miércoles, 7 de julio de 2010

De cena con un viejo amigo

Ayer decidí irme a cenar con un viejo amigo a un restaurante japonés. Bueno, nos lo pasamos bien con la barra libre de sashimi, para qué mentir. Eso sí, la conversación entre ambos resultó bastante complicada de llevar a cabo, básicamente por lo que en lingüística se viene a llamar interferencia, personalizada en este caso en las dos "sujetas" (que no se me enfade la Aído) que ocupaban la mesa de al lado de la nuestra. Dos "personajas" (¿a qué no soy nada machista?) que por el dialecto utilizado parece ser que provenían de tierras cagalanas y que, seguramente por esta misma razón y para que todo el mundo viera lo progres y topeguays que eran por hablar de esa manera, se comunicaban a grito pelado de forma que todos los allí presentes pudieran hacerse partícipes del novio de la una, del gato de la otra y de lo mal que las trataban en su actual trabajo. Asco sentí ya directamente cuando se dirigieron a la camarera japonesa en cagalán, con dos cojones, y eso que ni siquiera estábamos en Cagaluña, pero esta gentuza es así de chula y dictatorial, pues nada, a crear problemas allá donde van. Menos mal que mi viejo amigo me lanzó una mirada como insinuándome que me relajara porque lo único que merecían semejantes imbéciles es que alguien se levantara de su mesa y las pusiera en su sitio. Por cierto, tras ver que la camata oriental no les entendía ni papa y no les servía el sushi que querían, se decidieron a pedir en ESPAÑOL. Y sabían hablarlo y todo.

El caso es que, entre lo poco que pudimos hablar con tanto alarido alrededor, mi viejo amigo me contó la anécdota que le había acontecido esa misma mañana cuando se acercó a la comisaria a poner una denuncia al conductor de un vehículo que le había atropellado al salir de su casa a primera hora y se había dado a la fuga. Al parecer ya no se pueden poner denuncias en el cuartelillo, como toda la vida, porque allí no tienen los formularios para ello. ¿QUÉ? Sí, yo también me quedé sorprendido y boquiabierto al escuchar esto. Lo que más cojones tiene es que encima estos maderuchos van y le sueltan al colega que los únicos documentos que tienen allí sirven para recoger denuncias por violencias de género, por la urgencia e importancia de éstas. Ah, coño, entonces si me pegan un tiro no es urgente, bien vamos. Que nada, majo, que si quieres poner una denuncia te vayas a tu casa y llames a un coche patrulla, que allí aparecerá y se te tomará declaración. Luego algún subministro anormal se pondrá la medalla porque la delincuencia ha bajado. No te jode, si no hay formularios para denunciar, normal que baje, payaso. Eso sí, la violencia maxxxxista subirá, cómo no, porque como todos los españoles somos unos machistas, fachas, homófobos, xenófobos y chupapolláfobos, pues hale, a hacer el paripé de los imbéciles.

Es lo que tiene hablar sobre este país de mierda, que a uno le pone enfermo, gracias Zetaparo. Y seguimos para bingo, por supuesto. El tema de conversación que puse yo sobre la mesa en esta extraña conversación amenizada por los cercanos gritos en cagalán, versaba sobre una noticia que había leído tan sólo hacía unos días sobre el turismo en España. Por si no nos estuviéramos hundiendo ya bastante en este sector desde que a algún lunático se le ocurrió que nuestro país se convirtiera en la nación más cara del mundo, ahora los nazisociatas iluminados tenían nuevas ocurrencias para alejar definitivamente y sin remisión a cualquier turista extranjero que quisiera por una de aquellas y en mitad de algún tipo de enajenación mental, pisar nuestro bendito suelo. Zetamierdoso revienta España por los cuatro costados, nos deja a todos en la indigencia, vacía las arcas del Estado y nos sube los impuestos, con la chulería propia de un dictador tarado. Por si no hay bastante, ahora también decide que todo turista extranjero que llegue a nuestro país tiene que pagar un impuesto especial por venir aquí a disfrutar de nuestras playas, montañas, ciudades o gastronomía. Estás tú que los ingleses, que bastante tirria nos tienen ya, van a pagarte a ti algo, jodido loco miserable. Para eso se piran a Eslovenia, Bosnia, Marruecos, Túnez o la Cochinchina. Antes que venir a España a pagar por todo, a que les soplen el doble que en su país por una pinta de cerveza y encima tener que pagar un impuesto adicional, se montan su propia playita en el backyard de su casa. Y al sector turístico español que le den por el culo. Y más paro y más pobreza y más votos a Zetaparo, seguid votando imbéciles, seguid.
 
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