que el rollito post-nuclear no decaiga, el sitio esta abierto de par en par pero absolutamente abandonado. No hay luz, hasta que encuentro la caja de conmutadores, los activo, y todo se enciende cual nave espacial que lleva mil años estrellada en un planeta perdido. Lo cierto es que este ambientillo tan solitario y macabro ya me esta empezando a acojonar un poco.

Aprovecho para dar varios paseos arriba y abajo por esta enorme, larguisima y absolutamente vacia playa. Pero la resaca no hace ni medio ademan de desaparecer. Asi que vuelvo al coche a vegetar y de paso leerme un libro para dejar pasar los minutos, al tiempo que empieza a llover. Con semejante paisaje lo unico que espero es que no sea lluvia acida, que a estas alturas ya seria lo mas apropiado. En una de estas, miro hacia la infinidad del mar y veo una cabeza entre el agua. Alla a lo lejos hay un tio, o mejor dicho un zumbado mental, nadando. Bueno, algo es algo, por lo menos ya se que no soy el unico superviviente a la hecatombe nuclear. Estamos el nadador tarado y yo. Todo un consuelo.

A eso de las cuatro levanto el tenderete, porque como siga aqui mucho mas al final voy a perder el avion, y me dirijo a devolver el coche de alquiler. Antes paro a rellenar combustible en una gasolinera donde todos los risueños dependientes son nigerianos. Muy simpaticos si, pero esto me devuelve al paisaje post-nuclear. Fijo que solo han sobrevivido los negros, el nadador y yo. Por suerte, una vez llego a la oficina de alquiler de automoviles, me encuentro a mis queridas chicas del primer dia, la galesa y la rusa. Y ya se que esto ya lo dije el primer dia, pero no puedo evitar repetirlo... joder como esta la rusa. Hoy que hay mas luz que el primer dia, que era noche cerrada, la tia aparece en todo su esplendor. Vaya jodido monumento de mujer. 

Por desgracia no me puedo encantar mucho con ella o perdere mi vuelo. Aun asi, no puedo evitar una efusiva despedida con abrazos y tocamientos incluidos. Y aqui estamos, ya sentado en el aeropuerto esperando dos horas a que mi avion despegue en direccion a casa. Y la resaca no se me va ni a tiros. A la mierda, me voy a cascar una cerveza a ver si me arregla o me acaba de destrozar del todo, vamos a dejarnos ya de medianias. Para cerrar el show, cinco horas y pico de vuelo, con la resaca que sigue ahi porque la cerveza me ha dejado absolutamente igual, y con una maravillosa llegada a mi pais donde una mas que acogedora temperatura de 1 grado positivo me recibe. No se puede pedir mas. Oye, y lo de Chipre... pues habra que repetirlo.
 
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