jueves, 4 de abril de 2024

Una playa en Albania. Dia 6

No hay manera de poder tener una noche de sueño decente. A las cinco ya tengo los ojos abiertos como platos y observando el techo con autentica desesperacion. Al final, y despues de varias horas de intentar reconciliar el sueño, acabo hasta los cojones y decido salirme al balcon a hacerme una cerveza. Son las siete y no hay mucho mas que hacer, bueno, salvo echarle un ojo a la partida de domino de los tarados habituales de ahi abajo, que ya hace un rato que comenzaron su show. Clac-clac-clac-clac con las fichitas y yo chelita tras chelita hasta que un poco antes de las diez me quedo en dique seco. Menudo desayuno liquido que me he pegado hoy. Bueno, voy a dar un paseo a ver si se me despeja un poco este proyecto de taja matinal y, de paso, me acerco a una tienda y pillo algo mas de municion.

Al bajar a la playa me hago cargo de que el mar esta muy revuelto y por lo visto se avecina una buena tormenta. Aunque el sol sigue brillando en lo mas alto, hoy el dia no tiene nada de calido. Las rafagas de viento son continuas y terribles, hasta el punto de que si uno camina a contraviento le es muy dificil avanzar. Pero tampoco esta es una eventualidad que me vaya a detener en mi cometido. Es mas, con este fresquito me siento mucho mas comodo que con la bola abrasadora y me da por pasear hasta mas lejos que nunca. Playa abajo, al final llego a un punto en que decido callejear un poco y buscar, necesariamente, una tienda donde conseguir realizar la compra etilica que tanto ansio.

Cuando finalmente llego de vuelta al apartamento, la climatologia se ha complicado de una forma mas que preocupante. Sobre todo para la estructura del alojamiento en si, y es que me da que estas viviendas vacacionales junto a la playa no estan hechas para tanta ventolera. Todas las ventanas tiemblan y las paredes crujen de manera bastante siniestra. Asi que lo mejor es salir al balcon, toda excusa es buena. Que si, que hace un viento criminal, pero a mi eso me da igual, yo lo unico que quiero es beberme mis cervecitas. La unica preocupacion seria que se las llevara el vendaval, pero si las escondo en un rinconcito bien resguardadas ya no tengo ese problema. Y asi continuo durante unas cuantas horas, bebe que te bebe mientras dejo que el huracan destroce tantas edificaciones como quiera.

Ya son las tres de la tarde y, aunque el viento en si no me molesta en demasia, lo cierto es que tanto ruido de crujidos, cosas cayendo y rompiendose y demas desastres, ya me esta tocando los cojones un poco. Voy a salir a dar otro paseo y a ver si encuentro un bareto tranquilo donde pueda seguir chupando sin demasiado escandalo, y de paso me meto algo solido tambien en el cuerpo, porque de momento, y hasta esta hora, todo ha sido jugo de cebada. Asi pues, inicio ruta y me doy otro tremendo paseo, nuevamente playa abajo, para darme cuenta de que ahora lo que se nos ha venido encima es una terrible tormenta de arena. Aun asi, camino y camino buscando un refugio mas o menos decente, y es que todos los garitos por los que paso parecen mas endebles todavia que mi propio apartamento. Sin duda esta ciudad no esta preparada para este tipo de inclemencias meteorologicas.

Finalmente, y con arena en los ojos, boca, orejas y absolutamente por todas partes, encuentro uno de estos tipicos hoteles pijos que se levantan justo sobre la propia playa y ahi que decido meterme a cascarme una buena cerveza. O mejor que sean dos, le digo al estirado y trajeado camarero, y si eso tambien me traes el carpaccio de pulpo que hay en el menu, para que no pienses que solo soy un turista alcoholico en busca de cobijo frente a la tormenta. El carpaccio, por cierto, esta asqueroso, y fuera la tormenta arrecia hasta el punto de que ya no se ve absolutamente nada mas que una cortina amarillenta de arena volando. Como para salir a iniciar el paseo de vuelta a casa. Pues me quedo aqui un rato mas y, si eso, me hago un vinito, para cambiar de tercio. Oye, camata estirado, uno no, si eso me traes dos. Si, supongo que ya es la hora del vino, ya sabeis, la rutina habitual.

En un momento de mediana tregua por parte del vendaval de arena, decido intentar el regreso al alojamiento. Pero la cosa se complica y tengo, nuevamente, que buscar un refugio temporal durante unos pocos minutos para desenarenarme los ojos, porque llega un momento que no los puedo ni mantener abiertos. Vaya, que casualidad, he caido en otro badulaque con mogollon de botellas en sus estanterias. Pues ya que estoy aqui me pillo un vino para subirmelo al apartamento y asi terminar la noche bien contento. Venga, ultimos metros a la carrera en mitad de la tormenta de la arena y por fin llego a mi refugio dispuesto a comenzar la parte final de la jornada.

Ya sabeis, tele, videos ochenteros y botella de vino del pais. O mejor dicho, botellas. Y es que resulta que ayer, como cai bastante cansado cuando apenas si me habia bebido dos vasos, al final me deje un buen resto de la botella correspondiente a la jornada. Asi que, mira, no hay mal que por bien no venga, hoy tengo botella y media para ponerme completamente pasado hasta que el cuerpo aguante. Eso si, teniendo en cuenta que todo el papeo que llevo en el cuerpo en todo el dia es el carpaccio de pulpo del hotel pijo, lo cierto es que agarro un cagallon pero de los buenos. En fin, que lo de siempre, que llego hasta la medianoche, aunque esta vez si que me acabo todo el vino, y finalmente caigo absolutamente muerto sobre la cama. Y a ver cuanto y como duermo esta vez.

 
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