martes, 20 de mayo de 2008

El teléfono

El teléfono comenzó a sonar, con ese típico sonido que llega incluso a molestar de ser muy continuado. Ella se apresuró a contestar a esa llamada, como siempre sentía una cierta curiosidad por saber quién estaba al otro lado del aparato en todo momento. Cuando su mano ya por fin iba a descolgarlo, aquel ruidoso timbre dejó de sonar, el silencio se abatió sobre aquella habitación. La extrañeza se mezcló con una pequeña desolación, el teléfono había sonado y antes de que ella pudiera cogerlo, su posible interlocutor había decidido anular la llamada.

Tampoco era algo como para preocuparse en exceso, cualquier fallo en la línea podía haber producido aquel extraño y repentino corte, pero a ella era algo que nunca le gustaba, se había quedado con la miel en los labios. Lógicamente reanudó sus quehaceres cotidianos sin darle más vueltas al asunto, dado que de ser algo o alguien importante la llamada finalmente se realizaría. Así que durante unos minutos eliminó aquel asunto de la cabeza, pero tal vez no debió de hacerlo, puesto que de pronto aquel taladrante timbre telefónico volvía a resonar por toda la casa. De nuevo corrió hacia el aparato para averiguar definitivamente de qué se trataba, pero por segunda vez, aquel electrizante sonido se detuvo de repente.

El extraño pensamiento que rondaba su cabeza se hacía más y más intenso, no acababa de atinar sobre qué rara maniobra estaba teniendo lugar en su línea telefónica, ni siquiera acertaba a decir quién podía ser responsable de aquello. El teléfono comenzó a sonar casi descontrolado, aquel lugar ya era un vaivén de sonidos que tan sencillamente como se iniciaban, en apenas unos segundos desaparecían. Ella empezaba a perder el control, su cabeza apenas podía descansar, y la situación se alargaba durante horas, incluso días. El tiempo pasaba y en cualquier momento el teléfono comenzaba a sonar para de pronto detenerse.

Pasaron semanas, ella ya no salía de su casa, aquel teléfono infernal seguía sonando de la mano de algún siniestro y misterioso personaje que no descansaba ni siquiera para dormir. Aquello parecía obra del mismísimo diablo, ningún ser humano podía ser capaz de telefonear de una forma tan incesante. El sonido del teléfono era ya una rutina cualquiera, sólo había que habituarse a convivir con él. Y el tiempo seguía transcurriendo, la auténtica realidad se desvanecía poco a poco para crear otra nueva donde el teléfono y su estridente sonido eran el centro de todo. Aquella situación era una forma cualquiera de describir la locura.

Un día aquel maldito teléfono dejó de sonar, un sepulcral y nada habitual silencio volvió a pasearse por aquel lugar. Todo estaba tranquilo, reposado, en una situación extraña si la hay que comparar con los meses anteriores, retornaba una sensación que parecía ya imposible de recuperarse. Todas las estancias de aquella casa parecían muertas, sin signos de vida. En un pequeño rincón yacía un cadáver, allí estaba ella con el cable del teléfono enrollado al cuello y completamente asfixiada. Desde entonces nunca más se volvió a oír sonar aquel maléfico aparato.
 
Clicky Web Analytics