martes, 1 de enero de 2013

Positivismo irracional para 2013

Día soleado. Después de yo no sé cuántas jornadas sin ver el astro rey, hasta el punto de que ya ni siquiera recordaba cómo era el azul del cielo. Pero uno se acostumbra a las nubes y a la lluvia. Al fin y al cabo, el agua es vida, como se suele decir. Voy a abrirme la primera cervecita del día, una pinta de Tennent's, para no perder las buenas costumbres. Y bueno, eso, lo inevitable, el comentario fácil, que ya se acabó 2012 y hoy es 1 de enero de 2013. Pues bien, ¿y qué? Yo no entiendo tanto jolgorio y tanta celebración cada vez que se acaba un año. Hoy ha amanecido como un día más y si no tuviera un calendario delante de mis narices, la verdad es que no vería nada especial en esta jornada. Bueno, y ni con el calendario delante veo nada especial tampoco. Pues eso, coches, gente, charcos, el típico panorama que atisbo todos los días desde mi ventana. Pero vale, estamos en 2013.

Pues a cuento de la pirula esta del cambio de año, ayer todos mis contactos de facebook (otra herramienta del diablo de la que un día de estos tendré que hablar a fondo) escribían las típicas chorradas sobre el nuevo año. Pero daba especialmente grima el que absolutamente todos mis conocidos residentes en España hablaban de lo malo que había sido 2012 y de que ahora se abría ante ellos el fantástico 2013, que va a ser la repera y la salvación divina para todos los males de todo el mundo. Manda cojones. Interesantes comentarios demostrativos de una ignorancia supina y una gilipuertez absoluta. Especialmente cuando tanto la UE, como el FMI, como cualquier otra puta sigla que se os pueda ocurrir, todo el mundo con algo más de un dedito de frente, ha anunciado que 2013 va a ser el peor año en la historia de la España moderna. Pero da igual lo que se diga desde instituciones con bastante más sapiencia que cualquier borrico que anide en España. Hay que ponerse a soltar gilipolleces, pues hale, todos juntos a una. Viva la España de la gilipollez profunda.

Luego vendrán los fracasos, la desesperación, las quejas, el insulto fácil al primero que pasa por delante porque las cosas no van bien y a alguien hay que echar la culpa. Como se suele decir, sarna con gusto no pica, o no debería picar, porque los españoles son tan gilipollas e imbéciles que se buscan su propia perdición y luego se quejan de lo que ellos mismos han provocado. Pero, como decía un viejo amigo mío que por fortuna para él también ha emigrado de España, si en la caja tonta dicen que los elefantes vuelan, definitivamente los elefantes vuelan. La tele manda, es dictado único y tiene la razón y sapiencia divina. Y aunque los oradores anormales que aparecen por la viscosa pantalla sean personajes del calado de Belén Esteban, el Gran Capulling o el progreta Imanol Arias (último gran fichaje para las campanadas de fin de año), aunque sean personalidades de lo más hijoputesco y banal, tienen más razón que un Premio Nobel. Al fin y al cabo salen por la tele, y lo que sale por la tele en España es la verdad más absoluta que existe en el mundo mundial. Pues nada, idiotas, que sí, que como con lerdos no se puede razonar, 2013 va a ser de puta madre. ¡Que lo disfrutéis!
 
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