viernes, 24 de septiembre de 2010

Friday morning

De nuevo, como todos los días desde hace unos cuantos ya bastantes años, es hora de ponerse en pie. Hoy he dormido hasta las ocho y media, cada día duermo peor, me acuesto tarde, tengo pesadillas y me levanto hecho polvo. No tengo nada que hacer, creo que ya son tres años así, paro absoluto y mísera vida por los designios divinos de la pandilla de hijos de puta que nos desgobiernan. Y no será que no lo intento, pero en la entrevista en que no me dicen que tengo que ser inmigrante para trabajar allí, me dicen que tienen preferencia para ser contratadas las personas de sexo femenino. Claro que, luego solamente está en crisis el sector de la construcción, qué raro, jamás he trabajado en ello. No, es que solamente lo pasan mal las personas sin formación y con bajo nivel intelectual. Supongo que ser licenciado es ser un mendrugo, claro que sí, el Piolín Blanco no pasó de primero en la carrera y Montilla ni acabó el bachiller. En fin, que no tengo nada que hacer, no pertenezco ni al régimen ni a sus oscuros allegados.

No suelo desayunar nunca, no sé por qué pero nunca me ha entrado la comida recién levantado, de todas formas como no tengo un duro tampoco tengo nada en la nevera, es lo que tiene ser un ceroeurista. Me pegaré una ducha, no encuentro mejor ocupación a estas horas, supongo que aún no me habrán cortado el agua. Hay quien dice que se relaja bajo el agua, la verdad es que a mí me la suda, simplemente lo hago para no oler mal, quizá sea que no tengo nada de lo que relajarme, nunca tengo una estresante jornada de trabajo, al menos desde hace tres años. Pues eso, gracias Zetaparo por no dejar que me estrese trabajando, vamos, a este paso me voy a relajar tanto que voy a acabar dentro de un ataúd por inanición.

Salgo a pasear, menudo paseo, dos horas sin parar de andar, creo que me he cruzado la ciudad de lado a lado varias veces, o quizá no, en realidad me he puesto a vagar sin rumbo y en ocasiones estaba completamente perdido pensando en surrealidades varias. Y cuando hablo de surrealismo no me refiero a las chaladuras integrales de Zetaparo y bichejos adjuntos, eso por desgracía es la puta realidad, una realidad completamente fuera de la normalidad y de la decencia, que sería sin duda irreal en cualquier otro rincón del planeta, pero que aquí, en el país de los gilipollas, es la puta costumbre. Estamos perdidos y sin remedio, pero mira, es lo que hay, de donde no hay no se puede sacar, y esta estúpida ciudadanía española es de lo peorcito que existe en nuestro mundo. Y casi diría en el cosmos, porque no creo que haya por ahí ningún planeta en ninguna constelación perdida en que se permita que un botarate integral como el que se sienta en la poltrona de Moncloa tenga el mando ni de un cochecito de juguete.

Por desgracia en mi paseo me cruzo con lo de siempre, morenos apostados en las esquinas mirando fijamente a los transeúntes sin ningún tipo de actividad aparente, sudakas navajeros pegando alaridos por la calle como si estuvieran en mitad del Amazonas y gente, en general, caminando con la cabeza gacha sin dirección ni objetivo más que ir al matadero en que este país de mierda se ha convertido gracias al egoísmo y la maldad congénita de la pandilla de lunáticos peligrosos que nos desgobiernan desde hace ya más de seis años. Menos mal que ya estoy de vuelta en casa, con los pies algo molidos por el paseíto de marras, y escribiendo estas líneas mientras pienso por qué cojones tengo siempre que mencionar en un blog que cuando se inició no era más que una bitácora de reflexión personal, a esos hijos de puta que nos desgobiernan y nos hacen la vida imposible todo lo que pueden. Supongo que por esto último, porque hace unos años yo era una persona feliz y con una vida, y ahora, gracias a estos malparidos que han destrozado todo cuánto tenía, no soy más que un cúmulo de odio y rencor hacia ellos. En fin, que se atengan a las consecuencias, quien juega con fuego al final se quema.
 
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