jueves, 20 de abril de 2017

Al asalto de Manhattan 6. El pub de la azotea

Me sigo levantando a las cuatro o cinco de la mañana. Pero como hoy ya es mi ultimo dia en New York me la suda completamente. Ademas casi me he desprendido definitivamente del todo de la resaca provocada por la gran chuza de hace dos dias. Lo de levantarme tan pronto ya me lo tomo hasta con guasa. Como mi vuelo sale a ultima hora de la tarde y hasta el momento de irme al aeropuerto no tengo nada que hacer, pues me quedo en la cama buscando informacion en mi movil sobre cosas que hacer a lo largo del dia de hoy. Un momento, 230 Fifth, un pub en la azotea de un rascata en mitad de la Quinta Avenida. Suena bien. Habra que investigar.

Mi hora de salida del hotel son las doce, esto quiere decir que voy a apurar hasta el ultimo momento. Una hora de relajante ducha, una hora de relajante cagada, otra hora simplemente rascandome los huevos en la habitacion, varios paseos por los pasillos del hotel, subir y bajar en el ascensor (el cual no habia usado hasta ahora) parando en todas las plantas... En fin, que con la tonteria se me hace la hora, asi que dejo el equipaje en unas taquillas habilitadas a tal efecto en la recepcion y me dispongo a dar un paseito en direccion al pub en cuestion. Oye, y va a ser un paseo bastante agradable, el clima ha cambiado radicalmente con respecto a los dos ultimos dias. Sol radiante, incluso demasiado para mi gusto, y casi veinte grados de temperatura.

Como su nombre indica, el 230 Fifth esta ubicado en el numero 230 de la Quinta Avenida, para ser concretos en las dos ultimas plantas. O mejor dicho en la ultima planta y la azotea. Lo primero es pegarme un buen desayuno en el bar-restaurante de la ultima planta, a cubierto del sol y disfrutando de las vistas... bueno, que cojones, de las camareras que estan tremendas. Al entrar a este inmenso lugar te ponen una pulserita, en plan todo incluido y, como es habitual por estos lares, se quedan con tu tarjeta y te van sumando lo que consumas. Basicamente lo que te mames, porque el restaurante es buffet libre. Y obviamente cuando me entero de esto ya me temo lo peor. Yo no tengo limite, y si encima no me lo ponen, mal vamos a acabar.

Que puedo decir. Los huevos Benedict estan tan de pelotas que me hago cinco o seis. Y lo del salmon ahumado... bueno, resulta que directamente te lo sirves por piezas enteras. Cada troncho debe de pesar medio kilo. En una mesa no muy lejana veo a un gordo que yo creo que se ha pillado un salmon entero, y yo no voy a ser menos. Por supuesto me casco un par de Brooklyns, pero tampoco me quiero pasar con las chelas porque aqui ahora mismo lo importante es dejar hueco al papeo gratis. Acabo saciado. Hasta el punto de que quiero levantarme a mear y tropiezo varias veces con la mesa porque mi barriga ha crecido tanto que ya no tengo control sobre mis medidas.

Pero lo mejor esta aun por llegar. Acabados los manjares, considero que es el momento de examinar el bar de la azotea. Tremendo. Nadie que transite por la Quinta Avenida se puede imaginar lo que esta pasando aqui arriba. Ambiente chillout total, musiquita disco-pop de los 70 y 80, tres barras diferentes, sillas, bancos, sofas, mesas de todo tipo. Entre la clientela algun que otro turista despistado como yo, pero en su mayoria ejecutivos con su traje y maletin tirados en hamacas cascandose pintas bien fresquitas, o bien rubias tremendas en bikini tomando el sol sobre toallas como si estuvieran en una playa californiana, eso si, coctel multicolor en mano. Rapidamente encuentro acomodo en un banco de madera donde pronto acabo tumbado con una Brooklyn sobre mi pecho. Y por supuesto no quito ojo a las guarras en bikini.

Despues de tres o cuatro horas en el paraiso, me doy cuenta de que o reacciono o pierdo el vuelo. Una pena, porque me quedaria aqui eternamente. De vuelta al hotel Quinta Avenida hacia abajo me topo con el personaje del dia. Tipo andrajoso en una bicicleta de hace cuarenta años totalmente hecha polvo. El tipo va pedaleando por entre el abarrotado trafico de la Quinta, mientras a grito pelado suelta su cantinela propagandistica, "los comunistas nos han invadido, ya estan aqui, si ves a un comunista, disparale, muerte a los comunistas"... A decir verdad no puedo estar mas de acuerdo con su discurso pero por desgracia el tipo sigue su camino avenida abajo y no me da tiempo a felicitarle por tan acertada reflexion. Por supuesto el menda sigue berreando y berreando sin parar mientras desaparece entre el trafico.

Puntual como siempre llego de vuelta al hotel a la hora acordada en que el taxi que habia solicitado me tenia que recoger. El taxista, un pakistani que lleva mas de cuarenta años en New York, tambien es puntual. Asi que iniciamos el paseo de mas de una hora (cosas del trafico) hacia el aeropuerto internacional JFK. El tipo me ha salido simpatico y hablador, no como el negro del primer dia. Asi que me va explicando mierdas sobre todos los lugares por los que vamos pasando, Queens, Brooklyn o el barrio de la mafia jamaicana, ubicado junto al aeropuerto porque, segun dice el taxista, asi pueden hacer trapicheos mas facilmente. Y ahi estamos, vuelo de vuelta con paradita de madrugada en Islandia, como no podia ser de otra manera, y a primera hora de la mañana de vuelta en casa, donde obviamente lo primero que hago es sacarme una Brooklyn de la maleta y cascarmela. Que pasa New York.

miércoles, 19 de abril de 2017

Al asalto de Manhattan 5. Rebotando

Sigo despertandome a las cinco de la mañana, pero al menos hoy no tengo esa criminal resaca que ayer me martirizo a lo largo de toda la jornada. Tampoco es que este al cien por cien, pero lo importante es que puedo andar sin cagarme encima a cada diez pasos. Al igual que estos ultimos dias, me tomo los preparativos de mi paseo con mucha calma y tras dos o tres horas de desperezamiento trazo en mi cabeza la ruta del dia, que me va a llevar, basicamente, de nuevo al sur del Manhattan, como en la primera jornada, aunque con algunas diferencias.

