Estos últimos días, por una razón o por otra, he tenido que estar de aquí para allá de papeleos oficiales. Burocracia, algo que para los españoles es sinónimo de colas, empujones, retrasos, malas caras, actitudes muy maleducadas por parte de los funcionarios y un sinfín más de características más propias de una pesadilla que de la vida real. Pues bien, en este país en el que resido, voy a empezar a aficionarme a la burocracia. Un pasatiempo de lo más divertido. Te tomas toda la mañana libre y sólo gastas veinte minutos, te ríes e incluso descojonas, conoces gente, conversas amigablemente y, en definitiva, y por muy raro que suene esto para cualquier persona que resida en España, te lo pasas realmente bien. Es lo que tiene vivir en un país decente, con gente honrada y trabajadora y donde las cosas funcionan.
La semana pasada me encontré en una de estas oficinas oficiales con algo inesperado. No es normal ver una cola de cuarenta personas en el lugar al que iba, pero así era, y ya pensé, uf, media horita larga. De repente empezaron a salir funcionarios hasta de debajo de las piedras, yo creo que hasta el conserje se puso a atender a los que allí esperaban y, ¡pam!, de golpe y porrazo la cola ya no existía y en tres minutos ya estaba frente al mostrador que me correspondía. Lo mejor fue cuando al ser atendido, el funcionario en cuestión comenzó pidiéndome disculpas por el retraso. ¡De tres minutos! Intenté hacerle ver que en el país en que yo residía antes, las colas pueden durar hasta tres o cuatro horas. Pero el tío insistía, muchos perdones y muchas disculpas. Creo que pidió perdón como unas siete veces en cinco minutos. Mientras, por supuesto, me explicaba muy claramente y de forma ampliamente distendida, como rellenar los formularios que tenía que presentar la próxima semana. Y lo entendí todo a la primera, no como en otros sitios que yo me sé, que te dan veinte papeles y si no sabes cómo rellenarlos pues te jodes y lo intentas averiguar.
Hoy he tenido otra cita funcionarial a primera hora. Para abrir boca, la cola de tres personas ha durado medio minuto. Así da gusto. En segundo lugar, en la primera ventanilla me toca una señora más que simpática que, viendo que soy español, se pone a hablar sobre España, el clima, la comida y blablabla. Le respondo, le hablo sobre su país, en el cual resido ahora, la conversación es muy amena, nos reímos juntos, ella bromea, yo le cuento una anécdota, y así me va preparando los documentos para la siguiente ventanilla en un ambiente más propio de una reunión de colegas que de una entidad oficial. Igualito que en España, vamos. Paso a la siguiente ventanilla, me quiero sentar a esperar pero me llaman en treinta segundos. El tipo mira todos los papeles, me dice que me faltan dos documentos y él mismo me los busca, me dice cómo rellenarlos y hasta me ayuda a ello. Sigo alucinando en colores. Mientras voy dándole papeles ya rellenados y el menda los comprueba, empieza a hablarme de un colega suyo al que intentaron atracar en un aeropuerto español (qué raro). Se cachondea de la situación, le cuento un par de anécdotas más y nos reímos juntos. Todos los papeles ya están conformes. El tipo ¡me da las gracias! y me dice que espera verme pronto. Tengo que irme ya de la oficina, pero coño, no me apetece. Esto son trabajadores oficiales de verdad y no los vagos, caraperros y maleducados funcionarios que hay en España.
Me había levantado temprano y me había tomado toda la mañana libre en previsión de todos los papeleos que tenía que hacer, pero el caso es que he acabado en veinte minutos. ¿Y ahora qué? Pues será cuestión de acercarme a una taberna y cascarme una Tennent's o similar. Además, creo que hoy mi viejo amigo el camionero checo está libre todo el día. Esto promete. Le voy a dar un toque, que me cuente todas sus nuevas anécdotas, que seguro que son muchas y muy buenas, y de paso nos enchufamos unas pintas acompañadas de vodka, como a él le gusta. Y sobre los funcionarios de aquí y la comparación con los de España... ¿comparación?, no creo que sea posible. Pero bueno, ya sabemos lo que los tarugos de siempre van a cacarear sobre este post y todo lo que comento en él. "Eso no puede ser", "eso es mentira", y por supuesto, y aunque no venga a cuento para nada, "eres un facha". Pues eso, que como siempre digo, de donde no hay no se puede sacar. Saludos, colegas.