jueves, 15 de junio de 2023

Mauricio 6. Port Louis y el rayo verde

Volvemos a la sana costumbre de levantarnos con el sol. Seis y media y ya tengo los ojos abiertos. Aunque tampoco es que haya sido intencionado. En realidad, el puto ruido del ventilador dando vueltas como un loco en el techo es lo que me ha despertado. Pero no quedaba otra, y es que el calor es jodidamente asfixiante incluso de noche. De hecho, me levanto de la cama sudando como un autentico cerdo, asi que decido que la primera actividad del dia va a ser lanzarme de cabeza a la piscina y hacerme unos cuantos largos. Y tras el ejercicio acuatico resulta que me entra gazuza. Y por supuesto sed. Asi que continuo con el desayuno, que se va a componer de unos cuantos langostinos que me sobraron de la barbacoa nocturna de ayer, por supuesto aderezados con la primera cervecita del dia, para lubricar un poco el cuerpo.

Lo siguiente va a ser salir a dar un paseo por unos senderos bastante extraños que encuentro junto a la playa, de estos que se pierden por entre la maleza y acaban en un frondoso bosque. Todo tiene su explicacion. Y es que intento huir del sol, que hoy vuelve a lucir en lo mas alto de forma mas que malefica, buscando cobijo entre los tupidos arboles. Mas o menos resulta, hasta que los caminitos me devuelven a la arena y vuelvo a sufrir. Mejor busco refugio en el porche de mi villa. Ademas, ya es hora de que la mucama venga a limpiar y asi me recreo la vista un rato mientras la chica menea sus caderas. Pierdo unos cuantos minutos mas leyendo las noticias absurdas de la semana y en una de estas nuestro querido chofer Rishi me envia un mensaje.

La mala noticia del dia es que su mujer se ha puesto enferma y no puede venir para llevarme en una nueva aventura. Sin embargo, muy servicial el, ya ha contactado con su primo Amet, el cual realizara la funcion de guia para la jornada de hoy en su lugar. El plan que tengo en mente es acercarme a la capital de la nacion, Port Louis, que apenas si queda a una hora en automovil de mi alojamiento. Y hasta alli nos acercamos, llegando hasta el puerto de la localidad, que por lo que parece es el centro neuralgico, especialmente para los turistas, ya que los hay por todas partes. Pero el tal Amet no le llega ni a la suela de los zapatos al amigo Rishi. Poca conversacion, no demasiado buen conductor y encima mas caro que su primo. Una vez alcanzado mi objetivo decido pagarle por sus servicios, indicandole que ya me buscare yo la vida para volver hasta la villa. Supongo que capta la indirecta de que no me apetece volver a verle mas.

Y ya estamos en la gran ciudad. Bueno, si a una capital de cien mil habitantes se le puede aplicar el apelativo de "grande". Supongo que todo depende de con que se compare. Ademas, Port Louis ofrece una sensacion de encajonamiento bastante facil de explicar, y sobre todo de ver si uno esta fisicamente en el lugar. Y es que toda la urbe esta rodeada por una cadena montañosa. Se ve que esta gente no aprendio a construir en las laderas y cuando comienza la inclinacion se acaban las casas. Asi que mires para donde mires, te encuentras con las verdes montañas indicando el final de la ciudad, y ya os puedo asegurar que no quedan muy lejos. Salvo en direccion oeste, logicamente, que es donde se encuentra el mar. Pero vamos, que tampoco hay escapatoria.

Comencemos nuestro paseo por la capital. Para abrir boca, deambulo durante unos minutos por el puerto, dandome cuenta de que los sitios que hay por aqui para tomar refrigerios con vistas al mar, son el tipico timo para turistas, con precios mas que inflados. Asi que rapidamente decido perderme por unas calles algo mas cutres, y es de esta manera que llego al mercado, una de las principales atracciones de la ciudad, segun todas las guias y folletos. Un enorme edificio lleno de puestecitos de fruta y verdura, eso es el mercado, lo esperado, nada del otro mundo. Pero a parir de gente, hasta el punto de que apenas si puedes caminar (los estrechos pasillos tampoco ayudan), y que ademas huele que apesta. Me da que de un dia para otro no limpian y muchas de las viandas acaban por los suelos directamente pudriendose con el tiempo. En fin, que apenas si duro tres minutos en el mercado de los cojones.

Continuo mi caminar por calles cutres donde el trafico es bastante agobiante y la gente se desparrama por las estrechas aceras sin oficio ni beneficio. Un viejo sentado en una silla da de comer a las palomas sin darse cuenta de que esta cortando el paso a todo el transito de peatones. Pero se la suda, que vida mas tranquila. Mas alla, tres negros se estiran sobre los adoquines mientras disfrutan de unas cervezas. Otro tipo descamisado esta sentado en el suelo en la puerta de lo que supongo es su comercio, una mini-tienducha de articulos electronicos desvencijados. Asi es la vida en Port Louis. Me parece una mezcla entre Africa e India, recordandome en muchos casos a las calles mas deprimidas de Delhi, aunque salvando las logicas diferencias de multitud entre una urbe de 32 millones de personas y una de tan solo cien mil.