Una media hora larga de caminar me lleva hasta Bank Street, primer objetivo del dia. Aqui John Lennon tenia un apartamento en el que vivio un par de años antes de desplazarse al Dakota. Esta zona es Greenwich Village, se dice que hay bastante gente adinerada que tiene apartamentos por estas calles, pero a mi no me parecen nada del otro mundo. Muy tranquilo todo, si, sobre todo para estar no demasiado lejos del World Trade Center y Wall Street, pero aun asi me puedo imaginar familias de negros e hispanos sin demasiados recursos correteando por estas calles. No se diferencia mucho de los Queens, Brooklyn o Harlem de los años 80.

Tras encontrar el edificio lennoniano en cuestion, y descubrir que se trata de una finca de tres plantas bastante cutre (por no decir cutre de cojones), le hago un par de fotos y me largo, enfilando el proximo destino del dia. Hoy si, sin cagaleras que me atosiguen, voy a llegar hasta los muelles y al paseo junto al Hudson. Por si acaso, y para evitar contratiempos, sigo en ayunas. El clima hoy sigue siendo frio de la leche, pero a pesar de estar muy nublado, no llueve en absoluto. Asi que todo es mas llevadero. La corriente del rio sigue bastante movidita y las vistas a la otra orilla, a New Jersey, son bastante espectaculares, asi que al final, y tras el fracaso de ayer, esta visita ha merecido la pena. Lo que me ha costado.

Son las diez de la mañana y ya no tengo nada que hacer. Empiezo a tener gazuza y me apetece volver a visitar Katz's, el sitio del mejor hotdog del mundo. Lo tengo a una media hora de paseo, direccion este, asi que me lo tomo con calma. Resulta que a estas horas, y un sabado como hoy, esta petado hasta la bandera, en su mayoria de turistas amarillos, que como siempre pasa alla a donde vaya, estan por todas partes. Hoy me pido el archifamoso sandwich de pastrami y mostaza, que consiste en una montaña de pastrami entre dos rebanadas de pan. No tiene ningun secreto en particular salvo la cantidad y la frescura de los ingredientes. Y por supuesto me casco la primera Brooklyn del dia.

Mientras degusto el manjar pienso en mi proximo movimiento. Pues casi volver a donde estaba hace un rato, el lado oeste de esta parte sur de Manhattan, porque tambien me apetece repetir en Puffy's Tavern, junto al WTC, donde hace unos dias Gloriana me trato de puta madre, ofreciendo chumeo y comida a un sediento y hambriento caminante como yo. Como no abre hasta las doce, hago tiempo, paseando por Chinatown y Little Italy donde me topo con los mercados y las tiendas mas macabras que uno pueda imaginar. Y bueno, que al final llego a Puffy's, como un reloj, justo a mediodia, siendo asi el primer cliente del dia.

Pues Gloriana no esta. En su lugar hay un tipo gordo y feo detras de la barra. Menuda tomadura de pelo. Para mas inri, el menda pasa de hablar, esta con la nariz clavada en un portatil que tiene sobre la barra y pasa olimpicamente de los pocos clientes que poco a poco van entrando al bar. Obviamente ante semejante panorama tan solo me hago una. Mientras bebo pienso en que cojones puedo hacer en el sur de Manhattan a la una del mediodia. Si, ya se que la respuesta es obvia, como diria el señor Rourke en 'El Borracho'... BEBER. Pero no vamos a ser tan simples. Me apetece llevarme algunas cervezas de la tierra de vuelta para casa, los tipicos souvenirs, que en mi caso son etilicos souvenirs. Que mejor sitio para adquirir esta mercancia que el Top Hops, si, el sitio aquel de las mas de 700 cervezas diferentes. Pero adivinad, esta al lado de Katz's, justo donde me encontraba hace una hora, al este del sur de Manhattan.

Me he pasado toda la mañana y mediodia rebotando de oeste a este y viceversa por el sur de Manhattan, que gran deporte. Cuando por fin llego al Top Hops, me relajo, oh si, recuerdo que aqui tenian la famosa sidra de piña... pues me casco cuatro. Y no me hago mas porque en la nevera solo tienen seis y me quiero llevar dos de vuelta a casa. Bien, resulta que yo venia aqui a comprar cervezas americanas variadas para llevarmelas como souvenir y acabo de salir del local con solo dos sidras de piña, pero eso si, borracho. Manda huevos. Pero ya se sabe que la suerte siempre se alia con el alcoholico. Caminando de vuelta al hotel para dejar las sidras, por un triste callejon me topo de repente con un letrero que llama mi atencion. Good Beer. Entro en lo que parece una tetrica bodega al mas puro estilo del sur de Italia o la Peninsula Iberica de los años 80.

Good Beer es el paraiso, una tienda donde solo tienen cerveza estadounidense, muy variada y en grandes cantidades. El tendero me hace una seleccion personal con birras de California, Texas, Chicago, Florida, Alabama y por supuesto New York. Estoy babeando y con los ojos brillantes, el tipo lo capta y me dice que me siente en una mesita de mierda que hay a la entrada que me va a ofrecer varias degustaciones extra. Con la tonteria me casco tres pintas. Ahora si que voy como una peonza, ya son las cuatro o cinco de la tarde y despues de despedirme muy cordialmente de este cojonudo tendero, me dirijo al hotel, que apenas me queda ya a diez minutos, cargado con dos bolsas marrones en plan tipico alcoholico que pulula sin rumbo por las calles de Manhattan una vez ha adquirido su mercancia mas preciada.

