martes, 26 de febrero de 2008

El dictador hace el ridículo

Por fin aconteció el tan manido debate entre Mariano Rajoy y el dictador Rodríguez. Quizá sea porque no pudo realizarse en ninguna de las manipuladas y controladas cadenas de televisión que tanto ansiaba el caudillo pro-nazi, quizá porque no había preparado con suficiente vehemencia el embite, o quizá simplemente porque es un puto gilipollas, pero el caso es que, en general, Rajoy le barrió del mapa. Es evidente que los medios afines al régimen totalitario jamás podrán reconocer esto porque su objetividad se quedó perdida en algún lugar de la Cochinchina, pero el que no quiera verlo de esta forma es porque su fanatismo en favor del dictador directamente roza la vergüenza ajena. Pero sobre enfermos mentales e hijos de puta que intentan amargar al resto de la población no voy a hablar en este post.

A pesar de todo quiero empezar a comentar lo que fueron los desaciertos del señor Rajoy, porque sin duda, y para intentar dejar sin argumentos a los malparidos que nos quieren enviar a todos a pedir debajo de un puente, hay que limar estas imperfecciones, que a pesar de todo no pueden ni tan siquiera mover un ápice de la contundente victoria sobre el imbécil integral que ayer no supo ni articular palabra.
1. Se insistió demasiado en terrorismo, aunque hay quien lo ve como acierto y obviamente es necesario ante semejante animal de bellota al que gusta pactar con terroristas, creo que con decirlo una vez, alto y claro, es suficiente.
2. No hay que incurrir en interrupciones. Por mucho que el maleducado contrincante guste de hacerlo, y en realidad lo hiciera como unas 200 veces más, hay que mantener las formas y demostrar educación. Si otros no la tienen, es problema de ellos.
3. El discurso final de la niña libre no gustó ni a propios ni a extraños. Probablemente tenga más razón que un santo, pero con semejante hijo de puta enfrente no se puede uno andar con lindezas ni con cursilerías. Duro y a la rótula.
4. Imagino que para refutar la megachorrada del bonobús tendrá mejores argumentos. Porque no me creo que no sepa lo que es. Eso no evita que esa afirmación del caudillo pucelano sea una completa falacia.

Los aciertos fueron muchísimos más, por lo que no trataré de enumerarlos por puntos (el día que su partido me pague igual lo hago). Me limitaré a decir que la estrategia ofensiva y el hecho de entresacar los principales problemas de la ciudadanía hoy en día y exponérselos a la cara al botarate fue sin duda el síntoma de una victoria anticipada. Incluso ante un contricante con más luces, este planteamiento de debate tenía muchas posibilidades de llegar a buen puerto. Personalmente creo que los momentos más estelares y que sentaron las bases del triunfo fueron las dos introducciones, la primera de todas las intervenciones y la que se efectuó inmediatamente tras el pequeño descanso, fueron espectaculares, contundentes y minando la línea de flotación de un desgobierno absolutamente incompetente. Aunque como gran momento me quedo con "aquí no hablamos de Solbes y Pizarro, hablamos de usted y yo, usted y yo", pronunciado por un Rajoy siempre mucho más dicharachero, amigable y desenvuelto, algo que contrastaba con la rigidez demagógica de un ZP al que parecía que le hubiesen metido un palo por el culo.

También me gustaría dar la enhorabuena a Manuel Campo Vidal, un moderador que cumplió a la perfección su cometido. Y no es que sea difícil actuar en este rol, no es que sea ni siquiera necesario tener que recurrir a felicitar a un simple moderador, pero resulta que en esta España de la manipulación gubernamental, del encarcelamiento político y de la censura y el control de la práctica totalidad de los medios, encontrar a alguien simplemente neutral (o que al menos lo parezca) es algo que sinceramente a estas alturas parece increíble. Por suerte para él, el PP no va a ganar las elecciones, porque si no le echarían la culpa a este señor y acabaría el resto de sus días entre rejas. Con los nacionalsociatas no se juega.
 
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