La ley antitabaco, ese capricho digno de perturbados mentales que no tienen por lo visto nada mejor sobre lo que legislar en un país que se ha ido totalmente a la mierda tanto en materias sociales, como laborales, como económicas. Pero qué cojones, es más importante enfrentar al populacho por el tabaco y ya de paso, como lo que les gusta es joder vidas, hundir definitivamente a la hosteleria, especialmente al pequeño negocio, que se jodan las familias y se mueran de hambre, somos el PSOE y nos gusta dar por culo. Y nos encontramos de esta forma que en cuatro días ya se han producido más de mil denuncias de unos ciudadanos hacia otros (digno de la Alemania más hitleriana), altercados y trifulcas varias en muchos negocios entre la gente de a pie por el "a que fumo", "a que no", "a que sí", "a que te doy..." Y plas, en Madrid un propietario de un bar hospitalizado con la cabeza abierta. Por no hablar de las agresiones verbales y los enfrentamientos que empezando por un cigarrillo acaban en una auténtica batalla campal entre "fachas" y "rojos", que es la forma en que estos malnacidos nazisociatas quieren dividir el país, como hace setenta y pico años, como en la última guerra civil que asoló esta nación, hasta ahí es hasta donde quieren llegar.
Hace un par de días me bajé a un bar de mi barrio donde suelo intentar refrescar mi gaznate cuando mi maltrecho bolsillo me lo permite. Me casqué tres cervezas de golpe, estaba un poco deshidratado. En un momento dado, cual brigadas especiales en plena redada antinarcóticos, dos policías entraron en el local dispuestos a arramblar con todo. Casi nadie se había dado cuenta, yo desde luego no, que en una mesa del fondo había dos chavales fumando mientras se cascaban un par de cervecitas y departían sobre lo acontecido a lo largo del día. Y digo que casi nadie se percató, porque evidentemente alguien sí, un hijo de mala madre que por lo visto estaba en el local y salió adrede a telefonear a la policía para denunciar que ¡vade retro! allí se estaba fumando. Ya sé que en el párrafo de arriba he aludido a Hitler, ahora por no repetirme si queréis hablo de los judíos, pero esto huele a la Alemania de los años treinta. En aquel momento, viendo la que se le venía encima, el dueño del establecimiento vació su local y echó la persiana abajo. No sé cómo acabó el asunto, lo que sí sé es en qué tipo de país de chiflados nos hemos convertido gracias a esta pandilla de liberticidas que nos desgobiernan y a los millones de hijos de puta que a día de hoy les siguen prestando su voto.