En el hotel me quedo sopas, tal es mi cogorza. Cuando me despierto ya ha anochecido y a mi todavia me da todo vueltas. Estoy cansado y mañana tengo mi vuelo de vuelta, asi que no me quiero exceder. Pero aun asi me bajo a la calle a hacerme un par antes de ponerme a roncar definitivamente. En la Segunda Avenida me topo con un restaurante que solo sirve pescado y marisco. Para mi decepcion se les ha acabado la langosta, asi que tan solo me hago un par de tapitas de mejillones y langostinos. Eso si, el 'entrante' de mejillones consiste en kilo y medio de los susodichos. Pero por huevos no va a ser. Hago el esfuerzo, por supuesto ayudado por tres Brooklyns, y ya con la barriga llena y etilicamente entonado de nuevo, me doy un ultimo y corto paseo disfrutando del frio neoyorkino de esta noche de sabado y acabo en mi cama del hotel roncando hasta el dia siguiente.

lunes, 17 de abril de 2017

Al asalto de Manhattan 4. Batiendo records

Me levanto muy jodido. El jet-lag sigue presente, son las cuatro de la madrugada, y ademas hoy hay que agregar la terrible resaca despues del mega-exceso de ayer. Cuando abro los ojos me cuesta hasta ver la hora, el tipico reloj despertador de la mesita de noche no es mas que una mancha borrosa. Intento acercarme al retrete para vaciar desperdicios etilicos pero no mantengo la vertical. Me caigo de la cama totalmente a plomo y me quedo veinte minutos tirado en el suelo. Al final consigo llegar a la taza y me siento en ella a oscuras porque la luz es absolutamente insoportable. Dejo pasar algunas horas tirado entre la cama y el suelo, pero la cosa no mejora.

Para acabar de arreglarlo, hoy el dia es de lo mas asqueroso. La temperatura ha bajado de forma espectacular y apenas estamos a uno o dos grados. La lluvia es constante y el cielo esta totalmente oscuro. En mis primeros pasos por la calle, despues de varias horas combatiendo con mi propia angustia en la habitacion, observo que los rascatas de la Quinta Avenida, a lo lejos, apenas se pueden ver entre la neblina y las nubes bajas. Todo dios va por la calle abrigado hasta los dientes y tiritando, yo tambien, pero lo mio no creo que sea por el frio, sino mas bien por una resaca brutal que me va a durar todo el dia y posiblemente hasta que abandone esta ciudad de aqui a unas jornadas.

Mi primer objetivo del dia es visitar el Madison Square Garden, al que llego en algo menos de una media hora de angustioso caminar. El aspecto que ofrezco hoy a cualquiera que se cruce conmigo, en algun que otro pais que yo me se donde se vive unica y exclusivamente por la imagen me llevaria directamente al talego por indecente, pero por suerte estoy en New York donde a nadie le importa nada una mierda. Apenas si me he cambiado al salir de la cama, chandal roñoso, sudadera maloliente y por supuesto mi impermeable abrigo nordico para combatir el frio y la lluvia. A pesar de todo ello, el hecho de que nada mas dejar el Madison Square Garden empiece a llover lo que no ha llovido en siglos, hace que acabe mas chopado que una puta sopa.

Busco refugio en un elegante restaurante tipico americano de desayunos, donde para mi desgracia no sirven alcohol, aunque no se si ahora mismo una Brooklyn me sentaria muy alla. Me pido un clasico neoyorkino, sandwich de pastrami, crujiente y sabroso servido con una racion de nachos, pepinillos y demas mierdas. Al lado una jarra de agua que me esta diciendo que si me la bebo voy a acabar mal. Mi cuerpo no esta habituado al H2O. Aun asi la resaca me pide liquido. Pero algo no va bien. Apenas me he zampado medio sandwich y mis manos empiezan a temblar. Mi estomago cruje de muy mala manera y empiezan los sudores frios. El camata mexicano, muy educado el, se da cuenta de que mi aspecto ahora mismo no es el mejor del mundo y se acerca y me pregunta si todo va bien. Medio balbuceando con una voz que apenas me sale le pregunto por el cagadero. Y llego bien justo a descargar, un segundo mas y hubiera habido show marron en los pantalones del chandal.

A pesar de estar descargando durante diez minutos, me siento cada vez peor. Vuelvo a la mesa, el mexicano me pregunta si realmente me encuentro bien. Y que le voy a decir al hombre, pues si, mire, me acabo de cagar encima, ayer me chuce como una bestia y necesito que me preste el coche para volver a mi hotel y, quien sabe, quiza me cague en el asiento porque no pueda llegar a tiempo. En fin, que mi correccion me hace fingir buena cara (complicado) y acabarme el sandwich. A los nachos y los pepinillos que les den por culo. Mueca de sonrisa al pagar y ahi que me preparo para volver a salir a la incesante lluvia y al horrible frio.

Estoy bastante cerca de los muelles, en la parte oeste de Manhattan, asi que me voy a acercar a hacer unas fotos del Hudson que en un dia como hoy tiene que bajar embravecido y debe de ser todo un espectaculo. Ya estoy en la Avenida 12, la ultima, solo cruzarla y ahi esta el rio. Esperate que de pronto se me han parado las piernas. Ay que no puedo andar, mi estomago, se me retuerce, joder que dolor, me cago, me cago, me voy a cagar. Necesito vaciar. No se que hacer, los muelles estan ahi, cruzar la avenida, pero es que no puedo. Necesito una taza. Si entro en un bar... es muy pronto, y vamos, iria directo al retrete sin ni pedir una cerveza, porque no me aguanto. Fijo que me echan. Y si me pido la birra... me cago mas. Joder, al hotel, pero estoy lejos. Esta en la Tercera con la 17 y yo estoy en la Avenida 12 con la Calle 34. O sea, al otro puto lado de Manhattan.

Atletismo. Supongo que en New York todo el mundo habra visto de todo. Pero esto es algo que solo se ve una vez en la vida. Un tio cruzandose Manhattan de oeste a este corriendo como un loco, sujetandose el estomago y el culo a la vez. Saltandose todos los semaforos, cruzando por entre el trafico en las avenidas mas concurridas, y todo entre gestos de horrible dolor y sudores frios. Pues si, amigos, he batido el puto record de cruzar Manhattan corriendo de lado a lado. No me pregunteis cuanto he tardado porque obviamente no estaba pensando en poner el cronometro en marcha precisamente. La cuestion es que ya estoy sentado en la taza y evacuando en el hotel. Y asi voy a quedarme durante las proximas cuatro o cinco horas.

