lunes, 26 de junio de 2023

Mauricio 9. Triste despedida

No falla. Cada vez que tengo por delante un viaje, y en este caso de lo mas exigente ya que voy a pasar casi veinte horas entre aviones y aeropuertos, paso una noche terrible. Imposible dormir mas de una hora del tiron y a las cuatro ya con los ojos abiertos y sin posibilidad de conciliar el sueño nunca mas. En fin, nada que hacer, asi es mi cuerpo y asi me maltrata precisamente cuando mas descanso necesito. Eso si, por lo menos el estomago sigue en su sitio y no me juega ninguna mala pasada cagatoria. Al final, cansado de dar vueltas y de mirar al techo, decido ponerme en pie a eso de las ocho y dirigirme directo a la piscina, donde hoy me voy a pegar una buena sesion de casi una hora haciendo largos, chapoteando y relajando cuerpo y mente lo mas posible.

Hoy la mucama no aparece a limpiar. Supongo que porque a eso de las tres dejo la villa y entonces vendra alguien a prepararla para el proximo huesped. Ya me gustaria quedarme aqui eternamente, pero todos sabemos como funciona este asunto de las villas vacacionales. Aunque esta me ha gustado tanto que ya casi la siento como mi propio hogar. Tras la piscina me meto en la ducha, donde me tiro otra media hora, y a continuacion paso a la sesion de desayuno con todos los restos que me quedan en el refrigerador. Como veis, me lo estoy tomando todo con mucha calma, y es que no tengo absolutamente nada que hacer mas que preparar mi despedida. Empaco mi equipaje en apenas diez minutos, porque tampoco tengo mucho que recoger, y entonces me doy cuenta de que estamos a media mañana y ya no tengo absolutamente nada mas que hacer.

Pues vamonos de cervezas, joder. Que vete a saber cuando podre echarme otra fantastica Phoenix al cuerpo. Me doy un paseo de unos veinte minutos carretera arriba y abajo buscando algun local donde refrescar el gaznate a la sombra, hasta que finalmente encuentro una pizzeria regentada por un chaval nepali. Y digo bien, chaval, porque este aun ni ha cumplido los veinte. Y lo de su nacion de procedencia lo averiguo facilmente, ya que el menda es bien dicharachero y me cuenta toda su vida. Al final me hago tres chelas. Estoy entretenido con las historias del nepali y necesito que vayan pasando las horas. Pero tampoco me voy a encantar, ya que de aqui a un rato vienen a buscarme para llevarme al aeropuerto. Asi que es hora de volver a la villa y despedirme de mi fantastico alojamiento.

El Señor Anard aparece a eso de las dos y media y me lleva a su oficina, situada junto a la villa, para que realice los ultimos pagos. Y es que aun no habia pagado por el vehiculo alquilado los pasados dias, que confianza. Nos despedimos hasta una proxima ocasion (yo le aseguro que el año proximo, porque lo he pasado en grande) y mientras espero a mi chofer me siento unos minutos a relajarme observando el Oceano Indico por ultima vez. Puntualmente, a las tres de la tarde, el mismo personaje que me trajo hasta aqui viene para que realicemos el trayecto de vuelta al aeropuerto. Justo antes de subir al microbus, el Señor Lacroix, siempre ataviado con su impoluto uniforme y su gorra perenne, aparece para darme la mas cordial despedida: "hasta pronto, Señor, veinticuatro horas a su servicio, Señor". Me dan ganas de llevarmelo de vuelta a Glasgow, de verdad. Que amabilidad.

Trayecto de una hora hasta el aeropuerto. Ya sabeis, cruzando toda la isla por el interior de norte a sur. Y por supuesto nos cae encima otra tormenta tropical. Para despedirme de Mauricio, supongo. Una hamburguesa de pollo me sirve de comida mientras espero para embarcar en el vuelo hacia Estambul, como ya sabeis escala en el camino de vuelta a casa. Y por supuesto me casco dos cervezas mas para regar el alimento solido. Ya en pleno vuelo, y en el momento en que me traen la cena, se me antoja un vino frances que tiene muy buena pinta. De esta manera, me casco el caldo enologico mientras por la ventanilla veo como estamos sobrevolando las islas Seychelles. En breve dejaremos de volar sobre el Indico y lo haremos sobre Africa. Asi que tomemos este brindis como una despedida a tan hermoso oceano.

Aeropuerto de Estambul. Si, el que parecia directamente sacado de una pelicula post-nuclear. Y siempre me toca en mitad de la noche, para que la sensacion de desasosiego sea aun mayor. Esta vez me cago en las putas indicaciones de los pasillos, que son escasas y muy poco claras. De esta forma, para llegar de un vuelo a otro, me toca caminar una hora. Sin exagerar ni un solo segundo. Una puta hora de reloj vagando por corredores completamente vacios, donde no hay ni sillas para sentarse. De verdad que me cago en el turco hijo de puta que diseño semejante aeropuerto. Para mas inri, me toca atravesar un control de seguridad donde los alelados encargados me piden el pasaporte hasta cuatro veces, y hasta cuatro veces les digo que esta en la jodida bolsa que estan mirando a traves del scanner. O tienen un ingles muy deficiente o directamente son gilipollas. Y me da que es lo segundo.

Finalmente, y ya amaneciendo, consigo embarcar en mi vuelo final de retorno. Recordad que sali del aeropuerto de Dublin y alla es a donde voy. Me reconfortaria sentarme a charlar con algun irlandes sobre las propiedades de la Guinness o algun otro tema alcoholico similar, pero por alguna extraña razon en este avion solo hay negros. Incluso en un momento dado me planteo si es que me he equivocado y he pillado un vuelo a Mozambique por error. Pero no, pone Dublin por todas partes. Pues vete a saber. Estoy tan desquiciado que ya no se que hacer, asi que intento agarrar un poco de sueño porque anoche no dormi una mierda y ya es el dia siguiente, y durante el anterior vuelo tampoco pegue ojo, pero no hay manera. Llegare a Irlanda a las diez de la mañana y me planteo echarme una chela al gaznate, pero estoy tan cansado que ya no tengo ni sed. Y esperate que ahora el estomago me esta diciendo que, en cuanto aterrice, voy a sufrir la diarrea mas violenta que he sufrido en mi puta vida. Joder, como voy a echar de menos Mauricio.

 
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