viernes, 9 de junio de 2023

Mauricio 3. La gran tormenta tropical

Tal y como tenia planeado, me despierto a las seis y media para aprovechar la luz solar al maximo. Y ahora veremos si el famoso refran ese de "a quien madruga Dios le ayuda" tiene algo de certeza o no. Por lo pronto me doy cuenta de que mi cuerpo esta en plena forma. No solo he superado la carencia de sueño de las pasadas jornadas a base de un fantastico reposo, sino que ademas mi estomago no ofrece ningun tipo de dolor ni urgencia matutina, cosa mas que rara en mi. Debe de ser que este pais arregla cualquier enfermedad. Me pego una ducha de lo mas placentera, con el agua a temperatura y presion perfectas, y ya estoy en condiciones de salir a ejercer las primeras actividades del dia por los alrededores del alojamiento.

Lo primero y mas importante es avituallarse. Hoy si que me voy a dirigir al supermercado ubicado a unos veinte minutos de paseo siguiendo la carretera en direccion norte. Esta si que es, por lo que me han comentado, una tienda en condiciones, y no simplemente un badulaque de emergencia. Tienen su carniceria, fruteria... y por supuesto la seccion que mas me interesa, la etilica, que es muy amplia y con gran variedad de mamoneo. Vamos alla. Al iniciar mi camino me encuentro con un clima de lo mas agradable (al menos para mi). Esta muy nublado, con lo cual la bola amarilla no me va a quemar hasta la extenuacion. Estamos a 23 grados, que en otras circunstancias serian demasiados para mi cuerpo, pero una brisilla refrescante que sopla de manera constante hace que la temperatura sea mas que soportable. Asi que el paseillo, en todo momento junto a la costa y ofreciendo paradisiacos paisajes playeros, se me hace de lo mas ameno y placentero.

El supermercado es, efectivamente, lo esperado. Hay tantos tipos diferentes de cervezas mauricianas que no se ni por donde empezar. Al final me llevo diez, cada una de un padre y una madre, y aun me dejo algunas mas para cargar otro dia, porque me da que en el camino de vuelta voy a ir un poco saturado de peso. Y es que decido que estaria bien acompañar todo este mamoneo con algo de carnaza de la tierra. La carniceria es de lo mas atractiva, asi que hago una pequeña seleccion a base de hamburguesas, un troncho enorme de cerdo, panceta francesa y unas salchichas mas grandes que la polla de John Holmes en plena ereccion. Entre unas cosas y otras, porque tambien caen varias conservas, salsas y alguna que otra curiosidad, me llevo tres bolsas grandes llenas hasta los topes con comida y bebida. Y ahora a regresar a la villa, veinte minutitos de paseo cargado como una bestia.

La cosa empieza a complicarse y me acuerdo del tio que se invento el refran ese al que me referia antes sobre madrugar y el todopoderoso, y no de muy buenas maneras. Tal y como salgo del supermercado veo una tremenda cortina de agua ante mi. Otra tormenta tropical. Como ya sabemos que son breves y que tal y como vienen se van, decido esperar unos minutos bajo una cornisa. Cinco minutos y la cosa suaviza. Aun caen unas gotitas de agua pero nada que a un alcoholico de Glasgow le pueda impedir iniciar la marcha. Comienzo el caminar carretera abajo y todo va bien... hasta que empieza a ir mal. Otro tormenton tropical, y este ya huele a tornado. Tan solo cinco minutos despues de iniciar la marcha me doy cuenta de que no hay nadie por la calle, ni personas, ni animales, ni vehiculos, ni nada. Solamente yo. Y me da que eso no es buena señal.

Una cortina de agua caliente comienza a caer sobre mi en plan salvaje. Sigo caminando cargado con mis bolsas porque tengo muchos huevos, pero lo siguiente es ver pasar varias palmeras volando junto a mi, y alguna de ellas casi se me lleva por delante. Pero un huracan de mierda no me va a detener. O si. Porque de repente mis bolsas deciden que no tienen tantas pelotas como yo y se desfondan, las tres a la vez. Demasiada agua y demasiado peso. Y ahi que se me cae toda la compra en mitad de la acera y tengo que salir corriendo detras de las latas de cerveza que se van rodando carretera abajo ayudadas por la corriente de una autentica riada. Menudo show. Me tiro veinte minutos persiguiendo comida y bebida hasta que consigo agruparlo todo a cobijo de un pequeño garage que me ofrece un minusculo refugio. ¿Y ahora que?

La tormenta comienza a amainar pero yo estoy a quince minutos del alojamiento con una compra masiva y no tengo ni una sola bolsa. Por mi mente pasan ideas de lo mas extravagante, como enterrar todos los productos en la arena de la playa e irlos llevando de dos en dos, porque no tengo mas manos. Me puedo tirar todo el dia, y todo sea que la tormenta reaparezca, vaya solucion. De pronto un autobus, que es el unico vehiculo que por lo visto se atreve a circular en semejantes condiciones, se para junto a mi y una señora local bastante anciana se baja de el. Me pregunta si necesito ayuda o si busco alguna direccion en particular. Supongo que mi cara debe de reflejar bastante desesperacion a estas alturas. Tras contarle lo que me acaba de acontecer, la buena mujer me ofrece una pequeña bolsa con la que ella se disponia a ir a hacer su compra. Apenas si me caben las cervezas en ella, pero mejor es eso que nada. Gracias, buena mujer, y ahora a ver si trazo un nuevo plan de accion antes de que llegue la proxima tormenta.

