jueves, 13 de febrero de 2020

Paseo por Chipre 1. Presentacion

Si uno se levanta a las seis y media, se adecenta medianamente, coge los bartulos y se pega una horita de conduccion hasta el aeropuerto para esperar por un avion al que aun le quedan casi dos horas para partir, pues ya esta mas que claro cual va a ser el siguiente paso. Tengo sed. Cerveza. Es ya como un jodido ritual. Es entrar a un aeropuerto y empezar a salivar como un loco. Y eso que se que me van a pegar un cañazo por una mierda de chela. Pero con eso de que tienes que llegar con antelacion y que siempre te hacen esperar, es que basicamente te obligan. Aunque a mi tampoco hace falta que me empujen mucho, para que nos vamos a engañar.

Y bueno, que despues de un vuelo de cinco horas que fundamentalmente me paso leyendo, y aun asi se me hace bastante largo, pues aterrizo en mi destino estipulado para esta ocasion. Esa isla del Mediterraneo oriental, al sur de Turquia y casi frente a las costas de Siria. Estamos en Chipre, amigos. A ver que da de si el pais. Por lo pronto el siempre ineludible paso fronterizo es casi como una broma. Seguridad la minima. Por no haber no hay ni policias ni barreras. Un tio te dice que escanees el pasaporte en una maquinita, el cacharro te da una especie de ticket y luego se lo entregas a un viejo gordo descamisado que esta sentado en una silla leyendo un periodico. Comienza bien la cosa.

Y va a ir a mejor. Infinitamente mejor, diria yo. No una no, sino dos preciosas hembras me estan esperando en el hall del aeropuerto con mi nombre en un cartelito. La empresa de alquiler de coches. Que es una pequeña empresa local, yo no suelo tirar por las multinacionales en estos casos, ya que las compañias modestas suelen dar mas facilidades, son un pelin mas baratas y el trato con el staff suele ser familiar y cercano. Y ojala fuera especialmente cercano con estas dos. Una galesa y una rusa. Lo de la rusa es un jodido escandalo. Pero que monumento de mujer. Y ademas simpatica y dicharachera como pocas. En fin, ya podrian aprender otras estiradas de mierda de algunos paises lamentables que yo me se. Jodidas marimachos.

Con esta tesitura, y a pesar de que son mas de las seis de la tarde, intento alargar los tramites de los papeleos del coche en la oficina para seguir acompañado lo maximo posible por estas dos pajaras. Me lo tomo en serio y me tiro dos horas con ellas. Al final me da pena salir de alli, pero intuyo que quieren cerrar y yo empiezo a tener sed. Y con tanta emocion sexual, ni me he fijado en el coche macabro que me han dado. Un Honda de estos pequeñajos, con cambio automatico, que mira que me jode, y que tiene los mandos de los intermitentes y los limpiaparabrisas al reves. O sea, los indicadores a la derecha del volante y el limpia a la izquierda. Vaya puto lio. Me tiro todo el camino hacia la ciudad dando al limpia cuando voy a indicar un giro. Al final opto por no usar los intermitentes, con dos cojones. Y encima ya es noche cerrada y como estoy medio cegato no veo tres en un burro.

Para redondear el show, la ciudad de Paphos, que es donde me voy a alojar a lo largo de estos dias, especialmente en sus zonas mas centricas es de estas urbes de callejuelas estrechas y enrevesadas. Laberinto de caminos que de pronto se quedan cortados, calles que se entrecruzan sin sentido... y el navegador me deja de funcionar. Tras veinte minutos de dar vueltas sin sentido por la zona donde se que esta mi alojamiento, y pasar cinco o seis veces por los mismos sitios, al final se me hinchan los cojones y meto el coche en un sitio donde veo que pone "parking privado", pero cuya cancela esta abierta. Aparco en una plaza, apago el motor con la intencion de revisar en Google Maps donde estoy y, al levantar la cabeza, veo el nombre de mi alojamiento en enormes letras azules. La suerte del borracho, supongo.

Son ya las ocho y tengo una sed que me mata. Lo unico que llevo en el cuerpo es la cerveza matutina del aeropuerto. Hago el check-in con una vieja recepcionista a la que no consigo ligarme, dejo los bartulos en mi fantastico apartamento con vistas a la piscina y al mar, y no me entretengo ni un segundo mas. Como una centella al bar del complejo hotelero. Cerveza casi de un trago. Mas calmado ya tras saciar mi sed etilica, busco en el mapa un restaurante para cenar (a estas horas tambien hay hambre) y salgo hacia uno de los sitios con mas recomendaciones de todo el pais, el Windmill, que queda a apenas dos calles. Y que por supuesto, como estamos en temporada baja, esta cerrado a cal y canto.

Con una cierta tristeza, camino cabizbajo en busca del primer sitio al azar donde pueda llenar el buche. Y es asi como entro en una tipica taberna chipriota (no tan tipica, esta montada con espectaculo regional y demas mierdas para engatusar a los turistas) donde lo primero que hago es pedirme una cerveza. Ya me pensare si como algo. Pero el menu no esta nada mal y los precios son razonables, asi que me pido un starter de cerdo y halloumi, el queso nacional por excelencia, y despues el guiso de pulpo al vino tinto, que esta seriamente cojonudo. Y dos o tres chelas mas, por supuesto. Cerrando el show con un licor casero macabro que tiene un fantastico 50% de alcohol y me deja ya mas que entonado.

Hora de visitar algun que otro pub. Como el cansancio tras todo el viaje me empieza a noquear a ratos, decido parar en los dos locales que hay justo frente a mi apartamento, asi la retirada puede ser rapida. El primero es el Rose Pub, un garito heavy con musica en directo donde los dos camatas barbudos no me atienden tras mas de cinco minutos de estar esperando en la barra. Y muy ocupados tampoco parece que esten. Pues que les den. Me largo al de al lado. Y esta va a ser la mejor decision que voy a tomar en todos estos dias. Acabo de entrar en el mundo de Nina.

Nina es la señora cincuentona propietaria del Bottle Bank Bar. Un sitio con un aspecto muy acogedor y que ahora mismo solo tiene a dos clientes, una pareja inglesa ya entrada en edad que me sonrien y me saludan efusivamente. Supongo que la carga etilica que deben de llevar encima tiene bastante que ver. Una cerveza, otra, una sidra, otra, algun licorcito tipico del pais, otro... Nina me presenta y explica todos y cada uno de los brebajes que me va sirviendo. Es como un tour etilico chipriota. Keo, Leon, Metaxa... Al final se me olvida el cansancio y me tiro alli toda la noche mamando hasta que el local cierra. Logicamente salgo bastante afectado del lugar. Pero el show aun no ha terminado.

Siempre me pasa. Con la cogorza, a altas horas, necesito un kebab. Y estamos casi en la tierra por excelencia del kebab, que es Turquia, aunque aqui tambien se deja notar la influencia de este manjar (sobre todo cuando esta bien hecho). Entre un criminal frio, ya que yo venia con ropa de sol y playa y estamos a -1 grado, recorro un par de calles al azar y pronto encuentro mi recompensa. Una bulgara cuarentona con gafas y cara de chupona me da la bienvenida a su kebab 24 horas y me enseña la interminable carta. Uno de pollo bastara, pero bien cargadito. Espectacular. No recuerdo llegar de vuelta al apartamento, es lo que tienen este tipo de noches. Pero supongo que lo hice. Y debi de caer absolutamente muerto sobre la cama. Chipre ya me ha sido oficialmente presentado.
 
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