jueves, 27 de diciembre de 2007

El Chulo

Con motivo de la visita navideña a mi morada de un grandioso personaje al que hacía años que no veía y que en su momento causó una tremenda impresión en mi persona, he decidido presentar en sociedad al CHULO, y junto con él, una selección de algunas de sus mejores anécdotas en suelo británico (lugar en el cual se refugia desde hace más o menos un lustro). También conocido como Tarantino por su asqueroso parecido con el perturbado cineasta, podemos lanzar a las claras de que el Chulo es un jodido tarado mental. Pero eso sí, nadie puede pasar cinco minutos con él y no quedar estupefacto y gratamente impresionado de todo su enfermizo repertorio de lindezas. Y es que de todos sus comentarios no hay ni uno que tenga desperdicio. Sobre esta extraña persona y sus enrevesadas y maquiavélicas formas de ser comenzamos a hablar con las tres grandes incógnitas que todos nos planteamos sobre el Chulo:

1. ¿Quién es el Chulo? Bautizado como Javier más dos apellidos los cuales no mencionaremos por respeto a su familia (que no a él), nació en Bilbao a finales de los 70, y es que con esto de la edad siempre nos ha metido grandes bolas. Estudiaba en su infancia (aunque a veces no lo tenemos muy claro) como todo niño más o menos normal. Y su adolescencia... casi mejor pasarla.
2. ¿Cómo descubrimos al Chulo? Gracias a un Burguer King, a la negativa de un alcohólico a hablar con ingleses, y a su mentalidad y pensamientos totalmente depravados y degenerados, los cuales hemos ido conociendo poco a poco con el tiempo.
3. ¿Por qué el Chulo se niega a vivir en España? A decir verdad nadie sabe a ciencia cierta las razones, pero nos olemos lo peor. Salió de alli pitando, o como él siempre dice "me tiraron a punta de pistola". El caso es que primeramente se recluyó en la isla de White, para después trasladarse a Tewksbury y Cheltenham, donde fue descubierto. Tras un breve paso turístico por Japón, tocó Nueva Zelanda y Australia para que finalmente su destino le devolviera a las islas británicas, Londres y su último destino hasta la fecha, Glasgow.

Y ahora veamos una selección de sus mejores anécdotas:

El potorro y el cloroformo: caminando por las calles de Londres, y sin venir a cuento, le comenta a un alcohólico "pues sí, le pones cloroformo a la tía y se queda dormida y entonces pillas y le afeitas el potorro, y la tía cuando se despierta lo ve y dice ¿pero quién me ha afeitado el potorro?"
El triste: durante su estancia en UK, para el Chulo era practicamente imposible ligar, y mucho menos practicar sexo, así que pidió consejo al guaperas local, Mike Selley. Éste le comentó que su truco era entrar directamente a las tipas en las discotecas "yo quiero follar contigo". Y así esa noche el Chulo salió de farra junto a un gigoló canario y un asturiano medio bobo; el platanero consiguió unas muchachas para todos, y allí se presento el Chulo con su famoso "esta noche teneis que elegir a uno de nosotros tres para follar así que elegid, elegid". Todas increparon al pobre canario "¡pero tu amigo de qué va! Es un cerdo". El resto de la noche, mientras sus dos compañeros se beneficiaban a las muchachas, el Chulo permaneció en una mesa con la cabeza entre las manos. Una de las chicas comentó "vuestro amigo esta un poco triste ¿no?"
El círculo: aquí se demuestra la atención que el Chulo prestaba al juego durante las partidas de Pro Evolution Soccer en la consola. En un ataque al área rival, en lugar de fijarse en los atacantes, defensores o balón, se queda con el detalle de un círculo de césped recortado junto a la portería, exclamando "¿y qué hace ahí ese círculo?"
Excursión al Soho: y es que cada vez que el Chulo visitaba una ciudad británica su principal preocupación eran los burdeles de la zona. Así obsequió a varios compañeros de viaje con un paseo calle arriba calle abajo por todo el Soho ojeando los prostíbulos que mejores vibraciones le daban. Una estrategia de acercamiento puesto que no entró a ninguno. Sin embargo, y cuando ya los demás se retiraban de la fiesta nocturna a las 3 de la madrugada, él decidió irse solo y por su cuenta a rematar la faena. En fin, Soho a las 4 a.m., un barrio muy "agradable". Todo cerrado, y sólo negros raros surgiendo de recovecos y ofreciéndole al Chulo un "buen rato" con sus chicas. "Es que vaya mierda, estaba todo cerrado, y no subí con éstos porque me daban mala espina".
Las vasijas: tras una gran compra realizada en Londres, Die Sperma, una peli de bukakes y todo tipo de cerdadas varias, se hizo una interesante sesión para ver los diferentes ángulos desde los que los maromos rociaban con sus fluidos a las féminas que protagonizaban el film. Pero el Chulo es un impaciente y sin venir demasiado a cuento realizó su típica pregunta: "oye, joder, ¿pero aquí cuándo salen las vasijas?". Suponemos que serían las vasijas para recoger los fluidos, claro.
Los zapatos y los vidrios: al ver el Chulo que todos los actores de esta misma película llevaban como única prenda los zapatos, preguntó: "¿y por qué llevan todos zapatos?". A lo que alguien respondió, en tono irónico: "porque hay vidrios en el suelo, hombre" ... Chulo: "Ah, claro".
Quema de sandwiches: el Chulo deja al asturiano bobo al cargo de unos sandwiches y cuando vuelve, el tontaina se está tocando la gaita y los emparedados están quemados, ante lo cual el Chulo empieza a bramar: "pero qué hace este retrasado que me está quemando los sandwiches, ¡mongolo! ¡retrasado! ¿pero será retrasado?" Obviamente el otro se parte el culo.
Chinatown: de visita en Liverpool, el Chulo mostró especial interés por el barrio chino de la ciudad, hasta llegar al punto de que en un momento dado de la tarde, cada cinco minutos soltaba con su maravilloso acento de Bilbao "oye, joder, ¿pero cuándo vamos a ver Chinatown?" Una vez allí pensó que el lugar era una mierda, y es que al parecer alguien le había metido en la cabeza que aquella zona de la ciudad estaba llena de lupanares y burdeles, pero la realidad era todo lo contrario.
A hostias con el cajero: esta anéctoda sucedió en Australia. La perturbación mental del Chulo ya directamente le llevaba a quedarse mirando fijamente las tetas de una abuela de 70 años en un supermercado. Cuando al fin descubrió un lugar de recreo físico a cambio de dinero se dio cuenta de que no tenía ni un clavo. Así que fue a un cajero con tan mala fortuna que aquel dispensador estaba estropeado y no repartía billetes. Lo acontecido a continuación fue la imagen del Chulo completamente perturbado liándose a hostias con el cajero mientras insultaba a aquel aparato y berreaba como un chalado en plena calle.

Joder, majos, es que el Chulo es mucho Chulo.
 
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