Deben de ser ya mas o menos las tres o cuatro de la tarde. Podria pensar que he perdido el dia, pero en realidad veo el lado positivo, he salvado mi vida y no me he cagado encima. Esto hay que celebrarlo, y solo se me ocurre una manera de hacerlo. Durante estas horas de 'relax' en el hotel me he dedicado a examinar el mapa de las inmediaciones. He encontrado unos pubs bastante interesantes en la Segunda Avenida, a apenas tres o cuatro calles de aqui. Asi que, comprobando que no cago mas y que mi estomago ya no esta tan dolorido como antes, me vuelvo a abrigar para salir al criminal frio y la incesante lluvia que continuan reinando ahi fuera, y ahi voy, caminito a iniciar la tarde-noche en Manhattan nuevamente.

Para abrir boca, y sentirme un poco como en casa, el Shoolbred's, pub declaradamente escoces, donde, sin embargo ni me pido una Tennent's ni un single malt, sino una Brooklyn, que para eso estoy donde estoy y esta birra esta cojonuda. Para suerte mia he llegado en plena hora feliz, dos por el precio de una. Obviamente no soy tonto y no le hago ascos a los regalos. Tranquilamente estoy cascandome la segunda chela cuando una rubita de muy buen ver me empieza a dar conversacion, se me presenta (Catherine) y me pregunta por el menu del pub, si esta bien o no. A pesar de no encontrarme muy cristiano despues de todo lo acontecido, le espetaria que yo le ofreceria un menu mejor en mi habitacion del hotel, pero soy un tipo demasiado educado y lo dejo todo en una amable conversacion sobre las bondades de la comida escocesa. Y me largo. A veces soy asi de raro, dejo pasar las oportunidades. Aunque creo que aqui ha actuado mi subconsciente, si me lio de farra con la rubia quizas folle, si, pero lo que es seguro es que voy a acabar como anoche o peor, y otra jornada como la de hoy no la sufro ni por el mejor polvo del mundo, lo siento.

Cambio de atmosfera y me meto en el Finnerty's, pub irlandes ubicado en la siguiente manzana. Me pido otra Brooklyn, pero aqui hay demasiada gente y yo no estoy para aglomeraciones. Me acabo mi chela y salto al siguiente pub, pared con pared, el Professor Thom's, un autentico sports bar americano, con casi una pantalla de television por cliente y con veinte mil eventos deportivos aconteciendo al mismo tiempo en cada una de ellas. El camata es un tipo con rastas, blanco pero con rastas, tipico acento neoyorkino cerrado y muy jovial. Me pido una Bud Light (la de los maricones) y veo que el menda me mira raro. Asi que en cuanto la acabo me pido una Brooklyn y una hamburguesa de pavo con todos los complementos. Gesto de aprobacion por parte del rastas. Lo cierto es que ya llevo cinco chelas y, aparte de haber combatido con exito la deshidratacion de tanto cagar, empiezo a ir mas que contento.

Es en este momento cuando decido que hoy me retirare pronto. Hay que tener fuerza de voluntad, como con la rubia de antes, porque si no esto va a acabar como ayer, que me conozco. Asi pues, dejo que el menda de las rastas me ponga una ultima Brooklyn y mientras me la bebo tranquilamente viendo un partido de la NBA (no se ni quien cojones juega), dejo que pase lentamente el tiempo. Deben de ser ya las nueve o las diez. Hora perfecta para irse al hotel a dormir. Si, lo habeis leido bien, a dormir. Y hoy solamente me he mamado seis birras. Que bien me siento conmigo mismo.

lunes, 10 de abril de 2017

Al asalto de Manhattan 3. Central Park y la chuza

El jet-lag es jodidamente permanente. Aun no son ni las cinco y ya tengo los ojos abiertos. O me desfaso y me tiro una noche en vela hasta las tantas o no voy a ser capaz de corregir esto. Y aun asi no lo tengo muy claro. Bueno, misma rutina de ayer, tomarmelo todo con mucha calma y entre las siete y las ocho ponerme a pasear Manhattan hacia arriba, que es lo que toca hoy. Mi ruta del dia se basa en coger la archifamosa Quinta Avenida direccion norte, visitando unos cuantos rascatas de esos que todo dios conoce, llegar hasta Central Park, darme una vueltecilla entre la naturaleza y acabar en la puerta del edificio Dakota, residencia de los postreros años de vida de John Lennon y lugar donde fue asesinado a balazos.

Caminando por la avenida mas reputada y reconocida de Manhattan (si Broadway me lo permite), uno se va encontrando con autenticos chuzos verticales que se pierden en la inmensidad del cielo. El mas emblematico y espectacular es el Empire State Building, aunque sin King Kong colgando de el, ya os digo que no es lo mismo. Un minimo desvio de dos calles nos acerca a otra mole, el edificio Chrysler, junto a la espectacular e inmensa Grand Central Station. Y un poco mas arriba nos encontraremos con el Rockefeller Center. Y vale, que tengo hambre. Es que no he desayunado. Tampoco tengo mucha sed etilica (todavia), sera que apenas si me he despertado con resaca, asi que puedo pasar con un zumito.

Brillante idea me ha venido a la mente, justo en el momento en que me quedo plantado delante de otro inmenso tocho vertical. Estoy ya casi en Central Park, asi que el sitio perfecto para desayunar va a ser el restaurante de la Trump Tower. Claro que si, si a alguien le tengo que dar mi pasta, que sea al señor Presidente. Los tontolhabas de siempre, los maricomplejines politicamente correctos y los pijohippyprogretas pro-terroristas ahora mismo se deben de estar cagando en mi puta madre. Pues que os jodan a todos. Trump es un tio que me cae de pelotas, a mi personalmente no me ha hecho nada (lo mismo que a vosotros), y visto lo visto, parece que va a conseguir hacer de este mundo un sitio mucho mejor, exterminando a moromierdas. comunistas e hijos de puta varios. Larga vida a Trump.

Despues de desayunar felizmente, visitar gran parte del edificio (lo cual me lleva mas de una hora) y decepcionarme porque el Trump Bar aun estaba cerrado (demasiado pronto), salgo con una sonrisa de oreja a oreja, paso por delante de la puerta de Tiffany's y en un salto me planto en Central Park. Ahora disfrutemos un rato de la naturaleza. Por suerte el dia esta soleado, porque el astro rey me sirve para guiarme en mis pasos y es que este puto parque es un laberinto y es mas que facil perderse dentro de el. Aunque tambien me sirven de referencia los ahora lejanos rascatas que flanquean a uno y otro lado de esta inmensidad de arboles, plantas y riachuelos.

