domingo, 11 de junio de 2023

Mauricio 4. Calor infernal

Continuamos con la costumbre (ya no se si beneficiosa o no) de despertarnos a primera hora para aprovechar al maximo la luz diurna. Son las seis y cuarto y ya ando pululando por la villa. Tambien es cierto que hoy he sido requerido para un evento a esta temprana hora, y es que desde America hay mucho interes por saber cuales son mis andaduras por estas tierras indicas. Asi que sin mas dilacion me pongo en linea para grabar un podcast con nuestro simpre inquieto amigo argentino Gustavo Maher. Debido a la diferencia horaria, el esta llegando a la medianoche en Buenos Aires, mientras yo le obsequio con imagenes de un fantastico amanecer en Mauricio, a medida que nuestra comunicacion avanza. Claro que, y a pesar de que el paisaje tropical puede resultar muy hermoso, lo cierto es que el cielo esta tan nublado que poco atisbo del sol se puede encontrar, y menos a traves de una webcam. Pero ya se sabe, al final la intencion es lo que cuenta.

Con este panorama, ya me temo que se avecina otra de esas violentisimas tormentas tropicales. Pues hoy no me va a pillar paseando. Tranquilamente, y una vez finalizada la comunicacion con Argentina, me tomo un cafe, un jugo de piña, me hago mis habituales largos matinales en la piscina, me tomo una relajante ducha y finalmente me desperezo del todo y me doy cuenta de que mis dotes como hombre del tiempo son absolutamente inexistentes. Ahora el cielo esta completamente azul, no queda una sola nube y la bola amarilla brilla en todo su esplendor. Yo estoy al abrigo del porche de la villa pero es poner un pie fuera y comienza el ardor. Que calor. Esto no hay quien lo aguante, es un puto horno. Ya se que ayer lo pase muy mal con el agua en mi retorno del supermercado, pero prefiero la tormenta tropical a esto, sin ninguna duda.

A pesar de lo poco que mi cuerpo tolera este tipo de climatologia, le pongo narices y me decido a estirar las piernas con un nuevo paseo matutino. Esta vez pillo carretera hacia el sur y me aventuro hacia lo desconocido. Bordeando maravillosas playas tropicales, como siempre (para eso estoy en una puta isla), comienzo a transitar por una especie de bosque que mas bien parece una zona de picnic. Tras veinte minutos, llego a una zona con construcciones muy deprimidas. Aqui ya nada de hoteles ni villas para turistas, es zona de gente local al cien por cien. Gracias a Google Maps encuentro la localizacion de un supermercado y cruza por mi mente la idea de, ya que estoy aqui, pillarme unas cuantas chelitas mas, porque el dia va a ser muy largo y seguro que en breve, con este puto calor simiesco, me va a entrar una sed asesina.

El susodicho supermercado esta medio derruido, en pleno proceso de demolicion, y en lugar de caminar por pasillos rodeado de neveras con cervezas bien fresquitas, lo hago por entre piedras, polvo, ladrillos rotos y cascotes varios. Ya dije que esta zona tenia pinta de deprimida. Pero la suerte siempre acompaña al sediento peregrino y, al girar una esquina, encuentro un oscuro y minusculo badulaque donde venden articulos de primera necesidad. Y ya se sabe cual es una de las principales necesidades del ser humano. Un simpatico y sudoroso (con este calor no me extraña) tendero local me da la bienvenida y me cobra por las seis o siete cervecitas y la botella de vino que me agencio. Y aqui me doy cuenta de que, efectivamente, ya no estoy en zona turistica. Analizando los precios, veo que todo cuesta seis veces menos que en las tiendas visitadas en los dias previos. La putada es el pateo que me he metido para llegar hasta aqui, y mas con semejante calor. Pero joder, cuando a uno le tocan el bolsillo...

De vuelta para la villa, voy rebotando de arbol en arbol para intentar aprovechar la maxima sombra posible. A medida que nos acercamos al mediodia la cosa se esta poniendo realmente insufrible. Incluso veo decenas de perros directamente tumbados sobre la carretera, ignorando por completo el trafico, medio asfixiados intentando pegarse un sueñecito, porque con semejante temperatura estoy seguro de que no quieren ni mover una pata. Ya en el alojamiento, la servicial mucama esta a lo suyo, limpia que te limpia y meneando las caderas. El manager de la residencia, el Señor Anard, me hace una visita relampago para confirmar que todo esta bien y ver si necesito algo. Pero cuando me encuentra chela en mano (la primera del dia) tumbado en mi porche, se da cuenta de que todas mis expectativas y deseos estan siendo cumplidos en grado maximo. Menuda vidorra.

