lunes, 1 de junio de 2015

Perdidos en Chequia. Dia 6

El checo tiene razon. Lo suyo es que cuando haces un viaje, al llegar a casa presumas mostrando fotos bonitas a toda la gente que conoces. Nosotros hemos estado mamando sin parar durante cinco dias y aparte de fotos de botellas y bloques comunistas no tenemos mucho mas. Asi que lo de ir hoy a Praga, ciudad imprescindible de visitar si uno esta por los alrededores, es basicamente una excusa para que el personal no piense que somos unos alcoholicos sin remedio. Claro que el pequeño truco es que en Praga tambien hay abrevaderos, muchos y muy buenos.

Despues de hacernos un desayuno cervecero en el Koyot (no lo podemos evitar), tampoco salimos excesivamente temprano de Most, ya que estando de vacaciones es un peñazo madrugar, aparte de que no hace ninguna falta ya que el viaje dura poco mas de una hora. Por otro lado, todavia colean los ultimos estragos de las grandes resacas de las postreras jornadas. Niebla por el camino, el checo me comenta que es un paisaje tipico de las mañanas centroeuropeas. En un visto y no visto llegamos a la gran capital del pais, cogemos el metro, y como por arte de magia nos plantamos ya en el centro monumental e historico de la ciudad, lo que se conoce como Praga 1.

Paseo por los jardines reales, el castillo, la catedral, la basilica de san Jorge, el palacio presidencial... Turistas por todas partes, grandes vistas de la ciudad desde lo mas alto del castillo, si, todo muy bonito y muy tipico pero... hay sed. El checo nos dice que nos van a clavar, que como es zona para turistas, ponen precios europeos. Eso es de ser muy hijo de puta, porque es multiplicar por diez los precios de que hasta ahora hemos estado disfrutando en Most. Pero yo siempre lo digo, si vas a un pais y tienes la posibilidad, buscate un guia autoctono, el sabra donde llevarte. Y vaya si lo sabe. El cabron del checo nos mete en un tugurio aun en el centro de la ciudad, en plena zona turistica, pero que no tiene ni cartel a la entrada. Y alli, si, una señora que no habla otra cosa que no sea checo, nos pone unas espectaculares (sobre todo por la sed que llevamos) Pilsner a un precio irrisorio. A gozar.

Ya saciados en parte, bajamos bordeando el castillo hacia el rio Vltava. Obviamente visitamos el mas que turistico Puente de Carlos. Hoy estamos sacando provecho a la camara de fotos, la verdad. Aun nos queda por ver la ciudad vieja, que tambien tiene lo suyo, incluidos un buen numero de garitos que el checo todavia recuerda de su etapa universitaria, y eso que de ello hace ya mas de treinta años. A ritmo de ver plazas, calles y monumentos, nos vamos haciendo un bar tras otro, una cerveza tras otra. Nos estamos poniendo finos. Pero es lo que tiene esto de chumar cerveza, te haces una, sales del garito y te meas, entras a otro a mear y a hacerte una, vuelves a salir, te meas, otro garito, vacias y llenas, otro... es un circulo vicioso que nunca acaba, o que acaba contigo en el suelo totalmente doblado.

El recorrido etilico-monumental-turistico no ha estado mal. Poquito a poco hemos ido dejando el centro para volver a la zona donde tenemos que coger el autobus de vuelta a Most. Con la tonteria, hemos pasado seis o siete horas pateando (y mamando) por Praga. Nos metemos en un ultimo tugurio mientras esperamos al bus. Aqui me enchufo la merienda-cena (no habiamos comido nada en todo el dia), consistente en una especie de morcon muy grueso con cebolla picada en vinagre por encima. Todo lo que se come en este pais es una bomba, pero te despeja de puta madre. Ya se sabe, a grandes males, grandes remedios.

Ya de vuelta en Most, con la noche recien caida sobre nuestra querida ciudad minera, se nos ocurre que aun tenemos unas cuantas horas por delante para acabar de redondear la sesion cervecera. Pero estamos cansados de tanto pateo y no queremos excedernos. Si, la eleccion mas logica es el Koyot, a un paso de nuestro alojamiento y con los barriles de cerveza siempre listos y dispuestos. Alli aun me entra algo mas de gazuza y justo antes de que cierren la cocina me casco la tipica salchichen alemana, aunque para que me de algo mas de sed, elijo la picante. Asi no hay excusa para no beber. La noche acaba entre risas y cervezas, pero de forma muy tranquila, en el propio Koyot. Mañana sera nuestro ultimo dia aqui, asi que ahora a mear las cervezas y a dormir.
 
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