Las horas han ido pasando y mi sed etilica ha comenzado a despertarse, pero en serio. Por desgracia aun me tendre que aguantar un rato. He llegado a Strawberry Fields, la zona del parque dedicada a John Lennon, donde los tipicos turistas se hacen fotos y un viejo reventado guitarra en mano ameniza el ambiente tocando (bastante mal, por cierto) temas legendarios del ex-Beatle. Justo enfrente queda el edificio Dakota, al que nadie presta atencion. Ni un puto turista, mejor. Me acerco, le hago un par de preguntas al mas que serio conserje negro que esta en la puerta impasible como una farola y acto seguido hago las cuarenta fotos de rigor. Estoy por entrar a visitar a Yoko Ono pero todo sea que me acabe violando. Asi que mejor concluyo mi visita de tramite y empiezo a buscar el mamodromo mas cercano, que hace sed.

Para mi desgracia, en toda esta zona no veo ni un puto bar. Callejeo haciendo diagonales, nada. Calles, avenidas, rincones... nada. Al final me toca enfilar la Segunda Avenida en direccion sur y tras una angustiosa y sedienta media hora de paseo interminable, al fin localizo el Albion Bar. Un bar de vecinos, cutre, pequeño, donde no hay ni papeo. Y encima la camata va de estrella, te sirve y no te habla. Voy a durar poco aqui. Me acabo mi Brooklyn y me paso al siguiente local. Ahora resulta que se amontonan uno tras otro, manda huevos. Aqui me atiende un mexicano medio maricon (o del todo) que aparte de ponerme una Bud Light (la de los maricones, ya lo decia yo), me pregunta si quiero comer algo. Veo una oferta de seis ostras a un dolar que no puedo dejar pasar. Y ademas estan cojonudas. Aprovecho y, ya puestos, y a pesar del mexicano amanerado, decido comer en este pub, que no se ni como se llama. Pulpo a la portuguesa y mas cerveza. Y para rematar un chupo, que he perdido mucho tiempo y aun no voy doblado. El mexicano rarito me pone algo llamado Kamikaze, pero no me explica lo que lleva. Hala, ya esta gaznate abajo, a tomar por culo, sobre todo el mexicano, que fijo que le mola.

Ya en el hotel, empiezo a pensar en los maquiavelicos planes de la tarde-noche. Hoy hay que agarrar una buena, eso esta claro. Tras echar un ojo al mapa decido que voy a visitar los locales del East Village, una zona que no parece tan pija como la Tercera Avenida y que me pilla a poco mas de cinco minutos del hotel en direccion este. Pues a ver que encuentro. Para abrir boca, cuando aun no son ni las cinco de la tarde, atravieso la puerta del Planet Rose, un cutre-bar-karaoke donde de momento solo estan la camarera y dos rubias totalmente tajadas cantando como el culo. Tras amenizar mi gaznate con un par de Brooklyns, pillo el libreto de canciones y empiezo a solicitar mi repertorio. El local se va llenando, yo voy mamando mas y mas, e intercalandome con varios tarados desafinados, me hago un repertorio de lo mas espectacular con Thin Lizzy, Elvis, Traveling Wilburys y, para cerrar, el My Way de Sinatra, que provoca que un grupo de gordos con pinta de mafiosos al fondo de la barra se levanten con cara mas seria que un palo y no paren de aplaudirme durante dos minutos.

Se acabo el show, tengo hambre. Una negra gorda con pinta de pordiosera me para en la puerta. Es la tipica que sale en todas las pelis taladrando a todo dios y que no puede parar de hablar ni bajo el agua. Me dice que no me vaya ahora, que siga entreteniendo al publico. Se debe de referir al resto de borrachos que cantan mas desafinados que Carmen de Mairena. Paso de la negra y reboto al otro lado de la calle, donde se ubica Percy's Tavern, un pub irlandes que va a resultar muy nocivo para mi salud. Me doy cuenta de que ya voy fino cuando no atino a subirme al taburete. La camarera, una rubia irlandesa de bastante buen ver, se empieza a partir y ya se da cuenta de que va el tema. Me pone una Brooklyn sin ni pedirla. Este pub me mola.

En este parrafo contare mis ultimos recuerdos de la noche. Y recordados con alguna que otra laguna, por cierto. Veo que en el menu hay una alitas ultra-picantes, el estilo americano me dice la irlandesa. Quiero joderme el estomago, asi que me pido una docena. A la segunda ala ya no me siento ni los labios ni la lengua, totalmente anestesiados por el mega-picante. Lo peor es que no puedo dejar de pensar que mañana las tengo que cagar, e instintivamente empiezo a rascarme el culo aunque aun no me pica. Esto en mitad del pub, por supuesto. Las Brooklyn caen por doquier, obviamente, pero no son capaces de quitarme el picor. Una brillante idea de borracho me hace solicitar un coctel, porque seguro que asi me deja de picar todo. El elegido es el favorito de John Lennon, Brandy Alexander. La irlandesa ya es practicamente mi camarera particular, porque no dejo de pedirle alcohol. Me casco el primer Alexander de un trago, le pido otro. La tipa no para de partirse la caja pero yo ya hace rato que la veo doble, asi que entre la boca grande que tiene y mi pedal, solo veo dientes.

