miércoles, 3 de junio de 2015

Perdidos en Chequia. Dia 7

Amanece nuestro ultimo dia en Most. Nuestros cuerpos estan bastante recuperados despues de las atronadoras jornadas etilicas acaecidas aun no hace mucho por estos lares, y las cervecitas de los ultimos dias, a un ritmo algo menos excesivo, y mas de recuperacion y mantenimiento, nos han hecho recuperar bastante la cordura y la verticalidad, que ya se sabe que cuando uno va doblado se suele canjear bastante por la horizontalidad, especialmente sobre el suelo mas cercano.

Hoy es dia de despedidas, sobre todo de nuestro alojamiento, que tan bien nos ha acogido durante nuestras horas de reposo, y especialmente de la ciudad. Asi que la primera actividad del dia es un ultimo paseo por la urbe admirando de forma especial las nada atractivas construcciones a nuestro alrededor. Si, ya sabeis, los bloques comunistas, los baretos en forma de caseta y las amplias avenidas. Tranquilamente nos acercamos hasta la estacion a comprar nuestros billetes para mañana a primera hora en direccion a Praga, y de ahi al aeropuerto. Nuestros pasos son lentos, no por la resaca o algo similar, sino porque en realidad nos cuesta bastante marcharnos de este lugar donde tan bien nos lo estamos pasando.

Una vez cumplido el tramite billetero, nos damos cuenta de que no estamos muy lejos del famoso pub de Jaroslav. Si, el pensionista que media tres por tres o mas. El siempre esta alli, es su primera casa, ya que la oficial es la segunda. Asi que decidimos pasar a despedirnos de el porque sin duda creo que es el tipo que mas nos ha impresionado de todos los curiosos personajes a los que poco a poco hemos ido conociendo. Llegamos al Sportsbar y efectivamente, alli esta el dueño y señor del lugar, que ya va por su vigesima cerveza y apenas hemos pasado el mediodia. Buen rollo, muchas bromas, un buen puñado de rondas etilicas y hasta algun que otro abrazo. Sin duda hemos congeniado con Jaroslav y esperamos volver a verlo algun dia.

Lo cierto es que nos hacemos bastantes cervezas, hasta el punto de que nos dan unas cuantas horas en el lugar. El dia va pasando y queremos seguir recorriendo las calles (mas bien avenidas) de Most. Y es lo que hacemos, aunque rebotando por algun que otro garito cuando nos entra algo de sed. Tambien es hora de cumplimentar las ultimas compras, que mas que de souvenirs, van a ser de comida y bebida. Que mejor souvenir que ese se puede llevar uno de la Republica Checa. Asi que salimos del supermercado Albert (cadena tipica checa) bien surtidos de todas esas mercancias, y ya pensando en dirigirnos a nuestro alojamiento para ir preparando el viaje de mañana y nuestro reposo.

Oh, no lo podiamos evitar, de camino pilla el Koyot, que raro. Siempre ahi, presente, esperandonos... pues no le defraudemos, coño, vamos a echarnos nuestras ultimas rondas en tan mitico local. Pero tampoco dura mucho la cosa, necesitamos estar fuertes y sin resaca para el ajetreo de mañana. Odio los viajes, y especialmente los que tienen aeropuertos de por medio. Me dan asco los aeropuertos, se me revuelven las tripas cada vez que me acerco a uno y no se por que. Supongo que porque es uno de esos sitios donde te pueden tratar como a un criminal aunque no lo seas, simplemente por la sospecha o por la prevencion. Algo parecido a la España de Zetaparo o de los comunistas.

Finalmente llegamos a nuestro alojamiento. Yo tengo hambre, y como he hecho buen acopio de comida en el Albert, me voy a cascar un cojonudo plato combinado con salami, pate, una ensalada grasienta que sienta de puta madre, pan checo y pepinillos alemanes, de los contundentes. Me quedo bastante saciado y se me quita la idea que tenia en mente de enchufarme una brutal salchichen teutona que tambien he comprado. Me meto en la cama y pienso que mañana, a pesar de madrugar y tener que viajar, aun me dara tiempo a hacerme alguna que otra postrera ronda etilica en Praga o en el aeropuerto. Mas que nada para despedirme de este pais como se merece, con cerveza.
 
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