Despues de unos largos minutos de asueto y relax, decido mover mi culo a ver si puedo menear el bigote en algun lugar no demasiado lejano. Ayer pare a hacerme un cafe en un barucho para gente local y me comentaron que tambien servian comida, asi que vamos a investigar el menu. Claro que no hay mucho que investigar. Cuando llego al lugar, que por cierto se llama La Tonnelle, me dicen que solo tienen hamburguesa de pollo, al estilo tipico mauriciano. Extenso menu, vaya que si. Por suerte no soy remilgado, eso si, mientras tengan cerveza. Lo cierto es que el extraño y exotico compendio de pan, tiras de pollo y vegetales varios en salsa esta de pelotas, y las tres Phoenix que me casco ya ni os cuento. Ademas tenemos una especie de show para amenizar el almuerzo. Y es que parece ser que hoy es el dia de la madre en Mauricio y hay una especie de recital de poesia, a modo de concurso, donde cada uno de los participantes lee una oda escrita a su progenitora. Nada que me interese demasiado, pero siempre es mejor recrearse la vista con alguna que otra mauriciana que esta de muy buen ver que estar mirando al techo o a la cerveza que tengo delante de mis narices.

Caminando de vuelta al alojamiento lo paso realmente mal y es que el calor ya se esta pasando de la raya. Hago un alto en una tienda a comprarme una camisa de palmeras (tipicas por estos lares, como os podeis imaginar) y me la pongo inmediatamente, porque la remera que llevo usando todo el dia esta completamente empapada en sudor. Ya en el porche me abro la botella de ron que compre ayer y me hago cargo de que no he probado nada asi en mi puta vida. Menudo manjar. Se dice del de Mauricio que es el mejor ron del mundo, y no me extraña. A diferencia de otros lugares en que tambien se fabrica esta piratesca bebida, aqui la destilacion se realiza directamente de la caña de azucar, y no a base de un azucar que ya viene procesado y cuyas propiedades naturales distan mucho de ser las mas saludables. Este ron no solo esta realmente exquisito, sino que ademas no me da a dejar ningun tipo de resaca al dia siguiente. Pero tampoco me quiero exceder, no vaya a ser que alguien piense que soy un alcoholico. Asi que volvamos a mis habituales cervecitas. Eso si, sin salir del porche y con los ventiladores a toda virolla, porque estoy que me aso, literalmente.

Cinco y media, hora de la puesta de sol sobre el Oceano Indico, fenomeno que me han comentado que es absolutamente espectacular. Pero mira tu por donde, que todo el dia la bola amarilla dando por culo paseando por un cielo completamente raso y ahora, que ya esta a punto de desaparecer, aparecen un par de nubes sobre el horizonte. Y se van a posicionar justamente de forma que opacan la vision del hermoso ocaso solar. Pues a grandes males, grandes remedios, me abro otra cerveza. Y ahora resulta que me vuelve a entrar gazuza. Bueno, es logico, tampoco he comido demasiado en todo el dia y entre el ron y las chelitas es logico que se me abra el apetito. En mis paseos por los alrededores ya he visto varios lugares de esos para turistas donde sirven cocktails junto al mar y sirven cenas. Una idea que me resulta atractiva, ya que los cocktails tropicales, sobre todo si utilizan la bebida local, deben de estar de puta madre. Asi que me intento decidir a probar suerte en uno de estos abrevaderos.

Pero la noche ya ha caido y el agotamiento, sumado a la sesion de calor que mi cuerpo lleva encima todo el dia, comienza a hacer mella. Para mas inri, mientras me pensaba si iba a lo de los cocktails o no, no he parado de abrirme una cerveza tras otra y lo cierto es que ya llevo un buen castañazo. Al final, encuentro restos de la barbacoa de ayer en mi refrigerador y empiezo a dar cuenta de ellos. Me apalanco de tal manera que ya se me olvida completamente el asunto de salir por ahi a mamar y decido montarme mi propia fiesta. Vuelvo a tirarme al ron, hasta el punto de que me acabo la botella. Y supongo que de ahi me fui a dormir. O cai directamente muerto sobre el suelo del porche. Quien sabe, porque yo no me acuerdo. Lo que es seguro es que la jornada termino de esta manera. Otro sufrido dia mas en Mauricio.

 
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