Ya no recuerdo nada mas. Como en un sueño, me aparece la imagen de que en un momento dado volvi al cutre-bar-karaoke, donde la negra, que aun estaba en la puerta, me hacia preguntas, las cuales yo no acertaba a contestar porque mi estado ya era el de un zombi. No creo que bebiera nada mas... o si, que me conozco. Igual hasta monte un pollo en el karaoke. O quiza ni siquiera llegue a entrar. Pues sinceramente no lo se. La cuestion es que de una forma u otra llegue sano y salvo al hotel, con todo el dinero, la cartera, las llaves. Si es que hasta cuando voy pedo soy responsable, cojones.

domingo, 9 de abril de 2017

Al asalto de Manhattan 2. El sur de Manhattan

Jet-lag. Ya sabeis, cuando uno no se consigue adaptar al horario de la nueva zona del planeta a la que se ha desplazado. Pues mi cuerpo se despierta a la hora habitual como si fuera a ir a trabajar, es algo que muchas veces te acontece cuando empiezas las vacaciones, con el agravante de que esa misma hora aqui en New York son las tres y media de la madrugada. Pues eso, que sufro un jet-lag bastante complicado de superar. Como no puedo hacer nada al respecto, me tomo mis primeras actividades del dia con mucha calma, media hora para desperezarme, otra media hora para bostezar, ducha de hora y pico, sentado en la taza durante cuarenta y tantos minutos... De todas formas, ya se sabe, estoy en la ciudad que nunca duerme, asi que por muy pronto que salga a la calle, fijo que me encuentro algun sitio donde mamar y comer. Y es asi que en torno a las siete y pico ya estoy paseando por la Segunda Avenida hacia abajo.

Mi primer objetivo del dia va a ser el que recientemente ha sido considerado por varias revistas especializadas como el mejor hot dog del mundo, el de Katz's, un establecimiento clasico de la ciudad, abierto en 1888, de propietarios judios, y hasta donde Meg Ryan parece ser que tuvo un falso orgasmo. Pues a ver si yo tambien lo tengo, por lo pronto la alegria me la llevo al ver que a las ocho de la mañana me puedo cascar una pinta de Brooklyn con mi hot dog. Y que puedo decir, no voy a llevar la contraria a los expertos, el perro esta cojonudo, y la cerveza mas todavia. Ya he tomado energias, ahora puedo seguir andando por la ciudad vieja, atravesar todo el sur de Manhattan e iniciar la travesia hacia mi objetivo principal del dia.

Pues asi transcurre mi caminar, pasando junto al puente de Brooklyn, encerrado entre rascacielos y rascacielos que me conducen a Wall Street, parando a mear la cerveza de Katz's en un MacDonald's, cruzandome con ejecutivos que ahora mismo entran a currar en algunos de los edificios mas poderosos del planeta, y poco a poco llegando hasta el extremo sur de Manhattan, concretamente hasta el Battery Park, donde sin mas dilacion me encamino a las taquillas a conseguir mi pasaje de ferry. La pregunta de a donde cojones voy en ferry a estas tempranas horas no es ni necesaria. A lo lejos, impasible, mientras las nubes matutinas se empiezan a disipar, se puede ver mi destino, la Estatua de la Libertad.

El clima empieza a resultar caluroso, demasiado soleado para mi persona, que sufre con tanto brillo del astro rey y temperaturas sobre los 15 grados centigrados. Obviamente me tiro un rato visitando el monumento pero la sed empieza a acuciarme de verdad. Para mi desgracia en el cafe para turistas ubicado en la Liberty Island, no sirven alcohol, y yo no estoy para zumitos. El pasaje de ferry incluye tambien una visita a la isla Ellis, con entrada al museo de la inmigracion, pero el tramite ya esta mas que cumplido, asi que mi estancia en el lugar es breve. Ahora no tengo otro pensamiento que una refrescante y espumosa lager discurriendo por mi gaznate abajo. Con la tonteria me he pasado toda la mañana viendo la estatua y demas zarandajas aledañas, y cuando ya por fin desembarco de vuelta en Manhattan, resulta que son mas alla de las doce del mediodia.

Sediento como un cerdo, desesperado, y no encontrando ningun bar en un golpe de vista a mi alrededor, decido comprarme un zumo de no se que mierdas de frutas en un puesto ambulante. Me lo bebo de un trago y me sienta como una patada en los cojones. Ya no tengo la boca seca pero ahora si que necesito una cerveza urgentemente para quitarme el mal sabor que esta puta mierda me ha dejado. Me acerco hasta el World Trade Center donde me congratulo de que los yankees, ante la intolerancia de los putos fanaticos moros, hayan construido una torre mas alta todavia que las dos que habia antes. Hale, jodeos, moros cabrones, para huevos los nuestros. Y sera esto de pensar en joder a los moros, pero cada vez tengo mas sed de bebidas alcoholicas. Y hasta me estan entrando ganas de comer cerdo, mira tu por donde.

Todavia con el WTC de fondo, apenas dos manzanas mas arriba, en la zona de Tribeca, empiezan a aparecen garitos ante mi. Especialmente me llama la atencion un pequeño bareto de aspecto vecinal, la Puffy's Tavern. Entro y una preciosa camarera, que se presenta como Gloriana, me da una mas que cordial bienvenida. Le suelto mi tipico rollo del turista en busca de chelas y me introduce en el mundo de las lagers de Hawaii. Oh, pues estan de pelotas, casi que me voy a tomar un buen y merecido descansito en este lugar y me voy a cascar uno de sus espectaculares y 'fully loaded' sandwiches. Estoy en la gloria, fuera el sol dando por culo, y yo aqui refrescandome con el liquido hawaiiano, jalando como un cabron y de chachara con una preciosa mujer.

De pronto la calma se turba. Entra en la taberna un tipo de sesenta y pico tacos, despeinado y roñoso, vestido con un antiguo uniforme del ejercito estadounidense. Asi de buenas a primeras me recuerda a Murdock, del Equipo A, pero mucho mas reventado. Sin venir a cuento el menda empieza a gritar consignas en contra del Vietcong y en favor de la guerra (de Vietnam). Se pide un chupo de whisky pero Gloriana, sospechando del individuo, le pide el dinero primero. Obviamente no tiene un clavo, asi que, entre tumbos y alaridos se saca un pase de autobus medio roto del bolsillo y me lo intenta vender. Yo, perplejo, me doy cuenta, ya que me lo mete delante de las narices, que lleva caducado desde 2005. Pero apenas me da tiempo a responder nada cuando de repente un chino que ha salido de no se sabe donde empieza a dar empujones al personaje mientras Gloriana le dice que se largue del bar, que esta molestando a los clientes y aqui no es bienvenido. Yo ya me veo que el tipo va a confundir al chino con un vietcong y se va a liar a tiros o algo asi. Para mi decepcion, ya que estoy disfrutando de este show gratuito, el tipo se va sin oponer mucha resistencia, tan solo soltando un escupitajo al cristal de la puerta una vez que ya esta fuera.

