viernes, 28 de agosto de 2009

Integración nocturna

Hoy he tenido que salir de casa a las cuatro de la madrugada por un asunto familiar. Tan sólo he caminado durante diez minutos, pero han sido suficientes para ver qué nos ofrece la silenciosa noche en las calles de una gran ciudad un día cualquiera entre semana. Para empezar, un negro sentado en un portal sin ocupación aparente más que mirarme fijamente al pasar por su lado. ¿Un atracador en potencia? Nunca lo sabré, ni de él ni de tantos otros, porque a decir verdad a esas horas de la madrugada mi aspecto asusta hasta a los amigos de lo ajeno. A lo lejos, por mi misma acera, veo acercarse a dos sudakas sin camiseta que ni hablan entre ellos, simplemente lanzan un amenazadora mirada (nuevamente) cuando me cruzo con ellos. Me detengo en un semáforo y justo enfrente veo a dos negros pegándose alaridos el uno al otro (se ve que hablan así), que en un momento dado, y haciendo caso omiso del color rojo del monigote del semáforo, se lanzan como dos auténticos salvajes corriendo entre un coche y otro. Se llevan una pitada monumental por parte de uno de los conductores que casi los chafa y encima aún se giran y se encaran al automóvil haciendo gestos amenazantes. Continúo mi camino y paso de meterme en historietas que pueden acabar con navajazos en el abdomen.

En ese momento me viene a la mente una noticia que leí hace unos cuantos meses. El suceso aconteció apenas a dos calles de donde me encuentro ahora y más o menos a la misma hora que en este momento marca el reloj. Un par de rumanos locos corrían persiguiendo a una prostituta de la misma nacionalidad a la que alcanzaron en el susodicho lugar, una confluencia de calles bastante transitada por peatones y vehículos. Sin pensárselo dos veces, los dráculas gitanaceos sacaron un par de pipas y comenzaron a practicar el tiro al blanco móvil con la puta, a la que evidentemente alcanzaron unas cuantas veces y dejaron allí tiesa. Pero claro, estos tipos no es que sean precisamente John Rambo y su puntería deja bastante que desear, así que el mobiliario urbano y un par de coches que pasaban por allí también fueron "balaseados". Es por esta razón que esta noticia me llamó bastante la atención, curiosamente en el día y la hora que los hechos sucedieron yo estaba camino a casa y, por uno de esos extraños azares de la suerte, opté por tomar una ruta alternativa porque tenía ganas de pasear un poco más. Lo lógico es que en ese momento yo hubiera pasado por allí y ahora le estuviera haciendo compañía a la fulana en el otro barrio.

Pero ya veis, amigos, es lo que tiene vivir en un país de guays y progretas donde está de puta madre traer a toda esta escoria delictiva a nuestras ciudades, y si por una de aquellas te pegan un tiro o un navajazo y te vas al hoyo, pues mira, mala suerte, es el precio a pagar por la alianza de mierdalizaciones. Y ojo con levantar la voz contra toda esa caterva de mierda inmigrante que, aunque se hayan cargado a tu hijo, hermano o amigo, vas a ser un xenófobo facha asqueroso y te van a meter en el talego, español de mierda. Supongo que toda esa basura que pulula por las noches por nuestras calles sin ocupación ni rumbo son esos negratas y sudakones tan guays que según los giliprogres vienen aquí a integrarse y trabajar. Trabajar de saltimbanquis de coches, navajeros especializados o pistoleros a sueldo, me imagino. Y ya puestos que les den unas cuantas ayudas más por estar despiertos toda la noche, que es muy duro, y una vez hayan finalizado su ardua tarea de dejar a todos los españoles sin cartera y haberse cepillado a la mayor cantidad de honrados ciudadanos posible, entonces se les paga el viaje de vuelta a casa, una indemnización porque en España somos unos asquerosos racistas y un sueldo de por vida para que el mono en cuestión intente llevar una vida algo más sosegada en su país. Sí, allí que no mate ni robe, que para eso siempre puede volver a España, a esta nueva España de ZP.
 
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