Cervezas en la bolsa y el resto de la comida rodeando mi cintura, ajustandolo todo al pantalon, como si acabara de robarlo y ocultarlo al salir de alguna tienda. Un par mas de articulos sujetos de mala manera con las manos y a caminar. Avanzo de muy mala manera, pero mejor es esto que nada. A tan solo dos minutos de mi alojamiento vuelve a cogerse la tormenta, intento correr pero voy tan cargado que no puedo. Para mas inri, la bolsa de la señora comienza a resquebrajarse. Un minuto para llegar. A lo lejos veo al Señor Lacreaux que ya me esta abriendo la cancela. La lluvia se intensifica. Vamos, que llego. Lacreaux se echa las manos a la cabeza viendo de donde y como vengo, sobre todo con las condiciones climaticas que me han caido encima. Intenta ayudarme pero paso de largo porque solo quiero llegar a la cocina a depositar las viandas. Y tal y como llego junto a la piscina, bolsa destrozada nuevamente y todas las cervezas en el suelo. Lo acepto. Estoy justo delante del porche de mi villa. Y casi que me voy a abrir la primera, con o sin tormenta, para olvidar semejante odisea. Que locura.

Mientras me relajo dandome un bañito en la piscina, por supuesto chela en mano, me doy cuenta de que alguien pulula por dentro de mi villa. Me acerco a curiosear y me encuentro con una joven muchacha criolla que esta limpiando todas las habitaciones, baños, cocina y demas como una autentica posesa. "Soy la limpiadora, señor", me espeta ante mi cara de asombro. "Todos los dias de nueve a doce, señor." ¿En serio? Vaya chollo. Pues limpia, limpia, que yo sigo a lo mio. Chela en mano me tumbo en el porche y me dedico a ver como la chiquita mueve sus caderas y de vez en cuando se me gira y me sonrie. Si ya lo decia yo, esto es el paraiso. Bueno, si no fuera por la jodida tormenta tropical de antes... Pero ya se sabe, no se puede tener todo.

Hora de la barbacoa. Como la lluvia continua, aunque por suerte ya no en modo tormenta tropical, sino mas leve, decido hacerla sin ni siquiera salir del porche. Menuda sobredosis de carne, colegas. Y de paso pruebo las sidras de Mauricio, para acompañar, que por cierto estan cojonudas, porque realmente saben a fruta, y no a quimicos, como muchas de las que ultimamente caen en mis manos. Estoy lleno hasta los topes. Necesito un paseo. Afortunadamente la lluvia finalmente paro y ahora comienza a asomar un sol mas calido de lo deseable. Con mi inseparable sombrerito de turista protegiendome de la bola amarilla, comienzo a caminar por la playa en direccion norte y asi me voy a pasar la siguiente media hora. Hasta que me doy cuenta de que estoy a tomar por culo y me empieza a entrar nuevamente la sed etilica, asi que sera cuestion de ir dando media vuelta.

Volviendo por la misma carretera en que esta mañana he sufrido el percance tormentero, me detengo en un pequeño bar local (nada de turistas) y me hago un cafe mauriciano que esta espectacular. Especialmente por el azucar puro, obtenido de la caña que los mismos propietarios cultivan en la parte de atras del barucho. Increible. Continuando el paseo de vuelta, paro en otra pequeña tienda y me compro una botella de ron con coco que no tiene ni etiqueta, y es que la tendera me dice que lo fabrican ellos mismos. No debe de estar malo. Aun realizo un alto mas en un restaurant junto a la playa (este si que es un sitio solo para turistas) donde reservo una mesa para las ocho. Y es que son las cuatro y aun me encuentro demasiado lleno tras la barbacoa. Pero bueno, tengo cuatro horas para ponerme tibio mamando y eso seguro que me abre el hambre.

Dicho y hecho. Llego finalmente de vuelta al alojamiento y me tiro cuatro horas entre la piscina y el porche, mamando cervezas y disfrutando de una puesta de sol bastante dificil de contemplar porque vuelve a estar realmente nublado. Siete y media, tengo hambre, me voy al restaurant. Para abrir boca me pido un gratinado de marisco que ya me deja bastante saciado, pero despues aun tengo los pinchos de atun, calamar y langostinos, que son un autentico manjar. Eso si, hay una pareja tocando musica en directo que es absolutamente horripilante. Intentando confundir a mis oidos, me pillo cuatro cervezas Phoenix (la mas popular de Mauricio), pero con tanta comida no acabo de encebollarme. Cansado despues de un dia con tantas peripecias y lleno nuevamente de comida hasta la garganta, abandono el restaurant a eso de las nueve y media y me dirijo directo hacia mi villa. Me siento en el porche y no aguanto ni diez minutos. Se me cierran los ojos. Directo a la cama y mañana ya sera otro dia. Buenas noches.

 
Clicky Web Analytics