martes, 6 de diciembre de 2016

Dos alcoholicos en Malta. Dia 4

Y por fin amanece el ultimo de nuestros dias en Malta. Buena resaca, como no puede ser de otra manera. Esta vez, si he de ser sincero, no he pasado una buena noche, comimos y nos chuzamos mas de la cuenta, aunque eso tampoco es nada raro en nosotros. El caso es que Toni debe de estar en el aeropuerto a eso de la una y yo tengo mi vuelo mañana a primera hora, asi que pocas cosas nos quedan ya por hacer mas que dar una cordial despedida a la etilica, sobre todo para nosotros, isla de Malta.

Al volver de una de mis multiples visitas matutinas al retrete, me encuentro a Toni de pie junto a la cama observando atentamente el mapa de la isla. Busca un plan para la matinal, antes de tener que ir al aeropuerto, y parece ser que alguna idea le ha cruzado la mente. El noreste de la isla, una zona que no hemos acabado de visitar a fondo, y en particular una localidad, parece que llaman su atencion. Marsascala, podriamos ir ahi, Toni busca mi aprobacion. Facilmente la iba a encontrar, pero cuando me sugiere que un pueblecillo costero de esa indole ha de tener buen marisco, ha terminado por rematarme. Venga, recojamos, al coche y a Marsascala. Si, ya sabeis, veinte minutos...

Marsascala esta un pelin al norte de Marsaxlokk, localidad que ya visitamos hace un par de dias en busca del mejor papeo de todo el pais. Son pueblos muy similares, aunque yo diria que este algo menos turistico y mas tranquilo, si bien tambien tiene un paseo maritimo atiborrado de embarcaciones tanto de pesca como de recreo y huele que apesta a ingles por todas partes. Son las diez de la mañana y nos apetece desayunar algo. Que mejor que marisco, un desayuno peculiar y que nos va a dar energia. Por supuesto regado con unas Cisk de despedida.

Suele pasar que el primer restaurante que ves es el mejor. Vetusto, minusculo, muy rustico... lo pasamos de largo para comprobar si hay algo similar para poder hacer una comparacion de precios y productos... pero no. Todo lo demas es demasiado comercial, corporaciones, pubs tipo britanico. Ahi que vamos pues al restaurante Ximo, que asi se llama el sitio. Y sonrisa de oreja a oreja de Toni, que es recibido por una preciosa camarera maltesa que ya directamente le alegra el dia. Y eso que en repetidas ocasiones la tipa le pilla camara en mano sacandole fotos del trasero. Pero es lo que tiene este negocio, que el cliente siempre tiene la razon.

Pulpo, almejas y cervezas, un desayuno con cojones. Tras haber llenado el buche nos damos un paseo por todo el pueblo y alrededores para acabar cascandonos otra Cisk en un pub bastante pijo y acto seguido iniciar nuestro camino hacia el aeropuerto. Aqui se quedara Toni, hora de hacer su tipico tramite aeroportuario y obviamente de cascarse unas cuantas birras mas porque no esta uno como para perder el tiempo y aburrirse mientras espera el vuelo. Yo, tras una efusiva despedida de mi camarada de andanzas durante los ultimos dias, enfilo rumbo al hotel (veinte minutos, obviamente) donde me tumbo un rato a ver si se me pasa esta mezcla entre resaca y nuevo inicio de chuza.

No acabo de dormir pero reposo el cuerpo un par de horas. Ahora ya puedo salir a dar un paseo por los alrededores para despedirme de los clasicos locales, una en el Alex, otra en el escoces... Al final acabo en un restaurante pijo por delante del cual habiamos pasado todos estos dias pero sin fijarnos mucho. Supongo que porque la camarera es una inglesa cincuentona, eso si, muy educada y con bastante conversacion. Ya que estoy solo, al menos me ameniza la cena, hasta el punto de que ya casi ni me acuerdo de la macedonia, que vete a saber donde cojones trabaja hoy, pero estoy tan reventado que no me apetece ni averiguarlo. Ya tuvimos suficiente racion de esta pajara los dos primeros dias.

Justo antes de empezar a degustar manjares recibo una macabra llamada. El numero de Toni en pantalla. Me huelo lo peor, ha perdido el vuelo, tengo que ir a por el al aeropuerto y nos vamos a chuzar esta noche otra vez. Pero no, no del todo, solo en parte... La cuestion es que su vuelo se ha retrasado y no tienen informacion de si van a volar o no. Incluso algunos pasajeros empiezan a hablar de cancelacion. Joder, y yo que queria tener una noche relativamente tranquila. Le digo que me mantenga informado, empiezo a sudar, veo visiones, cervezas que me rodean y me asedian... Al cabo de un rato me vuelve a llamar, por fin y tras mas de cuatro horas de espera, parece ser que estan embarcando. Necesito llenar el estomago.

Mi cena consiste en un brutal coctel de salmon, gambas y caviar (con medio kilo de salmon ahumado), una especie de tortellini gigantes rellenos de carne de vieira y un buen pedazo de tarta extremadamente dulce que me deja un mal sabor de boca. Cosa que tengo que solucionar. Paseo por el Watson y un par de pintas de Cisk. Seran las ultimas de la jornada, pero no del viaje, ya que mañana a primera hora y antes del vuelo aun me hare otra en el aeropuerto. Y ya puestos me compro tres o cuatro y me las llevo de vuelta a casa. Es un muy agradable sabor que tardare mucho tiempo en olvidar. Hasta la proxima, Cisk.
 
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