Me ha gustado el 'ambientillo' del local. Despues de cascarme el sandwich regado por cuatro de esas cervezas hawaiianas, me despido de Gloriana, la cual me implora que por favor no la deje 'solita'. Joder, me dan ganas de quedarme, pero no precisamente a beber y comer. Asi que para evitar malos entendidos decido marcharme pero asegurando que volvere en los sucesivos dias. Un paseillo de una media hora larga, ya contentillo y con el estomago lleno, me va a llevar a mi proximo objetivo. Desde que sali de casa llevo pensando con este lugar, del cual me entere gracias a una revista especializada. Especializada en chumar, por supuesto. Se trata de una de las tiendas (que es a su vez bar) con mas diferentes tipos de cerveza de todo el mundo, mas de setecientas. Ubicada en Orchard Street, en la parte sureste de Manhattan, su nombre es Top Hops, y ahi que voy.

Esto es el puto paraiso. Para abrir boca pido al dependiente-barman que me aconseje sobre lo que tienen en los grifos, que me explica que cambian cada semana. Empiezo con un par de lagers neoyorkinas, una de ellas jodidamente fuerte, y tanto, el menda me informa que con un 10% de alcohol. Me meto en el pasillo de los horrores, donde estan ubicadas todas las neveras, rollo pelicula de Alien, una detras de otra, pero en vez de expecimenes raros de alienigenas o humanos criogenizados, lo que hay son cervezas y sidras, y mas y mas y mas. Ya he dejado la tarjeta de credito al camata, el tipo me va sumando, yo pruebo una tras otra hasta que encuentro la mierda mas sabrosa que he probado en mi puta vida.

Sidra de piña, procedente de California. Esta espectacular. Hasta el punto de que me casco todas las que hay en la nevera. A estas alturas ya le he dicho al tipo de la barra donde esta mi hotel por si acaso no sobrevivo. Y entre risas, pero no de broma, el tipo me dice que todas las semanas ha de llamar a la ambulancia porque alguien se le queda medio muerto en el local. Pero por lo visto es lo normal en New York, asi que me dice que no me preocupe. De pelotas. Sigamos mamando. Obviamente las horas pasan y pasan y cuando tiro a salir del local, despues de que una clienta me describa como a 'un escoces de un pueblo perdido' a causa de mi extraño acento, resulta que ya ha caido el sol. Joder, doblado como una cuba y hale, Primera Avenida para arriba y a ver si llego rapidito al hotel que con tanto brebaje me estoy meando encima.

Despues de una horita de merecido descanso, tumbado sobre la cama mientras todo me da vueltas, decido bajarme a dar una vuelta por el barrio, como anoche, a ver si ceno algo y por supuesto me enchufo algo mas gaznate abajo. Como no quiero arriesgar ni pasear demasiado me acerco al Triona, mi primer local de anoche, a ver que me cuenta hoy mi colega escoces. El local esta a reventar, no hay mesas disponibles ni hueco en la barra. Que cojones pasa, resulta que hay partido de hockey y, ya se sabe, en este pais la gente se pone como loca con este deporte. Por suerte, y mientras me casco la primera Brooklyn entre apretujones de enfurecidos hooligans, el partido acaba en menos de cinco minutos y el local casi de forma automatica se desaloja. 

Paz al fin. A ver si puedo disfrutar de ella llenando el estomago y refrescando el gaznate. Me siento en una mesa y me viene a servir un chino. Entre el pedo que he agarrado en el Top Hops y los alaridos del hockey, la verdad es que estoy bastante cansado y mareado, asi que me pido unos sliders de cordero (que son como pequeñas hamburguesas) y obviamente otra Brooklyn. Medio desencajado y cayendome sobre mi rincon de este oscuro pub de la Tercera Avenida, paso la siguiente hora comiendo y bebiendo muy lentamente mientras observo a los extravagantes clientes, como una pareja que no acabo de entender, una especie de camboyano enano con una morenaza con lupas rollo secretaria de grandes melones e impresionantes caderas. Cada dia entiendo menos este mundo. Lo mejor es que me vaya al hotel a dormir.

jueves, 6 de abril de 2017

Al asalto de Manhattan 1. Primera noche

Ya lo decia Frank Sinatra, 'New York, New York'. Ahi es hacia donde se encaminan los pasos del vikingo macabro en esta ocasion. Tambien lo decia Leonard Cohen, 'tomamos Manhattan', y por supuesto un mitico neoyorkino, al menos durante los postreros años de su existencia, John Lennon, 'que ciudad tan cabrona'. Pero sin prisas, de momento me estoy cascando una cervecita en el aeropuerto de mi ciudad antes de salir hacia Islandia, que es donde enlazo con el vuelo final hacia los Estados Unidos de America. Lo de siempre, que tratandose del vikingo macabro, Islandia tenia que salir por algun lado. Y he aqui que tras dos horitas de placido vuelo, me planto sin mayor novedad en el aeropuerto internacional de Keflavik.

Ya acomodado en el segundo avion, veo que tengo cinco horas y pico hasta Newark, asi que me acomodo y me pido una Gull. Bueno, tengo una autentica obsesion con las lagers islandesas, y volando con una compañia del pais en cuestion, no puedo perder la ocasion de degustar una de estas fantasticas rubias. Me sabe a gloria, pero tampoco me quiero poner muy torta porque se que soy debil y me pierdo muy facilmente en este tipo de viajes. Asi que entablo una breve conversacion sobre mi ciudad de destino con mi compañera de asiento, una neoyorkina de pura cepa. La descripcion mas facil es decir que basicamente la pajara es Whoopi Goldberg.

Para todos los que os penseis que entrar a Estados Unidos es el deporte de mas riesgo del planeta y la cosa mas dificil del mundo, os dire que no sois mas gilipollas porque no os entrenais. Una vez en el aeropuerto de Newark, donde las colas en los puestos fronterizos no son ni mucho menos largas y cansinas, una tipa te hace tres preguntas chorras sobre a que te dedicas y que vienes a hacer al pais, se te inspecciona el pasaporte para ver si coincide con tu VISA o ESTA, huellas de dedos, foto de rigor y para dentro. Que no vamos a perder el tiempo puteando a todo el que viene al gran pais de las libertades. Eso si, es facil cuando eres una persona normal, amable y que lo tiene todo en regla. Si eres un puto drogata delincuente pijohippyprogre pro-comunista pro-terrorista que nada mas salir del avion empieza a insultar al pais, su policia y su presidente, pues si, quizas si que tengas algun que otro problemilla.

