martes, 7 de septiembre de 2010

Pijohippyprogres

Es uno de esos grupúsculos, tribus urbanas o simplemente imbéciles en contradicción con ellos mismos que más asco me dan de todos los que pululan por esta extraña nueva España de Zetamierdoso. Estoy hablando de los pijohippyprogres, fáciles de reconocer por sus pintas de hippies a medio hacer, intentando imitar a yonkis y drogadictos compulsivos de los años sesenta que, salvo honrosas excepciones que cambiaron radicalmente su forma de vivir porque se encontraron con el abismo de frente, prácticamente todos acabaron muertos antes de los cuarenta años. Lo peor es que no llegan ni a eso, ni a hippies, ni a nada, se quedan en mierdosos andrajosos, y creo que ni a eso llegan. Y encima hablan sobre ellos mismos como si fueran otras personas, ni se identifican con la mierda que son, hipócritas sarnosos, excrementos humanos.

Lo que más gracia me hace es que hablan de porros, amor, vida contemplativa, tocarse los cojones todo el día e ir contra el sistema, mientras por detrás sus papás les pagan todos los caprichos para que vivan sin hacer absolutamente nada. Y claro, ir contra el sistema es votar a Zetatonto, por supuesto, supongo que se trata de joder al sistema que ellos quieren joder, pero no al que está jodiendo a millones y millones de españoles. Lo de siempre, la ley del embudo, lo ancho para ellos y lo estrecho para los demás. Y que se joda todo el mundo y a reírse de los que se joden, menudo hippismo de mierda. Cerebros lavados, falta de personalidad propia, demasiado aburrimiento vital en general. Gentuza que se ha encontrado con todo hecho en la vida y lo único que les queda es tocarse los huevos y los coños (para que haya paridad, señorita Aído) y mientras tanto montar manifestaciones, numeritos y gilipolleces para ver si España se va definitivamente y de una puta vez al carajo. Total, como ellos lo tienen todo pagado.

Progres, progretas, giliprogretas, pijoprogres de mierda. Niñatos de papá que por ir con ropas andrajosas y no ducharse en una semana se creen lo más moderno y topemegaguay del Paraguay. Y por las noches, cuando no se están drogando, emborrachando, destrozando el coche de papá contra una farola porque llevan una cogorza del quince o fornicando entre ellos o con cabras o plantas (ya se sabe que hay que probar todas las opciones sexuales, señor Zerolo), se van al chaletito de los papis a dormir, a las afueras de la ciudad, en una urbanización de lujo con seguratas, vallas y claves de seguridad. Ahí, lejos de los sudakas navajeros a los que nos tenemos que enfrentar los ciudadanos de a pie y que ellos tanto defienden porque, pobrecitos, no tienen qué comer. Yo tampoco tengo qué comer, hijos de puta. Pero como soy español, blanco, heterosexual y tengo más cojones que vosotros, a mí que me den por el culo, ¿verdad? Tranquilos, payasos, payasetes, bufones y vagos anormales enfermizos, que ya os llegará vuestra hora. Y si no os llega, ya procuraré yo que os llegue. Hasta los huevos me tenéis, escoria.
 
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