viernes, 25 de junio de 2010

Baltimore hunters

He conducido por la highway a lo largo de millas y millas, bueno, quizá no tantas. Salí de Manhattan hacia Washington DC, vehículos, paisajes urbanos, road songs en la radio y un extraño atardecer que convierte el cansino horizonte en un macabro juego de colores. He llegado a esta extraña ciudad en plena noche y aquí estoy, a pesar de saber que cientos de amenazas se ciernen sobre mí, buscando un refugio para mi continua búsqueda de respuestas hacia algo que sigo sin acertar a comprender.

Pero realmente estoy en serio peligro esta noche, y lo sé. Por los oscuros callejones tengo que mirar hacia atrás, veo sombras, escucho voces, siento presencias inquietantes. Es como si me pusieran mil cuchillos en la garganta, me arrinconaran contra una pared y quisieran dejarme tieso en el lugar sin ninguna razón aparente. Pero me odian, han venido a por mí, o peor aún, he venido a su territorio para dejar de ser un ente con vida y convertirme en un sucio y apestoso cadáver. Definitivamente no me gusta esta ciudad de locos, locuras y sinrazones, de malvados, malévolos y gentes que se hacen pasar por lo que no son. Y lo peor de todo es que con tantas millas a la espalda necesito descansar, bajar la guardia, me va a costar la vida, pero no aguanto más, esto empieza a ser demasiado.

Necesito marcharme de la ciudad, creo que voy a girar la llave del contacto, arrancar y desaparecer para no volver nunca más. ¿Qué coño hago aquí? No ha sido por necesidad, ni tan siquiera de paso, algo me llamaba hacia este final anticipado. No necesito más problemas de los que tengo, ni hoy, ni mañana, ni pasado, ni nunca. Ya está bien. Los habitantes de esta ciudad están peor que chiflados, el estado de Maryland es una mierda y un timo, una puta estafa. Me largo con un extraño in-crescendo de música heavy en la radio. Esto le pone las pilas a cualquiera. Estoy cansado pero alerta, ya queda poco, me voy, me fui, respiro. ¿Me persiguen? No lo sé, pero seguro que esto no ha terminado ni terminará.

He estado afrontando a esos malditos cazadores de Baltimore hasta que cavaron mi tumba y me llevaron directo a la muerte. No me queda otro remedio que odiar a esos jodidos cazadores de Baltimore porque han arruinado mi vida y han deseado verme muerto. Ahora he fallecido y ni así descanso en paz. Eterno sufrimiento, es mi destino. Cazadores de Baltimore.
 
Clicky Web Analytics