viernes, 15 de septiembre de 2017

Anecdotas del Tatus 3

Seguimos con el anecdotario tatuado, que como veis sigue dando mucho juego y no se acaba facilmente. Hoy para abrir boca vamos a comenzar con una de mis historietas preferidas, acaecida en el tipico bar de pueblo, para ser mas concretos de centrica plaza de pueblo, donde un martes a ultima hora de la tarde apenas hay cuatro abuelos jugando al domino y algun que otro currele que ha terminado la faena y se esta haciendo alli una cervecita para descongestionar un poco la mente. Una escena bastante logica y comun a muchos lugares, que solo encuentra en este caso una nota discordante, la inquietante presencia del Tatus.

Bueno, entremos en materia. La cuestion es que el Tatus me ha llamado hace una media hora indicandome donde esta y acuciandome para que acuda lo antes posible a acompañar su chaladura mental. Este tipo de invitaciones del Tatus es mejor no rechazarlas, ya que si lo haces lo mas facil es que se plante en tu casa y ya no salga de ella en tres o cuatro dias. Asi que me acerco al bar ya antes mencionado, lugar donde el colega se esta poniendo, como es habitual en el, mas que fino. La escena que me encuentro en el lugar es la ya narrada en el primer parrafo, eso si, el Tatus me saluda mas que efusivamente a grito pelado mientras me abraza y me obliga a que me tome algo. 'Tomate lo que quieras, algo, lo que quieras, pide lo que quieras, esta todo pagado, pide, pide...' Ante tanta insistencia me pido un vodka con zumo de naranja, algo que me quite la sed y me ponga un poco a tono. Cuando estas junto al Tatus mejor ir pasado, asi no te enteras de la mitad.

Me tomo mi brebaje en unos cinco minutos, durante los cuales el Tatus ha pillado un macabro ataque de risa. El tipo no para de partirse la caja de forma estruendosa, ni se detiene a respirar, durante cinco minutos, sin pausa, algo inaudito. Obviamente los pocos clientes del bar ya se dan cuenta de que algo raro esta pasando y no le quitan ojo. Nadie le habla ni le mira, no hay television ni radio, no hay ningun otro sonido, solo la escandalosa risa del Tatus que es el centro de atencion de todas las asustadas miradas. La camarera incluso se echa hacia atras, temiendose que el tio vaya a explotar en mil pedazos o algo asi. El Tatus empieza a mascullar algo... 'que delirio, que delirio, que delirio...', no para de repetir entre risotadas. Asi otros dos o tres minutos de nuevo sin pausa.

De pronto se hace el silencio. La gente se teme lo peor. El Tatus ha abierto los ojos de par en par y se ha quedado petrificado mirando al techo. Acojone general, nadie sabe que le pasa al tipo. De pronto, a grito pelado, inicia una conversacion consigo mismo en estos terminos: 'Ieh, ¿ayer me fui sin pagar? ¿Si?... Pues hoy tambien, HASTA LUEGO.' Y efectivamente el Tatus, sin mediar ni una sola palabra mas y obviamente sin pagar, se encamina hacia la salida y se larga. Yo, todavia con el vaso vacio de mi vodka en la mano, petrificado, miro a todo el personal. Y antes de que reaccionen y se les ocurra decirme que tengo que pagar algo, sigo los pasos del Tatus. La noche continuo, pero esa es otra historia, y bastante cruenta, por cierto. Dejemosla para otra ocasion.

Ahora prefiero contar otra anecdota, acontecida unos cuantos meses despues de esta del 'ayer me fui sin pagar'. En esta ocasion nos ubicamos ya en una madrugada. El Tatus, como he comentado antes, no encaja bien el invitarte a que acudas a algun lugar y que lo declines, asi que lo que hace al cabo de un par de horas es presentarse en tu casa y quedarse alli durante unos dias. Es lo que sucedio en esta ocasion. En un momento dado, yo ya estaba tan hasta los cojones que a eso de la una de madrugada me fui a dormir y el Tatus se quedo viendo la tele, mamando, fumando, o no se muy bien haciendo el que.

En mitad de mi placido sueño crei oir la puerta. Era mas que posible que el Tatus, sintiendose ignorado por mi, se hubiera al fin largado, pero las cosas con el no suelen funcionar tan facilmente. Tampoco me moleste en comprobarlo. Desgraciadamente al cabo de una media hora unos alaridos me devolvieron a la triste y tatuada realidad. No sabia que cojones estaba pasando, pero el reloj marcaba las cuatro de la madrugada, en la calle no habia un alma, tan solo alguien pegando alaridos y cantando a grito pelado. Temiendome lo peor me asomo a la ventana y veo el esperpento. El Tatus, con los brazos abiertos, gritando y cantando al cielo en mitad de una avenida de cuatro carriles. Por suerte no habia mucho trafico, pero algun que otro coche perdido que pasaba por alli casi se estrella intentando evitar a un tarado que no se sabia muy bien de donde habia salido y que cojones estaba haciendo alli.

El show duro unos veinte minutos, no se le agotaba ni la cantinela ni el vozarron. De pronto otra sombra en mitad de la noche llama la atencion del Tatus desde la acera. Quiza sea un vecino ya hasta los huevos, me temo que esto puede acabar mal. El Tatus se acerca, conversan en voz baja (comparada con los alaridos previos), la cuestion es que no oigo nada de lo que tratan. Al final el Tatus le pasa un cigarrillo a la otra sombra y le da fuego. Palmaditas en la espalda de uno al otro. El segundo personaje deja la escena, arrastrando los pies y haciendo eses. Cuando pasa bajo una farola me doy cuenta de que es un vagabundo que viste totalmente andrajoso y que porta un carton de vino en la mano. Dios los cria y ellos se juntan. Yo me volvi a la cama. Para mi suerte el Tatus no tenia llaves de mi casa, asi que desconecte el timbre y me olvide de el. Supongo que llamaria hasta la extenuacion, pero yo me levante a mediodia del dia siguiente con una agradable sensacion, la de haberme deshecho del Tatus, al menos por un dia...
 
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