Cuando ya me empiezan a apretar tanto la gazuza como la sed, llego a la zona de Chinatown, por supuesto delimitada por los tipicos arcos orientales en mitad de la calle. Y tampoco es que tenga que adivinar donde estoy, vamos, es que lo que antes eran rostros oscuros, ahora se han convertido en amarillos. Pero totalmente. Se ve que los unos no van a la zona de los otros y los otros ni se atreven a pisar la zona de los unos. Pero mira, a mi toda esta segregacion me la pela por completo. Tengo hambre y veo un lujoso restaurant chino abierto ante mi. Entro y me doy cuenta de que hay como cincuenta mesas y soy el unico cliente. Me atiborro a comida oriental, incluyendo tres Tsingtao, una de las cervezas chinas por excelencia, y ya me encuentro mucho mejor. Supongo que es hora de continuar con mi paseo por la ciudad.

Pero lo cierto es que la capital es tan pequeña que ya no me queda mucho por recorrer. Visito un par de templos que me encuentro de paso y acabo justo delante de la catedral, que es de las pocas representaciones cristianas que hay en todo el pais, y que es fea y cutre de cojones. Camino un par de calles mas y me encuentro a un viejo reventadisimo que le esta sacando brillo a su taxi. Cierro una rapida transaccion y consigo que me lleve de vuelta a mi alojamiento, aunque el viaje en si va a ser una jodida aventura. El tipo no tiene ni idea de donde esta mi destino, pero no me lo dice en ningun momento. Asi que empieza a pillar carreteras a voleo y tengo que ir corrigiendole constantemente para que rectifique. Casi que me saldria mejor que me dejaras manejar el vehiculo a mi, colega. Pero bueno, el caso es que al final llegamos. Y como el tio conducia como un loco, tampoco nos ha llevado demasiado tiempo.

El papeo en el chino fue tan intenso que todavia me encuentro lleno, asi que decido dar el mismo paseo que esta mañana, por entre los senderos playeros que llevan al bosque, para ver si hago sitio de cara a las chelas nocturnas. Y a todo esto, creo que no me quedan chelas en la nevera. Joder, y el sol ya esta cayendo. Carrera a la tienda de emergencia habitual, donde se parten el culo cuando me ven entrar todo sudoroso y con extremada prisa. "Tranquilo, señor, que no vamos a cerrar hasta que usted venga, que ya sabemos que viene todos los dias, señor". Pues es todo un detalle. De todas formas no te enrolles tanto con tus guasas y cobrame las chelas, que tengo sed. Y ahora que ya tengo gasolina, de vuelta a la villa hasta caer.

Me abro la primera y me lanzo a la piscina para hacer tiempo de cara al que va a ser el espectaculo de la puesta de sol. Hoy si, sin una sola nube en el cielo y sin tormenta tropical a la vista, me da que el show puede ser antologico. No solo lo pienso yo, sino que una multitud se agolpa en la playa esperando tambien por el evento. ¿Alguna vez habeis oido o leido algo sobre el "rayo verde"? Este fenomeno se produce justo en el ultimo segundo de una puesta de sol sobre el oceano, cuando el astro rey finalmente se oculta y produce un extraño reflejo entre el cielo y el agua, provocando un breve flash de luz de color verde. Tan solo se da en ciertos dias y con unas condiciones atmosfericas muy concretas. De hecho, existen los llamados "cazadores del rayo verde", personajes que se tiran gran parte de su vida buscando los lugares y condiciones adecuadas para observar el fenomeno, puesto que es extremadamente raro. Pues aqui lo tengo, sin comerlo ni beberlo, y es que con la puesta de sol de hoy, veo por primera vez en mi vida el rayo verde, que levanta un estruendoso "oooooh" de asombro entre la muchedumbre congregada. Que belleza.

Claro que bellas tambien son las cervezas que tengo en el refrigerador y que, una vez que ya ha oscurecido, comienzan a caer por mi gaznate sin solucion de continuidad. Para que no se diga que soy un alcoholico sin remedio, me procuro tambien algo solido, y es que aun quedan algunos restos de langostinos, junto con varios tarros de aceitunas francesas que no recuerdo muy bien cuando compre. Una cena rapida y eficaz. Tampoco es que tenga mucha mas hambre. Pero lo que es sed... En fin, que me da que mañana voy a tener que volver a comprar metralla, porque al final dejo la nevera temblando con una solitaria cercevita que, por supuesto, me servira de desayuno para cuando despierte. Pero esa ya sera otra historia. Ahora son casi las once de la noche y ya es momento de tomar la horizontal. Que dura es la vida en Mauricio.

 
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