Pero olvidemonos de este tipo de imbeciles que pululan especialmente en gran numero por algun que otro pais que yo me se. Ahora mismo lo que toca es subirse a un clasico taxi neoyorkino, y tan clasico, este debio de ser comprado antes de que yo naciera, y de eso os puedo asegurar que hace mucho tiempo. El taxista es el tipico negro larguirucho que me recuerda a algun malo de algun episodio de Starsky y Hutch. Le hago tres preguntas generales buscando algo de conversacion, a la primera me responde con un monosilabo, a la segunda con un gruñido y a la tercera ni responde. Es el tipo negro simpatico de New York, son un especimen  muy habitual, por alguna razon estan cabreados con el mundo entero, incluso con ellos mismos, desde que nacieron.

Finalmente llego a mi hotel en pleno Manhattan, en la Tercera Avenida con la calle 17. Esta es posiblemente la zona de toda la ciudad con mas bares por metro cuadrado. No se como lo hago, joder, pero siempre acierto con este tipo de cosas. Ya no es lo tipico de un bar en cada esquina, no, es que se agolpan uno al lado del otro de esquina a esquina por toda la manzana. La Tercera Avenida a esta altura es un hervidero de mamodromos y, si, el hotel esta muy bien y lo que quieras, pero aqui no hemos venido a perder el tiempo. Entre unas cosas y otras son ya casi las 10pm horario de New York, voy a caer pronto porque en casa ahora mismo son las 3 de la madrugada. Asi que venga, si vamos a caer que sea como es debido. A explorar la Tercera.

El recepcionista del hotel, ante mi pregunta de donde puedo cenar y tomarme una birra, me envia a una cafeteria que hay a apenas cincuenta metros en la misma calle 17, pero donde no sirven alcohol. Obviamente paso de largo. Nada mas salir a la Tercera Avenida ya veo lo que se cuece, y frente a mi, llamandome, un brillante pub irlandes de nombre Triona on Third. Como hago siempre que llego por primera vez a una ciudad, y en particular a un pub, me presento. Si, buenas noches, vera, soy un turista perdido y quisiera tomar una cerveza del lugar, que me recomienda... La verdad es que uso el cuento dia tras dia, incluso aunque ya lleve dos semanas en la ciudad, y siempre me ponen las mejores birras y hasta en algun que otro sitio te invitan a una.

Aqui, en el Triona, la jugada es mas cachonda aun, ya que el camarero es escoces, esto es como haber cruzado medio mundo para volver a estar en casa. Asi que empezamos con risas y muy buen pie... y con una Brooklyn, mi primera lager en New York, y que curiosamente va a ser mi favorita de ahora en adelante. Me gusta tanto que me hago dos de golpe, con cojones, y luego me meto una Samuel Adams, que tampoco esta mal. Para cenar, unas fish wraps que estan de fabula, o que me saben a gloria por el hambre que tengo. Empiezo a estar contentillo y tengo el estomago lleno, no se puede pedir mas de estas primeras horas en Manhattan.

El camata escoces me instruye en varias de las costumbres baristicas de la Gran Manzana. Aqui normalmente solo pides una vez, luego tu vaso es automaticamente rellenado siempre que lo vacias. Si en lugar o ademas de la cerveza quieres un chupo de un licor mas cañero, simplemente debes llamar la atencion del camata dando dos golpes con la palma de la mano en la barra. Eso, basicamente, significa chupo. Para cerrar tu sesion y a la vez la cuenta, simplemente has de poner tu mano sobre el vaso tapandolo cuando el camata te lo venga a rellenar nuevamente de forma automatica. En los sitios mas modestos, de barrio, se suele pagar al final, en los mas pijos entregas tu tarjeta al camarero al pedir la primera y te van sumando ronda tras ronda sin que tu tengas que preocuparte de nada. Comodo y elegante. Grandes costumbres las de New York.

Me despido de Glen, el camata escoces, comentandole que voy a descubrir algun pub mas pero que luego volvere, cosa que no me creo ni yo porque se como acabo siempre que voy de ruta de garitos. Asi que empiezo a bajar por la Tercera, tomando alguna que otra foto y viendo a ver que bar me gusta mas. En la esquina con la calle 13 veo el Bar None, segun indica en la puerta un sitio con ambiente universitario, justo lo que necesita alguien como yo, que dejo la universidad hace ya mas de tres lustros. Lo cachondo es que un negro me pide identificacion, cuando le pregunto si es que aparento ser menor de edad, me dice que si, obviamente yo me parto, pero el tipo ni se inmuta, todo sea que lo diga en serio. La camarera esta realmente buena, aunque no vuelve a cumplir los 25, va vestida de colegiala y con trencitas. Le suelto el rollo del turista perdido pero al final me casco una Brooklyn, que estaba de pelotas y me apetece repetir. Y tras disfrutar durante un rato de mi chela y la musica de Nirvana, cruzo la calle en busca de otro abrevadero.

Turno ahora para el Penny Farthing, un sitio mezcla de los dos anteriores, rollo taberna irlandesa pero tambien con ofertas para fiestas estudiantiles. El camata es un calvo fortachon, al que obviamente le suelto de nuevo el rollo del turista perdido, este me introduce en el mundo de la Blue Point, otra lager neoyorkina que tambien esta de pelotas, aunque mas fuerte que las anteriores. El discurso del menda va en consonancia con su aspecto, me dice que esta es la cerveza de los hombres en Manhattan, la Brooklyn es para todos los publicos y la Bud Light para maricones... menos mal que no se me ha ocurrido pedirme esta ultima. Bueno, tras dos Blue Points salgo realmente doblado de este sitio, asi que enfilo la Tercera hacia arriba hasta llegar a mi hotel. Como suponia ya paso de volver a ver al escoces, me estoy cayendo y mañana sera un dia largo, muy largo.
 
Clicky Web Analytics