lunes, 31 de mayo de 2010

Una mañana movidita

Mi primera visita del día se ha dirigido a las colas del paro. Aunque no cobro ni un duro desde hace ya bastante tiempo, me gusta renovar mi presencia en estas maravillosas listas simplemente por joder a Zetaparo y ser uno más entre los más de cinco millones de parados reales. Además, durante mi espera en las oficinas, me he puesto a leer algunas de esas que llaman condiciones generales y entre otras cosas me he enterado de que si no cumplo con mi obligación de parado (manda huevos) de renovar el día exacto que a ellos les sale de los cojones, te pueden sancionar quitándote el subsidio si es que lo percibes o en mi caso más concreto con la imposibilidad de incorporarme a esta lista nunca más. Así es este país, hasta los parados a los que no quieren dar trabajo y encima no cobran un duro tienen obligaciones, cosa que los hijos de puta que pululan por el hemiciclo parece que no.

De todas formas, el tema de conversación que flotaba en el ambientillo se centraba en una única persona, vamos, como si los allí reunidos por el designio divino nazisociata fuésemos todos chiflados obsesivos. Vete a saber, igual nos acusan de ello, nos encierran en una clínica psiquiátrica y hale, unos cuantos parados menos, que lo que mola es trucar e inventar las cifras para seguir comiendo el melón a los millones de imbéciles profundos débiles mentales que siguen votando al puto PSOE. Bueno, que sí, que un tal Zapatero era el motivo de conversación principal, los más ávidos preferían utilizar ese calificativo que tanto me gusta, Zetaparo, e incluso había quien, ya totalmente hasta los huevos de las animaladas, burradas y locuras cometidas por este desgobierno de malnacidos, se refería a nuestro querido subpresidente como "el hijo de puta". Y no le faltaba razón, por muy santa que sea su madre.

Últimamente había cogido la costumbre de renovar mi presencia en el paro vía internet, pero hoy no ha sido posible. De buena mañana, y para empezar el día con alegría, ya me había quedado sin conexión a internet y sin teléfono. Tras realizar las típicas comprobaciones de rutina y viendo que todo se encontraba en su sitio y bien conectado, llamadita de rigor al operador en cuestión, por supuesto derivación a un teléfono de averías 902 que te cuesta un riñón y más por supuesto todavía sudakona al otro lado del teléfono a la que no se le entiende una puta mierda. Oigan, que ya no es un tema de racismo, que tampoco es ya que contraten a estas mierdas mientras cinco millones de españoles están en el paro, que no es que sea una persona sin casi estudios pasando por encima de gente con carreras universitarias, que no, que todo eso ya me la suda. Que el tema es que hablan tan jodidamente mal que no se les entiende una mierda. ¿Tanto cuesta contratar a alguien que hable ESPAÑOL? No, no sudaka, joder, ESPAÑOL. En fin, que al final me rebajo a la altura del puto mono para poder entender aunque fuera alguna mínima palabra y la única solución que me dan es que me espere porque hay una avería general del operador en la ciudad. Mira tú que bien, y eso que pagamos los precios más altos de Europa y ya no te digo en la comparación con EEUU y tenemos los servicios más mierdosos posibles. Pero como estamos en el país de los gilipollas, comulgamos con ruedas de molino, y de paso a votar a Zapaterito otra vez, hale, al matadero, borregos.

Mi segunda operación del día consiste en acompañar a un familiar anciano sin apenas movilidad al hospital a que se le realice una cura. Digo bien, una auténtica operación al más alto nivel, porque este país está ya de tal manera que para cualquier chorrada tienes que sacar los planos de los cañones de Navarone e ingeniártelas mejor que el propio Anthony Quinn. Aparcar delante de las urgencias del hospital es una odisea, sobre todo cuando las motos de los maderos se te paran al lado y te exigen que continúes circulando. Oiga, poli, ¿sabe lo que son las urgencias y para qué sirven? El tipo se me queda mirando con cara de odio tras espetarle esta pequeña reflexión y al final pasa de mí. O soy muy feo, o tengo cara de tarado, o es que directamente ha visto por ahí a alguien más dispuesto a recibir una multa sin rechistar. De todas formas, como tengo que acompañar al paciente hasta el mostrador, me huele que al volver me voy a encontrar una receta, y no precisamente médica.

La sala de espera es un show, ya no por la cantidad de países miserables allí representados y por el tufillo que sueltan algunos de sus ciudadanos que disfrutan por la cara de la sanidad que pagamos todos los españoles de nuestro bolsillo (y que luego encima nosotros no tenemos gratis, aún recuerdo la factura que me llegó), sino también por la dejación que hay hacia los enfermos. Tipos sentados en el suelo, un abuelo tembloroso al que parece que le va a dar un telele de pie apoyado en la pared, y por supuesto ni una mísera silla de ruedas para transportar a mi familiar que no tiene movilidad. Cuando pregunto por este artilugio poco más que me mandan a la mierda, hay gente mucho peor, me dicen. Claro, diviso a un negro ocupando una de las pocas sillas de ruedas, y aparte de que está mirando el techo como si estuviera de ácido, poco más le pasa. Y un poco más allá hay una sudakona de estas gordas quejándose no se sabe muy bien de qué con sus dos hijos, hermanos, maridos o lo que sean (van tan sucios que ni se distinguen) ocupando otra silla pero con poca necesidad de ella. Pues nada, me cargo a mi familiar a la espalda y si me hernio o me jodo las vértebras pues mira, ya estoy en el hospital, no se puede pedir más.

Tres horas de espera. Bueno, como en el paro sólo he estado una hora, por algún sitio tenía que jodérseme el día. El hecho de que médicos y enfermeras te traten como a escoria ya ni me inquieta, estamos donde estamos y tenemos lo que tenemos. A lo mejor si hubiera gritado "viva Zetaparo" me hubiesen tratado mejor pero coño, es que no me sale eh, de verdad. De camino a casa descubro un par de radares nuevos en la ciudad que no conocía. Bueno, ya me llegarán las multas, total, como no tengo un duro no las voy a pagar, y si me quieren meter en el talego por ello pues adelante, comida gratis, amistades interesantes y al salir de allí hasta podré cobrar el subsidio y todo. Demasiadas reflexiones para una mente tan cansada, creo que voy a sentarme a esperar la muerte, ya he vivido demasiado. Encenderé la televisión mientras tanto. Vaya, la primera y más importante noticia del día, Mouriño acaba de ser presentado en el Real Madrid. De verdad, es que manda huevos, pero muchos huevos...
 
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